Esta sociedad está tomada por el signo de la destrucción, la intolerancia, la imposición y la pérdida de los soportes ético-morales que le permitan pensar en la definición y organización del futuro.
En esta dirección actúa la política regida por la exclusión que se expresa en la trampa de la polarización.
El llamado del Jefe Único es muy claro a este respecto: los que quieran patria socialista que se vengan conmigo. Los demás que se aparten.
Son dos polos minoritarios que tienen como objetivo la alternancia en el mando-poder y ante lo que la mayoría está obligada a marcar diferencias.
En este sentido, cuando nos situamos frente a la muerte de la dirigente chavista Lina Ron observamos dos expresiones: surge el polo de la exaltación revolucionaria para convertirla en un Cristo.
Para la contraparte a su vez, es el goce-celebración por la desaparición de quien es señalada como uno de los máximos exponentes del odio implantado en este ex país.
Ahora, dice el otro polo, disminuirá la violencia que expide el proceso.
Visto de esta manera tan superficial, nuestros males se deben a la presencia de determinados individuos en posiciones de mando-poder y su entorno.
De modo que si la muerte cumple, como en el caso de Lina, este ex país se libraría de los actores no deseables de nuestra historia actual. Examen al detal. Positivismo en gigantes proporciones.
No hay capacidad para analizar el caso de Lina como una manifestación del fanatismo esperanzador que le hace puntal en el culto a la personalidad de “su Comandante en Jefe”.
Pero ella forma parte del engranaje de utilizados por el GP para forjar la imagen y creencia en un radicalismo antiimperialista que tiene en USA su primer mercado.
Lina fue utilizada, además, como en la exhibición de la violencia que se habría de aplicar si fracasa la vía pacífica para implantar el socialismo bolivariano.
Ella o Tascón fueron comprometidos por el alto gobierno como vendedores de miedo-angustia-tensión. Culpables de listas de persecución o de atropellos incalificables.
Él GP utiliza y desecha como quiere sin ser culpable de nada. Y sigue su empresa con los muertos: “Lina vivió cual Cristo: dedicó su vida a la lucha por los que sufren,”…
Y agrega: No pide nada a cambio. Una verdadera revolucionaria, como Cristo. Y tenemos que seguir su ejemplo para purificar la Revolución , sacándola de los vicios que se han metido en su seno”.
Lina cumplía su misión a bajo y razonable costo. Sin robar. Por ello su ejemplo es una acusación a corruptos y un camino para limpiar el proceso revolucionario.
De modo que no solo se le utilizó en vida sino que muerta se le lanza a combatir la gran suciedad del PSUV para ver si se logra su purificación, como dice el GP.
¿De dónde puede colegirse que esta mujer es uno de los grandes creadores de la política del odio y la persecución? Ella es sólo una activista de garra y carisma de quien se aprovecha el dueño de la empresa.
Y hoy, desaparecida, se le quiere llevar al plano del mito y la leyenda que tan buenos dividendos le presta a las “revoluciones”.
Pero en todo caso, más allá de acuerdos o desacuerdos, se impone comprender y respetar la voluntad y decisión de vida de los demás.
De allí que salgamos en su defensa, ante los improperios lanzados, a la hora de su muerte, por quienes se supone portadores de una ética-moral diferente, sólida, de altura.
Y este planteamiento en relación con el respeto a la decisión a la vida del otro, lo invocamos a la hora del debate recién iniciado sobre el destino de los restos de Pío Tamayo.
No puede admitirse que la búsqueda de ídolos, íconos, emblemas o símbolos en medio de la necesidad de ir más allá de sus tres raíces, lleve al régimen a pasar por encima de lo dispuesto por el propio luchador antigomecista.
En carta del 28 de Septiembre de 1935 a su hermano Toño, Pío dice: “No olvides que he sido sencillo y limpio de corazón. Procura enterrarme en El Tocuyo, pueblo al que he amado y cuyas gentes me quieren. No deseo ninguna ceremonia religiosa ni aquí ni en el acto del sepelio.
Condúceme a una casa amiga en aquel pueblo donde puedan reunirse los que quieran acompañarme al cementerio. Anuncia muy llanamente: ‘Ha muerto Pío Tamayo (37 años). Su madre, hermanos y demás deudos invitan para el acto del entierro. Y enseguida la dirección”.
Y con base a este deseo, los familiares sostienen, en comunicado reciente (El Informador, 06-03-11) que respetan y exigen respeto para la decisión y memoria del familiar.
Parece indispensable tener en cuenta esta decisión y voluntad de vida. El ‘Americanista y Libertador de las ideas’, como lo calificó el Maestro Francisco Suárez, no puede convertirse en un simple objetivo para la creación de un nicho mayor para el culto y el mesianismo.
Es muy importante entender hoy que este adelantado del pensamiento no fue un militante de la ortodoxia marxista-leninista. Tal vez por ser un profundo conocedor de la forma de ser y vivir del venezolano advierte que aquí no hay preparación para el comunismo.
Por eso en carta a su madre del 21 de Octubre, 1934 señala: “Supe que mi condena obedece a que el gobierno ha tenido noticias de que mantengo escuela de comunismo en el Castillo, No de comunismo, pero sí de idealidad avanzada”.
Y en nombre de esa Idealidad Avanzada que pone a un lado la imposición, en la Cátedra ‘Pío Tamayo’ de la UCV , pedimos se respete la decisión de vida, ya sea de Lina Ron o del Floricultor de Hazañas.
T: @ablancomunoz
El Universal, 11 de marzo del 2011.
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