César Rengifo
TRECE
AÑOS DE SOLEDAD.
EL
REALISMO MÁGICO DE MELQUIADES
EL
VENDEDOR DE ILUSIONES
Yo solo
sé, que sé mucho
Melquiades-El-Saliente
Encaramado en su pintoresca carroza,
rodeado de incondicionales odaliscas, su tribu y su guardia pretoriana, al
final de una tarde tormentosa, apareció Melquiades en San Félix. Justo a la
hora que suele lidiar el matador estrella al toro más bravío, y en cadena
nacional para aprovechar la máxima audiencia.
Venía cargado de promesas
insostenibles, paridas en plena madrugada. Para dibujar con ellas el futuro
promisorio del próximo septenio para la región de Guayana y del norte del
portentosos río Orinoco, de producirse la magia de la reelección.
Allí le esperaban sus súbditos,
venidos desde tempranas horas del día de todos los rincones del centro y sur de
sus dominios, asoleados y emparamados por la inclemencia del tiempo, portando
los estandartes rojos y entonando cánticos y consignas, en señal de sumisión al
“Gran Mago”. Los improvisados paraguas y pendones hacían las veces de palmas agitadas
en señal de alegría por la señorial entrada sobre su adornada carroza. Solo
Jesús, el de Nazareth, humilde y sencillo, montado en un borrico, había sido
objeto de semejante recibimiento en su entrada final a Jerusalén.
Descendió ágilmente de su carroza y
trepó al estrado. Para ser recibido con los cantos de los juglares populares,
brindándose como primera voz a “Los
Cadilacs”, que deslumbraron su grandiosa carroza haciéndola parecer una humilde “calesita”.
Regresaba, una vez más, a Guayana a
pasar revista del logro de su revolución socialista y regocijarse del
engrandecimiento de su amada San Félix y de sus ciudadanos.
A lo lejos se divisaba el pujante
progreso de las empresas básicas. Las chimeneas lanzando humo a los cuatro
vientos en señal de la ferviente producción. Miles de toneladas de acero para
fabricar los millones de kilómetros de tubos para extraer y transportar la
riqueza petrolera de la Faja y láminas de diferentes calibres para fabricar
perfiles para las inmensas estructuras que deberán montar las empresas
petroleras venidas de todo el mundo. Millones de toneladas de alúmina para
alimentar las fábricas de aluminio.
Orgullo todo, gracias a la acción
desplegada por sus tribunos, políticos y guerreros, escogidos dentro de los más
graneado de sus incondicionales, para gobernar y manejar el emporio industrial
del Estado en Guayana y sus vecindades.
Hizo gala de su profundo
conocimiento, comparable a los pensadores más inteligentes de la historia
mundial, míticos y vivientes, incluyendo al propio Jesús, a quien
figurativamente vislumbró como militante de su partido.
Habló de lo humano y lo divino. De
sus correrías de toda la vida, por millones de pueblos ciudades y rancherías,
sudándolos, llorándolos y amándolos, llevándoles su verbo esperanzador, como
aventajado pastor, baquiano y veguero de la inmensa topografía nacional. Si
hubiera nacido dos siglos antes, sin duda que hubiese acompañado al barón
Humboldt y Bomplant, y le hubiese aportado su conocimiento natural de la
naturaleza y topografía del país.
Conversó sobre uno de los
“descomunales proyectos” que su imaginación fantasiosa le prodiga y que
asumiría a partir del 2013 y hasta 2019:
“Construir al sur del Orinoco un gran eje minero, agrícola e industrial”…..
“Vamos a unir el gran proyecto de la
Faja Petrolífera del Orinoco con el Gran Proyecto de la Faja Minero Industrial
de Guayana, en un solamente gran
proyecto de progreso” … “Vamos a
unir la cuenca del Orinoco con la cuenca del Amazonas, y más allá, con la
cuenca del río de la Plata”.
Un andino, de los tantos que pululan
por todos los rincones del país, exclamó: ¡Carájo.
Que agual. Que aguachental!.
Prometió trasladar al propio San
Félix la empresa mixta “Petropiar”, rebautizándola como “Petro San Félix” (Bush
mediante), y quizás dentro de su fantasía, la ve manando crudo pesado de la
Faja Petrolífera del Orinoco, gracias a la perforación horizontal desde San
Felix. No es difícil para Melquiades convencer a los Buendía de Guayana de sus
descabelladas fantasías, como buenos cuentos chinos a los que nos tiene
acostumbrados.
Recoge un medio de comunicación
oficialista un hermoso pasaje del momento para la historia patria y para la
biografía del monarca:
“En humano gesto hacia un
bolivarense discapacitado que lo aupaba bajo la pertinaz lluvia, exclamó: ¡Por
favor, atiéndanlo de un lado de la carpa, y me pasan un informe. No se puede estar mojando. Hay que atenderlo!.
El público en reconocimiento a su sensibilidad, respondió con esplendorosos
aplausos”.
¡Vivir, viviendo, y haciendo historia
viva!, plasmarían los escribanos de la
columna “Un grano de maíz”.
Hizo gala de su lenguaje florido y
de altura y con frases elogiosas sobre su único fuerte contendor y sus
seguidores: “la burguesía venezolana y su candidato ‘majúnche’ representan la extrema derecha y son unos fascistas”… “El es un burgués, que su familia es burguesa, es
burguesa”… “Son unos fascistas”… ¡Agárrete majúnche que lo que viene es
burundanga (con rinquincalla)”… “Es una mente como delirante”. Los súbditos aplaudían
a rabiar y vociferaban a coro ¡Uh. Ah,
Chávez no se vá!.
Con gozo afirmaba Melquiades: ¡Vean
como sigue bajando la inflación y ahora crece de nuevo el PIB!. Confundiendo
éste último, con el PBI (Producto de lo Bruto
a lo Interno del régimen), que tampoco se podría confundir con el PIC(Producto Interno de la
Conciencia, como lo señala “Un grano de maíz”. De la cual carece este régimen).
Al recibir aviso de que no debe
forzarse y debe descansar, exclamó: “Yo ya cante y me voy…. Está lloviendo
mucho agua…. Me voy con la tarde linda. Y un jodedor , de los que no faltan,
exclamaba a viva voz exclamaba: ¡y una tronco e’ garrapata de las …… se me guinda!.
Salió entre vítores. Atrás quedó San
Félix, con sus penurias. Cuando los súbditos de todo lo ancho y largo del país
tomaron los autobuses, pagados con el erario público, para retornar a sus
hogares y llegar bien entrada la noche, en la madrugada o en la aurora,
dependiendo de la lejanía de la que fueron movilizados, pero gozosos de
disfrutar, al menos, de un día libre en compensación.
Solo César Rengifo es capaz de
plasmar en un cuadro la pobreza y tristeza que embarga al pueblo al que no le
ha llegado nada de la inmensa riqueza petrolera, de millones de millones de
dólares, dilapidada por este Rey Mago, Vaagastar.
Allí está el gran Gabriel García
Márquez “Gabo”, meditando si este Melquiades es también producto de su creación. Lo sabremos cuando
el próximo 7 de Octubre, el pueblo ya desilusionado de tantas falsas promesas
de este vulgar vendedor de ilusiones, de por descifrados los pergaminos dejados
por Melquiades, como en “Cien Años de Soledad” y decida terminar la Gran Farsa.
Por lo pronto, las cabras mostraron
que se pueden salir del corral, como quedo plasmado en Caruachi y en cadena nacional,
sobre el telón de fondo del inmenso salto de la masa de agua desperdiciada por
las inservibles turbinas.
Sergio Sáez
Agosto 21, 2012
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