martes, 19 de junio de 2012

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ - RUFINO CONTRA GÓMEZ

 Rufino Blanco Fombona

La cárcel “La Rotunda” fue su destino hasta 1910, y desde entonces, vivió un prolongado exilio hasta la muerte del dictador

Desde Lechería.- La historia ilustre de la patria, no la triste y claudicante, registra el nombre de Rufino Blanco Fombona. Fue uno de nuestros más valiosos intelectuales y ciudadanos, nacido en Caracas, el 17 de junio de 1874. Notable no solo por su obra literaria, sino por la tarea que emprendió como director de la célebre: “Editorial América”, que publicó en Europa lo más selecto de nuestro pensamiento, no únicamente por su poema “Patria”, primer lauro en homenaje a Sucre, en 1895, sino por todo lo demás: “Trovadores y Trovas”, “Cuentos Americanos” , “Pequeña Opera Lírica” (prologada por Rubén Darío), su primera novela: “El Hombre de Hierro”, sus escritos políticos -ya en el exilio-: “Judas Capitolino” (un retrato de Gómez), “Cantos de la Prisión y del Destierro” o “El Hombre de Oro”, “La Bella y la Fiera”, “Diario de mi Vida”, para citar algunos.

Faltaría la inmensa obra histórica prolífica en artículos, estudios y libros, capaz de explicar la grandeza de lo ibérico en: “El Conquistador Español del Siglo XVI” como la epopeya del Libertador en: “Mocedades de Bolívar” y “Bolívar Pintado por sí mismo”, entre otros. No en balde fue propuesto al premio Nobel de Literatura, luego de una obra admirable de más de treinta libros y una vida ejemplar de presencia civil.   

Pero debemos destacarlo especialmente por sus virtudes ciudadanas. Hombre de reciedumbre republicana y patriótica, si bien inicialmente creyó en Castro, celebró su caída, tal vez pensando que había pasado “un paréntesis de barbarie” cuando vendría otro, el de Juan Vicente Gómez. Intentó fundar: “un nuevo partido político, radical, civilista, civilizador, sano, honrado” para enfrentar en 1909 los inicios de lo que denominó: “la barbarie militar y militarista de Gómez y compañía”. La cárcel “La Rotunda” fue su destino hasta 1910, y desde entonces, vivió un prolongado exilio hasta la muerte del dictador.

Su obra se difundió en Europa y América, pero se lamentaba no haber tenido en su patria “un país de libre expresión, de respeto al Derecho -en un país de libertad-…” donde: “…hubiera podido ser útil a la sociedad en medio de la cual nací y a la que me atan fuertes y centenarias tradiciones de familia, de historia y de afecto hereditario”. 26 años de terrible destierro fueron para él preferibles: consumidos: “sus pocos haberes”, ya que a su honor “no gusta de arrastrarse ni mendigar”.   

Contra Gómez, los epítetos y las acusaciones merecidas de “expoliador y asesino de Venezuela”, “el siniestro Juan Bisonte”, “asqueroso e iletrado patán”, le endilgaría su pluma lapidaria. Pero se preguntaba con angustia este hombre sí: “¿Se irá a prolongar la tragedia en mis propios hijos?”, la tragedia contra la dignidad de la República.   

Gómez murió y regresó Rufino, habiendo honrado como pocos el nombre de Venezuela, como aquella vez (anécdota citada por mi padre, amigo suyo, luego de un episodio singular) en un teatro, viendo innoblemente representada a su patria en la figura de una pobre mujer, obtuvo una bandera, se abalanzó a la escena y retó a todo aquel que dudase de lo que representaba Venezuela como Nación… Así fue don Rufino Blanco Fombona.
José Félix Díaz Bermúdez
EL TIEMPO, 17.06.2012
05:30 AM

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