La primera vez que leí “Cien Años de Soledad” de Gabriel García Márquez, quedé realmente impactado. Su prosa literaria, su narrativa, pero por sobre todas las cosas, la creatividad e imaginación en ese despliegue de palabras, que después me explicaron, obedecía a lo que se conoce como “realismo mágico” dejaron una profunda huella en mí. Años después, al releerlo, el sentimiento fue otro. No porque haya dejado de percibirla como la obra maestra que es, pero sí porque descubrí que nuestra realidad latinoamericana, supera con creces ese “realismo mágico”.
Los venezolanos en particular, hemos sido testigos de las más asombrosas situaciones a lo largo de nuestra Historia, pero debemos reconocer que la más reciente ha hecho aportes significativos, al punto de que muchas veces no sabemos si las cosas que pasan a nuestro alrededor son verdad, no lo son o simplemente no las entendemos.
EL REALISMO MÁGICO EN ESTA VENEZUELA
Cuando uno entra a Caracas, bajando por Tazón, ya en la autopista frente al Fuerte Tiuna, se encuentra con un escenario algo extraño. Una pirámide de vidrio rosado o fucsia rodeada por bustos de nuestros líderes o guerreros indígenas, le dan la bienvenida a quienes retornan o a los visitantes. A qué obedece que ese monumento esté allí. Muchas son las explicaciones y todas tienen que ver con energías, magias o babalaos.
LA HABANA: NUEVA CAPITAL DE VENEZUELA
La construcción de 150 mil viviendas al año, también forma parte de ese realismo mágico, al igual que la situación penitenciaria o la hospitalaria, en la que la realidad supera con creces a la imaginación; o el surgimiento del “hombre nuevo” revolucionario, cuyo concepto es tan viejo y desgastado que se requiere de mucho ingenio para poder seguir explotando su imagen, sobre todo porque cada vez es más famélico y desdentado.
O más aún, que La Habana sea la nueva capital de Venezuela, desde donde por cerca de un mes, se pretendió gobernar. Que nuestro destino depende del tirano cubano, quien velando por sus propios intereses manipula a nuestro caudillo y lo somete, traicionando así a la Patria. Realismo mágico.
CHÁVEZ: EPICENTRO DE TODA FANTASÍA
Pero por sobre todas las cosas, Chávez es el epicentro de esa percepción popular de magia, realidad, fantasía, divinidad y ahora mortalidad. Y es así, porque él ha sido el creador de su propio mito, estimulando la imaginación popular para convertirse hasta en leyenda, al punto de que él mismo se creyó invencible. Hasta ahora.
La vida lo ha dejado jugar por un largo tiempo, pero el destino ha decidido imponerse y recordarle a él principalmente, y por supuesto quienes le que lo rodean, que simplemente es un hombre como todos, mortal, finito. De sangre y hueso y que no está en el Olimpo, sino en la tierra, y que en definitiva es uno más. Sin embargo, parece que no quiere aprender la lección e insiste en rodearse de misterio.
CHÁVEZ DEJA LA PRECISIÓN DE SU ENFERMEDAD
AL IMAGINARIO COLECTIVO
Sin partes médicos, pero sí con la palabra de Fidel por delante, Chávez ha reconocido tener cáncer; punto, nada más. Lo demás prefiere dejarlo al imaginario colectivo. Pero aquí se equivoca, porque ese imaginario, como quiera que ha sido alimentado todos estos años por esa “magia”, lejos de darle el beneficio de la duda, lo identifica como la posible consecuencia de un castigo proveniente de la divinidad o de cualquier otra fuerza.
Para muchos, resulta inevitable vincular su enfermedad a la profanación y arremetida contra los restos mortales del Libertador, realizada en aquel acto absurdo entre gallos y media noche donde, contando con su presencia y siguiendo sus instrucciones, un grupo de personas disfrazadas de astronautas, no se les ocurrió otra cosa que profanar la tumba de Bolívar.
Otros, inspirados en las Escrituras, pensarán que está pagando por la maldición que profirió contra el Estado de Israel, pueblo elegido, contra quien osó verter su odio visceral y ante lo cual , por supuesto, los cielos no pueden permanecer indiferentes. Y no faltará también, quien opine que todo esto es producto de la ingesta de sangre y vísceras que supuestamente hacía de animales salvajes, a los fines de obtener la fortaleza de aquellos.
Ante todo este conjunto de ideas, y en nuestro concepto fantasías, no cabe la menor duda que lo sensato, lo lógico, lo serio y lo responsable hubiera sido informar al País de manera adecuada y oportuna sobre la enfermedad del presidente, no para satisfacer la curiosidad de la gente sino porque es el jefe de Estado y como tal tiene una enorme responsabilidad para con la Nación, que tiene derecho a saber cuál es su situación real y las consecuencias tanto personales como nacionales de la misma.
EL PAÍS NO PUEDE SEGUIR BAILANDO AL
RITMO DE CHÁVEZ
Conociendo al personaje eso, sin embargo, no va a suceder y las especulaciones y la imaginación seguirán proliferando. Es inevitable. Aun cuando siempre se cuele alguna noticia y la velocidad de la información sea imparable. Pero debemos poner los pies sobre la tierra y ocuparnos de los numerosos problemas reales y gravísimos que nos aquejan como nación. El País no se detiene ni puede seguir bailando al ritmo de Chávez. Enfermo o sano, la vida continúa y el padecimiento de los venezolanos es cada vez mayor. Que Chávez reciba su tratamiento y haga lo que tenga que hacer, mientras el resto de Venezuela que somos cada uno de nosotros, debe seguir haciendo también lo que le corresponde, para ver si finalmente logramos comenzar a salir del hueco en el que nos encontramos.
Trabajemos con seriedad y arduamente; que el realismo mágico vuelva a la literatura y no invada nuestras vidas, porque de lo contrario pronto veremos, sin asombro, a algún niño con rabo de cochino.
Jesús Urdaneta Hernández
C.I. 4.391.814
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