¡MI ENGAÑO TRIUNFANTE SEGUIRÁ!
Agustín Blanco Muñoz
¿Estamos, simplemente, como se dice, ante un mal año y un gobierno cada vez peor? Creemos que el problema va más allá. Tenemos por lo menos 200 años en lo mismo: la permanente sucesión del engaño.
En efecto, por todas partes se siente que hoy estamos cercados, tomados y apuntalados por el pasado. Frente a un agotamiento que ya no podemos ocultar ni soslayar.
A lo largo de 200 años se mantienen materialmente los mismos saberes del liberal-positivismo, las mismas aspiraciones y los valores de quienes rigen la doctrina del engaño históricamente impuesto.
La evidencia es dura, terrible: somos un puñado cada vez mayor de individuos que carecemos de pensamiento propio, de las ‘ideas madres’ que pedía y pide Salvador de la Plaza.
Militamos en un ‘tiempo histórico’ que nos mantiene en el mayor de los atrasos y que se extiende hasta el día de hoy.
Sólo y de esta manera se puede explicar que seamos tan proclives a permanecer en el tiempo y condiciones de una tal independencia que se volvió espejo gigante para todas las mentiras. Allí nació un código del engaño republicano que luce hoy campante y renovado, aprovechado y festejado.
Según esto somos hijos de una independencia que se nos legó como entidad que nos salvaría la vida. Desde entonces se vocea, exhibe, personaliza, amuralla. Se le diviniza.
Porque aquí sólo hay Libertadores y libertados, que en medio del código correspondiente, aspiran ascender a la máxima expresión.
El lanzamiento del yugo se quiso hacer una verdad. La libertad comenzó a alcanzar para todos. “El indio”, el negro y el pardo libremente obedecerán a los señores y mostrarán su disposición, por encima de todas las proclamas, a cumplir los respectivos mandatos.
Y ese mismo hombre, que hace 200 años fue comprado para una guerra que no le pertenecía, cumple hoy su mismo papel pero en una batalla de votos que tampoco tiene nada que ver con él.
¿Y cuál es el tránsito que hay entre el hombre de tierra con semillas y el hombre petróleo? ¿Qué valoración hemos hecho en general de lo que se ha dado en llamar “tiempo histórico”?
Hasta ahora, más que constructores hemos sido estranguladores de ese tiempo. Lo hemos convertido en reducto de sandeces acordes con lo inmediato, lo provisional, elemental y accesorio. Seguimos y crecemos en la línea de producir miserias de alto nivel.
Y es eso lo que nos mantiene hoy atados a un proyecto-acción que reúne toda la elementalidad de que somos capaces.
Es tal nuestro vacío que hoy aupamos, en medio de una vasta polarización, la síntesis de las miserias que hemos producido. Por todas partes se siente esta tragedia, suma de fracasos y compendio de mentiras.
Es el tiempo de la revolución de los máximos engaños. Revolución de y para todos que es ejecutada por el hombre que se hizo Dios-Petróleo.
Y si ya veníamos del tiempo de la miseria de la tierra y la semilla que por lo menos germinaba, ahora nos encontramos en el tiempo de petróleo para la mayor extensión de un mercado, que alimenta una renta puesta y dispuesta para un engaño que asume en este momento el mote de socialista.
Hoy se tapa la boca y la conciencia con renta petrolera misional o publicitaria, para-militar o para-tráfico. Para-revolucionaria y para-corrupción. Una renta que lejos de ser constructora se ha convertido en liquidadora de vida. En insumo para el “agotamiento de este tiempo histórico”.
De modo que aquí se ha llegado al punto del engaño revolucionario subsidiado por una renta jamás imaginada, pero no para que produjese “la mayor suma de felicidad” sino todas las miserias posibles e imposibles.
Y en este estadio se encuentra lo que se ha dado en llamar el proyecto socialista y revolucionario o “gran salvación de la humanidad”. Y los fracasados de los socialismos vacíos de todos los lugares, ahora nos observan como anticuarios a quienes debe dejarse vivir la ilusión del engaño, mientras se fabrica mecanismos para sacarle el mayor provecho a una tal relación de corte revolucionario.
De modo que aquí estamos hoy hundidos en un socialismo que ni es ni puede ser. En una mentira de la cual todos somos actores.
Y carecemos hoy de los instrumentos, decisión, voluntad, organización y conciencia para enfrentarlo.
Los mismos que con su quietud y complicidad avalan la tal revolución, tienen en este momento montado otro capítulo del mismo engaño.
Ahora lo llaman Unidad u opción democrática, compuesta por una comparsa que sabe y acepta que por los votos no podrá acabar con esta situación, pero que se conforma con lo que pueda conseguir como parcelas de poder que tengan validez en el futuro.
Se reconoce de esta manera que esta ‘unidad’ hoy no tiene fuerzas para derrotar a un régimen cercado en sus mentiras y posiciones supuestamente revolucionarias.
Y por esto precisamente se procura ganar los mínimos espacios que sirvan para una supuesta lucha futura. De allí la complicidad que significa la participación silenciosa en un proceso electoral portador de un cúmulo de irregularidades.
A esta hora es ya sabido y aceptado que el engaño-proceso revalidará sus poderes el año 12, por la vía de la farsa-fraude electoral, que avanza hoy en dirección a un socialismo, terminado y derrotado, que se quiere mantener vivo en la terapia intensiva de la renta petrolera. Entonces se escuchará: mi engaño triunfante seguirá. ¡Qué historia amigos! Twitter: @ablancomunoz
El Universal, 30 de diciembre del 2012.