lunes, 30 de noviembre de 2020

El 06 y 12D: ¿LA MISMA COSA?



Rafael Olbisnki

El 06 y 12D: 
¿LA MISMA COSA?
Agustín Blanco Muñoz

 

El análisis a nivel de Historia Actual, en este tiempo complejo y terrible, reclama el aporte de los actores, el debate de ideas para crear conocimientos que sirvan para trazar líneas táctico-estratégicas portadoras de firmeza y perspectivas.

Y si se actúa así, se entenderá, al fin, que esta historia hoy es una cosa que reclama lectores y actores debidamente capacitados para alejarse de la improvisación, la aventura, el viejo proyecto-acción liberal padre e hijo, que hace del héroe-caudillo-libertador el centro y fundamento de una historia que se mantiene en el mismo pasado, atraso y sequía de nuevas ideas, pasos y frutos.

Indispensable entonces preguntar: ¿Hasta cuándo seguirá este discurso del protagonismo, la postergación, el desgaste y el respectivo y nuevo engaño? Una abuela diría: Con esta masa no se puede seguir haciendo el mismo bollo. Es decir, estamos ante una realidad que hay que saber leer.

La tal libertad, igualdad, fraternidad, autonomía, soberanía e independencia corresponden hoy a los imperios tecno-computarizados de la inalcanzable expresión del capital financiero, dueño-agente de la producción de la mercancía de la sobrevivencia y la muerte-destrucción. Son los imperios dispuestos a acabar con lo viejo para establecer a plenitud el ‘Nuevo Orden Mundial’, la mundo-global-explotación o ‘hiperglobalización’. El total aniquilamiento de ‘los de abajo’ para garantizar in eterno el privilegio de los menos.

No hay  plan-acción de la llamada humanidad del pequeño y viejo orden que tenga garantizada siquiera la sobrevivencia. Un panorama que no puede ser explicado ni superado a partir de la guía que ofrece ahora la llamada confrontación capitalismo-socialismo o liberalismo-marxismo. ¿Dónde está  la teoría transformadora, distinta a revolución-violencia, aplicable a la problemática de estos tiempos?

Y ante este cuadro, hoy-aquí ¿tiene algún asidero y pertinencia la supuesta confrontación elecciones 06D y consulta-‘calle-alzamiento-político-social’ 12D-20? ¿Son dos cosas o la misma expresión de un atraso-engaño? ¿Habrá una nueva Asamblea para una nueva historia y una Consulta para “sacar a Maduro”? ¿Sacarlo de dónde, cómo, cuándo? ¿Con una acción tipo 30-Ab-20?

La misma mentira de los mismos poderes, sigue en pie. Y por eso, Sancho, mientras la mayoría social vote, consulte y mire a favor de los dueños y no hacia sí misma y otra historia, ¡seguirá la misma cosa!

@AblancoMuñoz
abm333@gmail.com
 
 
  

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PROBAR EL FRAUDE




PROBAR EL FRAUDE
Luis Marín

Cuando mencionan las denuncias de fraude electoral los grandes medios de comunicación les añaden infaliblemente el estribillo de que éstas se hacen “sin pruebas”, lo que las vuelve automáticamente “infundadas” de antemano, sin ninguna otra consideración de los hechos, ni respeto por las víctimas, ciudadanos con plenos derechos, que se sienten injuriados.

Esta unanimidad induce a pensar que existe interés en despreciar las denuncias, en “pasar la página”, dejar a los defraudados como malos perdedores destinados a rumiar su frustración por los rincones, sin merecer atención alguna, no digamos de esos medios que están ocupados en cuestiones más urgentes e importantes, sino de los organismos que deberían preservar los derechos ciudadanos.

En un contexto así, es engorroso abordar un tema de por sí complicado, que requiere una sutil perspicacia, esfuerzo, laboriosidad, que la mayoría no está dispuesta a invertir, sobre todo cuando es tan fácil correr a felicitar al “ganador”, como hacen tantos de nuestros compatriotas, seguros de conseguir mejores resultados que clamando ¡fraude!, aunque éste sea ostensible.

Esta ha sido nuestra historia en lo que va de siglo XXI hasta que, después de una tenaz perseverancia, por fin, la mayoría de la comunidad internacional y los citados medios reconocen que en Venezuela “no hay elecciones transparentes y justas”, una transacción con la corrección política que todavía les impide vencer el tabú de la palabra “fraude”.

En Venezuela los medios censuran cualquier programa en que se trate de analizar el fraude, aunque sea para desvirtuarlo, algunos partidos políticos aprueban resoluciones en las que prohíben a sus dirigentes y militantes usar la palabra, con el argumento de que con ella se espanta a los electores y se promueve la abstención, la béte noire tanto de políticos como de quienes están en el negocio, o sea, fabricantes y promotores de sistemas electrónicos de votación, como máquinas de votación, capta huellas, cuadernos electrónicos, hardware, software, y aquí comienza a despejarse la explicación de aquella misteriosa unanimidad.

El fraude electoral es un negocio del que se benefician políticos corruptos y empresarios inescrupulosos, que comparten idéntico desprecio por los ciudadanos comunes que son utilizados y manipulados por los medios de comunicación para que actúen en contra de sus propios intereses, elevando a posiciones de poder a unas jaurías de depredadores que los arruinarán, devastando sus vidas y bienes.

Si esta actitud interesada que conlleva una toma de posición no fuera suficiente obstáculo, existen dificultades naturales, como el principio de buena fe, que predispone a las personas normales a creer lo que les dicen y levantan defensas, que hasta llegan a ofenderse si se les insinúa que están siendo engañadas; o la presunción de legalidad de los actos de la administración, que implica desafiar al poder electoral, que no es poca cosa. Los medios, los defraudadores, no tienen que probar nada, quienes tienen la carga de la prueba son los defraudados.

Ahora bien, ¿cómo se prueba el fraude electoral? Si esto fuera sólo una batalla por la opinión pública, bastaría llevar al conocimiento de la mayoría argumentos incontestables y allí se revelaría la verdad; los tribunales, por su parte, generalmente funcionan con libertad de pruebas, así que además de documentos, testimonios y experticias, admiten cualquier elemento que lleve al juez a la convicción de cuál es la solución legal de la controversia.

En Venezuela se ha ensayado absolutamente todo, al punto de que no se requiere convencer a nadie más porque ya existe una firme convicción en la opinión pública, que se sabe estafada, de que no es posible cambiar al régimen mediante ningún procedimiento electoral.a cuestión se ha elevado a nivel científico y universitario, de manera que se han realizado numerosas investigaciones en diversas disciplinas estadísticas y matemáticas que muestran fehacientemente las inconsistencias internas del sistema electoral y de sus resultados, que violan incluso leyes matemáticas infalibles, como la ley de Benford, entre otras.

Pero esto no ha sido concluyente, se puede hacer una larga exposición de fundados indicios, concordantes y no contradictorios, que convenzan a cualquier persona sensata y no obstante la fortaleza de los defraudadores sigue inexpugnable, porque cualquier aficionado a la filosofía sabe que el negacionismo es irreductible, para ellos no se puede “probar” nada, tanto menos una intención maliciosa de defraudar.

Las elecciones todavía en curso en los EEUU han puesto de relieve a nivel mundial esta confrontación que apenas despertaba interés mientras discurría en Venezuela y otros países iberoamericanos que sufrieron el contagio con los mismos síntomas que ahora vemos allá reproducidos exactamente, incluso con los mismo actores implicados.

No sólo es Smartmatic, Sequoia, Bizta, Dominion Voting System, nombres harto familiares para los venezolanos, sino también la intervención de encuestadoras, comentaristas de los medios, supuestos opositores o críticos, que se han desplazado a los EEUU y realizan allá la misma labor de zapa que ejecutaron aquí para la implantación del castrochavismo.

La misma adulteración del registro electoral, propaganda embrutecedora sobre la supuesta popularidad del candidato favorito de los medios que nadie ve reflejada en la calle ni en los centros de votación, proyecciones de sedicentes expertos, pronosticadores de oficio, la dureza granítica que en Venezuela se llama “cara e´tabla” con que se asume la mentira flagrante como si fuera verdad; la rampante censura y cruel indiferencia por las víctimas.

Podría preguntarse a los venezolanos que avalan el fraude electoral en los EEUU si ellos creen sinceramente que en Venezuela nunca hubo fraude electoral en el corriente siglo y es probable que respondan que EEUU no es Venezuela (como antes decían que Venezuela no es Cuba), que es un país de Leyes, con instituciones sólidas; no, eso jamás podrá pasar aquí.

Veamos el respeto a la Ley. Escribe Gustavo Coronel que “hay normas muy antiguas que se aceptan en el país como indicativas de resultados. Entre ellas que los cinco o seis grandes medios se reúnan y, por consenso, ´call´ o llamen ganador a uno de los dos candidatos”.

Sería fácil retar a GC a que exhiba esas normas que sabemos no existen ni pueden existir porque serían flagrantemente inconstitucionales, se puede cernir la Constitución sin hallar la menor mención a ese concilio de “robber barons” que nombra al Presidente de EEUU. ¿Y los electores presidenciales que deben reunirse el lunes 14 de diciembre y ni siquiera han sido seleccionados? Son una antigualla que estos “cinco o seis” ya han suplantado.

Si digo que abstencionistas aparecen votando, le parece una “curiosa afirmación porque, si votan, no son abstencionistas (esto no prueba el fraude sino que me estoy contradiciendo) y el de los incapacitados, como si los incapacitados no tuvieran derecho a votar”. Desde hace milenios los abogados distinguen entre la titularidad del derecho y su ejercicio. Que alguien tenga derecho a votar no implica que pueda hacerlo, por ejemplo, si es inhabilitado, está en estado vegetativo, en una unidad de terapia intensiva, en un manicomio.

En EEUU se ha demostrado con declaraciones juradas (affidavit) casos de “cosechadores” que colectan boletas en auspicios, en connivencia con administradores y enfermeras, de los homeless recluidos, algunos incapacitados, todos con perfecto derecho a votar: una conjura abominable; pero, ¿calificará como fraude en una mente socialdemócrata? ¿Valdrá como prueba en el estrado de un juez, así sea norteamericano?

Aunque Joe Biden diga: “We have put together I think the most extensive and inclusive voter fraud organization in the history of american politics”, no prueba nada. Se puede desmentir como es usual, que fue citado fuera de contexto, que se equivocó, que quería decir lo contrario, que está senil, como es evidente, pero el punto es: ¿Se estimará como una confesión? La reina de las pruebas, como se decía antes.

Por primera vez en la historia Venezuela le lleva la delantera a los EEUU en algo, la posibilidad de que ellos puedan resolver lo que nosotros no hemos podido es apenas una endeble esperanza.

Si algo he logrado es develar la hipocresía de los medios, dice Trump; sin querer también ha descubierto a unos cuantos topos venezolanos.

 

Luis Marín
26-11-20

 

 


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sábado, 28 de noviembre de 2020

El 06 y 12D: ¿LA MISMA COSA?



Rafael Olbisnki

El 06 y 12D: 
¿LA MISMA COSA?
Agustín Blanco Muñoz

 

El análisis a nivel de Historia Actual, en este tiempo complejo y terrible, reclama el aporte de los actores, el debate de ideas para crear conocimientos que sirvan para trazar líneas táctico-estratégicas portadoras de firmeza y perspectivas.

Y si se actúa así, se entenderá, al fin, que esta historia hoy es una cosa que reclama lectores y actores debidamente capacitados para alejarse de la improvisación, la aventura, el viejo proyecto-acción liberal padre e hijo, que hace del héroe-caudillo-libertador el centro y fundamento de una historia que se mantiene en el mismo pasado, atraso y sequía de nuevas ideas, pasos y frutos.

Indispensable entonces preguntar: ¿Hasta cuándo seguirá este discurso del protagonismo, la postergación, el desgaste y el respectivo y nuevo engaño? Una abuela diría: Con esta masa no se puede seguir haciendo el mismo bollo. Es decir, estamos ante una realidad que hay que saber leer.

La tal libertad, igualdad, fraternidad, autonomía, soberanía e independencia corresponden hoy a los imperios tecno-computarizados de la inalcanzable expresión del capital financiero, dueño-agente de la producción de la mercancía de la sobrevivencia y la muerte-destrucción. Son los imperios dispuestos a acabar con lo viejo para establecer a plenitud el ‘Nuevo Orden Mundial’, la mundo-global-explotación o ‘hiperglobalización’. El total aniquilamiento de ‘los de abajo’ para garantizar in eterno el privilegio de los menos.

No hay  plan-acción de la llamada humanidad del pequeño y viejo orden que tenga garantizada siquiera la sobrevivencia. Un panorama que no puede ser explicado ni superado a partir de la guía que ofrece ahora la llamada confrontación capitalismo-socialismo o liberalismo-marxismo. ¿Dónde está  la teoría transformadora, distinta a revolución-violencia, aplicable a la problemática de estos tiempos?

Y ante este cuadro, hoy-aquí ¿tiene algún asidero y pertinencia la supuesta confrontación elecciones 06D y consulta-‘calle-alzamiento-político-social’ 12D-20? ¿Son dos cosas o la misma expresión de un atraso-engaño? ¿Habrá una nueva Asamblea para una nueva historia y una Consulta para “sacar a Maduro”? ¿Sacarlo de dónde, cómo, cuándo? ¿Con una acción tipo 30-Ab-20?

La misma mentira de los mismos poderes, sigue en pie. Y por eso, Sancho, mientras la mayoría social vote, consulte y mire a favor de los dueños y no hacia sí misma y otra historia, ¡seguirá la misma cosa!

@AblancoMuñoz
abm333@gmail.com
 
 
  

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martes, 17 de noviembre de 2020

AMERICAN FRAUD



AMERICAN FRAUD

Luis Marín

 

Sostenemos como evidentes estas verdades: Joe Biden no es Presidente de los EEUU, ni siquiera “electo” como lo llaman ciertos medios de comunicación con extraña insistencia, porque la elección del presidente no es por sufragio directo sino que en primera instancia se nombran unos electores presidenciales que se reunirán en sus respectivos estados “el lunes siguiente al segundo miércoles de diciembre”, para manifestar sus preferencias, en la que son autónomos, no están subordinados a nadie. Hay precedentes de electores que votan a favor de un candidato distinto al de la lista en que fueron nombrados.

Las boletas de los electores presidenciales serán remitidas a la presidencia del senado y contadas por las dos cámaras federales, reunidas en congreso, el 6 de enero a las 13 horas. Sólo después de esta ceremonia el Presidente de los EEUU se declara oficialmente electo.

Esta elección indirecta tiene el propósito manifiesto de evitar “la tiranía de la mayoría”, de la que querían precaverse los Padres Fundadores de la República, de hecho, fue el punto más debatido por los constituyentes originarios, que concluyeron en esta fórmula para evitar que los estados más poblados prevalezcan siempre sobre los menos, los centros urbanos sobre los rurales, etcétera, equilibrando intereses aparentemente inconciliables.

Algunos medios de comunicación y ciertos círculos interesados han querido imponer un sistema de elección directa que no existe en la Constitución ni en las Leyes de la República; pero lo más grave es que lo dan por consumado, actúan en consecuencia usurpando funciones, tratando de imponer todo esto como un hecho cumplido.

Aunque parezca una osadía decirlo: Donald Trump es el Presidente de los EEUU, electo y en ejercicio del cargo, cuyo período en curso concluye al mediodía del 20 de enero de 2021 aunque los poderes fácticos insistan en tratarlo como si estuviera fuera del cargo, depuesto mediante un golpe de estado mediático.

Tiene perfecto derecho a impugnar los procesos electorales en curso en los estados en que se han observado manipulaciones indicativas de un gigantesco fraude electoral, como es perfectamente conocido en Venezuela, donde se ha denunciado por décadas sin que nos hayan prestado la menor atención, hasta que aparece reproducido en otros países con casi idénticas características.

El expresidente demócrata James Carter participó de manera personal y a través de su organización, el Centro Carter, en la imposición del sistema electoral fraudulento de Venezuela, por lo menos desde el llamado referéndum revocatorio de agosto de 2004, pero sus vínculos con el régimen son muy anteriores y continuaron después, encubriendo con artificios técnicos y avalando con su supuesto prestigio el fraude sistémico implantado. Concluyó declarando que “el proceso electoral de Venezuela es el mejor del mundo”.

Por cierto que le habían dado el Premio Nobel de la Paz en 2002, durante su gobierno restableció las relaciones diplomáticas con China comunista en 1979, aunque más se recuerda por la humillación ante Irán durante la crisis de la embajada que duró más de un año, desde diciembre de 1979 a enero de 1981 en que asumió Ronald Reagan.

En 2009 dirigió la comisión bipartidista Carter-Baker que concluyó en que el voto por correo se presta a “fraude y cohecho”, por lo que se descartó su uso, restringiéndolo a casos excepcionales bajo estrictos controles. Luego el partido demócrata, en una operación deliberada y consciente, impulsó el voto por correo, manipulando las regulaciones para relajar sus condiciones, eliminar restricciones y hacerlo masivo hasta superar al voto presencial. Esto facilita el voto de indiferentes, abstencionistas, incapacitados y electores ficticios, al romper el vínculo entre la boleta electoral y una persona bien identificada.

Otro punto denunciado es la adulteración del registro electoral, por supuesto, si se abulta el número de potenciales electores se abre espacio para añadir los votos que sean necesarios para asegurar la supuesta elección del candidato favorecido; no obstante, no son raros los casos en que aparecen más votos emitidos que votantes inscritos.

Algunos estados se han resistido a depurar sus registros electorales de personas fallecidas y cambios de residencia, contra todo requerimiento y demanda, al punto de que en ellos no se habría muerto ni mudado nadie en lo que va de siglo. El registro no hace sino crecer y como las competencias electorales son privativas de cada estado, éstos las manejan a discreción y es bien poco lo que se puede hacer para obligarlos.

Al principio, el “organizador social” Obama hizo campañas para que la gente se registrara para votar, sobre todo en los estratos más bajos de los suburbios, donde nunca hubo el menor interés en elecciones. Luego, para que consintieran en que otros lo hicieran por ellos. De allí a pagarles no hay sino un paso y hoy el mecanismo ha evolucionado al punto en que surgieron “cosechadores” (ballot harvesting) que buscan las boletas de puerta en puerta, a veces con un cupo de 10, 20, o sin límites y terminan acopiando los pagos de amplias zonas. En unas, pagar el voto es delito equivalente a soborno, en otras, miran a los lados.

Sería agotador además de incorrecto distraerse en triquiñuelas menudas, por ejemplo, la verificabilidad de las boletas mediante marcas de agua u otros procedimientos de seguridad, que son importantes pero no es donde está la trampa, mientras por otro lado se introduce el voto electrónico mediante máquinas de votación y toda la parafernalia tecnológica que las acompaña, que vuelve al sistema inescrutable incluso para técnicos muy especializados.

En estos casos, la disparidad entre el voto emitido y el registro efectuado, el traspaso de votos de un candidato a otro, etcétera, surgen como “errores”  excusables que se pueden detectar, rastrear y corregir; pero en verdad se trata de todo un sistema de colusión que atrapa las hormigas y deja pasar los elefantes.

El punto nodal es que un puñado de operadores está en capacidad de distribuir los votos mediante algoritmos, según les resulte conveniente, en interés de quien pague el servicio, sin que ni siquiera pueda hablarse de “fraude”, porque son programas que se ejecutan automáticamente; exactamente como las llamadas encuestadoras hacen “predicciones” para darles credibilidad a unos resultados que fueron concebidos de antemano.

Así las elecciones dejan de tener sentido y ni siquiera merecen ese nombre porque todo queda en manos de la élite ilustrada y todopoderosa que administra el sistema, los mismos que saben qué es realmente lo que le conviene a cada quien, al medio ambiente, al mundo y llaman a cualquier denuncia “teoría de conspiración”.

Para los comunistas esto no es ningún problema porque siempre han predicado que “las elecciones son una farsa de los ricos para engañar a los pobres”, por lo que donde quiera que toman el poder, efectivamente, convierten a las elecciones en una charada en que se vota pero no se elige, como en Cuba, donde Castro, después del triunfo de la revolución hecha con la promesa de realizarlas, luego vociferaba: “¡Elecciones, ¿para qué?!”

Nikita Kruschef predijo que el socialismo no tiene futuro si no es capaz de resolver el problema de la sucesión, pues no podía ser que cada vez que se presenta esta circunstancia los lleva al borde de la guerra civil. Agregaba, no sin cierta envidia, que occidente había encontrado esa solución en las elecciones que, burguesas y todo, funcionaban.

La historia ha superado los gobiernos absolutos de sucesión dinástica, ojalá también los golpes de estado por los que tanto se critica a Iberoamérica, algunos todavía acarician las virtudes de la negociación entre élites para pactar sucesiones incruentas, la mayoría cifraba la legitimación de su voluntad en las elecciones.

El fraude electoral sistémico es una suerte de pérdida de la inocencia; pero la interrogante que plantea es peor: ¿Qué pasa si las elecciones dejan de ser el mecanismo idóneo para contestar la pregunta fundamental de quién debe tener la dirección política del Estado?

Ojalá los norteamericanos encuentren alguna solución institucional, para copiárselas.

Luis Marín

13-11-20


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jueves, 12 de noviembre de 2020

LA MISERIA POLÍTICA MUNDIAL



LA MISERIA POLÍTICA MUNDIAL
Agustin Blanco Muñoz

 

Profesor, antes de irse dígame algo: ¿Qué piensa de lo que está pasando hoy en EEUU y de los latinos polarizados con Trump o Biden? ¿Qué se gana con eso?

Mire Don Antero, en eso pensaba cuando veía los penosos debates presidenciales, evidencia de atraso, estrechez mental y la propia miseria de su pensamiento. Y de esta decadencia e infortunio este imperio elegirá su conductor para los próximos años, de su ficción o democracia dictatorial.

Abundaron los adjetivos, descalificaciones, pero no las ideas sobre cómo enfrentar la decadencia económico-financiera que acusa el llamado “imperio unipolar”, hoy disminuido en su poder de dominación exterior y en los altos beneficios. Un cuadro que ya compromete el modo de vida de las mayorías.

Las corporaciones de las más alta finanzas de los nuevos o ‘imperios emergentes’ avanzan en términos de global-explotación sobre esa ‘primera potencia’. ¿Y cómo se enfrentará el desgraciado padecimiento del grueso poblacional? ¿Con qué estrategia salvadora del Estado represivo-policial?

Un momentico profesor, porque está hablando como si los imperios tuvieran que existir por siempre y ya Grecia o Roma niegan eso.

Sí, Don Antero, en el orden histórico nada es eterno. Y por eso hablamos de la disminución de poderes que pudiera establecer señales de caída del orden imperial yanqui…Pero si eso ocurre, profesor ¿vendría otro dominio imperial a seguir la sucesión de hegemonías de los miserables explotadores montados en una moderna maquinaria estatal-policial-asesina?

En el corto plazo es así. Pero a la larga sólo podrán mantenerse, una vez agotados sus planes de ‘ayudas humanitarias’, a punta de plomo, con guerras contra el descontento poblacional, cada vez más cercada por los padecimientos. Queda claro así, que sólo el exterminio garantizaría la permanencia imperial. Pero de no lograr ese objetivo ¿cómo detener el avance de “los condenados de la tierra”? ¿Cómo negar que la confrontación violenta de los poderes imperiales internos de EEUU y de estos contra los desheredados puede acelerar enfrentamientos cada vez más profundos a nivel mundial?

¿Profesor, y aquí vendrá pronto la invasión? No Don Antero, la confrontación inter imperial hoy lo impide.

Sancho, este ex país, con su ‘socialismo rodilla en tierra’, sufre la presión de las sanciones, pero eso indica a la vez que el imperio hoy de ahí no podrá pasar.

31 octubre 2020 

 abm333@gmail.com
@ABlancomunoz
 
 
 

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martes, 10 de noviembre de 2020

INTERVENCIÓN EN CUBA



INTERVENCIÓN EN CUBA

Luis Marín

 

El nacimiento de la República de Cuba está vinculado inextricablemente a la intervención de los Estados Unidos de Norteamérica, en efecto, la declaración de guerra contra España el 25 de abril de 1898 puso fin a la lucha por la independencia y condujo al Tratado de París en el que, después de una apabullante derrota militar, la corona española renunció a todo derecho de soberanía sobre las islas de Cuba, Puerto Rico, Guam y Las Filipinas, que pasan al dominio norteamericano.

Los EEUU habían tratado de comprar la isla mediante varias ofertas que España rechazó, aunque en 1803 Francia vendió por una cifra irrisoria el extensísimo territorio de Luisiana, sobre el que España tenía un derecho de retroventa, ella misma vendió en 1821 a La Florida y Rusia en 1867 vendió Alaska; pero en el caso de Cuba declararon que gastarían hasta la última peseta y derramarían hasta la última gota de sangre en defensa de su territorio.

De hecho, ya se había librado una “guerra grande” de 1868 a 1878 y otra “chiquita” de 1879 a 1880, más esta “guerra necesaria” desde 1895, en la que habían abatido a los líderes José Martí y Antonio Maceo, concentrando más de doscientos mil soldados en la isla, la mayor movilización de tropas jamás realizada hacia este continente.

La ocupación norteamericana duró desde 1898 a 1902, en el ínterin se promulgó la primera constitución cubana, en 1901, a la que se añadió la Enmienda Platt, que establecía, entre otras cosas, lo siguiente.

“Artículo 3.- Que el gobierno de Cuba consiente que los EEUU pueden ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de un gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad individual y para cumplir las obligaciones que, con respecto a Cuba, han sido impuestas a los EEUU por el Tratado de Paris y que deben ahora ser asumidas y cumplidas por el gobierno de Cuba.”

Este derecho de intervención fue ejercido casi de inmediato por solicitud del primer presidente de Cuba, Tomás Estrada Palma, que apenas concluido su período constitucional de 1902 a 1906 y pretender la reelección, debió afrontar el levantamiento de sus adversarios políticos, por lo que apeló a esta suerte de ultima ratio que resultó ser prima ratio.

El presidente republicano de entonces, Teddy Roosevelt, atendió la solicitud y procedió a la intervención en octubre del mismo año. Conocía personalmente la isla porque participó en la guerra contra España con su Regimiento de Caballería de Voluntarios, los Rough Riders, que le dieron una fama legendaria. También estableció, en 1903, la base naval de Guantánamo. El interventor que designó, William H. Taft, sería su sucesor como presidente de los EEUU para el período de 1909 a 1913.

Esta segunda intervención se prolongó de 1906 a 1909, cuando fue electo el segundo presidente constitucional de Cuba, José Miguel Gómez, quien participó en todas las guerras previas a la independencia, fue miembro de la asamblea constituyente que redactó la constitución de 1901, impuso una etapa de relativa estabilidad que va desde su renuncia en 1913 hasta el régimen de Gerardo Machado que cae en 1933 para no recuperarse nunca más, iniciándose la era de los golpes de estado de Fulgencio Batista.

Los EEUU observan la inestabilidad en la isla, entradas y salidas de gobiernos efímeros, sin pensar siquiera en intervenir, incluso la Enmienda Platt fue abrogada en mayo de 1934 sin que nadie la defendiera. El árbitro de la política cubana, Fulgencio Batista, llegó al gobierno bien por elecciones en 1940 o por golpe de estado en 1952 sin ninguna reacción aparente, ni siquiera durante la llamada revolución cubana que lo derrocó en enero de 1959.

Sólo durante la crisis de los cohetes de octubre de 1962 los EEUU vuelven a movilizar su flota para aplicarle un bloqueo a Cuba hasta que la Unión Soviética desmantelara la instalación de misiles nucleares en la isla; se retiran en diciembre, pero hasta el sol de hoy “el bloqueo” imaginario sobrevive en la propaganda castrista.

Desde entonces existe el mito de un supuesto pacto con la URSS mediante el cual ésta habría retirado los cohetes nucleares de Cuba con la condición, entre otras, de que los EEUU se comprometieran a no intervenir en la isla.

Además de no existir evidencia alguna del supuesto acuerdo, que no ha sido reconocido por ninguna de las partes, nadie podría invocarlo porque la URSS desapareció y la República Federativa de Rusia nunca se ha subrogado en los derechos y obligaciones de la extinta Unión Soviética. El régimen de Castro, por su parte, no suscribió convenio alguno, porque hasta el último momento se opuso furiosamente al retiro de los cohetes.

Por lo tanto, desaparecido Castro I, en vísperas de desaparecer Castro II y siendo algo  improbable que pueda entronizarse un Castro III en el Estado Patrimonial que ha sido Cuba en los últimos 60 años, es harto previsible que vuelva a sumergirse en la inestabilidad que la caracterizó a todo lo largo de su brevísima historia republicana.

Cierto que los Castro impusieron una espuria constitución comunista (si es que puede existir tal cosa), en la que se consagra al partido comunista como “único”, la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del estado, asimismo a la “lucha armada” como último recurso contra quien trate de modificar el sistema político y económico allí establecido, de manera que no haya posibilidad alguna de una transición pacífica hacia un régimen liberal democrático de estilo occidental.

No obstante, dicen los politólogos que “los hechos son tercos” y existen en Cuba una miríada de partidos políticos pendientes del reconocimiento formal, el partido comunista no se dirige ni siquiera a sí mismo, con numerosas facciones irreconciliables asechándose mutuamente, así como las llamadas organizaciones de masas que le sirven de correas de transmisión pero cuyo único factor de unificación era la figura del comandante en jefe.

Desde dentro, son demasiados los que están ansiosos de introducir reformas en el sistema, que son urgentes e inevitables, sin subestimar a quienes preferirían echar esa chatarra a un lado como lo que es, una antigualla de la guerra fría.

Desde fuera, la oposición reclama su espacio, desde los que proponen una cohabitación con el neocastrismo, en una solución tipo Birmania u otra modalidad centro europea, hasta los más radicales que no aceptan menos que la proscripción del partido comunista y la rendición de cuentas de los responsables de sesenta años de ignominia.

En estas circunstancias es muchísimo más plausible promover una intervención en Cuba que en cualquiera de los países que han caído bajo su esfera de influencia, porque esto último sería como irse por las ramas dejando intacta la raíz de los males.

Allí se puede controlar la situación con muchísimos menos costos materiales y humanos, además de que atacando a la metrópolis se ayuda a la causa de la independencia de las colonias castristas como Nicaragua, Venezuela, Bolivia y el resto de países que sufren el embate de la desestabilización que tiene su epicentro en La Habana.

En conclusión, en vista de la falta absoluta de consenso para instrumentar una inviable intervención en Venezuela, todos los esfuerzos deben orientarse a promover la mucha más pertinente y eficaz intervención en Cuba, que tiene más asidero histórico, político, social, económico y contaría con el apoyo de la mayoría de los cubanos, dentro y fuera de la isla.

Cuba fue el último país en independizarse de España, por una rara ironía de la Historia, la libertad de Cuba sería el inicio de la liberación del resto de América.


Luis Marín

05-11-20


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