El equipo electoral de la Cátedra Pío Tamayo’ y el Centro de Estudios de Historia Actual del IIES /FACES/ UCV, que coordina el Dr. Jorge Tamayo Martínez, ha presentado los primeros resultados de su investigación sobre el tiempo del voto en las elecciones de la Venezuela actual. Ver: http://merysananes.googlepages.com/TIEMPOHERRADURA6ABM.xls
En este caso partimos de una simple consideración: los fraudes electorales se ejecutan de muchas maneras. Pero su éxito depende de su capacidad para pasar desapercibidos. De allí que se utilicen vías aparentemente difíciles de comprobar, para revertir los resultados de la voluntad popular.
Pero hay formas más sencillas y expeditas que pasan aún más inadvertidas, tanto para el votante común como para los especialistas. El tiempo es una de ellas. Y la explicación es tan elemental que expresarán: ¡No puede ser!
El CNE indica, sobre todo a partir de la tecnología Smarmatic, el tiempo que requiere el votante. Para el 23N-08 está pautado en 3’, y en el caso de equivocación o error se extiende el tiempo hasta 6’. Este es el lapso que va desde el momento de colocarse frente a la máquina hasta emitir el voto.
Esta simple referencia, sin considerar las colas ni el tiempo que se pasa para el resto del proceso, nos dice lo siguiente: si suponemos que todos saben cómo votar y por quién votar al momento de estar frente a la máquina (para eso se han impuesto las chuletas), y se tarda 3 minutos, sólo podrán votar 20 personas en una hora, 100 en cinco horas y 240 en 12.
Pero ocurre que en las 8 o 10 horas de vida de las mesas se meten (¿y se meterán?) muchos más votos basados en el tiempo del fraude.
¿Y qué hacer frente a esto? Si cada testigo de mesa comprobara la concordancia entre el número de votantes con el de papeletas de votos depositadas en las urnas podría impedir toda posibilidad de fraude, al menos en ese aspecto.
Y no estamos hablando de por quién se votó, que es otra rama del fraude: el cambio de los resultados. Se trata sólo de hacer coincidir las personas reales con los votos depositados y registrados, al momento de cerrarse el proceso y en presencia de los testigos. De no realizarse esa verificación, las diferencias pueden ser sorprendentes.
Sancho, ¿Estarán dispuestas ‘las oposiciones’ a realizar ese control o el fraude estará otra vez negociado como el 02D-07? abm333@gmail.com
En este caso partimos de una simple consideración: los fraudes electorales se ejecutan de muchas maneras. Pero su éxito depende de su capacidad para pasar desapercibidos. De allí que se utilicen vías aparentemente difíciles de comprobar, para revertir los resultados de la voluntad popular.
Pero hay formas más sencillas y expeditas que pasan aún más inadvertidas, tanto para el votante común como para los especialistas. El tiempo es una de ellas. Y la explicación es tan elemental que expresarán: ¡No puede ser!
El CNE indica, sobre todo a partir de la tecnología Smarmatic, el tiempo que requiere el votante. Para el 23N-08 está pautado en 3’, y en el caso de equivocación o error se extiende el tiempo hasta 6’. Este es el lapso que va desde el momento de colocarse frente a la máquina hasta emitir el voto.
Esta simple referencia, sin considerar las colas ni el tiempo que se pasa para el resto del proceso, nos dice lo siguiente: si suponemos que todos saben cómo votar y por quién votar al momento de estar frente a la máquina (para eso se han impuesto las chuletas), y se tarda 3 minutos, sólo podrán votar 20 personas en una hora, 100 en cinco horas y 240 en 12.
Pero ocurre que en las 8 o 10 horas de vida de las mesas se meten (¿y se meterán?) muchos más votos basados en el tiempo del fraude.
¿Y qué hacer frente a esto? Si cada testigo de mesa comprobara la concordancia entre el número de votantes con el de papeletas de votos depositadas en las urnas podría impedir toda posibilidad de fraude, al menos en ese aspecto.
Y no estamos hablando de por quién se votó, que es otra rama del fraude: el cambio de los resultados. Se trata sólo de hacer coincidir las personas reales con los votos depositados y registrados, al momento de cerrarse el proceso y en presencia de los testigos. De no realizarse esa verificación, las diferencias pueden ser sorprendentes.
Sancho, ¿Estarán dispuestas ‘las oposiciones’ a realizar ese control o el fraude estará otra vez negociado como el 02D-07? abm333@gmail.com
Agustín Blanco Muñoz
Últimas Noticias, 08 de noviembre del 2008.
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