martes, 11 de noviembre de 2014
CUMPLEAÑOS, “GUERRA DE GÉNEROS” Y EL ENCUENTRO DE 2 PLANETAS
CUMPLEAÑOS, “GUERRA DE
GÉNEROS” Y
EL ENCUENTRO DE 2 PLANETAS
Ramón Santaella
El día jueves, 10 de Octubre, recibo una llamada por CANTV, es mi hijo,
para avisarme que al día siguiente, viernes 11, celebrarán el cumpleaños nº 4,
de mi nieto José Alejandro en uno de los Kínderes localizado al norte de la
avenida Las Delicias de Maracay y me dio la dirección del lugar: “¿Recuerdas
donde fuimos a buscar a José Alejandro, el otro día?, no entres por allí, sigue
derecho y…, ¿Sabes dónde está la Casa Apure?, continúas y en la próxima entrada
giras a la izquierda; si no puedes estacionar allí, buscas el parquecito que
está al frente del colegio, allí le celebraremos la fiesta, junto a los compañeros
de Kínder, los esperamos entre 9am y 11am, chao.
El viernes, salimos a la
caminata matutina, de 7am a 8am; en el camino asistimos a clases de gimnasia de
estiramiento y bailo-terapia, de 8am a 9am (3 días por semana), y pendiente del
cumpleaños del nieto, regresamos aprisa a la casa, con la finalidad de hacernos
presente en tan magno evento.
PASE POR EL PUENTECITO Y
A LA IZQUIERDA
Subimos por la avenida Las
Delicias, voy pendiente del sitio donde estuve con mi hijo días antes, sonrío
cuando lo veo y me presto a buscar la Casa Apure; como el tránsito en el área
no resulta sencillo, no percaté su ubicación y cuando nos dimos cuenta, estábamos
cerca de enrumbarnos hacia la cuesta que conduce al pueblo Choroní en el
litoral aragüeño.
Retrocedemos, vemos una
pareja de adultos en espera del bus; ¿Buen día, por favor, serían tan amables y
nos dicen, dónde está ubicada la Casa Apure?
Uno de ellos responde: “Sí
mijito, ahí mismito, Usted pasa el puentecito y a la izquierda verá la Casa
Apure”
Lo extraño es que, con la
mira puesta en la búsqueda de la bendita dirección, no habíamos visto
puentecito alguno, pero, ¡bien!, ¡Gracias, señores!, ¡Gracias!
Descendemos en busca de algo
que no recordamos haber visto al ascender la vía y para colmos, tampoco lo
percatamos ahora; no queda más que regresar, tomo el celular y llamamos al papá
del cumpleañero que después nos enteraríamos, andaba comprando una bandeja de
gelatina multicolor, para satisfacer el gusto de los pequeños: ¡Aló!, Nelson,
estamos llegando; en este instante estamos pasando por el sitio donde
estacionamos la vez pasada, ¿A cuántos metros, aproximadamente, debo encontrar
el cruce que tú mencionaste?
Resuelto el problema,
llegamos al parquecito; es un terreno amplio, perteneciente a la comunidad,
aprovechado por la unidad escolar para realizar eventos múltiples, incluida las
clases de educación física.
La nuera, María Laura, nos
presenta a la maestra de Kínder, Zulismar y a su auxiliar, yusleys; la sorpresa
grata fue encontrarnos con Mirza, nuestra hija mayor, contenta porque el
próximo 2015 cumplirá 55 primaveras y, según ella, será incluida entre los
pensionados del Seguro Social Obligatorio.
LA GUERRA FRÍA ESTÁ
LATENTE
Lo cierto es que el
cumpleañero estaba ocupado saltando con sus compañeritos (solo varones) en una
casita inflable, alquilada para la ocasión, mientras las niñas eran atendidas
por la auxiliar en otra actividad; pasado el ¼ de hora, tocaba el turno de
saltar a las niñas.
El hecho de observar la separación de los niños, según género, nos llama un
poco la atención y pregunto: ¡Mirza!: ¿Por qué separar varones y hembras,
cuando deberían divertirse juntos?, ¿Acaso es pequeño el inflable?
¡No papá!, ¡Nada de eso!, ellos forman grupos asociados en el aula, donde
comparten alrededor de la misma mesa porque la maestra y su auxiliar los observan
e inducen pedagógicamente al quehacer diario, de manera conjunta pero, la
guerra fría está latente.
¡Mira!, si los colocamos a todos en el inflable, estoy segura que los
varones saltarían sobre las niñas con la finalidad de apartarlas; tú lo sabes
muy bien, a esa edad los niños no
quieren compartir nada con las niñas aunque, cuando sea el momento de la piñata,
ni cuenta se darán que están juntos porque cada quien estará pendiente de llenar
su bolsita y no te sorprenda que algunos varones colaboren con las niñas (como
en efecto ocurriría).
DEL POCOYO AL DRAGON BOL
Pasada cada cuarto de hora, había que ayudar a los niños a calzarse, hembras
y varones en su momento, se arremolinan alrededor del mesón, donde observamos
una torta de dos kilos, con la imagen de “Dragón Bol” en el centro, comic
preferido de José Alejandro; cotillones
en cajas plásticas en forma y tamaño de rebanadas de pan de sándwich que serían
entregadas a cada niño; además, un grupo de vasos plásticos que Mirza ha ido
marcando con el nombre de cada niño, con la finalidad de evitar fuesen lanzados
al piso, por los traviesos del grupo; dichos vasos eran utilizados en la medida
en que la actividad de los inquietos amiguitos (hembras y varones), exigía
ingerir agua mineral del pote ubicado también sobre dicho mesón.
El resto del mismo era ocupado por los muchos regalos que llevaron los
compañeros a José Alejandro y como hecho curioso, buena parte de los mismos
estaban en bolsitas o envueltos en papel de regalo, cuya figura resaltante era
el mismísimo “dragón bol”, por lo visto, el comic de los pequeñines varones en
la actualidad, mientras las pequeñitas de la casa miran “las chicas
super-poderosas”, “poco yo” y “pepa, la
cochinita; estos últimos asociado al interés también de varones, donde oyen y
pueden aprender valores y principios como la familia, la amistad, el compartir,
el respeto, etc.; aún recuerdo que el comic más visto por Nelson José, su
padre, cuando tenía la misma edad, era “Meteoro”, el niño-piloto invencible en
su carro “max5”.
Llegado el “descanso” de los
varones, María Laura, la nuera, coloca las botas ortopédicas a José Alejandro y
le dice: ¡Mira quien llegó, el abuelo!,; el nieto se nos acerca sudoroso a
consecuencia del intenso “trabajo” que realiza junto a sus compañeros. La madre
que lo sigue de cerca, le expresa: ¡Pida la bendición y salude!
José Alejandro estira una de
sus manos al abuelo y…, “hola, abuelo, bendición” y antes de recibir nuestra
respuesta, corre al encuentro de los chipilines que lo secundan en los saltos
“mortales” ejecutados en el inflable.
UNA PIÑATA REUSABLE
Pasaron los minutos con la
rapidez acostumbrada de las horas de juego, había que atenderle a la piñata,
Mirza y el abuelo se encargaron de atarla al mecate dispuesto para ello,
colgado sobre el pequeño saliente o resto de una rama seca que ha sido
eliminada de uno de los árboles del mencionado parque.
Llegó el momento esperado por todos, niñas y niños, cada quien agarrado de
la cinta pendiente de la falsa tapa de la piñata, de manera que al ser halada
se abriría la misma, caerían caramelos, galletas y variados objetos propios del
evento en cuestión, con la finalidad de satisfacer a los pequeños, sin
maltratar el resto de la piñata, donde destacaba la figura de “dragón bol”, que
según Mirza, pudiera ser utilizada el próximo año.
Por supuesto, los padres del cumpleañero, debieron llevar una corcha que
iría debajo de la piñata para proteger la integridad de los asistentes
EL RESTO DE LA JORNADA
SE CUMPLIRÁ EN EL AULA
La maestra, Zulismar, se acerca al grupo familiar y dice a María Laura: “debemos
ir recogiendo todo y llevarlo al aula porque son las 11am y en minutos inicio
guardia de salida, así que el resto de la jornada se cumplirá en el aula”.
Todos colaboramos en
cumplimiento de ese objetivo, los regalos fueron llevados al carro de Nelson,
recogimos todo, incluyendo la basura y después de un recorrido con más
escalones que la entrada al Calvario en Caracas, arribamos al aula.
Los inquietos chipilines se
agruparon alrededor de 3 mesas dispuestas para ello, excepto el cumpleañero que
hubo de sentarse en una cuarta mesa, donde descansaba la rectangular torta, la
gelatina multicolor y los cotillones,
aun sin distribuir.
La actividad del grupo
estaría a cargo de la auxiliar, bajo la mirada observadora de la maestra,
pendiente de acelerar la reunión ante la cercanía de la hora de guardia, sin
dejar de anunciar que el próximo viernes 18 se deberá celebrar otro cumpleaños.
TORTA Y GELATINA PARA LA
DISTRIBUCIÓN
María Laura aprovecha el
momento, hace cortes en la torta y la gelatina, para su distribución, son
cortes pequeños porque la maestra “dispone” que los niños no deben ingerir mucho
alimento azucarado, lo curioso y hermoso es que ellos coinciden con la
apreciación de su maestra; unos piden solo gelatina y otros, solo torta; nosotros
que estamos cerca de la mesa 3, intentamos convencer a los niños para que
exijan las dos cosas y ellos a la vez nos convencen que sería así, pero, al
instante de preguntarles que deseaban comer, se plegaron a la recomendación de
su maestra, solo dos de los 8 alumnos integrantes de la mesa, pidieron comer
torta y gelatina, mientras el grupo se reía de la jugada que me habían hecho y
al final, solo tres o cuatro, entre ellos, José Alejandro, pidieron repetir las
raciones.
Mientras María Laura realiza los cortes referenciados, Yuslenys, auxiliar de aula, con la finalidad de mantener
la disciplina del grupo, invita a
cantar, hembras y varones hacen propuestas; una de canciones infantiles dispone levantar
las manos, tocarse la cabeza, las orejas, los ojos, la boca, la barriga, la
colita, las rodillas, la cintura y sentarse derechitos; sin embargo, notamos
algo interesante, después de esta canción, aquellas con notas femeninas, no
eran seguidas por los varones que permanecían callados; mientras observábamos,
reíamos por dentro y nos preguntábamos: ¿Será esta actitud varonil, parte de la
guerra fría referida por Mirza?
Llegó el momento en que Yuslenys tomó un fajo de papeles con el dibujo de la
cabeza de un aborigen; había sido dibujado y pintado por los niños y se los
devolvían para que lo mostraran a sus padres; cuando entregaron el de José Alejandro,
notamos que una de las plumas brotaba de la cara del aborigen y le preguntamos
¿Qué pasó con tu indio (así lo llaman los niños), que le salió pluma en el
cachete?
Como es costumbre en él, cuando se le hacen preguntas necias, no responde;
luego nos enteraríamos que calcaron una de sus manos en el papel y en el centro
de la misma ubicaron la cara del aborigen; por supuesto, quien abrió la mano al
memento del calco, el pulgar quedaría al lado de la cara del indio.
CELEBRAMOS EL ENCUENTRO
DE DOS PLANETAS
Una vez repartida cada una de las obras de arte, yuslenys pregunta: ¿En
celebración de qué, realizamos estos cuadros?
Los niños levantan la mano al mismo tiempo, no saben que decir ante la
pregunta insistente de la auxiliar, hasta que una de las pequeñas de la mesa
dos gritara: “Encuentro de dos planetas”, señorita, y ésta intentando corregir
a la niña, le dice: “Dos planetas, no, encuentro de dos mundos”.
Ramón Santaella Yegre
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