El 24 de septiembre de 2009 vino a este Centro Penitenciario de Ramo Verde, la Orquesta Sinfónica del Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF) a darnos un concierto con motivo de la celebración del día de “Nuestra Señora de Las Mercedes”, patrona de los presos de Venezuela. Todo marchaba bien. Pero, por una terrible coincidencia del destino, me tocó ser testigo de un atropello.
A mi lado estaba un Cabo 2do. de la Guardia Nacional Bolivariana que venía como custodio de dicha representación. En ese momento se le acercó una de las internas de ese centro carcelario a pedirle permiso para ir al baño. Y antes de responder, sacó de su bolsillo izquierdo tres fichas contentivas, cada una, de las fotos y los datos personales de tres de las detenidas que estaban bajo su responsabilidad. En tono grotesco, sádico y no cónsono con la educación que debería caracterizar a un militar, le respondió:
¿Sabias que tú eres una de mis tres mujeres? ¿Sabes que por todo este día deberás hacer lo que a mi se me antoje? ¡Pórtate bien y si colaboras conmigo, tendrás el cielo!
INDIGNACIÓN Y CULPA
La muchacha enrojeció, me miró profundamente apenada para luego bajar la cara y cumplir la orden de esperarlo en las escaleras del patio para dirigirse con este “Funcionario Público” al sanitario de este recinto carcelario.
Luego no volví a verla; la indignación y un gran sentimiento de culpa me invadieron. Creo que fue por no haber podido hacer nada y por haber pertenecido a la organización Fuerza Armada Nacional, de quienes un grupo muy reducido, han trasformado en el reducto de los más traidores antivalores.
Esta triste experiencia, me viene a la memoria al ver lo que le ocurre hoy a la jueza María Lourdes Afiuni. Algo que llena de indignación a todo aquel que tenga un mínimo respeto por la condición humana. No hay derecho que explique o justifique que a esta mujer -de quien conocemos que su pecado fue haber impartido justicia- sea objeto de los más abominables abusos y malos tratos por parte de unos esbirros que en nombre de la república mancillan el pudor y la dignidad de una madre venezolana.
Pero tan repudiable crimen sirve para observar el abismo de la deshonra donde fue a caer la poca rectitud y credibilidad que podía quedar en el Poder Judicial y en nuestra Guardia Nacional.
¿Y por qué este asedio a la mujer? Tenemos la impresión que en esto hay el deseo de muchos en complacer a quien pareciera guardar el más atroz resentimiento a la creación más sublime hecha por nuestro Señor ¡LA MUJER!
HAY QUE ELEVAR LA VOZ DE PROTESTA
Desde esta celda de lucha y de resistencia contra esta dictadura Castrocomunista, hago una llamado a nuestra sociedad. Pero, especialmente a los hombres de esta tierra, para que ¡ELEVEN SU VOZ DE PROTESTA! No podemos permitir qué a María Lourdes ni a ninguna otra mujer, las sigan atropellando, violándoles sus derechos humanos, el derecho a un juicio justo, a la libertad y por ende a la felicidad.
Afiuni, más que una persona detenida por razones políticas, se ha transformado en la voz de quienes no tienen voz. Ella es un grito en el silencio de las mujeres que piden justicia y reclaman cesen en su contra tanta crueldad y que este Estado -incompetente y corrupto- aparte –de una vez por todas- sus intereses y perversiones, para así, erradicar la impunidad y hacer florecer la justicia.
Otto Gebauer
“SECUESTRADO”
@OttoGebauer
19 de enero del 2011
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