viernes, 28 de enero de 2011

RAFAEL DÍAZ CASANOVA - LA CÚSPIDE DE LA PIRÁMIDE

Las sociedades humanas ordenadas se conforman por conjuntos piramidales. Siempre, en la cúspide o en el vértice superior se coloca al elemento más importante de ese grupo. Luego aparecen sus seguidores o colaboradores, siguiendo un orden de importancia. 

Tenemos la disciplina necesaria para ordenar la gran mayoría de las características de las sociedades. 

Una familia, que es la unidad social primaria y más importante, está liderizada por el padre; hoy día se reconoce el liderazgo compartido del padre y de la madre. Los hijos y los nietos les deben respeto y obediencia a los padres y generalmente, aunque cada día menos, el padre es el principal proveedor y la madre es la administradora del hogar. Nos referimos a hogares bien constituidos. 

En la sociedad existen o deben existir líderes en todas las disciplinas, actividades y organizaciones. La especialización es importantísima para que se logre la excelencia. 

En una nación, el ciudadano tiene que ser el vértice, el personaje más importante de su sociedad. Ciudadano es el único tratamiento que acepta la Constitución para todos los habitantes del país. 

En Venezuela (y en muchos lugares del mundo) el ciudadano ha sido desplazado o no ha ocupado nunca el sitial fundamental de vértice o cúspide de la organización social. 

En el campo político y por designaciones que están establecidas en la Constitución, la sociedad delega la administración en lo que llamamos el sector político. Este, como administrador se ha subrogado una serie de ventajas que son propias del ciudadano.

El Universal, 28 de enero del 2011.

El equilibrio entre las instituciones que desarrolle una sociedad es lo que permite el mejor desarrollo y la mayor suma de felicidad para sus componentes. 

Una sociedad bien desarrollada tiene organizaciones, líderes y administradores en todas las actividades y facetas de la vida de ella. 

La sociedad, en representación de sus individuos, desarrolla los métodos para identificar, escoger y designar a sus líderes, "peeero", es el documento constitutivo de la sociedad el que determina esa delegación de funciones, siendo el individuo y su bienestar el objeto y el sujeto fundamental del bien común. 

En el orden político las sociedades delegan en su presidente las funciones de líder, que no son las del propietario del conjunto. El presidente de una sociedad, de acuerdo con lo que expresa su acta constitutiva, tiene muchas más obligaciones para con los miembros de la sociedad que derechos de abusar de su condición. 

En Venezuela ha sido secular que los partidos políticos se subroguen la posición cimera en la escala social. Los partidos políticos, cuando hemos tenido situaciones políticas democráticas, han desplazado al ciudadano del vértice de la pirámide social. En otras situaciones, el estamento militar se ha subrogado esas funciones. 

Hagamos un solo ejemplo: en el empleo, motor fundamental para la vida de la sociedad, el país ha pervertido la distribución de esa "característica" pues los administradores han preferido distribuirlo entre las fichas del partido en vez de asignárselo a quienes tienen la mejor preparación y capacidad. Hoy, los militares se han apropiado de la gran mayoría de las funciones administrativas y gerenciales de la sociedad. 

Recordamos cuando los hombres más importantes de la sociedad venezolana eran los jefes de las fracciones políticas del Congreso. Todas las actividades que tuvieran que ver con el ordenamiento jurídico, la justicia, las designaciones de las autoridades nacionales y las asignaciones presupuestarias, tenían que negociarse entre los capitostes de las toldas políticas dominantes. El objetivo fundamental, el ciudadano, en nuestro país ha estado generalmente relegado. 

Hoy la situación es verdaderamente vergonzante. En la cúspide, en el vértice de la sociedad se ha colocado a porrazos y leyazos, una sola persona, un dictador. 

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