martes, 20 de agosto de 2019
ACOTACIONES A LAS NEGOCIACIONES CON EL CHAVISMO
ACOTACIONES NECESARIAS A LAS NEGOCIACIONES CON EL CHAVISMO
Humberto García Larralde
LOS FINES DE LA
NEGOCIACIÓN Y SUS IMPLICACIONES
Retornar al ordenamiento constitucional
a través de la negociación con representantes del Madurismo será siempre
preferible a que ello ocurra por medio de una intervención extranjera. Pero el
margen con que debe manejarse tal negociación estará necesariamente constreñido
por el fin buscado: la creación de condiciones para que los venezolanos superen
de forma eficaz y perentoria la terrible situación en que la oligarquía militar
- civil los ha sumido, y para conquistar una democracia plena, con contenido.
Las negociaciones no deben restringirse
a plantear la salida del usurpador. Sea por medio de elecciones confiables (con
las garantías del caso) o por otros mecanismos, el resultado debe apuntar al
cambio del modelo funesto instrumentado por Chávez y Maduro en contra de la
población. Significa, en primer lugar, el respeto pleno de la batería de
derechos civiles, políticos y económicos consagrados en la Constitución. Como
condiciones sine qua non, pueden citarse: Restablecer las
potestades de la Asamblea Nacional; disolver la asamblea constituyente; renovar
al CNE; liberar los presos políticos; cesar la criminalización de la protesta;
respetar los derechos humanos; convocar elecciones presidenciales confiables.
En el plano económico es un sinsentido
que todo el esfuerzo por sacar a Maduro termine en una gestión que no dé
respuesta palpable a las expectativas de perentoria mejora en el bienestar de
la población. Un nuevo gobierno que fracase en responder satisfactoriamente a
ellas tendría muy corta vida.
En términos generales, existe consenso
entre los economistas en torno a la necesidad de instrumentar políticas
creíbles y consistentes que abaten la inflación, permitan estabilizar el tipo
de cambio en un mercado libre, eliminen los controles e incentiven las
inversiones productivas para generar empleo, abastecimiento y equilibrio en las
cuentas externas. Ello está recogido en el Plan País y, con mayor elaboración,
en las discusiones entre economistas que le sirvieron de sustento.
EL DESAFÍO ECONÓMICO
El nivel tan absoluto de destrucción y
de pauperización de los venezolanos producido por Maduro y su equipo genera
esperanzas de mejora inmediata entre los venezolanos, lo que plantean un serio
desafío a un eventual gobierno democrático futuro. Entre los elementos de mayor
impacto están:
1) El
salario mínimo se encuentra actualmente en menos de tres dólares al
mes. Tengamos en cuenta, además, el aplanamiento de la escala salarial
en torno a este nivel, con lo que la mayoría de los asalariados ganan menos de cinco
veces esta cantidad[1].
2) La
estabilización del precio de la divisa, en un mercado sin restricciones,
presupone una apreciable corrección de la paridad, actualmente sobrevaluada.
Esto significa que se despreciará el bolívar, lo que reducirá aún más los
salarios arriba mencionados en dólares.
3) La
recuperación de los servicios públicos, factor central al bienestar de los
venezolanos, obligará a un proceso eventual de sinceración de sus precios para
garantizar su prestación eficiente.
CONDICIONES PARA EL
AJUSTE EXPANSIVO DEL PLAN PAÍS
El programa de estabilización económica
planteado en el Plan País augura un crecimiento rápido de la producción, el
empleo y de los salarios reales. Ello se fundamenta, entre otras cosas, en la
altísima capacidad ociosa del aparato productivo doméstico que actualmente
opera, en promedio, a menos del 30 de su capacidad. Un cambio político que
restablezca las garantías legales a la propiedad y de orden procesal, elimine
la inflación, levante los controles y asegure el acceso sin restricciones a la
divisa, debe provocar una respuesta inmediata, fuertemente expansiva, de
empresarios locales e inversionistas foráneos. No obstante, ello dependerá de
las siguientes condiciones, que están interrelacionadas:
1) Un
significativo financiamiento internacional, con una reestructuración a fondo de
la deuda pública.
2) La
apertura de la industria petrolera a la inversión privada.
3) Un
incremento significativo y a muy corto plazo en la productividad laboral.
4) Un
gobierno que dé confianza, dotado de un equipo económico altamente calificado.
Las
magnitudes requeridas de financiamiento externo sólo las podrá proveer la banca
multilateral, con el FMI a la cabeza, a la cual habrá de sumarse préstamos
bilaterales, la reapertura del crédito internacional y la inversión privada.
Pero tal financiamiento estará sujeto a un programa creíble, coherente y
factible de recuperación de la economía, que proyecte una imagen de solvencia
en el tiempo ante la banca y los inversionistas foráneos, y que permita el
reembolso del financiamiento en los plazos acordados. La existencia de un
gobierno serio, dotado de un buen programa y de personal directivo altamente
calificado, debe transmitir la confianza necesaria para que las
transformaciones requeridas se instrumenten de manera eficiente y oportuna.
Esto posibilitará negociar una restructuración a fondo de la deuda pública
externa, con apoyo del FMI, para que Venezuela pueda atender los compromisos
internacionales que de ahí se deriven, pagar sus importaciones y aspirar a
dinero fresco.
NO HABRÁ MILAGRO
PETROLERO QUE VENGA AL RESCATE
La recuperación de la industria
petrolera habrá de aumentar los ingresos por exportación de crudo. Pero ya no
habrá milagro petrolero. En el mejor de los casos, la producción anual podrá
incrementarse en el equivalente a 250.000 a 300.000 barriles diarios. De manera
que el país podrá alcanzar un nivel respetable de producción (en torno a los
2,5 millones b/d) en unos seis años. En términos per cápita, la producción
estará apenas por la mitad de la existente en los años ’70. Además, la
atracción del capital requerido para esta expansión requiere reducir la carga
impositiva a la industria, de manera que esta mayor producción, si bien
generará empleo y encadenamientos con proveedores locales (los que
sobrevivieron junto a los nuevos), no aumentará en proporción los ingresos del
estado. Es decir, esta vez la renta petrolera no vendrá al rescate.
Más allá, las expectativas son poco
favorables a un aumento abrupto en los precios internacionales del crudo, tanto
por el incremento de la oferta (fracking en EE.UU., no limitado por
cuotas o restricciones políticas), como por la ralentización y eventual
reducción de la demanda por el desplazamiento progresivo de los combustibles
fósiles ante consideraciones climáticas, junto a la disminución en los costos
de fuentes alternativas de energía. Los esfuerzos por reducir el uso de los
combustibles fósiles acortan la vida de Venezuela como país petrolero. Algunos
calculan una ventana de apenas tres décadas, antes de que caiga aceleradamente
la demanda por nuestro crudo.
LA IMPORTANCIA
DECISIVA DE MEJORAR PERENTORIAMENTE
LA PRODUCTIVIDAD
La terrible pauperización de la
población venezolana a manos de Maduro y los suyos obliga a concertar de
inmediato la transferencia de recursos a los sectores más humildes a fondo
perdido. Pero la viabilidad de que órganos multilaterales accedan a financiar
tales transferencias se sustenta -más allá de consideraciones humanitarias-, en
la condición de que sean progresivamente reducidas y/o en su eventual
reembolso. El financiamiento externo es renuente al gasto corriente
improductivo. Más allá, debe considerarse la sinceración de los precios / tasas
de los servicios públicos y el efecto de la depreciación (pass-through) sobre
los precios domésticos. De manera que la mejora tan ansiada en los ingresos de
la población habrá de descansar, por fuerza, en el incremento en la
productividad laboral.
Aumentar drásticamente la productividad
cuanto antes es factible, sin mayores inversiones, si se logra aprovechar la
holgada capacidad ociosa de la planta productiva del país. Pero numerosos
factores entraban tal aprovechamiento. Citamos los siguientes:
a) La
ausencia (por emigración) de mano de obra calificada y de talento profesional;
b) El
colapso de los servicios públicos y de la infraestructura física;
c) Un
marco institucional –leyes, reglamentos— asfixiante y punitivo;
d) La
ausencia de servicios especializados de apoyo;
e) La
destrucción del tejido industrial (clusters): proveedores, industrias
complementarias, de servicios.
f) Una
banca “enana”, que ha visto reducir sus activos en dólares en casi un 90% desde
2013;
g) El
colapso de la capacidad de respuesta administrativa del Estado en muchas áreas;
h) La
necesidad de pagar remuneraciones competitivas para atraer talentos y personal
calificado, en una economía en la que el salario promedio está por debajo de
los $10 mensuales. La inversión extranjera contemplaría sueldos competitivos
para sus operaciones, pero sueldos atractivos que retengan el personal
calificado requerido para hacer funcional al estado, recuperar y mantener los
servicios públicos, es políticamente problemático cuando la remuneración
general es tan miserable.
Es imprescindible articular un programa
especial dirigido a resolver estas insuficiencias. La inversión extranjera
podrá llenar algunos vacíos en el corto plazo, pero será mayor contando con un
programa que identifique las oportunidades y la secuencia de acciones deseada
para su superación.
Finalmente, la reestructuración eficaz
de la deuda pública externa habrá de liberar recursos requeridos para importar
los equipos e insumos que exigirá la reactivación económica, así como los
bienes de consumo y servicios para complementar la demanda final. Ello es
crucial, dado el enorme peso que tiene su servicio bajo las condiciones
actuales. Si bien en el tiempo se prevé que las inversiones se traduzcan en un
aumento sostenido en las exportaciones (petroleras como no petroleras), sin
reestructurar la deuda la economía verá comprometida su crecimiento en el corto
plazo.
IMPLICACIONES PARA EL
ACTUAL PROCESO NEGOCIACIÓN
La criminal destrucción de las
condiciones de vida de los venezolanos urdida por la oligarquía militar – civil
no ofrece mayores márgenes para negociar un gobierno de transición con factores
del chavismo. Estamos frente a un estado fallido que pone en entredicho la
propia viabilidad de Venezuela como país si no se acometen de inmediato
profundos cambios. Tal precariedad restringe las posibilidades de una
transición exitosa, que abra las puertas a una recuperación sostenible, a las
siguientes opciones:
1. Gobierno
nuevo, comprometido con el rescate de la institucionalidad democrática liberal,
resultado de desplazar por completo al madurismo del poder, bien sea por la
implosión de sus bases de sustento (renuencia militar a seguir apoyándolo) o
por una intervención extranjera, que consiga piso en factores domésticos para
reconstruir la democracia. Es un escenario tipo “borrón y cuenta nueva”.
2. Gobierno
de coalición con los factores más sanos del chavismo, resultado de una
negociación que acuerde las condiciones sine qua non mencionadas
al comienzo de este escrito y convoque de inmediato elecciones presidenciales
confiables.
El primer escenario es el más favorable
para el futuro de Venezuela, pero también el más complejo en términos del manejo
satisfactorio de las expectativas de mejora del venezolano, pues
necesariamente implica una ruptura completa con la cultura rentista.
Si bien durante los primeros dos años (quizás más) tendrá que existir una
combinación de servicios subsidiados con transferencias directas a los hogares
más necesitados --hasta que la recuperación de la economía pueda asegurar
condiciones de vida aceptables a la población--, tales medidas deben entenderse
como transitorias. La ventaja de este escenario es que, al tener un programa
coherente (Plan País) que de confianza y un equipo de gobierno altamente
calificado, será factible concertar un generoso apoyo financiero con el FMI y
el BM.
El segundo escenario posiblemente
implicará continuar dependiendo de algunos programas de reparto, combinado con
subsidios a servicios y controles de precio. Al no enfrentar la cultura
populista / rentista, habrá de generar problemas crecientes en el tiempo por su
ineficacia en proveer condiciones para sacar a la población de la miseria.
Disuadirá, por tanto, la prestación de recursos más allá de la ayuda
humanitaria. Quizás la lucha contra la corrupción –de permitirla el componente
chavista del gobierno—provea recursos que permitan mejoras apreciables en
algunos puntos (servicios públicos, importaciones)
En fin, las condiciones mínimas que
justifiquen llegar a acuerdos con factores del chavismo a través de la
negociación son muy exigentes. Constituyen una camisa de fuerza irrenunciable.
No tiene sentido acordar una coalición que no las cumpla. Y esto va para
aquellos ilusionados con un gobierno de “Unidad Nacional”, a cuenta que
observan grietas en la estructura mafiosa de dominación. Seguir “muddling
through” con un gobierno de transición mixto es inhumano, dadas las condiciones
actuales de pobreza extrema y, además, inviable.
Para facilitar un acuerdo satisfactorio
se requiere, como todos sabemos, hacer concesiones. Se ha ofrecido, levantar
las sanciones a quienes renieguen de la dictadura y ayuden a restablecer el
ordenamiento constitucional, la posibilidad de un régimen transicional para
juzgarlos --como ocurrió en las negociaciones de paz en Colombia--, así como
eventuales períodos de gracia (para que puedan esfumarse). Es de suponer,
además, que la inviabilidad futura evidente del madurismo, contribuya a que
algunos de quienes lo apoyen, abandonen el barco antes de que se hunda. La
incógnita está en saber si esos chavistas “sanos” existen y si tienen
suficiente peso en el poder como para asegurar la salida pacífica de la mafia
Maduro – cúpula militar.
Humberto García
Larralde
economista, profesor
de la UCV
himgarl@gmail.com
[1] el sueldo de un profesor titular a dedicación
exclusiva de una universidad pública es menos de siete veces el salario mínimo,
equivalente, al momento de escribir estas reflexiones, a solo diecinueve
dólares al mes.
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sábado, 17 de agosto de 2019
EL BLOQUEO DE TRUMP SOBRE VENEZUELA Y EL ENTIERRO DE LA GLOBALIZACIÓN
EL BLOQUEO DE TRUMP SOBRE VENEZUELA Y EL
ENTIERRO DE LA GLOBALIZACIÓN
Carlos Hermoso
Trump contra
Venezuela. Cabe el tema de la llamada globalización. Es más, la nueva ofensiva
forma parte de algo que siempre ha estado presente, aun en medio del
afianzamiento de esta ideología. Solo que los momentos son diferentes. La
hegemonía mundial se viene afianzando en favor del bloque liderado por China.
Las contradicciones interimperialistas siempre estuvieron presentes. Ahora se
hacen más evidentes en medio de la contradicción
globalización/desglobalización, como la llaman algunos economistas.
Hay etapas, en la
fase superior del capitalismo, en las cuales la articulación de los capitales
conduce a una aparente complementariedad. Una ficticia colaboración que parece
borrar la competencia. Otros son los tiempos en los cuales la articulación de
capitales da paso a una confrontación más clara entre los bloques
imperialistas, sin que se elimine la articulación.
Sin embargo, cuando
prevalece el subjetivismo, se llega a conclusiones según las cuales los
procesos que se derivan de las relaciones entre las potencias imperialistas, son
para complementar sus intereses y requerimientos. O pueden serlo. O que buscan
paliar las contradicciones, por lo que procuran acuerdos. Hasta se observan las
contradicciones como fruto de los deseos de alguna personalidad que incide en
tal o cual dirección.
Sucede, por el
contrario, que las contradicciones son el resultado de procesos absolutamente
objetivos. Ciertamente, a momentos, prevalece la articulación de capitales por
encima de la confrontación. Pero el belicismo siempre estará presente, siempre
ha estado presente, entre las potencias imperialistas.
La cuestión orgánica
es vital para comprender este asunto, si queremos ser rigurosos. Puede
apreciarse con claridad que la combustión interna en un motor es una potencia
energética. O bien, la energía atómica para generar electricidad o para
construir las armas de destrucción masiva ya experimentadas en Hiroshima y
Nagasaki. Para alguna gente, sin embargo, resulta difícil apreciar lo que
representa la revalorización del capital por parte del trabajo vivo. Ese fluido
humano en el proceso de trabajo es lo que brinda el nuevo valor. No resulta
nada científico para el empirista, cuyo concepto acerca de la ciencia se reduce
a lo perceptible por los sentidos. No son capaces de observar que la sociedad
es una forma de expresión de la materia. Así como el mundo vivo, los planetas,
las estrellas, los distintos elementos químicos, entre otros, la sociedad y el
pensamiento, también son formas de expresión de la materia. También están
sujetos a leyes. También en su desarrollo encontramos poderosas fuerzas que
conducen a su desarrollo, esto es, al tránsito de formas inferiores a formas
superiores, mediando procesos complejos que, a momentos, parecen estancarse.
La fuerza de trabajo
es una potencia que se objetiva en los objetos de trabajo provenientes, en
última instancia, siempre de la naturaleza, instrumentos de trabajo y materias
auxiliares mediante. De allí el perenne cambio de la sociedad que se realiza en
la dialéctica entre necesidades y los bienes que las satisfacen. O bien, la
fuerza poderosa de las masas que conducen a cambios políticos cuando se
levantan, como resultado de situaciones revolucionarias. Esa fuerza, su
reconocimiento e identificación no puede ser reconocida por el empirista, el
metafísico o cualquiera de los ideólogos en favor del orden imperante.
De igual manera
sucede con la fuerza que representan las contratendencias que se realizan
cuando cae la cuota media de la ganancia. Es una poderosa fuerza que motiva la
confrontación. Cada potencia imperialista cuenta con un mercado interno que
cede a momentos. Pero que representa en todo momento su reserva estratégica
para realizar la plusvalía de manera propia. Debe contar también con el mercado
externo. La producción encuentra en la dimensión del mercado sus límites. Debe
hacerse, cada país industrializado, sobre todo las naciones imperialistas, de
crecientes mercados para realizar y para competir.
Debe hacerse, cada
nación imperialista de materias primas baratas. Así deba ir a la guerra. Debe
hacerse, cada nación imperialista de fuerza de trabajo barata, así deba ir a la
guerra. O, en cualquier caso, la guerra es un recurso, más cuando la
competencia se hace enconada.
Así, las fricciones
que se producen como resultado de las tendencias al desarrollo desigual y a la
nivelación, conducen a la confrontación. Es un hecho objetivo. Esas fricciones
liberan una fuerza poderosa que se realiza en las guerras. Cabe una que otra
personalidad. Crea el capital su propia personalidad. Emerge de esta
circunstancia. Trump, por ejemplo, es supremacista, estimula el racismo, es
hijo de su época. De tiempos en los que EEUU busca nivelarse a China, que lo
desplazó en muchas ramas de la producción y el comercio.
GLOBALIZACIÓN
El pensamiento
económico vulgar, para hacerse dominante, es dado a acuñar dogmas similares al
de la Santísima Trinidad. Tal es el caso del llamado proceso de globalización.
Se presentó como una etapa sin retorno. La de los tiempos en los cuales los
mercados interconectados fuerzan a la integración y a la morigeración de las
contradicciones y la difuminación de las fronteras nacionales. Hasta surgieron
teorías sobre el Imperio que superaba la etapa y las tesis acerca del
imperialismo.
Fueron décadas en las
que se acuñó la idea de la morigeración de las fronteras. En las escuelas de
estudios internacionales se convirtió en principio y axioma. Idea fuera de la
cual no había, no podía haber disidencia. La negociación bastaba, según estas
tesis, para resolver los conflictos.
Sin embargo, resulta
paradójico que sean los países desde donde se fraguó teórica y prácticamente la
política de la globalización y el neoliberalismo, los que ahora buscan
sustituirla por la protección.
Y es que los procesos
objetivos se fueron imponiendo hasta hacerse dominantes las mismas tendencias y
principios que derivaron en confrontación aguda durante todo el siglo XX, con
dos grandes conflagraciones y un largo período que denominaron Guerra Fría,
contando con Estados Unidos y la Unión Soviética como protagonistas
principales. Así, hemos llegado a tiempos en los cuales la lucha por mercados y
materias primas, principalmente, tienden a derivar en guerras parciales. Lo que
explica procesos como el libio, país que encuentra al revanchismo chino en
relación con ese punto del planeta, pugnando por imponer un secuaz.
Sin embargo, son momentos
en los cuales, frente a la cuestión política, son muchos quienes les asignan
fuerzas poderosas a cuestiones ideales que supuestamente se superponen a
procesos objetivos. Se fetichizan pues. Se oye, por ejemplo, que Donald Trump,
va a determinar motu proprio la situación venezolana. Esa es la esperanza. Que
las últimas decisiones de la Casa Blanca colocan a Maduro en condiciones tales
que debe negociar su ida del país. Ciertamente es un golpe certero que crea
problemas a la dictadura.
Además, Trump tiene
difícil la reelección. Aunque, lo que está en juego, está por encima de esa
eventualidad. Así, la especulación se impone, no queda de otra. Difícil
predecir. Sin embargo, debemos ubicar que la personalidad de Trump es una
determinación subalterna, lo fundamental se halla en el proyecto que lidera a
favor de los intereses del imperialismo estadounidense en las actuales
circunstancias.
Cuando Trump se
presenta como candidato a la presidencia de Estados Unidos, independientemente
de que cuenta con características que lo hacen un tanto sui géneris, no es un
asunto personal lo que cuenta. Es la expresión de una política para estos
tiempos. Representa el revanchismo estadounidense como fase para recuperar los
espacios perdidos. En lo sucesivo, el Estado imperialista yanqui, actuará como
capitalista total ideal.
Esto es, se impondrá
a fracciones del capital que ven afectados sus intereses. Lo fundamental de esa
política es la restitución de la protección como política. Inglaterra con el
Brexit, y EEUU con Trump y su política de guerra comercial contra China, cunas
genuinas de la ideología de la globalización y el nuevo liberalismo, crean las
condiciones para la restauración del proteccionismo. Entierran la llamada
globalización.
CUBA Y VENEZUELA, CASOS DIFERENTES
La Cuba de la
revolución de 1959, se encontraba en medio de la contradicción entre el
imperialismo estadounidense y el novel socialimperialismo ruso. Para la época,
cuando se inicia y desarrolla el bloqueo estadounidense, la diversificación se
encontraba en el aparato económico de EEUU. Los rusos centraron la lucha por la
hegemonía en el desarrollo de la energía atómica y su uso para la cuestión
bélica, además del impulso aeroespacial. No contaban con una diversificación
que les permitiera cubrir las demandas cubanas. Con el derrumbe de la llamada
Unión Soviética, se da inicio al llamado período especial. Cuba va a sufrir las
más graves consecuencias que permiten, a su vez, esconder los graves errores
del revisionismo cubano que hipotecaron su futuro atados a los rusos y sus
intereses.
Son procesos
diferentes el cubano y el venezolano y su realización se da en condiciones
históricas distintas. De una parte, esta dictadura no encuentra en el pueblo el
apoyo que les brindaban aquellos a su régimen. Por su parte, China es la nación
imperialista más desarrollada en materia manufacturera, por ende, la más
diversificada del planeta. Rusia, quien más incidencia tiene en el régimen en
materia militar y de inteligencia, es la principal potencia nuclear, bélica y aeroespacial.
Aliados importantes como Turquía, brindan lo suyo. Con nada de eso contaban los
cubanos.
El bloque económico
más importante del planeta es el conformado por Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica (Brics). China está configurando un mercado interconectado con la
plataforma una ruta una franja, a la cual ya se han suscrito unos 70 países. Se
trata de un circuito abierto cuyos límites se hallan en la capacidad
competitiva de quienes lo asumen.
China es el país de
mayor diversificación del orbe. Pues bien, China es el país imperialista que
encuentra en Venezuela riquezas fundamentales de la industria moderna. Es el
principal acreedor de la deuda venezolana. Ideológicamente, Venezuela se
encuentra alineada en el pensamiento revisionista chino.
Es por ello que las
sanciones de EEUU contra el gobierno de Maduro afectan significativamente al
país. Afianza los efectos perniciosos sobre la economía venezolana, ya
devastada, causados por las sanciones anteriores. Pero, en ningún caso, son de
la misma magnitud que tuvieron las propias de Estados Unidos contra Cuba en su
oportunidad.
Con estas medidas se
crea una situación controversial y riesgosa. No solamente se trata de las
afectaciones al pueblo, sino también los recursos políticos que le brinda a la
dictadura para unificarse y crear rechazo a quienes se ven favorables a estas
medidas. Buscará la dictadura esconder la naturaleza de la política que nos
llevó a la catástrofe más infame de nuestra historia. Asimismo, se afianzan los
lazos de dependencia de Venezuela con el bloque imperialista que busca
consolidar su hegemonía.
Debilitan a la
dictadura, pero también la pueden fortalecer. Sabiduría y sentido nacional es
requisito fundamental para adelantar una política que sea capaz de aprovechar
las contradicciones interimperialistas. Mismas que resumen una reserva
estratégica que, bien aprovechadas, pueden permitir salir de la dictadura sin
que para ello tengamos que hipotecar nuestro futuro con un imperialismo u otro.
@HERMOSOCARLOSD
Economista | Doctor
en Ciencias Sociales
Profesor Asociado de
la FACES-UCV
Investigador | Dirigente
político
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