Para este día
¿qué mejor regalo que la risa, la imaginación
y el asombro?
Las
conclusiones más importantes en la vida, incluyendo las científicas, no son
racionales sino emocionales. Aún más, la veracidad de un evento puede ser
atestiguado o experimentado en condiciones adecuadas, pero la existencia de un
evento es siempre emocional. De hecho, si no hay emoción no hay conocimiento.
Platón
decía, por eso, que sin asombro no podía haber conocimiento.
Por
ejemplo ¿Por qué nos reímos?
La
verdad es que nadie lo sabe. Freud explicaba que la risa nos produce una
sensación de grandeza que hace trascender nuestras fragilidades. San Francisco
decía que la alegría es comunión con el mundo. El Talmud dice mitzvá guedolá
lihiot besimjá tamid, es decir, una inmensa bendición divina recae en
aquella persona que está siempre alegre.
¿Pero,
por qué existe la risa, qué fenómeno científico la explica?
La
risa dice, al menos, dos cosas: 1. existe una empatía casi irrefrenable con el
prójimo. Tal empatía existe por sí misma, esto es, no hay absolutamente nada
que explique cómo opera la parte del cerebro que clasifica y genera risa. Sin
embargo, nos hace la vida más llevadera, diluye el sufrimiento e, incluso, nos
cura.
2.
La risa, al mismo tiempo que no se puede explicar (como no puede explicarse
fácilmente el rubor y muchas otras emociones de gran carga simbólica), es tan
corriente que no necesita explicación. Simplemente existe en la dimensión
indiscutible de nuestras emociones.
Esta
es la naturaleza corporal del conocimiento. Conocemos por cómo el cuerpo se
emociona con el mundo.
Esta
es una vieja discusión y está muy argumentada por pensadores fundamentales como
Spinoza, Hume, Freud o Rosaldo. Sin embargo, solemos olvidar su profunda
belleza e implicación en la creación del conocimiento científico.
Emocionar
es reconocer. Generar empatías de tales emociones significa hacer de los
conocimientos hechos comunes, evidencias, testimonios del mundo que recibimos a
través de nuestra humanidad.
Por
ello, por absurda que nos pueda parecer una nueva teoría del universo, una
nueva estrategia económica, un nuevo liderazgo político o cualquier otra nueva
ecuación, cuando están listas las pruebas, evidencias, discusiones y
argumentos, se despierta un lado enigmático de nuestra conciencia que, a veces
incluso, nos hace pensar que ese conocimiento estaba en nosotros antes.
Esta
es la magia o, mejor dicho, la naturaleza del asombro. Nos hace parte del
conocimiento. Cuando conocemos empatizamos con el mundo revelando la fragilidad
de nuestras viejas y mal explicadas existencias. Es entonces que se abren las
puertas a las nuevas verdades.
Asómbrese
y busque asombrar a los demás. Confíe en su mente confiando en su corazón.
daniel castro
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