domingo, 30 de noviembre de 2014

SIN ATENUANTES




SIN ATENUANTES
Gonzalo Himiob Santomé

Gonzalo Himiob, abogado, criminalista, docente universitario, Fundador del Foro Penal Venezolano, ensayista y poeta, refiere en su texto tres casos, que sirven para poner en evidencia lo que es la ‘justicia’ que hoy se aplica en este expaís.

Estos son apenas algunos ejemplos, que refieren en su crudeza el padecimiento de muchos más que permanecen encerrados, en condiciones similares, sin juicio, sin derechos, sin apelación, a merced de los dictámenes de un sistema policial y judicial, que hace mucho rompió con toda legalidad.

Son los olvidados. Importa levantar la voz en su nombre. mery sananes


GERARDO

Gerardo no tiene derecho a saber si es de día o de noche. Lo mantienen bajo tierra, en una celda completamente blanca y sin ventanas, en la que la monocromía solo la rompe el gris de la exigua cobija que cubre su catre. Una pálida luz permanece encendida las 24 horas del día y una cámara espía todos sus movimientos. Sus abogados no lo pueden visitar. Son “órdenes de arriba”, le dicen. Únicamente recibe el consuelo semanal de su familia en unas visitas restringidas y apuradas que son su único contacto con el mundo exterior. Sabe, sin embargo, que no está solo. Otros comparten con él, a esa misma profundidad y en las mismas condiciones, esos pequeños y aterradores espacios que hasta los mismos custodios llaman “las tumbas”. Así se siente él, en un sepulcro, enterrado en vida.


Goza, sin embargo, de breves escapes. Tal es la hondura de su encierro, y tan intensa es su necesidad de conocer cuánto tiempo pasa en esas tristes condiciones, que ha agudizado su oído para acompasar su ritmo diario al primer y al último tren del metro, que en esas profundidades, se sienten a través de las gruesas paredes de su ergástulo. Solo así puede saber cuándo comienza y cuándo termina un día, aunque su sistema nervioso, privado de cualquier posibilidad de regularizar su melatonina, no asimila el truco y sigue buscando pautas y normalidades que Gerardo tiene, también por “órdenes de arriba”, vedadas.



Hasta sus carceleros saben que nadie debe ser sometido a tratos semejantes, mucho menos cuando el gobierno se precia continuamente de su supuesto “humanismo”. Pero eso al poder no le importa. Más le afana usarlo a él, y también a otros, como “ejemplos”. En este mundo al revés que padecemos, si un alto funcionario disfruta de los aviones de PDVSA para el goce privado de su familia, o si otros violentan y hasta matan a los demás vistiendo de rojo, eso no es tan grave como cometer el pecado de alzar la voz contra el presidente. La espiral del miedo que a tantos paraliza no se alimenta sola, es insaciable y no sabe de humanidad ni de respeto a los DDHH. La regla a imponer es la del silencio, sin atenuantes.



Gerardo lidia dignamente con su soledad, con la injusticia, con los daños a su salud que todo esto le produce y hasta con los “zamuros” (rábulas oportunistas ávidos de exposición mediática) que cada vez que pueden se le acercan para hablarle mal de sus defensores y para prometerle villas y castillos que, él lo tiene muy claro, hoy por hoy no son más que espejismos. Sin embargo, aunque le robaron injustamente la luz del sol y su libertad, no han podido quitarle el amor por sus hijos. Para ellos es y fue siempre su lucha. Ellos son su fuerza y su bastión.



 MARCELO

Marcelo sigue tratando de asimilar su infortunio. Le resulta difícil, pues es abogado y no hay nada peor para una mente entrenada en las artes de la ley que sufrir, en carne propia, la irracionalidad de los abusos del poder. También le resultan muy duras las paradojas que supone su encierro. Marcelo fue Director de Yare I, y tenía bajo su mando y supervisión a la que hoy es la Directora de Yare III, lugar en el que lleva más de 220 días detenido ¿Su pecado? Ser activista de DDHH y haber asistido legalmente y de manera gratuita a unas personas en un allanamiento. Fue detenido, bajo engaño además, en el momento en el que prestaba sus servicios a quienes se lo pidieron, sin estar cometiendo delito ni tener orden de captura dictada contra él. Fue detenido por ejercer su profesión.



A veces piensa que tampoco se le perdonan las duras palabras que contra la persecución injusta de manifestantes, pronunció en febrero de este año, cuando le tocó, como voluntario del Foro Penal Venezolano, asistir en una audiencia a varios de los jóvenes detenidos en una causa delicada: La que luego serviría para procesar a Leopoldo López.



Marcelo está mal. Desde su celda de máxima seguridad padece día a día 40 grados centígrados de calor sofocante, viendo además que sus problemas de la columna, y lo que es más grave, ese implacable cáncer en la piel que cada día le roba un trozo más de vida, le tratan con la misma crueldad que le muestran sus captores.



Está preocupado por sus hijos de 3 y de 5 años de edad. Vivía en un apartamento alquilado y era el único sostén de su familia. Llega diciembre y no podrá estar con ellos. Eso le duele mucho más de lo que se permite reconocer. Ya no dicta sus clases de derecho penal, y la verdad sea dicha, a veces se cuestiona si su amor por el conocimiento y la enseñanza vale aún la pena.



Es que la sevicia se le dispensa sin atenuantes. Lo importante, para quienes le tienen sometido, no es que esté enfermo o que merezca en todo caso ser juzgado en libertad, sino el mensaje que el poder envía a los demás abogados del país: “No se metan a redentores. Si defienden a un “apátrida”, a un “guarimbero” o a un estudiante revoltoso, aunque la ley esté de su lado, son ustedes unos criminales”.



Sin embargo, cada noche (Marcelo, al menos, sí puede ver desde su celda la luz del sol) ve un trocito de cielo nocturno en el que, si tiene suerte, a veces se coloca como si fuese solo para él, una estrella. Entonces se calma. Sabe que no es un criminal, y que en todo caso ese mote cala más en quienes, con sus abusos, le robaron el abrazo navideño de sus hijos. La justicia llegará, Marcelo lo sabe.




INÉS

Esta semana Inés esperaba tranquila que la dejaran en libertad. La orden la había dictado el tribunal que lleva su causa, a solicitud de la fiscalía. Es una muchacha apasionada, de carácter fuerte. Eso la llevó a emitir públicamente muy duras palabras contra el gobierno y sus agentes. Ese era su pecado, y hasta cierto punto ella misma lo reconocía como tal.



Pero eso es una cosa y otra, muy diferente, es que tus trinos te lleven a la cárcel. Así no funcionan la democracia ni los DDHH. Además, la pena que en todo caso le correspondería, en caso de ser condenada, no permite que se la mantenga encarcelada durante el proceso. Por ello había sido acordada su libertad; pero no contaba Inés con el tamaño de la maldad contra la que luchaba.



Pasaban los días, y sus carceleros no la dejaban salir. Excusas mediante, minuto a minuto empeoraba el olor de la triquiñuela que preparaban contra ella. El gobierno no estaba dispuesto a respetar ni la Constitución que dejó el “gigante”, y tenía que demostrar que, contra los suyos, ni el pétalo de una rosa. Le llegó al cabo de cuatro días de incumplimiento descarado de una orden directa del tribunal, una sorpresa sin atenuantes: El mismo juzgado que había ordenado su libertad, a instancias de la misma fiscalía que la había pedido, le había revocado la medida y había ordenado (cruel ironía) su “captura”, pese a que sus captores jamás la habían liberado.



Inés no desfallece. Sus ideales son incapturables. La lucha por su libertad sigue. Ella sabe que su causa es a la vez la de millones de personas que no están dispuestas a tolerar que en Venezuela, como era antes, mande más un policía que un juez.



@HimiobSantome


Gerardo Carrero, estudiante (Sebin)
Marcelo Crovato, abogado (Yare III)
Inés González Arraga, twitera (Helicoide)
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viernes, 28 de noviembre de 2014

EN CUALQUIER RINCÓN DEL EMPIRIO





Maracay, 27 de noviembre de 2014
Señor: Omar S. Santaella Yegres (OSSY)
Cualquier rincón del empíreo
Presente:

¡Hola, hermano!, saludos para ti y cuantos te rodean en estos momentos de crecimiento etéreo; en verdad, ignoramos si en aquellos dominios, los niños recién iniciados en el tránsito de existencia empírea han adquirido capacidad necesaria para leer e interpretar mensajes recibidos de parte de los mortales, más aun cuando faltan 4 meses para tu primer cumpleaños en aquellos dominios de paisajes azules y blancos, asumiendo como punto de partida, el día de tu imperiosa despedida del recinto de los mortales.

Como bien recordarás, en nuestra dimensión, el niño suele iniciarse en la lectura y escritura a partir de los 5 o 6 años de edad como si fuese a la par con la caída de sus primeros dientes, pero, aun cuando sospechamos que en tu nuevo hábitat, las cosas relacionadas con el tiempo ocurren diferentes y por información precisa, sabemos que el transcurrir del tiempo de las edades no es cuantificado como en la Tierra o simplemente, no existe.

SIEMPRE ES BUENO CONOCER ALGO DEL RECINTO AL
QUE ESTAMOS OBLIGADOS A ARRIBAR ALGÚN DÍA

Razón por la cual, durante algunos años, hemos pedido referencias a mamá de manera reiterada, de cualquier tipo de información relacionada con la dinámica de aquel mundo etéreo y hasta la fecha, no hemos recibido siquiera, la más pequeña muestra de ello como tampoco justificación de su silencio al respecto.

Al parecer, conceder ese tipo de información a los mortales es prohibida, según leyes celestiales. Pero, como tú eres tan avispado, estamos seguros que en el momento oportuno, nos darás algunas referencias, a no ser que realmente haya   prohibición absoluta de parte de aquellas autoridades.  

¿Cuestión de leyes o normas?, es posible.

¿Cualquier otra cosa?, también lo es, pero, siempre es bueno conocer algo del recinto al que estamos obligados a arribar algún día.  

Nos resulta extraño que se niegue información alguna a familiares de muchos de aquellos residentes que permanecemos acá, con ganas de conocer algo de la dinámica de aquellos dominios, más allá de la imaginación; cualquier cosa, por pequeña fuese, sería extraordinaria.

TRES SUEÑOS EN BUSCA DE UN MENSAJE

Hermano, si estás en capacidad de entender cuanto decimos y pedimos, queremos informarte que apenas convertido en recuerdo, dado tu distanciamiento  físico, el subconsciente inició la actividad de los sueños y como cosa rara, el primero de ellos estuvo relacionado con la noche de tu velorio; raro porque siempre el subconsciente impone sueños para permitirnos el encuentro con nuestros muertos en un momento de actividad pasada, compensatoria de la necesidad de permanencia en la presencia de un  compartir que pudiera involucrar familiares y amigos, pero, en esta oportunidad no ocurrió así.

Estabas en la sala fúnebre, soportabas la rigidez de los viajeros  a los dominios de nunca volver; la urna, marrón claro, espaciosa, la “misma” de aquella noche de marzo, pero, no sabemos por cuál razón, en el sueño permanecía cerrada porque no se permitía mirar tu rostro y así permanecería el resto de la noche.

Aun así, mientras eso acontecía en el salón velatorio, contemplábamos en hermético silencio, tu imagen en actitud pasiva, cubierta de luz, dentro de una nube blanca que evitaba la visión de los asistentes; desde lo alto contemplabas  aquel ataúd y tu rigidez, así como a cada uno de los asistentes esa noche, sin propuesta alguna;  creemos haber advertido en ti, una breve sonrisa como queriendo demostrar ausencia de dolor; había en ti, satisfacción por tu nuevo estado de vida; por eso nuestra intriga con la vida etérea.

SI LLEGAS A CONOCER LOS SECRETOS
DÁNOSLOS A CONOCER



¡Hermano!, ¿Será que lograrás autorización para conseguir información de los secretos de aquel mundo o dimensión diferente y dárnosla a conocer?, ¡Inténtalo!

Recordamos que para asegurar la permanencia de la urna cerrada, lograron colocar sobre la misma, una pesada cruz, casi del largo de la caja mortuoria, y los brazos de la misma, tan cortos como el ancho de la urna; toda ella, elaborada en rosas blancas, con olor de azahares y malabares; en ese momento, los miembros de la familia, lejos de protestar aquella medida de encierro, se abocaron a orar por tu eterno descanso y felicidad en tu nueva morada.

Oraban todos, sentados en sillas colocadas alrededor del ataúd, tal como estuvieron distribuidas la noche del velorio; igualmente, pintadas en negro, pero sus estructuras evocaban cierta época pretérita, eran piezas elaboradas en bambú o ratán, con dos arcos superpuestos como espaldar y asiento redondo con maya de mimbre.

BUSCO SABER CUÁL SERÍA EL MENSAJE

Luego, todo quedaría envuelto en la misma y densa  nube blanca; de ella, vimos salir a cada uno de los asistentes, hasta disiparse la nube y quedar el salón fúnebre iluminado, con la misma luz blanca de donde tú observabas, que impedía por momentos, ver hacia el interior del recinto de la capilla que permanecería con las sillas vacías.

Nosotros, contemplativos como si también estuviésemos en la dimensión etérea, paralelos a tu ubicación en aquel escenario.

Allí permanecimos por tiempo imponderado, en actitud pasiva, inmóviles, sin pronunciar palabras, sin interrogantes por aquel vacío repentino.

¡De pronto!

Nos percatamos de la realidad:

Tú continuabas en el lugar asignado, con la misma rigidez impuesta.

No sabemos cuántos minutos de sueño hubimos vivido.

Fue necesario reiterar el momento

Tú continuabas contemplativo, observando tu rígido cuerpo.

Simplemente, despertamos.

Una interrogante inundó el consciente:

¿Cuál sería el mensaje?


DE LA MEMORIA DEL PASADO A LA INVENCIÓN DEL FUTURO

Durante otra noche de sueños, el subconsciente como máquina del tiempo, nos trasladaría a un momento pasado e incluso, superando la intencionalidad u objetivo de aquella subconsciencia, pudiera permitirnos viajar al futuro de las edades, convirtiendo en magia los sueños, más allá de la imaginación consciente.

En esta oportunidad contemplamos un lavadero rústico, de pueblo o barrio, rodeado de matas con flores blancas, sembradas en porrones de barro; tal vez, era el año 1944, comienzos de la familia, contemplamos a mamá joven, se nos ocurre suponer, estaría por cumplir  34 años de edad; entonces, atiende al pequeño Omar, su sexto hijo, de unos 4 meses de edad aproximadamente, a quien cambia el pañal, un trozo de tela blanco de unos 50cm por lado, elaborado en tela de algodón; aun no se piensa en desechables; lavado previamente en agua caliente para esterilizarlo y evitar dañar  la piel del niño y su salud en general.

Mientras mamá realiza dicha operación, yo, con poco más de siete años cumplidos,  pantalones cortos y alpargatas negras, con suelas de caucho vehicular, río en mis adentros tu desnudez; recostado a la puerta que comunica la cocina con aquel lavadero, contemplo una de las tareas cotidianas de las madres; el silencio de nuestra parte es absoluto como siempre, mientras tú respondes al lavado con el llanto de los bebés, una nalgada suave te hace guardar un largo silencio. Es el instante preciso para despertar.

Cuando hayas alcanzado edad suficiente, de ser requisito en aquellos dominios, para comprender el cambio de vida alcanzado, habrás de interpretar en su justo valor uno de los sueños que estamos seguros, será de tu mayor agrado:

DE LA MUERTE A LA INFANCIA Y FINALMENTE A LA MADUREZ
¿QUÉ INTERPRETAS, HERMANO?

Íbamos sin rumbo determinado en un carro de paseo, por una carretera bastante estrecha, dicho carro era ancho, color negro, cuya marca y modelo no fue revelado; no obstante, pudimos reconocer un viejo modelo de los años cincuenta del siglo pasado, deducción a partir del tamaño “descomunal” del volante elaborado con adornos de nácar.

Yo conducía, a mi lado, una hermosa mujer de ojos claros, color azul  cielo, reflejos de la tranquilidad de las aguas en lagos de montaña; no estamos seguros, pero, creo recordar el color rubio-dorado de su pelo rosando mi cara con largos crespos y el olor penetrante de los pinos de aquella larga y sinuosa carretera.

Mientras evitamos no topar con los bordes de la misma, ella dice cosas a mi oído que no sabría recordar y cuando miro a través del retrovisor, tú, sentado al centro de la butaca trasera, pareces orientar la acción de tres bellísimas mujeres que te asaltan con besos y caricias como queriendo ocultarte de la noche que vuela en busca de la madrugada.

Más allá de ese momento que se repite quién sabe cuántas veces como queriendo corregir algo del sueño mismo, recordamos haber recorrido largo trecho de la vía en la misma situación; creemos que la repetición consistía en iniciar el viaje, recorriendo la misma ruta; jamás salimos de esa vía, nunca arribamos a sitio alguno, hasta llegado el instante del despertar.

Son 3 sueños puntuales, 3 momentos de vida diferentes, comenzando por el momento de la muerte, lo último ocurrido; el viaje hacia el tiempo pretérito, comienzo de nuestras edades, y finalmente, la adultez. ¿No sabemos que interpretarás de esto?, tú me dirás cuando nos comuniquemos.

ESTARÍAS CUMPLIENDO 72 AÑOS Y DE SEGURO LO
CELEBRAREMOS

Quisiéramos que recordaras que acá entre los mortales, estarías cumpliendo 72 años y es probable que tu mujer y tus hijos, particularmente, Omar Karim y José Gregorio, junto a nuestras hermanas: Maritza, Mirna, Raquel,  Francia y el cuñado Gerardo, sin nombrar los sobrinos y nietos, acudan a la iglesia para celebrar una misa en tu nombre.

Por supuesto, no descartamos que esta noche haya celebración por tu aniversario, tal como lo hubieses querido porque como reiteraras siempre, la vida continúa y debe disfrutarse.

Saluda a los miembros de la familia y a todo conocido que veas, un abrazo a papá que debe ser uno de los más contentos con tu arribo, no vayas a molestar a Dady, ahora, es mayor que tú.

Hasta la próxima.

Tu hermano: RSY.

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RUBÉN BLADES - AYOTZINAPA


Rubén Blades


Este texto de Rubén Blades, es parte de una expresión de una conciencia sobre la tragedia que vive actualmente el planeta. México es apenas una muestra de una masacre continuada que se extiende cada vez más sobre fronteras y territorios como un mal incurable.

Lamentablemente no logramos juntar estos males para poder luchar contra ellos organizadamente, enfrentarlos como la acción que ejerce el poder sobre los más vulnerables y débiles. A veces ni siquiera para poder identificar a quienes las ejecutan. La masacre se disfraza y toma todos los signos. Hasta el punto que hay quienes las celebran y festejan, porque en sus mentes, el asesinato es algo que se puede justificar. Sobre esto hemos escrito muchas veces.

Y hoy pensamos que este pobre expaís, que alguna vez se llamó Venezuela y que fue transformado en Venecuba, lleva una cuenta de muertos y masacres que supera en mucho a aquellas que ocupan primer plano en los diarios.

No sólo podemos hablar de las decenas de masacrados desde febrero del 2014 hasta la fecha sino de los cientos de estudiantes presos por decisión de un poder que actúa por encima de toda legalidad. Hoy debemos referir más de una treintena de muertos, en Uribana, Tocorón, San Juan de los Morros, en una más de las tantas masacres carcelarias de este expaís. 

La extensión del horror es tal, que no solo los muertos dejaron de tener nombre, sino además también carecen de número. El olvido es lo único que se cierne sobre ellos. Y el dolor inimaginable de un entorno familiar tan roto y destrozado como este expaís en el cual se sobrevive.

Saludar este texto no tendría sentido si no convoca a una reflexión sobre lo que vivimos hoy y aquí, en esta Venecuba despedazada, masacrada y devastada. De nada nos sirve la conciencia ajena, si no se convierte en una mirada de nuestras propias miserias, descreimientos y complicidades. mery sananes



AYOTZINAPA
Rubén Blades



No puedo permitirme callar en el asunto de Ayotzinapa. Después de lo sucedido, nada debe volver a ser como antes. La humanidad no puede seguir alimentando el silencio que contribuye a soslayar y olvidar estas tragedias. Ese invisible muro de silencio que con tanta frecuencia se va construyendo después de la denuncia inicial de un hecho abominable. Ese silencio que funciona, lamentablemente, como reemplazo de la verdad.


Al escapar del silencio, lo de Ayotzinapa se le escapó también al propio Estado mexicano. Este hecho local se ha transformado en un asunto de interés universal, desde que se evidenció la increíble complicidad entre servidores públicos y delincuentes. Hoy, por el efecto de las redes sociales, el mundo entero conoce de lo ocurrido en Ayotzinapa. En todo el orbe se habla de lo ocurrido con los 43 estudiantes, y el mundo exige justicia.





Pero quizás no hemos comprendido aun la verdadera dimensión del hecho. Las desapariciones de personas en América Latina no son eventos raros. Baste mencionar Ciudad Juárez en México y se evocan los cientos de mujeres cuyo paradero aun se desconoce. A lo largo de muchas décadas nuestro afligido continente, desde Centro hasta Sur América, ha sufrido la desaparición de miles de personas secuestradas y jamás encontradas, ya fuera por motivos políticos o por actos delincuenciales. Pero las recientes desapariciones en Ayotzinapa, aunque semejantes en su condición de víctimas a las producidas en Latinoamérica, agregan una característica especial a la tragedia.



La historia de abusos a los derechos humanos en la mayor parte de América Latina fueron resultado de la acción de dictaduras militares. En el caso de Ayotzinapa, de confirmarse la tesis hasta ahora manejada en los medios, los 43 ciudadanos fueron secuestrados y hechos desaparecer bajo un Estado de Derecho. Esta diferencia es importantísima y nos obliga al análisis de esta amarga lección desde la perspectiva de un contexto mas amplio.



En este caso se trata de servidores públicos quienes, actuando en representación del esquema administrativo del Gobierno y del sistema político operante, son responsables por el arresto ilegal de 43 ciudadanos mexicanos y por la entrega de esos detenidos a presuntos elementos criminales civiles. Lo hicieron basando su autoridad en el poder otorgado por el Estado mexicano, utilizando vehículos de manera oficial y en violación absoluta de los derechos de los detenidos, de la Constitución y leyes de la República de México, traicionando su obligación como servidores de la ciudadanía y transgrediendo los derechos humanos universales.


Peor aun, este no fue un episodio fortuito. Fue un acto deliberadamente público, donde un Alcalde utilizó el poder del Estado mexicano con propósitos evidentemente personales y antidemocráticos, con el apoyo absoluto de una fuerza policial que supuestamente existe para proteger y ayudar a la población, todos aparentemente envalentonados por una expectativa de impunidad gubernamental que nos ayuda a entender por qué no les importó que sus actos pudiesen llegar a ser del conocimiento publico. Todo se hizo a la vista de quien lo quisiera ver, sin escrúpulos, tal como ha ocurrido en regímenes totalitarios.



Un país que se define como soberano y democrático no puede permitir que sus actos oficiales sean indistinguibles de los desmanes que se producen bajo una dictadura militar. Ayotzinapa hace que México, hoy por hoy, parezca ser un país que no es gobernado por leyes. Produce la impresión de ser un Estado a la merced de un poder que resulta superior al de un gobierno legítimamente creado, con una Constitución inoperante y un electorado impotente ante la burla del efecto que procuró su voluntad electoral. Pareciera un país en donde la sociedad y su gobierno están fatalmente subordinados a lo que ese otro extraño poder decida, a merced de su violencia y con una limitada o nula capacidad de respuesta frente a sus actos.



El Presidente Peña Nieto ha declarado que se tomarán las medidas necesarias para encontrar a los culpables. Eso, aunque es algo esperado y necesario, no parece suficiente. El asunto, debido a la gravedad y la magnitud del problema, no se va a resolver solo con el arresto, juicio y posible condena de un Alcalde y sus cómplices, incluyendo a los policías que se llevaron a los 43 y a los delincuentes cómplices. México está sumido en una de las peores crisis institucionales que país alguno haya experimentado, públicamente, en las ultimas décadas. Lo ocurrido en Ayotzinapa no solo evidencia y describe la descomposición moral, o incapacidad administrativa de unos cuantos funcionarios: más bien aparenta representar la afirmación absoluta de la existencia de una corrupción moral, institucional y cívica que contamina todo el sistema político y que incluye, además, a una parte de su población civil. El problema, por su complejidad, no debe circunscribirse a responsabilizar exclusivamente al narcotráfico y su efecto pernicioso. Su raíz es más profunda, conectada a la realidad de todos los sectores del país.


Ante esta posibilidad surgen varias interrogantes. ¿Existirá la voluntad del sector público mexicano, independientemente de banderías políticas o de posiciones ideológicas, para enfrentar la crisis y crear un argumento-propuesta política de consenso nacional de verdadera reforma, que acabe con el presente clima de oportunidad y de impunidad para la corrupción, pública y privada, y castigue objetivamente al que la disfruta, alienta y promueve? ¿Se dispondrá el sector privado, que incluye al pueblo de México, a enfrentar las consecuencias políticas, sociales y económicas que una real reforma política nacional desencadenaría?



¿Cómo reaccionará la terriblemente afectada población si los intereses que sostienen ese poder extraño, el que favorece y alienta el presente estado de corrupción e inseguridad, deciden actuar para preservar sus prebendas?


Ayotzinapa es un clarín de lucha convocando la atención de todos los pueblos, de todas las sociedades. Es la evidencia necesaria que nos indica lo que nos puede ocurrir a todos, si no enfrentamos la descomposición de nuestros sistemas como consecuencia de la corrupción política y civil que afecta a todos nuestros países, donde sea que estemos y de la nacionalidad que seamos. 



Ayotzinapa no es un problema mexicano. Es un problema humano, y por ende, internacional. Es también nuestro problema. En el caso particular de nuestro país, Panamá, lo ocurrido en los últimos años nos acercó peligrosamente a esa misma realidad y allí también debemos detener la escalada de una corrupción política y cívica en aumento, propiciada por la codicia que se manifiesta con un cinismo cada vez más ofensivo. De esto comentaré en un articulo especial próximamente.





Dependerá de la voluntad de todos los pueblos del mundo, afirmar o desmentir el dictamen que declara que cada país crea la realidad que su acción, o inacción, merece. Espero que el sacrificio de esos 43 mártires, porque eso es lo que son, sirva para animarnos a adecentar la democracia, a revivirla y rescatarla de nuestra mediocridad cívica y de los tentáculos de una corrupción que se generaliza cada vez más y que amenaza con producir el desplome de todo lo que una vez consideramos digno y posible.



Rubén Blades
24 de Noviembre, 2014
Panamá


Te invitamos a consultar deslinde2011.blogspot.com y laclase.info
Medio alternativo para el debate y la lucha de los 
trabajadores y el pueblo oprimido




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MI HIJA, BÁRBARA



Fotografía de Marco Mancera

Un extraordinario testimonio de amor y de vida

MI HIJA, BÁRBARA
CÉSAR MIGUEL RONDÓN

UN FRAGMENTO DE
‘SOY BÁRBARA Y SOY ESPECIAL’

Por César Miguel Rondón 
26 de noviembre, 2014

Cuando coloqué en el pecho de Adriana el cuerpecito de Bárbara recién nacida, de inmediato nos dimos un abrazo largo y muy intenso. Entendíamos ella y yo que con esa criaturita entre nosotros comenzaba una nueva vida para la que no estábamos preparados, una vida que jamás habíamos ni siquiera sospechado.

Con un miedo inmenso ante el descomunal reto que teníamos por delante, llegamos a una primera conclusión: los niños Down son, en primer lugar, «hijos Down». Es decir, los padres no tenemos otra alternativa que asumir el desafío que nos impone la vida: es nuestra hija y por ella todo, así no sepamos qué es lo que tenemos que hacer y, mucho menos, cómo hacerlo.
Después el hijo Down tiene que convertirse en un «hermano Down». En otras palabras, los hermanos tienen que asumirlo como uno más de la familia, con todas sus diferencias y limitaciones. Quererlo de manera entrañable y sin renuncias, sin que jamás ese amor verdadero y espontáneo resulte pesado, todo lo contrario.

Ya después, nos decíamos Adriana y yo, el hijo Down y el hermano Down, se convertiría también en el sobrino Down, en el primo Down y con suerte, pensábamos tragando grueso, hasta en el amigo Down.

Todo esto suponía que a la familia le tocaba ahora un camino escarpado, lleno de incertidumbre y dificultades. Y no nos equivocamos, no resultó fácil criar a una niña Down y mucho menos en la muy cerrada sociedad venezolana de hace veintinueve años.

Pero sí nos equivocamos en algo fundamental: si como dice el refrán popular «todo niño nace con un pan bajo el brazo», todo niño Down nace, además, con una bendición especial, inmensa y luminosa, que baña a todos los que lo rodean. Muy pronto comprendimos que la presencia de Bárbara había cambiado nuestras vidas, pero las había cambiado para mejor. Nuestra familia toda se hizo más cercana y solidaria, aprendimos a valorar lo que antes dábamos por gratuito e insignificante, y entendimos que la vida es una celebración cotidiana donde todos los esfuerzos siempre tienen una recompensa, por minúscula que esta sea. Por Bárbara aprendimos todos a no cansarnos ni rendirnos y, sobre todo, a agradecer.

Nuestra amada hija Down resultó una entrañable y necesaria hermana, una sobrina y prima adorable y una amiga maravillosa a la que todos buscan y quieren. ¡Cómo tiene amigos esta muchacha!

Este libro da el testimonio vívido y emocionado de Adriana, Floralicia y sus cuatro hermanos, César Ignacio, Victoria, Andrés Miguel y María Antonieta. Pero ha podido extenderse sin límites en los testimonios de todos los que la han conocido y han compartido con ella a lo largo de estos veintinueve años. Y es que nadie queda igual, indiferente, una vez que Barbarita ha entrado en su vida.

En aquellos días de junio de 1985, cuando la confusión, el miedo y la incertidumbre nos invadían en los pasillos del Centro Médico de Caracas, mi papá, que llegó tarde a conocer a su nieta pues era el Embajador de Venezuela en Panamá, me apartó a un rincón y me comentó, poniéndome solidariamente la mano en el hombro: «Tranquilo, hijo, ella siempre será feliz». Pensé que lo dijo como un mero consuelo, o que, intuyendo que en tanto Down sería una persona que viviría al margen de las grandes tragedias y dolores de la vida, estaría resguardada por siempre de los latigazos de la tristeza.

Como fuera, mi papá acertó, pero se quedó corto. Barbarita no solo es la persona más feliz que conozco, sino que contagia y transmite a raudales esa felicidad a todos los que la rodean. Gracias a Bárbara, nuestra cotidianidad está llena de carcajadas que estallan inesperadamente en medio de la frustración o el abatimiento. Su sentido del humor, ácido, agudo e inteligente, es un magnífico lubricante para el ánimo. Y de ella, también, el abrazo, la caricia y el silencio cuando son necesarios. Con Barbarita siempre viene una frase oportuna para quebrar el desaliento, la desesperanza. Lo digo y me lo digo constantemente: si las personas tuvieran apenas un cuarto de la autoestima de Bárbara, la vida fluiría plácida y liviana, sin dificultades.

Superado el susto de hace veintinueve años, todavía no sé cómo agradecer suficientemente su existencia.

Caracas, septiembre de 2014


Yo no me creo especial por tener síndrome de Down.
Me siento especial por las muchas cosas que hago en mi vida.
Pero tener este síndrome te hace aún más especial
ante la gente y ante ti mismo.
A veces se siente miedo a lo largo de la vida, como al rechazo o a no ser aceptado.
Pero no le temo a la vida.
En el preescolar yo era distinta de los demás niños.
¡Cuántas cosas podía hacer yo que ellos no podían!
Cuando me miro en el espejo no veo que tenga síndrome de Down.
Según pasan los años se me hace más difícil ser comprendida al hablar.
No lo soporto.
Siempre me expreso mejor y expongo más mis sentimientos
cuando escribo en toda mi poesía.
He estado escribiendo toda la vida. Mi madrastra y yo tuvimos un buen plan:
llenar un blog con todos mis escritos.
Así que cada día tomo un poema del libro que estoy escribiendo,
que habla sobre mí, sobre mi familia y sobre la gente que amo.
Cuando escribo a la gente le es más fácil comprenderme.
Para mí, la vida significa existir, hacer cosas, salvar el mundo, salvar a la gente.
Toda mi vida he querido ser consejera.
Ésa es mi verdadera pasión en la vida.
Creo que toda la gente… los chicos que tienen síndrome de Down,
¡hay tantas cosas que pueden hacer en sus vidas!

del documental Down to be up, de Victoria Rondón y Steve Vega

LEA TAMBIÉN:
Estos dos fragmentos pertenecen al libro Soy Bárbara y soy especial, coautoría de María Bárbara Rondón y Marianela Balbi. Ambos fueron cedidos gentilmente por sus autores y por Editorial Planeta para compartirlo con los lectores de Prodavinci.

César Miguel Rondón 
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