lunes, 5 de agosto de 2013

GRUPO TIQUIBA - YO TAMBIÉN SOY PEDRO VELARDES, A QUIENES USTEDES LLAMAN PEDRO COCHINO





Con el texto que sigue concluyó el acto presentado por el Grupo Tiquiba, el 17 de Septiembre del 2009, en el Complejo Cultural Josefa Camejo de Pueblo Nuevo de Paraguaná, preparado por Isaac Abraham López para el Grupo Tiquiba y titulado: Ansias del alba.

La actividad fue censurada por las autoridades locales, se les impidió acceso al Complejo y se les excluyó de la prensa regional. Cuando propiciaban un entendimiento con las autoridades, fueron desmantelados los espacios en los que trabajaban, convertidos en casa de partido y a los integrantes del colectivo se les negó toda ayuda oficial. Esa fue la respuesta al reclamo.

La reseña de ese acto está en el siguiente enlace:


Isaac Abraham López es docente universitario de la Universidad de los Andes, pero ante todo un personaje comprometido con su tierra y su gente, persistente en sus denuncias, pero más aún en el trabajo que realiza y al que convoca permanentemente, en función de crear conciencia sobre ese enlace genético entre tierra y hombre, entre hermano y hermano, entre huerto y fruto, entre el pozo y la sed, tan olvidado.

Hoy queremos difundir desde nuestros recintos estas palabras que aportó Isaac Abraham y que expresó Gustavo Peña, miembros ambos del Grupo Tiquiba, en Paraguaná. ¿Qué añadirles? ¿Qué corregirles? Ese es el trabajo colectivo que nos aguarda.

Ese hombre que habla dio sus señas que son las de su pueblo. Trazó su identidad que es la del hombre que ama la tierra, sus frutos, el trabajo y la gente. Invita a que cada uno trace la suya, que es la de todos.

Hizo una definición, mejor que la de cualquier teorico o científico social de eso que llamamos colectivo. Ha dado una inmensa lección de sencillez y de sabiduría, de esa de la que tanto carecemos.

La poesía está allí, no en otra parte. La razón de la vida está allí expuesta emocionadamente.

Pero acaso ¿ese no es el lenguaje común del hombre silenciado? ¿Acaso todo lo que alli dice no define lo que somos en verdad o quisiéramos ser?

Lección de trabajo, austeridad, alegría, pena y entrega. En breves palabras sintetiza: ‘sé de gobiernos, aunque pueblo y poder siempre parecen estar lejos. El poder lo tienen las palabras, y el pueblo sabe pocas’, dice.

Y sin embargo, esas palabras suyas, dichas entrecortadamente, son una verdadera clase de historia, de economía y de política.

Aquí está el poema mayor: ‘vengo de la historia, traigo mil cuentos en la memoria de mis días, tengo mis manos, que son de ustedes’. Una canción anónima y colectiva, a la que todos nos podemos sumar.

‘Y sólo quiero que me escuchen, que se escuchen, que nos escuchemos’, concluye. Toda la ética del mundo se reúne en estas simples palabras.

Debería bastar ese solo expediente para lograr lo que único que pide: despertar, despertar, despertar!!!!!!!

¿Despertaremos alguna vez?

mery sananes




YO TAMBIÉN SOY PEDRO VELARDES
A QUIENES USTEDES LLAMAN PEDRO COCHINO

Un hombre del pueblo (Un paisano de alpargatas, pantalón de kaki y camisa mangalarga, mapire terciado y azada. Se quita el sombrero y se dirige a los presentes.)

Buenas. ¿Cómo están?. ¿Cómo les ha ido?

Disculpen la molestia, disculpen que aparezca así de repente. Disculpen mi ropa, mis alpargatas, mi camisa sudada de trabajo.

Yo soy un hombre de aquí. Uno más de esos que llaman el pueblo. Uno de los que vota y calla, de los que calla y ve.

No me llamo Justiniano Madriz, ni Arístides Tellería, ni Juan Sierraalta Tinoco.

Yo soy un hombre de abajo, un humilde trabajador, de esos que esta tierra vio nacer en las manos de Fidelia Díaz, Juanita Herman, Elisa Moreno o Sinforosa Rodríguez.

Uno que se curó la culebrilla con la hierba mora y los rezos de Agustín Medina. De los que agradecerá siempre al Doctor Beujon o al Bachiller Peña por haberle salvado la vida a uno de sus carajitos. De los que tuvo como mayor alegría y disfrute el baile de tambor de Eloísa Colman.

Yo soy de aquí, de estas calles que tienen años, siglos de historia. En esa iglesia me bautizó Ramón Chapman o Elías Santamaría, ahí ayudé al padre Gastamiza y al padre Cantarrana, al Hermano Lehunda. Ahí confirmé mis muchachos y les dí el último adiós a mis muertos.

¿Cómo no dolerme de sus paredes heridas, de su techo desplazado?. ¿De sus imágenes? Muchas de ellas desaparecidas. Como no sentir lastima de sus altares que mis propias manos construyeron.

Yo soy de aquí, de estas esquinas y estas ceras, de este pueblo tan mal querido por propios y por extraños. De este pueblo falto del afecto de sus hijos.

Yo me llamo José Primera y vivo de labrar la tierra y esperar la lluvia del cielo. Yo me llamo Juan Ponuncio Rodríguez y tengo mil decimas guardadas en las alforjas del burro. Yo me llamo Rosendo Gotopo y soy carpintero. Yo me llamo Agapito García y soy chofer.

Yo me llamo Joseito Chica, Bruno Medina, Picho Hidalgo, Polo Osteicoechea. Yo me llamo Nanche Fierro, Castor Petit, Julio Primera, Ninito Derce, Nacho Navas.

Aprendí a rasguñar las letras con la maestra Narcisa Weffer y la maestra Chichía Toledo.

No me pidan letras, ni palabras, que apenas tengo brío para estar frente a ustedes. No me pidan discursos que solo he oído a los políticos, que siempre me han ofrecido una vida mejor. Una vida que nunca llega.

Aquí estoy parado frente a mi pueblo, frente a mi gente, frente a ustedes. ¿Que digo? ¿Que hago? ¿Que soy?

¿Qué quiero expresar que ustedes no sepan? ¿Qué quiero gritar con mis torpes palabras que ustedes no sueñen, no quieran, no anhelen, como yo?

Yo quiero a mi pueblo realmente nuevo, yo quiero que sus hijos le devolvamos cariño y afecto a estas casas que somos. Que dejemos atrás la vergüenza de ser de Pueblo Nuevo. Que volvamos a enamorarnos de estos patios y estos corredores.

¿Es mucho pedir lo que pido?.

Yo no quiero huecos en las calles, ni falta de luz y de agua. Yo no quiero un hospital sin insumos y un cementerio lleno de monte y abejas. Yo también soy Pedro Velardes, a quien ustedes llaman Pedro Cochino.

Se de gobiernos, aunque pueblo y poder siempre parecen estar lejos. El poder lo tienen las palabras, y el pueblo sabe pocas.

Vengo de la historia, traigo mil cuentos en la memoria de mis días. Tengo mis manos, que son de ustedes. Y sólo quiero que me escuchen, que se escuchen, que nos escuchemos. Y despertar, sólo quiero eso: despertar, despertar, despertar… Perdonen la torpeza, dispensen la molestia.




fotos
isaac abraham lópez
josé gregorio vásquez



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