Rafael Olbinski
CUADRO POLÍTICO ACTUAL
Luis Marín
La Cátedra Pío Tamayo y
el Centro de Estudios de Historia Actual de la Universidad Central de Venezuela
han convocado a un foro, el pasado lunes 9 de marzo, con el fin de esbozar una
imagen de la presente situación del país, que para la mayoría resulta completamente
incomprensible.
En primer lugar, se
observa la consolidación de una tiranía militar comunista. Se
destaca esta última expresión para superar de una vez esa discusión de que es
un régimen neoliberal heraldo del capital financiero internacional y el todavía
más pintoresco extremo que lo tilda de “fascista”, ¿una filial del régimen
castrista asesorada por Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero y Alfredo Serrano
Mancilla?
Segundo, el naufragio de
las oposiciones oficiales, que se conocen popularmente como “la mesa y la
mesita”, cada vez más desacreditadas. Todo esto a través de elecciones, que es
lo que piden todos, incluyendo al grupo de contacto que tienen en la Unión
Europea. Bien, eso es lo que tendrán en el transcurso del año y sólo discuten
qué es lo que van a elegir.
El contexto general se
configura con un estimado ochenta por ciento de rechazo al régimen, sin que
éste sea capitalizado por las oposiciones. La catástrofe económica:
hiperinflación, caída histórica del PIB, dolarización de facto, derrumbe del
precio del petróleo, acentuado por la guerra económica entre Rusia y Arabia
Saudita, que afecta directamente a países petroleros aliados desde Irán a
México.
Caos social, con la
movilización forzada de la población, cifras de emigrantes que superan a Siria,
oscilando entre 5 con un pronóstico de llegar este año a 7 millones de
desplazados, más o menos el 20 por ciento de la población total, como en Cuba.
Se debe estimar otro
elemento que podría llamarse “el tercero excluido”: la Resistencia. Pero,
¿existe realmente? ¿Quiénes son? ¿Dónde están? ¿Qué fuerza tienen? ¿Cuándo y
cómo se manifestarán?
Por último, lo que parece
un pleonasmo, el imprevisto imponderable (Deus ex machina). Puede
venir del medio oriente: Irán, que todavía no ha concretado su prometida
venganza por el ajusticiamiento de su comandante Soleimani, un asunto
pendiente. Y cuando lo haga, ¿cómo reaccionará EEUU? Sobre todo con los
partidarios de Irán en su patio trasero. Siria, con su guerra que involucra a
Rusia y Turquía, también muy caros aliados del régimen.
El lejano oriente, China,
en guerra económica aderezada con su corona virus cuyo análisis nos llevaría
demasiado lejos, considerando que aquí ya había una catástrofe humanitaria
antes del COVID 19. Corea del Norte, que por su paralelo 38 podría descocerse
todo el equilibrio geopolítico mundial.
El cercano occidente,
Cuba, sujeta a sanciones cada vez más severas, que ya afectan a unos cuantos
miembros conspicuos de la nomenclatura, empezando por Raúl Castro y su familia.
Colombia, con una
frontera cada vez más caliente y movible, sometida al acoso de la duplicación
de las FARC, política y militar; el ELN, las BACRIM y otros grupos armados
asentados en el territorio venezolano con manifiesto apoyo del régimen.
Brasil, que vuelve con
ímpetu a recuperar su papel de potencia subregional anticomunista, con la
complicación de que en los últimos treinta años ha sido el eje de la subversión
continental, un conflicto interno que desborda sus fronteras. De manera que,
quiéralo o no, tendrá que jugar un rol fundamental en los acontecimientos de
todos sus vecinos del sur, particularmente con quienes comparte fronteras.
En conclusión, ¿cuál
podría ser el desenlace? Algunos sueñan con una intervención militar
internacional, llámese humanitaria o como sea; leyenda muy útil al régimen que
la usa como espantajo, con fines de propaganda, unificación y movilización de
sus filas.
Otros predicen una
intervención militar interna, de unos supuestos militares institucionales tan
elusivos e inasibles que provocan los mismos interrogantes que la Resistencia,
con el agravante de que son menos probables.
Si los militares
controlan absolutamente todo, incluso la hacienda pública, los recursos
naturales, el abastecimiento de combustibles y de alimentos, tienen bancos,
empresas de seguros, líneas aéreas, medios de comunicación, intervienen en
cualquier comercio lícito e ilícito, tráficos de personas, armas, drogas,
¿contra quién y para qué van a insurgir?
Pueden agregarse unas
pinceladas más a un lienzo que ya resulta demasiado complejo; pero de lo
expuesto puede inferirse que esto no tiene solución. A
lo más que podría aspirarse es pasar a una nueva etapa de conflicto que sea más
tolerable para la población, porque es evidente que esto no puede sostenerse a
largo, mediano, quizás ni siquiera a corto plazo.
La pregunta ya no es si
el régimen podrá resistir semanas, meses o años, sino si podremos soportarlo.
Luis Marín
15-03-20
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