miércoles, 30 de enero de 2013

MANUEL RODRÍGUEZ MENA - 4F - SUMA DE TRAICIONES





4F -  SUMA DE TRAICIONES                                 

Manuel Rodríguez Mena
                                                                                                                                                     
Paroxismo del embuste  
                                                                                                                                                                                                                                                              
Ya está cerca el 4 de febrero, fecha aniversaria de uno de los golpes de estado militaristas más antidemocráticos, sin duda el más encapuchado de democrático. En cada aniversario, los culpables de haberlo cometido y sus sirvientes de toda laya le agregan una capucha cada vez  más gruesa de retórica farsante, en su descarado intento de hacernos creer que lo que en realidad emergió como  una asonada de conspiradores cuarteleros contra la democracia, fue en esencia una acción fervorosamente patriótica, heroica lindando en lo épico, moralmente impulsiva,  asqueada por tanto deshonor y de sublime inspiración popular.

     Así ha sido en los pasados catorce años. Pero ahora, por circunstancias que todos conocemos, el endiosamiento tiene que ser mayor al acumulado en los años anteriores. Él necesita ser endiosado para tener el aliento de sobrevivir. Ellos necesitan endiosarlo a niveles ilímites que le permitan seguir usándolo como portaviones y pancarta electoral.

     La retórica laudatoria y  argumental, cada vez más cargada de mentiras y falacias, esta vez excederá los límites del descaro. Ellos necesitan  quedar convencidos de que pueden seguir engañando al mayor número posible de venezolanos y al mundo.

     Los venezolanos que resistimos y combatimos la infamia, que nos contamos por millones, podríamos poner en práctica un ejercicio interesante. Ir anotando las mentiras que van a ser dichas, organizarlas temáticamente, escribir un artículo y publicarlo donde se pueda. La suma de los artículos equivaldría a un enorme grito colectivo: ¡Embusteros!

Hugo Chávez entra a la política como conspirador subversivo contrademocrático, es decir, como gorila juvenil

     Con posterioridad a su derrota,   ex-guerrilleros decidieron reencaminar su proyecto subversivo –siempre con la orientación castrista--,  fomentando una conspiración  dentro de la propia institución castrense que antes los había derrotado. Pretendiendo comprarle un seguro de lenidad y éxito a cualquier sedición, se  aspiraba a que, por emerger el golpe del propio seno  de las FFAA, se podría eludir el riesgo de que fuera derrotada  nuevamente por ella misma. Se  decidió así mismo que la bandera del golpe no sería la destrucción de la democracia –aunque en verdad era eso y no otra cosa lo que en realidad se buscaba--, sino muy por el contrario, la bandera debería ser  el derrocamiento  del gobierno para “limpiar a la democracia” de sus vicios y defectos, delitos y crímenes.

     A comienzos del año 1980,  ex-guerrilleros en plan de activismo subversivo entraron en contacto con el entonces teniente Hugo Chávez  por mediación de su hermano mayor Adán (desde antes militante de la subversión contrademocrática),  y lo captaron como uno de los  operadores de su plan conspirativo.  Se acordó que la insurrección  se daría “cuando existieran las condiciones subjetivas y objetivas propicias”.  No sería, pues, un golpe sedicioso contra un gobierno ni contra un presidente determinados, sino contra el sistema democrático como tal, el mismo que estaba consagrado en la Constitución Nacional entonces vigente, a la cual debía lealtad por juramento todo integrante de las FF.AA.

Suma de traiciones

     Al aceptar incorporarse a la conspiración golpista subversiva contrademocrática, el teniente Hugo Chávez aceptó tácitamente quebrantar el juramento de lealtad a las Fuerzas Armadas de las cuales formaba parte; y al comprometerse a insurgir  contra el sistema político consagrado en  la Constitución Nacional, asumía asimismo abjurar de su lealtad constitucional.  Convino por lo tanto en echarse  a andar como traidor a las Fuerzas Armadas, traidor a la Constitución Nacional, traidor a la Patria y en suma traidor  al pueblo venezolano. (Esto es lo que recuerdo, infaliblemente, cada vez que lo oigo proferir  dicterios de “traidor” contra todo aquél que lo adversa o disiente de él).  Iniciaba así una larga tarea de subversión del sistema democrático representativo, tarea que hoy mantiene desde el poder constituido. Todo ello lo cometió a los 25 años de edad y apenas con el grado de teniente.  Comenzó así una carrera política sórdida y tenebrosa, que lo ha llevado a constituir,  conjuntamente con los hermanos Castro, el trío de peores gorilas vivientes del continente americano, y junto a otros, de los peores del mundo.

 

Supervivencia a base de dobleces


     Se inició así Hugo Chávez en una vida tortuosa  que ha estado signada por mentiras y engaños, simulación y farsa, trampas y fraudes, demagogia y cinismo, siempre haciendo ocultamente lo contrario de lo que públicamente dice estar haciendo.

     Desde su incorporación a la conjura golpista  a comienzos de 1980 hasta el 4 de febrero de 1992, tuvo que mentir y fingir  por imperativo de su propia supervivencia dentro de las Fuerzas Armadas, a las que traicionaba diariamente con su oculta acción conspirativa. En esos doce años parece haber desarrollado un  regusto creciente por la mentira y el engaño, puesto que  ha continuado con tales prácticas hasta hoy día, sin tener  necesidad vital de ellas como cuando conspiraba contra la institución de la cual formaba parte. Al día de hoy, su vida política no ha sido sino una gran mentira continuada, en la que  dice y se desdice con descarada facilidad, afirmando hoy con la misma convicción algo que negó ayer, o diciendo ser lo contrario de lo que realmente es, como cuando se proclama  el mayor y más fervoroso de los demócratas mientras él y sus secuaces han desatado la mayor ferocidad destructiva contra la democracia venezolana.

La doblez como condición natural

     Tales vicios y defectos se han hecho de tal manera inherentes a él, que han terminado siendo condición natural de su forma de ser como político y como persona. Treinta años de dobleces han determinado que el Hugo Chávez de hoy haya llegado a ser, por naturaleza, intrínsecamente mentiroso y engañoso, simulador y farsante, tramposo y fraudulento, demagogo y cínico. Con la desgracia, tanto  para nuestro país como para  el continente americano y el mundo, que habiendo  llegado a ser un maestro en esas malas artes, hay todavía los cándidos que cifran en él sus esperanzas de redención social.

Golpe y discurso con falsas consignas

     En febrero de 1992 el golpe contrademocrático producto de la conspiración emerge con la máscara de “rebelión cívico-militar”, criticando ferozmente los vicios, defectos, delitos y crímenes de los gobernantes democráticos (1959—1998) y enarbolando falsas banderas de  auténtica democracia, honestidad administrativa, justicia, libertad y progreso social.

     Purgó prisión por golpista y al salir de la cárcel por inexplicable indulto presidencial, se echó a las calles  del país con un discurso de enardecido doliente de la democracia agraviada por los gobernantes civiles. Discurso de tono agresivo y de contundencia crítica contra  los malos demócratas  y se explayó en ofertas democráticas, todas falsas,  durante su campaña electoral presidencial de 1998.

Desde el poder ha demostrado ser un farsante

     Catorce años en el poder han demostrado, de manera contundente y fehaciente, que sus críticas a los regímenes anteriores y sus ofertas políticas no fueron otra cosa que un largo rosario de mentiras y engaños. En estos catorce años el gobierno castrochavista ha incurrido en un número muchísimo mayor de vicios, defectos, delitos y crímenes que aquéllos  que ferozmente les criticó a los ocho gobiernos civiles anteriores, y no solamente no ha cumplido la mayor parte de sus promesas de auténtico desarrollo político y social, sino que ha dedicado toda la potencia de su acción política y de su gestión gubernamental a ejecutar su estrategia capital de destrucción de la democracia y  a lograr su objetivo supremo de instaurar un régimen militarista totalitario de hegemonía total sobre la sociedad venezolana.

Manuel Rodríguez Mena
31 de enero de 2013

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