En Cuba se realizan elecciones periodicas que han favorecido a Fidel Castro y sus candidatos durante más de 50 años, otorgándole los argumentos a las sociedades y gobiernos democráticos de Alemania, Canada, España, Francia y Suiza, entre otros, para justificar lo injustificable en el siglo XX y XXI, el reconocimiento, la legitimación y la asociación con regímenes totalitarios y genosidas para sostener las pantomimas de las relaciones comerciales y culturales con el propósito de desarrollar sus intereses económicos.
Para alcanzar el control total integral del territorio venezolano mediante un ejército de ocupación sin aparente violencia militar, se estableció como pirmer paso el desmantelamiento de las Fuerzas Armadas y de los medios de comunicación social, creando y sosteniendo otra pantomima, la electoralista a partir del disfraz del CNE. Métodos todos establecidos por los comunistas y ensayados y probados en Cuba.
Sin embargo, en el caso venezolano « sin violencia » a partir de 1999, se reconocen más de 150 mil asesinatos sin que se determine la responsabilidad en más del 90%, mientras que en alrededor del 5% los indiciados serían militares o policías. Se califica de « incompetente » a un régimen que ha disimulado a decenas de miles de cadáveres del terror político con la etiqueta de víctimas de la delincuencia común o social.
¿Cómo explicar etonces que conocedores en profundidad de la realidad socio-política cubana, venezolana y americana se empeñen en sostener la participación electoralista como una posible vía para deponer al régimen venezolano?, cuyas características lo etiquetan en su definición de manera objetiva como : « centro operacional y de propaganda del crimen organizado transnacional » y no con alguna ideología.
El sólo tema de la violación sisitemática, permanente y continuada de los derechos civiles, políticos y humanos de los residentes en el territorio venezolano a partir de 1999, debería ser argumento suficiente para que sonasen las alarmas en los organismos internacionales tales como la Organización de Estados Americanos-OEA y sus órganos : Comisión Interamericana de Derechos Humanos y Corte Interamericana de DDHH, las Naciones Unidas-ONU y la Corte Penal Intenracional, o el sistema judicial de algunas naciones como la Audiencia del Reino de España que ordenó la detención del dictador Augusto Pinochet, pero ante los « intereses económicos » y la hipocresía de sus sociedades todo permanece engavetado y bajo llave.
No se trata sólo de ficción de democracia, del saqueo del patrimonio de una nación-estado y la esclavitud de su gente, sino de la desaparición de la misma, Venezuela, transformada en Venecuba, bajo la complicidad, asociación e indiferencia de sus élites y de las democracias del planeta.
El principio jurídico según el cual « el desconocimiento de la ley no justifica su incumplimiento » cobra la máxima vigencia en este 2012, cuando se pretende de nuevo cooperar con el camino del absurdo, con la pretensión del uso del método-sistema electoral venezolano para sustituir un régimen que lo diseñó, meticulosamente, para permanecer eternamente en el poder.
Participar « votando » es un desvarío, una acción inconsciente conducida por el interés económico, la propaganda, la ignorancia y el terror, así como promover la insania colectiva como candidato es de forma clara un crímen de lesa patria y de lesa humanidad, en el que el cargo mínimo es el de la complicidad y asociación con la dilución de la nación y con el asesinato industrial que ha producido más de 150 mil cadáveres, que redefinen el concepto de una verdadera « guerra fría » en el siglo XXI.
Rómulo Lares Sánchez.
Lausanne 1 enero 2012.
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