“La esencia de la diferencia entre la derecha y la izquierda, es
la actitud que las dos partes – pueblo de la izquierda y pueblo de la derecha-- muestran sistemáticamente
frente a la idea de la igualdad…”
Norberto
Bobbio.
Derecha e
Izquierda. 2000
De nuevo ante un inacabable
discernimiento dilemático que, aún hoy para muchos, tiene vigencia en cuanto a
dos mundos posibles, dos filosofías ante la vida que las han pretendido hacer
irreconciliables en estos tiempos que transcurren. Cuando ya pensábamos que
tales discusiones habían sido
clausuradas, porque ahora es posible sintetizar ambas líneas de pensamientos en
un instrumento teórico-practico superador, nos retrotraemos otra vez a una
cartografía de disyunción sociopolítica sin justificación aparente.
Pero bueno, comencemos por volver a desanudar este asunto, que para
tantos se hace deseoso y necesario. Sin
rehuir a los planteamientos y sin opacidades al momento de dar sus
antecedentes. Digamos entonces que cada etapa de la humanidad tiene su
específico vehículo de “emancipación”. ¿Emanciparnos de qué y cómo? Su sujeto
liberador, pues. Lo que se ha dado en llamar la vanguardia. Siempre ha habido
una que otra por ahí. Lo que hay es que saberla ubicar y distinguir, para
contextualizar.
Con la debida advertencia que “la vanguardia” puede llegar a presentarse
inasible, difusa, plural. Cuando Marx y Engels determinan en el Manifiesto
Comunista que el “sujeto liberador” es la clase obrera, tal vez-- duda
razonable mediante—llegó a ser una interpretación correcta en su momento, por
cuanto dentro de las clases sociales que
estaban en movimiento para la
“previsible revolución de 1848” la clase
trabajadora conformaba el estrato social
que padecía las mayores explotaciones.
Una pregunta adelantada: ¿tiene sentido insistir con tal posición?
Serias sospechas tenemos que son múltiples los sujetos liberadores que hoy
recorren al mundo. A veces identificados y/o diferenciados entre ellos mismos.
Cada uno aporta determinadas proporciones teóricas y prácticas para la
resolución de problemas en el ámbito de que se trate: ya ideológico como
económico. La cosa es resolver rápido y de la mejor manera posible (pragmatismo le dirán no pocos).
Estamos en presencia de una vanguardia multifacética, que no se contiene
ni se contenta con una específica mirada. Maffesoli lo llama “el
descentramiento del sujeto”; y nosotros no tenemos la intención de socavar su
exquisita inspiración. Da lo mismo narrar desde el centro o aproximar ciertos
criterios desde la periferia. Se vuelve una necedad plantarse en una única
tesis vanguardista cuando la dinámica mundial con sus realidades nos está
señalando otras cosas.
Son tantos los sujetos individuales o colectivos que analizan y proponen
las situaciones objetivas, que explican con aciertos las posibles vías de
liberación. Exponer que sólo la izquierda asume los designios liberadores de la
humanidad es hablar de modo obtuso; como también será una torpeza mayúscula
arrogarse por parte de la derecha la exclusividad de redención.
Hoy han aflorado grupos espontáneos por todas partes que no llevan una
particular impronta ideológica y han tenido el atrevimiento de proponer y hacer
cosas: Ecologistas, defensores de los derechos humanos, feministas, impulsores
de la ciudadanización, preservadores de la vida de los animales, indigenistas,
etnicistas, tecnologicistas, proponentes del decrecimiento sustentable
(Latouche y Georgescu-Roegen dixit) como opción de futuro, en fin un gentío
in-corporado socialmente a aligerar la vida sin que prele en ellos una Razón
ideológica previamente.
Quiénes somos nosotros para etiquetarlos de izquierda o de derecha,
además luce anacrónica la reiteración de esa nomenclatura. También con la
intención de formular algún contraste indirecto frente a cualquier ideología
diremos que la democracia, con la que nos regustamos a pesar de sus errores e
imperfecciones, no sólo queda definida como forma de organización política sino
en tanto modo de convivencia y estructuración social: menos vertical, con
búsquedas más igualitarias (que no igualación) de las relaciones entre sus
miembros.
Que aunque sean disimiles los
planos políticos escogidos por la gente para participar (de este o de aquel
lado) prevalece el respeto y la tolerancia hacia el otro. Suena habitual y
extensivo para la vida el término y praxis de democratización: proceso desde
donde se hace común y corriente la
aceptación del disenso que será siempre
fértil si dejamos a un lado los estigmas y sintetizamos
la izquierda con la derecha.
Dr. Abraham Gómez R.
No hay comentarios:
Publicar un comentario