Así como se
considera al Socialismo del Siglo XXI un concepto inextricable, hay otro
concepto robo-lucionario que sí está claro, entendido y aceptado por propios y
extraños. Esa conceptualización es el Chavismo.
El Chavismo,
como cualquier ‘ismo’ asociado a un liderazgo personal significa, para la Real
Academia de la Lengua Española, una doctrina que se desprende del ejemplo, un
sistema o método para implantar el régimen de una idea o conjunto de estas, un
modo de actuación apegado a las maneras y cualidades del líder cuyo talante
reproduce el colectivo como condición para pertenecer a ese ismo, e incluso se reconoce
como partido político pero en su acepción bárbara: Partido para obtener provechos
personales, ventajas, beneficios y lucro.
Como doctrina que se desprende del
ejemplo un buen chavista debe
ser, ante cualquier circunstancia y situación, un falsario capacitado para
esconder su castro-comunismo desde el inicio de cualquier relación. Ese sofismo
le es útil para falsificar la realidad y la historia, para engañar con
imposturas, para simular una presunta convicción revolucionaria mientras
disimuladamente exagera los eventos con artificiosos argumentos y prepara el
golpe artero a todo aquello que le oponga argumentos en contra.
Como sistema o método para implantar un
régimen, el chavista debe estar preparado para dividir y romper con todo
aquello que obture la instauración del régimen. Para dividir a un país en dos
bandos antagónicos (patriotas y escuálidos... chavistas y majunches...)
apelando a los más bajos instintos sociales: el apartheid, el racismo, y las
clasificaciones. Para romper con las tradiciones y la cultura, al aceptar al
líder máximo como alfa y omega de la historia.
Como un modo de actuación apegado a las
maneras y cualidades del líder, el buen chavista debe poseer un verbo
incendiario, sin medida ni recato; debe agredir en vez de dialogar; tiene que
utilizar los giros verbales del líder aun cuando estos sean un galimatías
incomprensible, y además de todo lo anterior, debe estar convenientemente
entrenado para desdecirse (de lo mismo que se desdiga su líder), para derramar
profusas lágrimas falsas. Y para ejecutar con excelencia estos modos,
deberá portar siempre y en todo momento, una camisa roja, un librito de la
Constitución, un rosario con crucifijo, el CD de la Lista Tascón y una
banderita de Venezuela con el escudo del ‘caballito volteao’ y las 8 estrellas.
Aún con esta
doctrina, sistema y modos en correcta ejecución, no es posible comprender al
chavismo sí no se conocen sus 7 categorías. Son 7 clases, cada una con sus
propias condiciones y cualidades de chavistas que determinan sutiles aunque
profundas distinciones y los agrupan en siete géneros, cada uno de ellos con
similares calañas, pelajes y castas, como suele suceder en las jaurías
salvajes.
1.- Los
chavistas que no saben.
Integran una
facción numerosa y constituyen la base electoral de Chávez, una base tan
importante como los millones de votantes fantasmas que tiene el líder oculto en
los intersticios virtuales de la inextricable e inauditable data del Registro
Electoral Permanente del ministerio para las elecciones, que es en lo que se ha
convertido el Poder Moral en este ex-país a través de las felonías y
obsecuencias de los mal llamados Rectores de su Consejo Nacional Electoral. Esta
categoría de chavistas ‘no saben’ ni eso ni nada. Ni siquiera saben que
son chavistas aun cuando pertenecen a la categoría. Se trata de ex- ciudadanos
que dejaron de serlo al subsumirse voluntariamente al oprobioso canje de las
limosnas misioneras. Ex-ciudadanos avenidos en habitantes de un territorio
arrasado por el castro comunismo y en el que el Estado, omnipotente y tetra
millonario, reparte migajas que los de esta categoría de chavista ‘no saben’
que son eso, migajas, pero que las aceptan por aquel decir castizo que retrata
su profunda mediocridad: “Algo es algo, porque peor es nada”
2.- Los
chavistas que no quieren saber.
Este clúster de
chavistas está todavía muy alejado del epicentro donde se bate el chocolate
espeso y recaliente de los grandes negociados con el poder, pero están un paso
más cerca del líder y del proceso que los de la categoría anterior. Son los
llamados chavistas de a pie que poco a poco caen en cuenta de las atrocidades y
del latrocinio que se produce dentro del proceso mesmo, pero cierran ojos y
oídos (la boca también) como aquellos tres monitos y en silencio se dicen a sí
mismos: “Esto es mentira... Chávez no sabe nada... Esto no está ocurriendo”. En
estos chavistas que no quieren
saber se observan los mayores
índices de agresividad contra los ciudadanos. Un ejemplo de esta categoría de
chavistas la encontramos en los inicios del chavismo ( Los ‘círculos
bolivarianos’) y más recientemente en ‘colectivos’ armados y violentos, como el
‘Colectivo La Piedrita’ del Comandante Valentín, que hace vida política y
militar en la Parroquia 23 de Enero de Caracas. (Hay otros colectivos más
violentos y peligrosos, como el Fuerzas Revolucionarias Bolivarianas, pero este
es el más popular). Es en este segmento donde también está la mayor fuente de
votantes que se pliegan al abstencionismo, pues aun cuando una gran cantidad de
estos miembros alcanzan altas cotas de decepción con el proceso
robo-lucionario, siguen fieles a Chávez, es decir siguen siendo chavistas ‘que
no quieren saber’ de elecciones,
bien por decepción, bien por desconfianza en que el CNE (el
mismo del Poder Moral) a última
hora le ‘robe’ votos a ‘micomandantepresidentemesmo’. Es increíble que piensen
así, pero sí existen... Son los que no
quieren saber de votos pero
siguen creyendo en Chávez.
Here is the beginning of my post.
3.- Los
chavistas que odian saber.
Los chavistas que odian saber están literalmente ‘adentro’ aunque
convenientemente próximos a la periferia; Son aquellos que no piden nada
específico a Chávez; tan solo que los ponga ‘donde-hay’ pero no muy lejos de
las puertas de escape. Ellos
provienen del ‘saber’ que obtuvieron en los centros de enseñanza y
Universidades antes de que Chávez insurgiera con su golpe fallido al Gobierno
constitucional y democrático de Venezuela, allá en el lejanísimo pero muy
próximo 1992. Este segmento lo integran profesionales universitarios, técnicos
y empresarios de distinto cuño y valencia política que acompañaron a Chávez
desde su re-inicio público por la vía democrática, mismos personajes que se han
lucrado a más no poder con las facilidades y el pragmatismo que encontraron en
el proceso robo-lucionario. Odian saber, pero saben que ese odio es el precio
ético a pagar por los favores recibidos. Usted puede identificarlos fácilmente
cuando les ve, de hace unos meses a estas fechas, de aquí para allá buscando
cómo zafarse de las ligazones económicas, financieras y personales con todo
aquello que los ate al régimen y sus burócratas. Son muy fácil de identificar
porque se les ve cazando testaferros en las elegantes barras de los no menos
elegantes restaurantes de Venezuela. Lo más reciente que odian saber está
relacionado con la salud y los pronósticos de vida del ‘coma-andante’. Odian
eso tanto como el saber que muchos saben que ellos, elegantísimos chavistas de
cuello blanco, odian saber lo que saben pero ¡Como les da provecho!
4.- Los
chavistas que sufren por no saber
A diferencia
del primer clúster (los chavistas que no
saben que son chavistas),
estos sí lo saben. Lo aceptan. Es más, saben que saben pero no saben por qué ni
para qué, entonces sufren los rigores que impone la ignorancia del pragmatismo
chavista. Es como una relación amor-sufrimiento. Una relación masoquista que
necesita de un sádico para que los flagele inmisericordemente. Con
interminables cadenas de televisión y radio. Un enfermo que los someta a la
participación obligada en giras, caminatas, concentraciones humanas, aun a
costa de sus trabajos y de su salud. Son los chavistas que sufren por no saber cuándo les darán su casa asignada y
malviven en la letrina de un campamento, a la espera de una dádiva de Chávez. Sufren por no saber sí habrá energía eléctrica en el
campamento de refugiados. Sufren
por no saber sí aquel soldado
que les vigila de día es o no es el mismo que vestido de civil, les viola de noche
a sus hijas. Sufren por no
saber símicomandantepresidentemesmo está o no enfermo de cáncer, pues en
la vorágine de su ignorancia, instigada y acrecentada por las campañas de
desinformación que urden los pillines del G2, han llegado a aceptar que el cáncer
de Chávez es zodiacal y que sí muere de cáncer no importa: Como Jesús, también
Chávez resucitará al tercer día. Y
por no saber nada de nada, son los chavistas que más sufren.
5.- Los
chavistas que aparentan que saben:
En esta
categoría de chavistas se manifiestan dos subgrupos: Los que desde adentro del
chavismo aparentan que saben parcialmente qué sucede, pero sucede
que lo saben todo y están conscientes de lo que pasa, y aún así aparentan que
saben poco o casi nada, y los que no liban las mieles del proceso, los
chavistas que por variadas razones y circunstancias están del ‘lao-de-afuera’
pero que algo saben (mucho o poco) y que se consideran afectos a Chávez. Como aquellos otros, aparentan que saben aunque desconocen lo que sucede en sus
detalles. Ambos grupos
hacen de la apariencia del saber una fórmula para captar incautos, hacer
‘negociados’ y servir de ‘enlace’ entre los regentes titulares del poder
chavista y los que desean ‘bañarse en ese charquito’ pero no encuentran la
oportunidad ni el contacto. Cada uno de estos subgrupos tiene una razón de ser
y de existir dentro de un Chavismo entendido como estructura de poder. Cada uno
cumple una función específica en el aparataje persuasivo de la desinformación y
fungen de guías para el tránsito de lisonjas y coimas dentro de los recovecos
burocráticos para que los de afuera puedan acceder al contacto y los jerarcas
de las diferentes vertientes del chavismo l negociado de licencias, favores y
prebendas, exquisitamente rociadas con escocés de 18 años con las que se riegan
sólidas y convenientes transacciones bancarias electrónicas.
6.- Los
chavistas que triunfan sin saber:
A este grupo
pertenecen los ‘enchufados’, y como el anterior, también se divide en dos
subgrupos: Los burócratas venezolanos de comprobada y ratificada fidelidad
perruna a Chávez, que rotan groseramente de Ministerio en Ministerio, sin saber ni conocer de qué se trata ni para qué
existe esa cartera ministerial, y los burócratas cubanos, de ratificada y
perruna fidelidad a Fidel, que están colocados ahí, donde Fidel los necesita
para ‘marcar’ muy de cerca a Chávez y sus burócratas, y que como aquellos triunfan sin saber; nomás por el simple acto
físico de salir de Cuba, para encontrarse acá como pequeños capos di tutti
capi, viviendo el sueño de todo cubano castrista que se precie de tal, y que no
es otro sueño que el de mandar a otro sin
saber de ‘ná ni ná’ ¡Cosa más
grande, hermano!
El primer
subgrupo (los burócratas venezolanos de comprobada y ratificada fidelidad
perruna a Chávez,) es un club exclusivo, casi una cofradía sacramental, pero
notoria, muy notoria. Casi cualquier habitante en Venezuela conoce sus nombres
porque son los mismos que se manosean, de aquí para allá, como Ministros,
Directores Generales, Presidentes de Institutos autónomos, Gobernadores,
Alcaldes, Diputados, otra vez Ministro, nombres que se repiten porque han
completado ‘la ronda’ de cargos unas tres veces cada uno. También se les conoce
sus rostros, aunque con el tiempo (y la buena comida, y los trajes, y las
joyas) se hayan modificado con implantes, liftings, ceras, colágenos, ampollas,
peluquines y dos decenas más de artilugios y potingues. También se les conocen
sus gustos y hasta sus más íntimas debilidades. No son más de 50 chavistas
privilegiados pero todos, sin excepción alguna, triunfan sin saber que esos triunfos serán, tarde o
temprano el más pesado fardo con el que cargarán el día que enfrenten a la
verdadera señora ciega de la balanza justa.
7. Los
chavistas que viven gracias a que los demás no saben:
Más que una
categoría, vivir gracias a que
los demás no saben es una
condición esencial para cualquier chavista; sin embargo, como clúster se trata
de una categoría supremamente elitista. Un petit comité de notabilísimos
integrantes, entre los que se encuentra -encabezándolo- el mismísimo teniente
coronel. Ellos comprendieron, desde el fallido y sangriento golpe al Estado de
1992, que para tomar el poder era y sigue siendo imprescindible que los demás
no sepamos, ni sus planes ni sus objetivos. Esa y no otra es la razón para que
hayan desarrollado una mitología política falsaria y estrambótica (el árbol de
las tres raíces... El delirio del teniente coronel en su Chimborazo
carcelario), una mitología pretendidamente fantástica y única en la que han
combinado en una mescolanza rimbombante, a Simón Bolívar con Marx y Jesús... A
Ezequiel Zamora con Simón Rodríguez... A la ‘Tercera Vía’ de Blair con el
bolivarianismo avenido en Socialismo del Siglo XXI... Y todos esos ingredientes
incompatibles entre sí, fueron sazonados con el más rancio populismo y el fuego
atizado con inimaginadas cantidades de petrodólares, y ofrecieron ese brebaje a
sus conciudadanos votantes como sopa macabra cocida en el oscuro caldero de la
ignorancia colectiva.
Ahora ya sabes,
estimado lector, que el chavismo SÍ existe y solo te resta ubicar a los
chavistas que conozcas en cualquiera de estas siete categorías. Pero ten
presente que de acuerdo a la experiencia, más de un chavista puede ser ubicado
en más de una categoría, lo cual hará más amena e interesante tu pesquisa, una
indagación que también te puede conducir a la sorprendente 8ª categoría: Los conchupantes,
también conocidos como ‘demo-chavistas’. Se trata de oposicionistas ultrosos
(de la boca para afuera) y algunos militares que medran en el amniótico gel de
los que se oponen a Chávez pero sin convicción. Son aquellos que se disfrazan
de demócratas, pero que le hacen el juego al totalitarismo, proponiendo como
solución las mismas misiones castro-chavistas. Son quienes te invitan a votar
sin las debidas garantías del secreto de tu voto... ¡A votar! gritan, sin mediar
una auditoría confiable de la data del CNE ... ¡Al
7 de Octubre!, incitan... pero lo hacen prometiendo las mismas ofertas engañosas y populistas ‘Esteban’ en sus buenos tiempos. Como
sí se tratara del Octavo Infierno de Dante, esta categoría también está full...
¡Y ya tú sabes quiénes son!
POR: ANDRÉS
SIMÓN MORENO ARRECHE
And here is the rest of it.
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