jueves, 7 de abril de 2011

JESÚS URDANETA HERNÁNDEZ - WM O WC




Walid habló. No todo pero sí lo suficiente. Las preguntas son entonces si podrá seguir hablando y  si los venezolanos podremos enterarnos de todo lo que le queda por decir, que sin duda, es mucho. Las respuestas van a depender de hacia donde sea extraditado: si a Estados Unidos o a Venezuela. Ya el Tribunal Supremo colombiano acordó su extradición. Le corresponde ahora a Santos decidir. No la tiene fácil. Los estaunidenses lo quieren justo en el momento en que está nuevamente sobre el tapete, el Tratado de Libre Comercio con Colombia, mientras que Venezuela, simultáneamente, lo reclama extorsionando con el pago de la deuda a los comerciantes colombianos. Lo cierto es que quien tenga interés en seguir escuchando lo que Walid Makled tenga que decir, deben apostar a que  lo extraditen a los Estados Unidos.

Que lamentable, pero es así.  No me cabe la menor duda, de que si Makled es traído a nuestro país, será absolutamente silenciado. Ningún fiscal se atreverá a investigar ni ningún juez a juzgar. Vendrá una etapa inicial de alharaca, de ruido, de agitación. Otro escándalo real o provocado, acaparará nuestra atención y luego vendrá el silencio, salvo, por supuesto, que de manera paralela o anticipada ya Makled haya entregado más material  al gobierno de Obama. En nuestro País, olvídense. El Oficialismo no quiere ni oír hablar del tema. El ventilador se prendió y muchos son los salpicados.

Sin embargo, aun cuando no todo, hemos escuchado bastante. Hemos escuchado de corrupción, hemos escuchado de muerte, hemos escuchado de narcotráfico y hemos escuchado de complicidad. Y lo hemos hecho estupefactos. Asombrados ante un personaje, que con un descaro abrumador, habla de los peores crímenes con  una naturalidad, que pretende hacernos creer que se trata de simples travesuras. Un personaje que fue retribuido por los favores hechos al Régimen durante el paro de 2002, a quien por su lealtad se le dieron grandes concesiones, entre las que destacan todo el manejo de la úrea (componente necesario en el proceso de elaboración de la cocaína) y el control del principal puerto del País. Estamos en presencia de un ser amoral. Pero no. Lo que dice es muy grave. Extremadamente grave y evidencia el estado de descomposición  en que se encuentra el Régimen.


Las cifras mil millonarias de las que habla Walid Makled, con tanto desparpajo, son un golpe a la cara de los venezolanos. Afirma que tenía en “nómina”, porque él es un “empresario”, a diputados, ministros, gobernadores, a altos, medianos y bajos oficiales de las Fuerzas Armadas (a quienes por supuesto dependiendo de la jerarquía les daba más o menos), a cercanos familiares de Chávez, a quienes pagaba jugosas comisiones a cambio de que lo dejaran y ayudaran a realizar sus negocios dentro del mundo del narcotráfico, con todo lo que ello implica. Al menos eso es lo que dice la DEA,  quien lo cataloga como uno de los capos más importantes del continente.

Según sus propios dichos, asegura que todos los días salen de Apure 3 o 4 avionetas llenas de drogas con escala en Honduras y México, para finalmente llegar a Estados Unidos. Avionetas que en cada viaje son destruidas (imaginen lo rentable del “negocio”). Que grandes laboratorios de drogas se encuentran y funcionan dentro del territorio nacional y que el avión por el cual quieren juzgarlo en Estados Unidos, y en el que supuestamente llevaba cuatro toneladas de cocaína, salió de la rampa número 4 de Maiquetía. Rampa ésta que es la utilizada por el Alto Gobierno. Makled es quien hace estos señalamientos y pregunta en voz alta y con razón, cómo pudo haberlo hecho sin la complicidad del Estado.

No es poca cosa lo que plantea. Sobre todo si leemos lo que dijo la ex jueza Mildred Camero, quien también fue ex presidenta de la Comisión Nacional contra el Uso Ilícito de Drogas,  en una entrevista que aparece publicada el pasado 6 de abril de 2011, en el diario El Nacional cuando señala “que desde 2003 el Presidente Hugo Chávez conoció de los ilícitos de Walid Makled, según informes de inteligencia procesados mediante el convenio de Venezuela con el Departamento Antidrogas de Estados Unidos.”  Que “la investigación daba cuenta de la compra de droga a la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia”  que “las indagaciones conjuntas culminaron en 2005, cuando se rompieron los acuerdos con Washington”. Para finalmente enfatizar “que reportaba actividades directamente al Presidente de la República y que nunca recibió respuestas sobre sus informes”. “Esto se quedó en el papel, nunca hubo informaciones al reverso” afirmó.

Lo anterior, aunado a que el Gobierno expulsó a la DEA del País, nos hace recordar  que aquel  viejo refrán que dice “piensa mal y acertarás”, cobra más vigencia que nunca. Sí pienso mal. No me cabe la menor duda, de que, lamentablemente para todos nosotros los venezolanos, vivimos en el territorio de un narcoestado que se está ahogando en la corrupción.

De cualquier manera, hable más o no Makled, de aquí en adelante, seguirán reventando los numerosos problemas de corrupción que aquejan a nuestro País, porque sabemos que desde su inicio, este gobierno no sólo nunca tuvo la disposición de enfrentarlos, sino que además constituye su primer autor o cómplice.

Jesús Urdaneta Hernández
C.I. 4.391.814

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