miércoles, 25 de julio de 2012

HUMBERTO GARCÍA LARRALDE - RÉGIMEN DE EXPOLIACIÓN

 


Llamo régimen de expoliación a un arreglo orquestado desde el poder para el usufructo discrecional de la riqueza social, en desapego a criterios de racionalidad económica y/o a indicadores de que expresen metas planificadas. El provecho del fruto económico es determinado, simplemente, por relaciones de fuerza cristalizadas en una jerarquía de mando que conforma un poder político autocrático. La participación de los integrantes de la sociedad en el disfrute de la riqueza social en un régimen de expoliación no está sujeta a normas, sino a transacciones de naturaleza política mediante las cuales se trueca obsecuencia y lealtad a quienes detentan el poder, por el derecho a apoderarse de una porción de esa riqueza.

El mercado como mecanismo autónomo para la asignación de recursos y para determinar la remuneración de los agentes productivos, con su sistema de precios que empalma las presiones de demanda con las posibilidades de oferta, es sofocado con toda suerte de controles y regulaciones, dando paso a incentivos por ponerle la mano al “billete” a través de favoritismos políticos y toda suerte de entresijos irregulares aprovechados por los poderosos. No obstante la prédica “socialista”, tampoco el reparto de la riqueza social obedece a indicadores formulados en un plan nacional, contentivo de metas y prioridades, sino a lo que permite, en cualquier momento, las relaciones de fuerza imperantes.

Quizás el régimen de expoliación más conocido hoy en día es el representado por los hermanos Castro. Los izquierdistas de antaño recordaremos aquel libro escrito por un experto agrícola, asesor de la Revolución Cubana en sus comienzos y miembro del Partido Comunista Francés, René Dumont, quien se preguntaba en el título, ¿Es Cuba Socialista? La consternación del frustrado camarada galo ante la manera como el Comandante disponía de los escasos recursos de la isla a diestra y siniestra, en desapego a todo criterio de planificación, desestimando recomendaciones de expertos y sin medir las consecuencias sobre actividades directa o indirectamente relacionadas –lo que los economistas llamamos “costo de oportunidad”-, lo llevó a concluir que lo que se construía ahí no era socialismo.

La imposición de la voluntad omnímoda de Fidel se concretó en un régimen personalista en el que la riqueza social pasó progresivamente a ser controlados desde la cúpula del poder, legitimado ideológicamente como avance en la construcción “socialista”. La expropiación de la economía privada no se concretó en su “apropiación social” a través del Estado, sino en su usufructo cada vez más excluyente por parte de una minoría que se arrogó ser depositaria de los intereses históricos del pueblo cubano. Es decir, pasó paulatinamente a ser explotada en forma privativa, ¡pero en nombre de los supremos intereses del colectivo social! Después de más de 50 años de estar consolidando un poder absoluto, sin contrapesos de ninguna especie y sin tener que rendirle cuentas a nadie, ¿Quién dudaría que los recursos de la isla son manejados por los patriarcas Castro como si fueran de su propio peculio?

Sin tener abultadas cuentas a su nombre, la capacidad de disponer de cualquier bien, servicio o prebenda –incluyendo las numerosas viviendas que le son asignadas por razones de “seguridad de Estado”- ubica a Fidel como uno de los hombres más acomodados de América Latina. Su derecho a usufructuar esa riqueza a discreción emana de las relaciones de poder que fue cimentando gradualmente a través del control del ejército y del G2, poder que decide incluso la vida o muerte de sus más cercanos colaboradores, como se recordará con el caso notorio de Arnaldo Ochoa y Tony La Guardia. ¿Qué puede esperar el cubano de a pie?

La construcción de un régimen de expoliación requiere de la destrucción de las instituciones. Éstas constituyen las “reglas de juego” con que se dotan las sociedades para conducirse, fruto de las luchas y componendas entre los distintos sectores que se disputan el poder a través del tiempo. En una democracia auténtica, las luchas políticas y sociales plasmaron una institucionalidad que garantiza el usufructo de los derechos civiles, individuales, económicos y políticos, a través de la división y equilibrio de poderes, la transparencia para el escrutinio ciudadano y la subordinación del poder militar a autoridades civiles, resultadas del sufragio.

Un Estado de Derecho así estructurado impide el funcionamiento de un régimen de expoliación, por lo que debe ser abatido. Para ello sirve la prédica “socialista”, para demoler las reglas de juego propios de la “democracia burguesa”, no para suplantarlas con una ordenación racional recogida en metas y prioridades de un plan nacional, sino para darle rienda suelta al usufructo libre y discrecional de la riqueza desde el poder. El tinglado de leyes que en Venezuela esbozan la economía y el estado comunal como objetivo, así como la violación de los derechos de propiedad, procesales y las detenciones arbitrarias por órdenes de Chávez, cumplen con este propósito de demolición institucional. Se busca hacer realidad la tesis de Norberto Ceresole de eliminar toda intermediación a la vinculación directa entre caudillo y pueblo, procurando reducir las potestades de alcaldías y gobernaciones –instancias de poder electas- y remplazar las organizaciones sociales autónomas, por organizaciones que representan al Estado ante los asociados, es decir, el propio Estado Corporativo fascista.

Comoquiera que la economía comunal, estrechamente controlada y normada desde el poder, no es viable económicamente, la concentración de la renta petrolera en manos del Ejecutivo, así como la expropiación de empresas productivas, se hace imprescindible. Para ello el presupuesto es calculado con base en un precio del barril de petróleo muy inferior a su precio real, reservándose el excedente para usufructo discrecional de Chávez. Junto a otros elementos, como el traspaso de reservas “excedentarias” al Fonden, la constitución de fondos con las utilidades de CANTV y otras empresas, ha hecho posible una formidable base financiera para la prosecución de sus objetivos de política, de magnitudes nunca vistas desde los años ‘70, saltándose los controles del gasto y la rendición de cuentas sobre su destino.

Además, ha servido para la instrumentación de diversos mecanismos para la transferencia de recursos a sectores de bajos ingresos –las llamadas misiones-, bajo la presunción de que constituyen su base política de apoyo por excelencia. Pero, como se ha señalado tantas veces, estas “soluciones para los pobres” terminan siendo pobres soluciones, conformando un odioso apartheid que niega calidad de vida a los desposeídos. Este “socialismo” de reparto, no de desarrollo de las fuerzas productivas –como pregonaba Marx-, constituye un peaje populista consustancial al sostenimiento del régimen de expoliación.

Como último ingrediente está el culto a la personalidad. La mitificación de la historia para evocar epopeyas pasadas contra la opresión, en particular, el culto a Bolívar, pone en escena una épica ficticia en la cual el líder máximo adquiere –también- estatura heroica. El amado caudillo se erige como único ser capaz de librar al Pueblo de las acechanzas del enemigo apátrida representado por los que no comulgan con las verdades de su “revolución”. Él determina lo que es y debe ser la venezolanidad, y los intereses supremos que debemos perseguir: “quien no es chavista no es venezolano”. La prédica maniquea del nosotros –los buenos- contra los otros –los malos- genera una tensión que llama a cerrar filas en torno al líder salvador, so pena de tornar irrealizable la utopía profesada. Él es la garantía única de que tal conquista pudiese alcanzarse algún día: solo es menester tener fe. Se cultiva así una afiliación afectiva, de naturaleza mesiánica, inmune a todo cuestionamiento racional.

La confusión deliberada entre Caudillo, pueblo y Estado –“Chávez hoy no soy yo, Chávez se hizo pueblo y un pueblo se hizo Chávez"-, allana el camino para el usufructo sin control del régimen de expoliación. Lo que hace el comandante-presidente, así sea regalarle petróleo a sus “amigos” o utilizar bienes, instalaciones y dineros públicos para promover su relección, es para “bien” del país. Chávez es su propio programa de Gobierno, alfa y omega de la “revolución” y, por ende, dueño de Venezuela. Y así, promoviendo la filiación fanática e incondicional a su persona, encubre ante los suyos la descomunal impostura de su Revolución Bolivariana para legitimar cualquier trastada contra el país, con tal de seguir depredando su riqueza social.


Humberto García Larralde
economista, profesor de la UCV

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sábado, 21 de julio de 2012

JUAN CARLOS SOSA AZPÚRUA - LA ENCRUCIJADA



 
La gravedad de la firma del acuerdo redactado por la mano tiránica trasciende cualquier intento de minimizarlo u obviarlo. El Comando Venezuela se apresuró a poner su rúbrica sobre un “documento” que el mismo candidato opositor estaba descartando por no responder a los intereses de su estrategia. Dejaron al candidato ante la opinión pública como una marioneta de fuerzas superiores que hacen las cosas al margen de su voluntad. Realidad que representa un doble motivo de preocupación para aquellos que percibimos esta lucha como un asunto de vida o muerte.

A estas alturas del drama, las improvisaciones y frivolidades no solamente son patéticas, sino que también pueden costar sangre. Desde siempre hemos sostenido que el haber planteado la respuesta a la tragedia que vivimos llevando la pelea al terreno electoral que controla el aborto fidélico es un error que nos puede costar el país por varias generaciones.

Un inescrupuloso usurpador, que tiene años violando todos y cada uno de los principios y valores sobre los que se fundamenta cualquier sociedad civilizada, digna y decente, no merece un día más en el poder.

Una combinación de cobardía, corrupción y ceguera ha hecho que buena parte de las fuerzas vivas venezolanas hayan decidido voltear la mirada y justificar sus carencias bajo la cortina de una institucionalidad democrática inexistente. Desde Gandhi ha quedado muy claro que ninguna autoridad, por poderosa que sea, puede sostenerse en pie si sus víctimas asumen una actitud retadora y optan por desconocerla. Es imposible que ningún poder pueda existir, si las personas que lo sufren deciden obviarlo, ignorándolo como autoridad hasta que se evapora.

Pero aquí, los petrodólares fueron una bailarina luciferina irresistible. No se necesitaron fusiles, una petrochequera inmortal hizo las veces de balas, corrompiendo las entrañas de la sociedad. Los militares, con honrosas excepciones, se dejaron comprar, ante los ojos de cualquier espectador, el rol que han tenido en esta pesadilla los condena al cuarto más caliente del infierno. Venezuela fue entregada con desparpajo a los peores intereses mundiales. Nunca en la historia, ni siquiera con el francés Vichy en la ocupación Nazi, un país fue entregado de manera tan indigna y repugnante.


Pero los militares se adormecieron con los vapores verdes del petróleo y los narcodólares. Abandonaron a la sociedad a su suerte, pretendiendo que los civiles pusieran el pecho, arriesgaran sus vidas y lo perdieran todo, para luego, cuando el trabajo estuviere hecho, salir ellos como los héroes de la tragedia. Y los empresarios, los pocos que quedan, y también con honrosas excepciones, escondieron la cabeza como los avestruces, cruzando los dedos para que sus negocios no cayeran en la mira de los chacales rojos. Los políticos, así mismo con honrosas excepciones, igualmente claudicaron, optando por convivir con lo indecible, esperando sobrevivir en un cementerio de valores, navegar en un río de sapos y culebras, transándose con el mal, porque solamente eso puede decirse cuando deciden seguir legitimando a quien usurpa el poder, incluidas todas sus putrefactas instituciones de trapo.

Se sabe que el organismo electoral es un robot de hediondeces, controlado a voluntad por quien domina todo lo demás. Pero las fuerzas políticas hacen caso omiso de esto. Distraen la atención con pinturas que borran el foco de lo importante. Hablan de condiciones y solamente se refieren al abuso que el tirano hace del espectro comunicacional, como si todo lo demás estuviera en perfecto estado. Y lo que verdaderamente importa, lo denunciado internacionalmente por los mejores técnicos electorales del país, eso se ignora. Viajan a Washington y tienen el desparpajo de acusar de radicales golpistas a quienes denunciamos la putrefacción de un cadáver a los que ya ni los huesos se salvan. 

Y avanzan con una campaña electoral al mejor estilo de las democracias populistas del pretérito Tercer Mundo de los años setenta. Insisten en tapar el sol con un dedo y para colmos rematan usando esos dedos para estampar su rúbrica en un documento que les obliga a aceptar los resultados cantados por los coristas del tirano; así no más, sin condiciones, sin siquiera advertir que si esos resultados no reflejan la voluntad de la gente, los mismos se desconocerían.

Esa bufonada repudiable, refleja la más hueca ausencia del espíritu guerrero que es imprescindible para luchar por la Libertad….no por espacios políticos o por estadísticas de apoyos capitalizables  políticamente, sino por lo único que está en la picota en estas elecciones: La Libertad. 

Meses atrás quisimos evitar que las Primarias fueran celebradas usando para ello todos los vicios que hemos denunciado. Llegamos al extremo de proponer una candidatura fuera de la MUD para poner el dedo en la llaga insistiendo en la necesidad de unas condiciones sin las cuales una elección en Venezuela es igual que ir al cine a ver una película de los hermanos Marx. Pero fue inútil.

El veto mediático nos arropó con una manta mágica que nos hizo invisibles. Tras las Primarias, y con el triunfalismo apoteósico que se produjo en los factores opositores que dominan la matriz de opinión,  se nos hizo evidente que las condiciones que consideramos esenciales, jamás se obtendrían y que inscribirnos en un CNE de utilería no sería otra cosa que formar parte del combo que insiste en legitimarlo como si se tratara de un ente de verdad.

Pero en aras del pragmatismo y el beneficio de la duda, optamos por apoyar con todas nuestras fuerzas a Henrique Capriles, aún y con lo incómodo que resulta apoyar a quien sigue una estrategia que consideramos equivocada, por las razones ya expuestas. 

La única esperanza es que Henrique se convierta en un luchador por la Libertad. Que se desprenda de los intereses partidistas, y se transforme en el líder que encabezará la cruzada por la Libertad, que pasa por desconocer autoridades usurpadoras, y reivindicar los principios y valores por los que vale la pena la vida. 

Pero el acuerdo firmado, sumado a las declaraciones reiterativas de gente del Comando Venezuela y de la MUD que insisten en  obviar la putrefacción del organismo comicial, nos provoca una gran angustia, ya que nada bueno puede esperarse de semejantes actitudes y acciones.

Falta poco para octubre. Nunca olvidemos que Rosales también provocaba marchas apoteósicas y triunfalismos mediáticos de titanio.  Y sabemos lo ocurrido. 
La farsa aquí comienza por aceptar como contendor a un ser que tiene 20 años (desde 1992) destruyendo al país y violando reiteradamente las bases constitucionales de la República.

Se prolonga la farsa, aceptando medir la contienda con un árbitro que respira con los pulmones del tirano, habla con su boca y mira con sus ojos. Y se consolida la farsa, incentivando un carnaval electoral con colores y serpentinas cayendo sobre un cementerio de libertades. 

En lo que queda de tiempo, la sociedad venezolana deberá confrontar la encrucijada en la que nos encontramos: ¿Delegaremos nuevamente nuestro destino a un puñado de políticos que no dan signos de trascender sus intereses mundanos?

Esa es la pregunta que deberemos respondernos en estos meses.

Que Dios los bendiga a todos... y que nos agarre confesados. 

JUAN CARLOS SOSA AZPÚRUA 
20 de julio del 2012

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domingo, 15 de julio de 2012

MIGUÉL ÁNGEL CAMPOS - LOS NIÑOS BORRADOS




Son muchos, demasiados, los niños borrados en este expaís. Los que no llegan a nacer, los que apenas nacidos son dejados sin albergue ni asistencia, los que crecen heridos de toda suerte de muerte hasta que finalmente desaparecen en la inútil lista de las estadísticas.Los que después se convierten en disparo para borrar a otros niños. Los desahuciados, los suicidados por esta sociedad, los que el lápiz se los cambiaron por un revólvero los convirtieron en mensajeros de alguna droga ajena.Los que le boran su vida, su memoria y sus engranajes con una fuente y una raíz inexistentes. Los que no han conocido la risa.

Agradecemos a Miguel Ángel este texto que refiere la tragedia y soledad de quienes un día fueron festejados como los primeros quintillizos sobrevivientes, porque en ellos es posiblever un fragmento de lo que somos, como sociedad,como individuos, como gente.  

Sobrevivieron el nacimiento y no pudieron sobrevivir la vida que contenían.

Clamamos, una vez, por la restitución de la vidasobre la muerte, la alegría sobre la tristeza,el logro y el hacer colectivos por sobre todo atropello, abandono y violencia. 

Lo hemos difundido en el siguiente enlace:

mery sananes



 
En los primeros días de septiembre del año pasado falleció en el Hospital Universitario de Maracaibo el segundo de los quíntuples Prieto Cuervo, las circunstancias  de su muerte ratifican la penuria en que han vivido estos hermanos que en su momento conmovieron a los cinco continentes. Fueron el primer caso en el mundo de varones sobrevivientes, el hecho ampliamente difundido de los cinco hombrecitos hermanados en un abrazo raigal, mereció páginas destacadas de la revista Life. Nacieron el 8 de septiembre (1963), día que se conmemora la fundación de Maracaibo. La estampa de aquellos adolescentes en una fotografía de periódico que conservo era la viva promesa de la salud y un futuro conjurado.

El espectáculo convocó a todo el país, personalidades variopintas se hacían fotos a su lado, de la farándula y la política llovía toda clase de promesas y ofrecimientos, desde la garantizada leche hasta lencería fina para los cinco cachorros. Hasta hubo una providencia del presidente de la República,  mediante la cual se les amparaba en los básicos aspectos materiales, sólo hubiera bastado que uno de esos comités se pueblo se hubiera constituido en especie de albacea para ejecutarla en el inmediato porvenir.

Pero tras la fiesta de los borrachos sólo quedan los estropicios y la mala conciencia. El concierto a beneficio con donación de la taquilla del naciente grupo “Los Blonder” debió ser sin embargo el gesto menos oportunista. Sin más cuidados que los de la propia familia al poco tiempo estaban sumidos en el discreto abandono, pronto acecharon las carencias. Ni educación tuvieron, menos amparo y afecto de la comunidad que los celebró, la gratitud de los padres quedó estampada en los nombres que eligieron para los cinco: los del equipo médico. Menos mal que estos no se llamaban Killer, Yonalber, Kendri, insólitas aberraciones que luego se hicieron costumbre entre el chicherío citadino.

Trate usted de dar con la historia médica del caso, hurgue en los ruinosos archivos de la  Maternidad Castillo Plaza o del Hospital Universitario. Busque la ficha de indicaciones y anotaciones del obstetra, ni rastros hay de lo que ha debido ser un documento invaluable de la ginecobstetricia venezolana, de una paciente que no tuvo control desde el comienzo del embarazo, también de conocidos antecedentes de fertilidad y otros partos múltiples. La ciudad ufanosa de sus hitos médicos de cirugía y transplantes, presuntuosa de su centenaria universidad, vanidosita de sus médicos pensarosos, es incapaz de acunar a cinco perfectos ejemplares venidos de la cuarta dimensión. Heraldos de la alegría superan todos los pronósticos de compresión, prematuridad y nutrientes, menos el medio dispuesto sólo para la depredación, filicida, indiferente.

Me pregunto cuales pueden ser los blasones de una ciencia o profesión ruidosa en sus ejecutorias de mostrador, muy sensible a la publicidad que la exalta como un saber misterioso de sujetos menos eficientes que pretenciosos. Aunque todavía no se hayan dado cuenta que la medicina es una ciencia social, más antropología que fisiología, y en estas sociedades atrasadas su grandeza deberá dirimirse no tanto en los quirófanos como en los escenarios civiles, donde los clientes antes que pacientes debieran ser ciudadanos.

No veo de que deba enorgullecerse un pediatra que sólo se limita a salir en los periódicos y desde su preeminencia social no vela por el destino de cinco maravillas en un medio devastador, o unos obstetras que no vuelven a tener más noticias de la madre, y de unas instituciones hospitalarias que no resguardan los documentos forenses de un suceso por varias razones excepcional. Seguramente el destino de este país sería otro si estos cinco niños hubieran ido a la escuela, a la universidad y amparados por una profesión llegado a ser emblema del bien y de una Venezuela hacendosa, herencia de la responsabilidad en un tiempo de drama social. Pero fueron pasto de la incuria, del desconcierto en medio del prevenido desdén, pronto la pobreza los deprime y se exponen a la miseria. Deben ganarse la vida como jornaleros, obreros de lo que caiga, cinco más en una prole ya numerosa, el prodigio pronto se desvanece  y el país muestra su nula capacidad de asombro.

Durante años desaparecen de la crónica periodística, para los medios ya no son noticia, sólo miembros más de una familia pobre y sin distinción. Pero ellos seguían estando allí, creciendo en años y uniformados por la indolencia de los olvidadizos, sin plan para el futuro ni para el orden del día, debían sucumbir a la fatalidad del desempleo y las carencias. Sin orientación y librados a la indiferencia los cinco son unos encandilados en medio de la dura calle, los días del conjunto gracioso, arrancador de miradas tiernas entre viejecitas y señoras de recao de olla, de la pandillita llena de gracia y mohines (aunque parece que siempre tuvieron un aspecto doliente), habían quedado atrás.

Hasta hace 24 años, cuando vuelven a ser noticia, las páginas de los periódicos acogen nuevamente el espectáculo, esta vez de sangre y tragedia. Uno de ellos, Fernando Ramón queda tendido, despedazado por un disparo de escopeta, en una empresa de Ciudad Ojeda: en un cambio de guardia, a su hermano se le escapa un disparo. Sobrevivían como guachimanes nocturnos en alguna contratista de la Costa Oriental, lugar de donde son y vive su familia hasta el día de hoy. La escueta nota de la noticia de esta segunda muerte habla de un accidente. Una caída, al parecer en el lugar de trabajo en el ya conocido oficio de vigilantes, acabó con la vida de Juan José.

Le produjo una hemorragia intracraneal cuyas consecuencias no pudieron ser contenidas por los médicos que lo operaron en un segundo momento y tras permanecer dos días en el Hospital de Ciudad Ojeda. Rindió su vida de origen prodigioso a los 47 años, el otro lo había hecho a los 23, cortísima expectativa al parecer para los que en este país vienen al mundo hermanados, que mima a su muchedumbre y se vanagloria de que esta vive hasta más allá de los setenta y cinco años, uno de los indicadores de desarrollo humano, según la fórmula de certificación de bienestar del PNUD.
Publicado el 13 de julio de 2012
Por Miguel Ángel Campos
Revista República



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CHIQUI AVALOS - A GUARANIA DO ENGAÑO


Artículo de CHIQUI AVALOS, traducido del portugués al castellano por Zaira de Andrade 04/07/2012.-

" La historia de Brasil, vista desde el Paraguay, es otra" (Millor Fernandes)

Como un verso famoso de mi inolvidable amigo Vinicius de Moraes, "de repente, solo de repente" algunos gobiernos latinoamericanos están redescubriendo al viejo y sufrido Paraguay y deciden salvar una democracia que habría sido herida de muerte con la caída de su presidente. Se inicia así un engaño, una sucesión de engaños, mentiras y desilusiones, en proporción e intensidad, que  sirven para componer una guaranía melodiosa pero de gusto dudoso en extremo.

Ocurren  hechos extraños en la vida de las naciones en pleno siglo XXI. Una gran cantidad de ministros de Relaciones Exteriores, salidos de la espectacular e improductiva Río+20 , el aterrizaje de otra ola de imponentes aviones oficiales en la madrugada de un invierno poco común, y ─estimulado posiblemente por la baja temperatura─ se comportan con la misma frialdad con la que la " Triple Alianza "diezmó cientos de miles de guaraníes en una guerra que devastó a la potencia industrial más desarrollada de América Latina.

¿Sorprendidos? No es para menos. Éramos ricos, muy ricos, industrializados, avanzados, educados, cultos, europeizados, amantes de las artes, de los libros, de las óperas, del desarrollo. Nuestros antepasados ​​brillaron en la Sorbona y firmaron tratados académicos, descubrimientos científicos y refinados ensayos literarios. La mención de nuestros orígenes no provocaba burla o ironía, como es habitual en los días sombríos de hoy, sino la profunda admiración y  curiosidad de los que siguieron nuestro camino como nación triunfadora.

No fuimos famosos como contrabandistas o traficantes, sino como un pueblo emprendedor y progresista. La organización de nuestra sociedad, la intensa vida cultural, el progreso económico irrefrenable, la hermosa arquitectura de nuestras ciudades, nuestros museos y bibliotecas, la formación inusual de nuestra élite cultural, la dignidad con la que vivían nuestros hermanos más pobres (sin hambre ni miseria) impresionaban y merecen el registro histórico.

La reina Victoria, quien no le brindó al resto del mundo la misma sabiduría con la que gobernó y  marcó para siempre la historia del Reino Unido, armó a tres mercenarios quienes arrasaron, con su ambición desmedida y su eficiente espíritu pionero, tomando el mercado de  la antigua potencia colonial por debajo del Ecuador; Brasil, Argentina y Uruguay nos arrasaron. Nuestros campos fueron fertilizados con los cuerpos en descomposición de nuestros hermanos, decapitados a punta de espada y con sádico refinamiento. El Conde D'Eu, esposo de quién liberaría a los negros de la esclavitud y entraría en la historia del Brasil, dirigió en persona y con donaire la masacre. Los historiadores, esa gente chismosa y necesaria, registraron su puntilloso esmero y su inocultable placer. El nefasto delegado Sergio Fleury tuvo un precursor casi con un siglo de anticipación.

Nuestras ciudades terminaron habitadas en su mayoría por mujeres y niños; pocos hombres sobrevivieron al genocidio perpetrado. Pedro II, quien marcaría la historia de Brasil por su honradez, se comportó de manera impresionante en esa página oscura de la historia del Brasil la que es inversamente conocidísima en relación con la historia de mi país  y en la que, sin embargo,  no se movió una  paja ni se dijo una palabra sobre el sadismo de su yerno criminal. Documentos revisados por mí en el Archivo Nacional, en Río de Janeiro, muestran la firma del viejo emperador autorizando- la compra de naves, barcazas, caballos y todo lo que se necesitaba para una cacería de vida o  muerte (más  de muerte, por supuesto) contra López.  No bastaba con derrotar al déspota esclarecido, al republicano que los humillaba, al que había desafiado a los imperios de Inglaterra, Brasil y España...  Había que hacerle el epitafio y  esculpirle su lápida. Y así se hizo.

Derrotados, nunca más fuimos los mismos. Pasamos a ser conocidos como una República ya bicentenaria pero atrasada, en comparación con los vecinos. Enfrentamos una cruel guerra con Bolivia, en la primera mitad del siglo pasado. Nos robaron la importante franja territorial del Chaco región paradójicamente inhóspita y riquísima. Ganamos la guerra. Nuestros soldados mostraron el valor y el patriotismo que brasileños, uruguayos y argentinos conocieron más de medio siglo atrás. Nuestra incipiente aviación militar y sus jóvenes pilotos asombraron a los expertos estadounidenses por su técnica refinada y por el éxito de sus acciones contra el agresor.

Sin embargo, en una historia llena de ironías, ganamos la guerra y...  nunca recuperamos las tierras! Los bolivianos, que nunca miran a los ojos ni de las personas ni de la historia, sin duda se regocijan en su andina soledad y, como los argentinos después de la inexplicable Guerra de las Malvinas, se sienten vice-campeones...

Salimos mal de la Guerra del Chaco y experimentamos la misma y acostumbrada crónica, tan  rigurosamente común, de todos los demás países latinoamericanos. Golpes y contragolpes, instantes de democracia e hibernaciones bajo férreas dictaduras. Los presidentes se sucedieron, siempre despachando desde el hermoso Palacio de López y viviendo en la antigua mansión de Mburuvicha Roga ("La casa del gran jefe", en guaraní); algunos fueron aceptables, otros deplorables. Ninguno, sin embargo, recuperó la gloria perdida de los años de la riqueza, la opulencia y la abundancia. Un héroe de la Guerra del Chaco se convirtió en dictador y nos oprimió por más de tres décadas. Un hombre duro, pero de hábitos espartanos y por demás interesante, el multifacético Alfredo Stroessner no rechazó el papel menor de tirano, pero construyó con Brasil la estupenda planta hidroeléctrica de Itaipu, la obra de ingeniería más grande de su tiempo, salvando al Brasil de una predecible catástrofe energética. Fue socio y amigo de todos los presidentes de Brasil desde JK hasta Sarney. Con los militares post-64 se llevó de las mil maravillas, pero fue de sus manos que el exiliado Joâo Goulart recibió el pasaporte con el que viajaría para tratar su salud con cardiólogos franceses. Depuesto, el viejo dictador murió exiliado en Brasil. Aquellos que lo combatíamos (nací en Buenos Aires, donde mi padre, hombre de negocios exitoso pero opositor de la dictadura, sufría su exilio) jamás supimos de ninguna acción, ni siquiera una, del Brasil durante sus gobiernos democráticos, contra la dictadura del general que les dio Itaipu.

El turno de Fernando Lugo

Después de dos décadas del derrocamiento de Stroessner, se nos aparece Fernando Lugo. Su historia es peculiar. Fue obispo de San Pedro,  simpático e izquierdista, quien predicaba a los sin tierra y  que parecía no molestar a nadie, ni a los agricultores de la zona. En el año 2007  el entonces presidente Nicanor Duarte Frutos, un joven periodista elegido por los colorados, decide seguir el pésimo ejemplo de Menem, Fujimori y Fernando Henrique, dejando claro su deseo de cambiar la Constitución y permanecer en la  presidencia, valiéndose del inexistente instituto de reelección. Su gobierno era más que sufrible, y —excusen la inmodestia anclada en nuestra historia— nosotros, los paraguayos, no somos dados al disfrute de  cambiar nuestra Constitución para complacer la voluntad de  ningún presidente.

El país se levantó contra la aventura y él, obispo bonachón, precisamente por no ser político y  garantizar que no alimentaba alguna ambición de poder, fue escogido para ser el orador en un gran acto público, con  decenas de miles de personas reunidas en el centro de Asunción. Pastoral, atractivo,  preciso,  el Obispo de San Pedro cautivó a la multitud, se encargó de la tarea y catalizó la inmensa indignación de la ciudadanía. La aventura continuista de Nicanor no tuvo éxito, pero con la sutileza de un príncipe de la Iglesia en los intrincados cónclaves que preceden la salida del humo blanco en el Vaticano, se nos presenta un fuerte candidato a la presidencia de la República: ´Habemus candidatum!´ Sin embargo, el hábito vestía más que a un pastor, escondía un hombre frío,  ambicioso, ingrato y profundamente amoral.

Su primer problema fue con la Santa Madre Iglesia. La Santa Sede, sin duda sabiendo algo que nosotros desconocíamos, vetó su inclinación política. No, él nunca podría ser un candidato. La Iglesia católica combatió la dictadura del general Stroessner con inmenso coraje y acciones firmes, pero no quería ocupar la presidencia del país. "Roma locuta, causa finita" ("Roma habló, asunto concluido").

Pero no para Lugo, quien dejó su obispado, se despojó de su hábito, y le dio la espalda a quien lo educó y lo acogió en su seno. Pocos y valerosos colegas,  obispos y sacerdotes, se atrevieron a apoyarlo abiertamente. El pasado viernes, después de tres años sin verlo o ser llamados por él, esos mismos amigos o partidarios fueron hasta la residencia presidencial a pedir –en vano–  que Lugo renunciase a la presidencia de Paraguay para evitar el derramamiento de sangre. Con frialdad, el hombre seducido por el poder, dijo no,  se puso de pié y despidió  a los inoportunos portadores de la palabra divina.

 Candidato sin partido, favorecido por la clara simpatía de la mayoría del electorado, se afilió al  centenario y respetable PLRA de los liberales, con más de 60 años fuera del poder y con el bagaje  de una valiente oposición a la dictadura de Stroessner. Como un Jânio Quadros, Lugo se unió al Partido Liberal Radical Auténtico y  usó su bandera, su historia y su estructura capilarizada  en toda la sociedad paraguaya. Y después le dijo adiós con el puño, frío e indiferente.

Una vez elegido, se deshizo de todos los compañeros de viaje. Uno a uno. Stalin no borró a tantos en las fotos oficiales del  Kremlin como lo hizo el ex obispo. Por cierto, despidió a los más calificados. Quedaron los compinches, los facilitadores de negocios y fiestecitas íntimas, los "operadores" y algunos izquierdistas incautos para colorear con las tintas de un risible "socialismo Guaraní" el gobierno de un hombre que llegó como el Mesías y que terminaría como un Judas Iscariote.

Lugo podría prestar su nombre y su  vida política (y personal, también) al maestro  Borges y convertirse en uno de los impresionantes personajes de la "Historia Universal de la Infamia". Un infame, no más que eso! Apenas fue elegido y juramentado, ocurrió una sucesión de escándalos y se revela su conducta moral. Hijos inconcebibles para un obispo supuestamente casto. Varios. Ninguno reconocido o protegido; engendrados con las mujeres más pobres y sin instrucción alguna, del medio rural, humilladas después de utilizadas, una de ellas de apenas 16 años cuando la embarazó. Si traicionó a su Iglesia ¿por qué no nos traicionaría?

Durante sus tres años de gobierno, no pasó ni siquiera un mes sin tener que viajar a algún país. Con razón o sin ella, ahí se iba él, el alegre viajero asistente a conferencias vacías o ceremonias  de toma  de posesión de mandatarios sin importancia para el Paraguay. Las trampas del poder lo atraparían  como a cualquier déspota de  una república bananera del Caribe. Los convoyes de limusinas con escoltas estridentes, las fiestas y besamanos, los sempiternos y blandos cortesanos del poder, las mujeres hermosas, las mesas abundantes, los hoteles cinco estrellas, la riqueza, la opulencia, los “negocios”.

El obispo despojado se convirtió en gran ganadero, terrateniente, con plantaciones y ganadería. El presidente que asumió el cargo con sus prosaicas sandalias, símbolo de humildad, se reveló como un hombre vanidoso y fetichista. Cómo vistiéndose con la mentira en la que él mismo se había convertido, pasó a llevar elegantes  y bien cortadas túnicas encargadas a la medida a los sastres de la celebérrima y carísima Savile Row, templo londinense de la moda masculina. En particular, un robo (uno más): cuellos eclesiásticos.

Se aficionó a jóvenes y hermosas, llamémoslas "modelos", que adornaron tanto su vida y la enorme bañera Jacuzzi de hidromasaje que ordenó instalar en la austera y vieja residencia presidencial. Muchas de ellas lo esperaban en el exterior, en fantásticos hoteles y palacios; durante las reuniones internacionales; viajaban con documentos oficiales. Gaddafi  dio pasaportes diplomáticos a los terroristas, Lugo, a las prostitutas.

El veto de Itaipu

Su afecto por los aviones y los jets llegó a rayar en el fetichismo: gran parte de su peculiar mandato lo pasó a bordo de ellos. Eran fletados a las compañías de taxis aéreos de otros países, enviados por amigos como Hugo Chávez y Lula, mientras otros eran prestados por misteriosos amigos. Chocó con el brasileño Jorge Samek, fundador del PT y gestor competente, cuando éste, como presidente de la parte brasileña de la compañía Itaipú, resolvió vetar el capricho juvenil del delirante ex obispo presidente: la poderosa binacional compraría un jet para su uso. Un Gulfstream tendría buen tamaño, tal vez un Falcon, o incluso un muy brasilero Legacy, pero  necesitaba ardientemente tener su avión.

Luego ordenó al comandante de la Fuerza Aérea que negociara un Fokker 100, equipado con suite y ducha. Nada que hacer, el radio de acción sería pequeño y él necesitaba  ganar el mundo. Por último, en la agonía de su gobierno, negociaba la compra de un Challenger usado, pero chic, a un jerarca del fútbol paraguayo.  El precio, como siempre, fue un escándalo más de la Era  Lugo, pero menos del doble de un nuevo modelo salido de la fábrica…

¿Obras viales? Imagínese. ¿De infraestructura? Nada ¿La modernización del país? No pensaba en eso ¿El crecimiento económico? Sí, pero a través de una agricultura fuerte, de empresarios jóvenes y ambiciosos, de una industria en auge y de un ministro de Economía, Dionisio Borda, quien se desligó de la regla general del gobierno de Lugo: competente y austero, inmune a la voluntad del presidente y alejado de la escoria que lo rodeaba. Cada día, en el parlamento, en las redacciones, los sindicatos, los foros empresariales, en las reuniones con amigos, un comentario nuevo, una nueva historia sobre otra componenda de los asesores y compañeros de Lugo.

Proporcionalmente, ni en la dictadura de Stroessner (más de tres décadas) se robó tanto como el gobierno pseudo-izquierdista de Fernando Lugo (menos de tres años). Ya depuesto Lugo, su secretario fuerte, Miguel López Perito, telefoneó al Consejo de Itaipu para solicitar la bagatela de $300.000 para organizar una manifestación en defensa del gobierno. Los quería “contantes y sonantes”, “en la maleta”, por fuera, no contabilizados, no por "la caja 2" ¿Qué tal? El hecho, reportado por un director de la binacional Itaipu, es revelador del modus-operandi de la verdadera banda que gobernaba el país.

El juicio político

Su proceso de "Juicio Político" –algo así como un proceso de remoción presidencial– está previsto en la Constitución del Paraguay. No era una travesura histórica de parte de media docena de dirigentes políticos o parlamentarios, ni una reacción por los desaires de Lugo a los partidos, los empresarios, a todos los paraguayos. ¿Qué tipo de Jefe de Estado era ese que tuvo 73 diputados que votaron por su caída contra  un solitario voto? ¿Qué tipo de jefe de la nación era ese, que tuvo 39 votos en contra en el Senado contra sólo cuatro senadores leales a su desgobierno? 

Dicen que no tuvo tiempo, apenas dos horas para defenderse. Pero la Constitución no determina tiempo, sólo garantiza el derecho de defensa, ejercido a través de abogados competentísimos, quienes hicieron exposiciones brillantes en defensa de lo indefendible. Uno de ellos, el Dr. Adolfo Ferreiro, admitió claramente que el proceso fue legal. Por otra parte, el Dr. Emilio Camacho, en imponente ironía de la historia, expresa que los magistrados de la Corte Suprema sacarán de uno de sus celebrados libros los conocimientos necesarios y la debida jurisprudencia para rechazar la argucia   jurídica del ya  ex presidente, contra el proceso legal, constitucional y moral que lo  defenestró. ¡C'est la vie, Monsieur Lugo!

En Curuguaty, en un desalojo de las tierras ocupadas  por los "carperos" (los sin tierra de aquí),  hubo decenas de muertos en ambos lados. Lugo y su ministro del Interior, el belicoso senador Carlos Filizzola, fueron informados de que había una emboscada rápida contra  las fuerzas militares. Con la arrogancia y la absoluta irresponsabilidad que los ha caracterizado, desde el primero hasta el último día, y fieles a los amigos que manejan el MST de aquí y convierten en un infierno la vida de nuestros productores rurales (entre ellos los 350.000  brasileños que aquí  plantan, cultivan, cosechan y viven: nuestros hermanos "brasiguayos"), ambos ordenaron la acción que se convirtió en una tragedia en la historia de nuestro país.

Podría mencionar también al EPP (Ejército del Pueblo Paraguayo), guerrilla formada por terroristas estrechamente vinculados a Lugo en sus tiempos de Obispado en la diócesis de San Pedro. Nunca las fuerzas de seguridad pudieron hacer nada contra ellos. ¡Ubicados, territorialmente identificados, monitoreados y libres! Lugo se mantuvo fiel a los bandidos por quienes mostró  claro y público afecto. Como el respetado Terry Belaúnde en Perú, quien permitió con su "democratismo" el crecimiento del terrorismo representado por el Sendero Luminoso de Abimael Guzmán, el nada respetable Lugo es padre y madre del PPE.

Un hiato en la historia

Fernando Lugo fue un accidente en nuestra historia.  Necesario, pero doloroso. Sus defectos superaron sus virtudes; aquellos eran muchos, las otras pocas. Nosotros que votamos deseando un Estadista, nos tocó un sibarita. Su legado fue uno de decepción y fracaso. No llorarán por él dentro de nuestras fronteras, y quienes lo defienden fuera de ellas lo hacen pensando mucho más en lo que les podría ocurrir a ellos que por solidaridad con el agradable gobernante y el despreciable homúnculo que cae.
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El final de su gobierno le duele más a un ya dolorido Chávez que a nosotros. La señora Kirchner, radical en la condena que nos impone, se olvida de nuestra asociación en la gigantesca e importante usina hidroeléctrica de Yaciretá, y amplía su  lucrativa viudez acogiendo en su seno lloroso al decaído amigo. ¿Solidaria? No tanto, simplemente oportunista y consciente de que se abrió el precedente para que los parlamentos expulsen a los incapaces.  En Bolivia, el sentimiento popular en relación con el sectario e igualmente bolivariano Evo Morales no es diferente al sentimiento de los paraguayos por Lugo en el otoño de su aventura presidencial. Es peor. El reloj de la historia repicará las campanadas del final de una aventura improductiva, iracunda, racista y liberticida.

La posición brasileña

No entendemos la posición de Brasil. O no queremos entender por lo mucho que lo queremos. Brasil nos arrasó como sicario de la reina Victoria.  Nosotros lo perdonamos y juntos construimos el coloso de Itaipu. Lo tratamos bien y  ahora apoya la continuidad de una de las peores etapas de nuestra historia ¿En nombre de qué? Nos niega el derecho a la auto determinación, pero se olvida del papel ridículo que hace en defensa de un cretino igual a Zelaya, un corrupto ligado a grupos de exterminio somocistas y que era tan izquierdista como Stroessner y tan demócrata como Pinochet.

Fue deplorable el papel de la inexpresiva canciller Patriota (que no lo engañe el nombre), mariposeando por las calles de Asunción en precipitada carrera, presionando a los partidos Liberal y Colorado para favorecer un presidente que caía, entrando al Parlamento junto al canciller de Hugo Chávez, el Sr. Maduro, para formular amenazas a beneficio de un presidente que el país rechazaba, yendo al vicepresidente Federico Franco para amenazarlo con gran desfachatez, desconociendo su rol constitucional y el hecho de que nadie renunciaría a nada solo por la bastarda amenaza de la UNASUR (que no es nada) y otra no menos bastarda del Mercosur (que no es más que una ficción). El Barón del Rio Branco (N del T: eminente diplomático brasilero, 1845-1912) se mesó sus bigotes peinados. desde su tumba profanada por el Ministerio de Relaciones Exteriores (Itamaraty) de hoy.

¿Que quiere el gobierno de Dilma? ¿Pasar por el mismo vejamen de Lula en la paupérrima Honduras? Nosotros estamos totalmente  dispuestos a mantener una asociación que ha resultado positiva y digna para ambos países. Pero la austera presidenta no nos inspira el mismo terror-miedo-pánico que nos infunde su personal y sus ministros. La fealdad no hace la historia, sólo erosiona las biografías. Dilma llamó a su embajador en Asunción, Cristina hizo lo mismo. Las matronas radicales simplemente ignoraban que el embajador brasileño es un ausente total que pasaba más tiempo en Pindorama que aquí.

El embajador Eduardo Santos es considerado en el Paraguay como alguien que cree que las mejores cosas en nuestro país son el aire acondicionado y un pasaje de regreso. Nos recuerda al ex embajador Orlando Carbonar, quien fue tomado por sorpresa en febrero de 1989 por el movimiento que derrocó al general Stroessner. Hasta mis hijos, niños en aquel entonces, sabían que el golpe se acercaba y que estallaría en cualquier momento. El único que no lo sabía era el embajador de Brasil, quien descansaba en el carnaval de Curitiba, donde nació. Regresó a toda prisa, en un jet de la FAB, para embarcar a Stroessner rumbo a Brasil.

Y la Argentina... bueno, Argentina no tiene embajador en Paraguay desde hace unos meses... Ocupadísima, doña Cristina no ha nombrado el reemplazo. País de necrófilos (aman a Gardel, al Che, a Evita y a Maradona, entre otros difuntos), doña Cristina llamó a un embajador que no existe, un diplomático fantasma, para consultas en la Casa Rosada.

Paraguay hizo lo que tenía que hacer. Seguirá adelante, como siguen adelante las naciones probadas y curtidas por las crisis que consolidan el temple de la ciudadanía, reforzando su nacionalidad. El religioso que no honró sus votos de castidad y pobreza y que traicionó a su iglesia, fue rechazado por ella. El presidente que no honró nuestros votos y nos traicionó, fue depuesto por nosotros. Derrocado por incompetente, por mentiroso, por ineficiente y por deshonesto, pero, sobre todo, por haber traicionado las esperanzas de un país y de un pueblo que lo necesitó y que confiaba en él. Por eso, Lugo no regresará.


(*) Chiqui Avalos es un conocido escritor y periodista en Paraguay. Luchó contra la dictadura de Stroessner y apoyó la candidatura de Fernando Lugo. Es el editor de "Prensa Confidencial", un influyente boletín digital que se edita en Asunción.

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miércoles, 11 de julio de 2012

DANIEL CASTRO ANIYAR - MALI, AL BORDE DE UNA GUERRA TOTAL



Foto de  J. Pemberton

EN ESTE PAÍS MUSULMÁN SE CONFRONTA LA SOBERANÍA ANTIIMPERIAL CONTRA EL ISLAMISMO RADICAL


Miles de malianos piden armas en Bamako para iniciar una ofensiva total contra los invasores islamistas radicales en el Norte de Mali. A esta iniciativa se están sumando las fuerzas armadas de los países del CEDEAO (Occidente de Africa), que se disponen a una invasión conjunta en el territorio para expulsarlos.

Los invasores, Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), el Movimiento por la Unidad del Yijad en África Occidental (MUJAO), el Movimiento por la Liberación de Al-Zawad y los Defensores del Islam, tienen tres meses imponiendo la ley islámica del siglo V en el Norte de Mali. La población femenina es sistemáticamente humillada en público y miles de personas emigran de esta región hacia el Sur de Mali y otros países.

"En nombre de Dios" y porque "no cumplen la Ley islámica" los invasores han destruido 7 de los 16 mausoleos de los santos musulmanes que acoge la ciudad antigua de Tumbuctú, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. También se han abierto puertas prohibidas de una mezquita fundamental en la historia de la que es, después de Meca y Medina, la ciudad santa musulmana más importante del mundo.

El nuevo gobierno francés también lleva a las Naciones Unidas, de la mano de los países del CEDEAO, la propuesta de una intervención armada.

La invasión se produjo cuando grupos rebeldes pro-Gadafi, debieron retirarse de Libia después de la guerra civil e invasión contra el expresidente Libio. Estos grupos quedaron fuertemente armados y descabezados, por lo que decidieron atacar a los países del sur del Africa con el objetivo de crear en el desierto del Sael una nación bajo la ley islámica del siglo V.

Las lecturas antiimperialistas son insuficientes. El poder omnímodo de las armas no enfrenta solo países pobres contra ricos o imperios contra colonias, también enfrenta a los oprimidos entre sí generando poderosas y nuevas formas de dominación y represión. El islamismo radical y los independentistas del Sael reproducen estructuras feudales en las regiones y países donde han logrado el poder gracias al predominio de las armas y por medio de amenazas sobre cualquier forma de disensión. Ahora atacan a la población maliana con el objetivo de hacerse de la ciudad santa y controlar los importantes yacimientos de petróleo no explotados que guarda Mali en su desierto. No hay nada inocente. El pueblo de Mali, aunque aún está solo, ya lo sabe.

El ejemplo de Mali hace transparente los errores cometidos por la izquierda más irreflexiva, que subsume la complejidad de la luchas de los pueblos al monotemático tablero del antiimperialismo, olvidando las peligrosas formas de dominación y sojuzgamiento que han privado dentro de las clases explotadas y que se han convertido, a lo largo de la historia, en nuevos juegos y modelos de dominación.

El pueblo maliano, musulmán, defensor persistente de otro mundo posible, promotor mundial de la soberanía alimentaria y ejemplo indeclinable de felicidad popular y antiimperialismo, hoy dispuesto a tomar las armas contra los invasores, lo hace también por los muertos y las mujeres violadas de Darfur, así como contra toda forma de oscurantismo que amenace la liberación definitiva y plena de los seres humanos.

Las organizaciones malianas nos piden apoyo. Nuestra solidaridad con Mali nos obliga pensar de manera más comprometida y plena en la transformación de la humanidad.

Para mayor información sobre las movilizaciones malianas contactar a Mme. Touré:  sbourgoint@gmail.com

Daniel Castro Aniyar
danielperolito@gmail.com


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miércoles, 4 de julio de 2012

MANUEL RODRÍGUEZ MENA - HUGO CHÁVEZ : EL PEOR DE TODOS EN TODO

SUBVERSIVO CONTRADEMOCRÁTICO DESDE 1980

El menos calificado y  más descalificado para determinar quiénes somos y quiénes no somos venezolanos, muchísimo menos aún si lo hace en función de quién lo apoya y quién lo adversa

Manuel Rodríguez Mena


DESCALIFICADOR DESCALIFICADO

     En uno de sus raptos de desafuero cada vez más frecuentes y cada vez más grotescos, Hugo Chávez se ha atrevido –atrevimiento inaceptable e intolerable— a intentar arrebatarnos  la nacionalidad venezolana  a quienes,  por millones,  disentimos, criticamos, nos oponemos,  despreciamos, repudiamos y sentimos severo asco por su acción política  y su gestión gubernamental. ¿Quién se cree que es? ¿Cuánto cree que vale realmente como político, como gobernante  y como ciudadano?  ¿Cuánto cree que saben o ignoran los venezolanos de su acción política y de su gestión gubernamental, de sus vicios y defectos, delitos y crímenes?

     Los vahos del poder  y el lamido servil de los arrastrantes  aduladores lo han hecho elevarse del suelo (valor real)   a la estratosfera (sobrevalor megalomaníaco).  Como somos parte de los millones a quienes se nos ha pretendido arrebatar nada menos que nuestra nacionalidad por no prosternarnos ante él y sus secuaces y no lamer sus botas de militarista totalitario,  en ejercicio del derecho a réplica –para lo cual, afortunadamente, no necesitamos sentencia del Tribunal Superior de…--   le decimos al poder megalómano que le queda grande, galaxialmente grande,  esa pretensión de sentirse superior a todos los venezolanos, sobre todo superior a los venezolanos no castrochavistas, quienes,  por cierto, en su totalidad y  hasta el más modesto de merecimientos, no tienen ni los vicios ni los defectos que él ha mostrado tener,  y no han incurrido en los delitos y los crímenes en los que él ha incurrido, tal como lo han publicado miles de veces  los medios de comunicación independientes en estos trece años y seis meses de tragedia sociopolítica.

     Son esas numerosas publicaciones las que nos permiten no tener que limitarnos a  frases simplistas y simplonas, como es su estilo,  sino poder respaldar nuestras afirmaciones con material hemerográfico, bibliográfico y documental muchísimo más que suficiente. Por eso, con sobrado soporte probatorio debidamente archivado podemos afirmar que Hugo Chávez es el menos calificado y el más descalificado para quitarle a nadie nada, mucho menos algo tan sagrado como la nacionalidad, porque, en todo, es el peor de todos en toda nuestra historia.

     El peor, por ser el más ignorante y  el más incapaz para gobernar bien, por ser el más irresponsable en  sus acciones, por haber ejercido la presidencia a base de solamente abusos de poder violando cotidianamente la Constitución  Nacional y leyes de la República; por haber reclutado y puesto a su servicio incondicional a la peor escoria de la sociedad venezolana para así  conformar el peor gobierno de nuestra historia en todos los sentidos; por haber presidido omnímodamente el gobierno más dilapidador, más malversador  y más corrupto de todos los tiempos, tanto en el número y modalidad de los casos como en las enormes cantidades afectadas.

          Por haber presidido  el gobierno de menor nueva obra realizada, de haber llevado al más bajo nivel los servicios públicos, de haber permitido por carencia de mantenimiento el mayor deterioro de la infraestructura del país, etc., no obstante haber dispuesto de todo el poder institucional  y de una inmensa cantidad de recursos (1) como para haber realizado la mejor gestión gubernamental del mundo, en términos absolutos en relación con países de igual o menor tamaño económico  y en términos relativos en relación con  países  de mayor dimensión económica, incluyendo las mayores potencias económicas mundiales.

          Por haber conspirado, siendo oficial militar,  contra la democracia representativa, consagrada en la Constitución Nacional,  entre 1980 y 1992;  por haber destruido hasta ahora gran parte del  sistema político democrático  representativo con falsos argumentos y con el único objetivo de eliminar la posibilidad de controles y sanciones a la ejecución de su estrategia capital destructiva y a la prosecución de su objetivo supremo de instauración de un régimen militarista totalitario; por haber destruido gran parte de las empresas independientes del país para eliminar la fuente de prevención del sector privado ante el intento de imponerle un régimen totalitario, para reducir el ámbito de relativa evasión de la acción opresiva y represiva del gobierno, y para ampliar el campo de dominio gubernamental a costa de la disminución del sector privado.

          Por el asalto a la fuerza de  los ámbitos de dominio privado para pasarlos al “dominio del sector público”, eufemismo por lo que es en verdad  el dominio del castrochavismo; por otros delitos y crímenes que deben quedar sin mención por razones de espacio.     (1) Según estimaciones de  privado acopio  --el gobierno suele mantener reserva sobre sus ingresos--,  la revolución castrochavista ha recibido, en los trece años y seis meses que lleva en el poder y  por distintos conceptos, el equivalente a 1 billón 300 mil millones de dólares, muchísimos más que los suficientes para resolver todos, absolutamente todos  los problemas económicos de Venezuela, y para haber puesto en marcha el plan de desarrollo económico y social de muy lejos más importante de nuestra historia y del mundo, guardando en este último caso las debidas proporciones.  Sobre esos fondos nunca ha rendido cuenta, ni querrá ni podrá rendirla, porque por los medios de comunicación sabemos que han sido malversados, dilapidados y sustraídos por las más disímiles formas de corrupción

     Por eso puede afirmarse, con el apoyo referencial de numerosos hechos recogidos y publicados en medios de comunicación de toda índole, informes, documentos y relatorías diversas, que Hugo Chávez es en nuestro país  el peor gobernante, el peor político, el peor oficial militar, el peor ciudadano, el peor individuo, el peor ser social, el peor venezolano, en fin, el peor de todos en todo.  Por lo tanto es el menos calificado y el más descalificado para determinar quiénes somos y quiénes no somos venezolanos, mucho menos si lo hace en la forma tan torpe de utilizar como criterio de arrebato quién lo apoya o quién lo adversa.
  
LA SUBVERSIÓN CONTRADEMOCRÁTICA EN EL PODER

   Durante los trece años y seis meses  que la revolución castrochavista lleva en el poder, ha recibido, de un número creciente de venezolanos que hoy son millones,  cuestionamientos cada vez más severos a su forma autoritaria de gobernar, y asimismo de críticas cada vez más serias a los vicios y defectos, delitos y crímenes en los que ha incurrido para mantenerse y afianzarse en el poder y llevar adelante su proyecto político militarista totalitario. Los señalamientos, cada vez mayores en gravedad y número, han provenido de dirigentes partidistas, líderes sociales o mayormente de meros ciudadanos, desde una posición opositora, disidente o crítica, a lo largo y a lo ancho del país.

   Durante trece años y seis  meses, asimismo, la revolución castrochavista  nunca ha respondido argumentos con argumentos, ni acusaciones con defensa, ni críticas con información o explicación. Su respuesta ha sido siempre la misma: descalificaciones  insultantes y ofensivas o agresiones de variada  índole  a todo aquél que opine o actúe en contraposición o de manera diferente  al régimen, sea venezolano o extranjero, sea cual fuere su nivel social, en fin, trátese de quien se trate:  “corruptos, ladrones, cachorros del imperio, agentes o lacayos del imperialismo y/o de la oligarquía y/o de la burguesía, golpistas, fascistas, pitiyanquis, conspiradores para la desestabilización o el magnicidio, enemigos del sistema democrático, conspiradores contra la democracia y contra el pueblo, apátridas, traidores a la Constitución Nacional y a la patria...”, etc.

     Como los poderes públicos  actúan como meras marionetas electrónicas, por la velocidad con que ejecutan sus órdenes, una acusación pública de Hugo Chávez o de cualquiera de sus secuaces en el poder, independientemente de todo lo infundada que ella sea, suele significar la puesta en marcha de un proceso que ha de terminar  en una sanción. Son testimonios fehacientes de ello las decenas de  venezolanos presos, condenados no obstante que nada pudo probárseles, o los miles de  compatriotas que han tenido que salir involuntaria y precipitadamente  de Venezuela huyéndole a una injusta condena.

LA LECCIÓN DEL FRACASO GUERRILLERO

   La guerrilla de los años ’60 del siglo pasado tuvo como estrategia capital el derrocamiento del sistema democrático representativo, en función del objetivo fundamental de instaurar un régimen revolucionario  de corte  castrista, régimen del cual venía todo su impulso.

     Según las crónicas sobre el evento guerrillero, dos de los factores fundamentales de su derrota fueron la acción eficaz de las Fuerzas Armadas y el vacío de apoyo popular a una acción que se proponía destruir el sistema democrático.  Por lo tanto, quedó claro que en el futuro una nueva acción subversiva contrademocrática debería evitar enfrentamiento abierto con las Fuerzas Armadas y  tenía también que enmascararse como democrática.


QUIÉN ES EN VERDAD HUGO CHÁVEZ

Hugo Chávez entra a la política como conspirador subversivo contrademocrático

   Con posterioridad a su derrota,   ex-guerrilleros decidieron reencaminar su proyecto subversivo  fomentando una conspiración  dentro de la propia institución castrense que antes los había derrotado. Se  aspiraba a que, por emerger el golpe del seno  de las FFAA, se podría eludir el riesgo de que fuera derrotada  nuevamente por ella misma. Se  decidió así mismo que la bandera del golpe no sería la destrucción de la democracia –aunque en verdad era eso y no otra cosa lo que en realidad se buscaba--, sino, muy por el contrario, el derrocamiento  del gobierno para “limpiar a la democracia” de sus vicios y defectos, delitos y crímenes.

   A comienzos del año 1980,  ex-guerrilleros en plan de activismo subversivo entraron en contacto con el entonces teniente Hugo Chávez,  por mediación de su hermano mayor Adán, y lo captaron como uno de los  operadores de su plan conspirativo.  Se acordó que la insurrección  se daría “cuando existieran las condiciones subjetivas y objetivas propicias”.  No sería, pues, un golpe sedicioso contra un gobierno ni contra un presidente determinados, sino contra el sistema democrático como tal, el mismo que estaba consagrado en la Constitución Nacional entonces vigente, a la cual debía lealtad por juramento todo integrante de las FF.AA.

   Al aceptar incorporarse a la conspiración golpista subversiva contrademocrática, el teniente Hugo Chávez aceptó tácitamente quebrantar el juramento de lealtad a las Fuerzas Armadas de las cuales formaba parte; y al comprometerse a insurgir  contra el sistema político consagrado en  la Constitución Nacional, asumía asimismo abjurar de su lealtad constitucional.  Convino por lo tanto en echarse  a andar como traidor a las Fuerzas Armadas, a la Constitución Nacional, a la Patria y en suma al pueblo venezolano. Iniciaba así una larga tarea de subversión del sistema democrático representativo que aún hoy mantiene desde el poder constituido. Todo ello a los 25 años de edad y apenas con el grado de teniente.  Comenzó así una carrera política sucia y tenebrosa, que lo ha llevado a constituir,  conjuntamente con los hermanos Castro, el trío de peores gorilas del continente americano.

UNA CARRERA DE DOBLECES QUE AÚN PERDURA

   Así se inició Hugo Chávez en una carrera política que ha estado signada por mentiras y engaños, simulación y farsa, trampas y fraudes, demagogia y cinismo, siempre haciendo ocultamente lo contrario de lo que públicamente dice estar haciendo.

      Desde su incorporación a la conjura golpista  a comienzos de 1980 hasta el 4 de febrero de 1992, tuvo que mentir y fingir  por imperativo de su propia supervivencia dentro de las Fuerzas Armadas. En esos doce años desarrolló un  regusto creciente por la mentira y el engaño, Al día de hoy, su vida política no ha sido sino una gran mentira continuada, en la que  dice y se desdice con descarada facilidad, proclamándose el mayor demócrata mientras él y sus secuaces han desatado la mayor ferocidad destructiva contra la democracia venezolana.

   El carácter inherente  de tales vicios y defectos se ha acentuado tanto, que ha terminado por ser condición natural de su forma de ser como político y como persona. Cuarenta  años de dobleces han determinado que el Hugo Chávez de hoy haya llegado a ser, por naturaleza, intrínsecamente mentiroso y engañoso, simulador y farsante, tramposo y fraudulento, demagogo y cínico.

   En febrero de 1992 el golpe contrademocrático producto de la conspiración emerge con la máscara de “rebelión cívico-militar”, criticando ferozmente los vicios, defectos, delitos y crímenes de los gobiernos democráticos y enarbolando falsas banderas de  auténtica democracia, honestidad administrativa, justicia, libertad y progreso social. Todo mentira.

   Purgó prisión por golpista y al salir de la cárcel por inexplicable indulto presidencial, se echó a las calles  del país con un discurso de enardecido doliente de la democracia agraviada por los gobiernos civiles. Discurso que subió de tono agresivo y de contundencia crítica contra  los “malos demócratas”  y se explayó en oferta democrática durante su campaña electoral presidencial de 1998.

   Trece años y tres meses en el poder han demostrado, de manera contundente y fehaciente, que sus críticas a los regímenes anteriores y sus ofertas políticas y sociales no fueron otra cosa que un largo rosario de mentiras y engaños. En esos largos años el gobierno castrochavista ha incurrido en un número muchísimo mayor de vicios, defectos, delitos y crímenes que aquéllos  que ferozmente les criticó a los ocho gobiernos civiles anteriores, y no solamente no ha cumplido la mayor parte de sus promesas de auténtico desarrollo político y social, sino que ha dedicado toda la potencia de su acción política y de su gestión gubernamental a ejecutar su estrategia capital de destrucción de la democracia y  a lograr su objetivo supremo de instaurar un régimen militarista totalitario de hegemonía total sobre la sociedad venezolana.

MANUEL RODRÍGUEZ MENA
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