A continuación presento una síntesis de los primeros cuatro saberes para la transformación de la educación actual y del futuro. En una tercera parte, abordaré el resumen de los otros.
Saber Nº 1: Superar el aislamiento del saber. Para superar ello es necesario adoptar nuevas visiones y teorías más descriptivas y explicativas capaces de generar acciones más coherentes para construir una alternativa de vida más integral y sostenible vinculada con nuestra capacidad de autorrealización y desarrollo humano y social. De allí que una tarea principal de la educación actual es la descubrir las limitaciones, condicionamientos, prejuicios, errores, ilusiones e insuficiencias del conocimiento, a través del pensamiento crítico y autocrítico para poner en claro que una ciencia sin conciencia o un conocimiento sin ética son una aberración para la vida en nuestro planeta y para nuestro propio desarrollo humano individual y social.
Saber Nº 2: Enseñar la totalidad. La esencia de la educación del presente, y la del futuro, es la de encontrar y construir vínculos que puedan reunificar las disciplinas y construir una diversidad de saberes y conocimientos como proceso de interacción social y de construcción colectiva. “Aprender a conocer y aprender a convivir” son las dimensiones inseparables de la educación. La compartimentación y fragmentación de los saberes son contrarias a este principio.
Saber Nº 3: Enseñar la condición humana. La condición humana solo es posible enseñarla mediante la unidad del conocimiento, integrando todos los conocimientos a partir de un proceso interminable de desarrollo de la conciencia, que en la práctica no es otra cosa que un proceso de desaprendizaje de nuestra propia mentalidad. Y aquí intervienen aquellos ámbitos de la educación corporal-emocional-afectiva y de la educación ética-estética-espiritual que por lo general han sido completamente ignorados por los sistemas educativos formales. Pero al mismo tiempo, exige también un esfuerzo por desarrollar la sensibilidad externa e interna que no es otra cosa que un aprendizaje y un ejercicio permanente de atención, que no sólo es emocional-sensible, sino también lógico-racional en cuanto que está dirigido a crear un espíritu crítico capaz de detectar insuficiencias, diagnosticar disfunciones, darse cuenta de los errores, pensamiento crítico en suma, que también ha estado siempre bastante ausente de nuestras instituciones educativas.
Saber Nº 4: Enseñar la identidad terrena. Es pertinente enseñar la historia de la era planetaria que comienza con la comunicación de todos los continentes en el siglo XVI y mostrar cómo se volvieron intersolidarias todas las partes del mundo sin por ello ocultar las opresiones y dominaciones que han asolado a la humanidad y que aún no han desaparecido. Habrá que señalar la complejidad de la crisis planetaria que enmarca el siglo XX, mostrando que todos los humanos, confrontados desde ahora con los mismos problemas de vida y muerte, viven en una misma comunidad de destino. Esto implica, en primer lugar, un proceso de educación afectiva y amorosa que permita transformar la relación puramente economicista, productivista y consumista que los seres humanos han construido con el planeta que los acoge, alimenta y sustenta. Necesitamos antes que nada aprender a ser sensibles, a estar atentos, de forma que podamos establecer relaciones dialógicas marcadas por el amor, cariño, afecto, sensibilidad, ternura y delicadeza con el otro y con la naturaleza como fuente de toda vida.
En el contexto de este cuarto principio, la Educación Ambiental constituye el sustento no de un nuevo conocimiento a sumar a la ya larga lista de disciplinas escolares, sino de una nueva actitud que se construye y desarrolla a partir de procesos estéticos, de contemplación, sensibilización, afectividad y cariño, que progresivamente se van configurando y transformando en procesos de responsabilidad personal y social, así como en procesos éticos y políticos.
Edgar Jaimes (*)
Profesor Titular Jubilado del NURR-ULA, Trujillo. jaimes.5060@gmail.com
PD: Mensaje a los estudiantes y trabajadores de Venezuela. Felicitaciones a ambos sectores de la sociedad venezolana por ser ejemplos de dignidad e irreductibilidad demostradas en las últimas huelgas y movilizaciones. En la unidad monolítica de ustedes está la clave del éxito de un proyecto de país democrático-popular, más allá de las salidas inmediatistas, electoralistas, demagogas, politiqueras, oportunistas y fraudulentas, por ser castradoras de iniciativas liberadoras.
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