ROBERTO SÁNCHEZ
ESA SONRISA TUYA
in memoriam
Vianco Martínez
Indispensable detenerse en este escrito y en este personaje, aunque quien lo lea no conozca ni a quien lo escribe VIANCO MARTÍNEZ, ni a quien va dirigido ROBERTO SÁNCHEZ. Dos figuras singulares de la República Dominicana, espacio que, como en todos nuestros países de esta geografía, han dado inmensas batallas para enfrentar dictadores y similares, con la esperanza de construir un país y una conciencia mayor.
Y este escrito, muy al tono de los que escribe Vianco Martinez, nos entrega algo muy significativo: la semblanza de un ser que se puede definir por dos elementos sustanciales: la entrega a la causa de hacer un mundo mejor, y una acción que permite, a la hora de su paso a otra dimensión, afirmar: "No hemos venido a llorarlo, hemos venido a celebrar su vida y a celebrar su lucha. Hemos venido a inventarle un adiós que no se parezca al adiós de las ausencias, y a decirle a nuestro viejo Robertico, que lo vamos a querer siempre, por encima del tiempo y por encima de todo."
Y sostengo que no hay privilegio mayor -en cualquiera de las circunstancias en las que no toque vivir o sobrevivir- que dejar huellas que puedan generar palabras como las aquí escritas.
Hoy hemos venido a este lugar a despedir formalmente a Roberto Sánchez,
a entregárselo a la brisa y a ponerlo para siempre en manos de la eternidad.
No hemos venido a llorarlo, hemos venido a celebrar su vida y a celebrar
su lucha. Hemos venido a inventarle un adiós que no se parezca al adiós de las
ausencias, y a decirle a nuestro viejo Robertico, que lo vamos a querer
siempre, por encima del tiempo y por encima de todo.
ROBERTO FUE UN CAMINANTE Y A LOS
CAMINANTES SE LES RECUERDA MIRANDO AL FUTURO
Roberto fue un caminante, y a los caminantes se les recuerda mirando al
futuro, que es el lugar donde van a parar todos los sueños. En sus andares, se
hizo amigo de la lluvia, y, en sus trayectos, las montañas le contaron sus
secretos.
Roberto fue un militante, un hombre de partido que no entendía la vida
sin un compromiso político y social. Tuvo más de cuarenta años ininterrumpidos
de militancia revolucionaria. Y eso ya es un memorable acto de dignidad.
Roberto fue, además, un profesional de vanguardia, tan de vanguardia que
sus maestros terminaron pareciéndose a él y siendo, respetuosamente, sus
discípulos.
A su paso, todos se quitaban el sombrero para verlo pasar y como señal
de reverencia por la humildad de su sabiduría.
Roberto fue un amigo de sus amigos, que hizo de la amistad casi una
religión. Todos sabemos que dejaba de comer para que otros comieran y que
siempre tenía una palabra de aliento para los demás. Tener un amigo como él fue
un lujo inconmensurable y una inapreciable e inmensa distinción.
Por encima de todo eso, Roberto fue un caballero de capa y espada, de
esos que se pelan por dar la silla a las damas y que no pueden entender la vida
sin tender el brazo a quien lo necesite.
Su don de gentes y su caballerosidad estaban hechos a prueba de
dificultades y estaban situados por encima de todo, incluso de sus propias
ideologías.
Roberto Sánchez era hijo de la última generación de luchadores que se
enfrentó a la dictadura de Joaquín Balaguer y que tuvo que recoger la cosecha
de sangre dejada por aquel régimen siniestro que enlutó el país por los cuatro
puntos cardinales. Una generación que fue vencida por las desmesuras del poder,
pero que nunca entregó sus sueños y nunca se le arrodilló a nadie. Él fue el
mejor representante de aquella dignidad acorazada que nos hizo siempre mirar al
sol.
ES SU SONRISA
Para todos nosotros –sus amigos, sus parientes, sus camaradas- la muerte
de Roberto Sánchez es un desastre universal.
Se dio a querer tanto, y tanto se hizo presencia entre nosotros, que al
irse se apaga una luz que siempre fue demasiado grande y demasiado poderosa.
Lo que nos reconforta es su sonrisa, esa sonrisa invencible, que ahora
queda en la sonrisa de las flores, en la música de los ríos y en los caminos de
las cordilleras.
El Roberto que hoy venimos a entregar a la eternidad, es ese, el hombre
sin manchas que murió como vivió; el caminante que nunca se detuvo frente a las
dificultades del camino; el que nunca flaqueo ni siquiera en los momentos más
difíciles y tentadores de la vida; el profesional que dio cátedras de humildad,
ética y sabiduría; y el amigo del alma que nunca le falló a nadie.
COMANDANDO LOS SUEÑOS
Aquí está Roberto, todo él, con su sonrisa invencible y sus botas de inventar caminos.
Aquí está él, eterno militante del alba comandando los sueños.
Aquí está el profesional sin fisura que dejó su sonrisa grabada en las
arenas del tiempo.
Aquí está Robert, el esposo amoroso, el padre comprensivo, el hermano
total. Aquí está, sencillamente, nuestro Roberto Sánchez, el amigo de siempre.
A partir de ahora, él siempre va a ser futuro y va a ser un lucero
naciendo en sus montañas. Y un día, cuando este mundo lastimado por el dolor de
la injusticia empiece a cambiar, pero a cambiar de verdad, Roberto va a ser
presencia y siempre va a estar en la sonrisa de los militantes.
Hoy lo estamos entregando a la brisa para que todas las flores empiecen
a decir su nombre y para que un día su nombre esté presente en los poemas y
canciones que se vayan a escribir en el futuro.
¡Adiós Roberto, amigo del alma! ¡Gracias por la inmensidad de tu presencia!
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