jueves, 1 de enero de 2015

AL CAMARADA FLACO PRADA... DO QUIERA QUE SE ENCUENTRE

 
 
Maracay, 02 de enero de 2015


Hoy es tu aniversario. Te imagino luciendo el smoking con que te fugaste del San Carlos, brindado con Chicha Andina. Esa que solías preparar. Y rodeado de los siempre y recordados compañeros.

Chimiro alegre, cantando un golpe tocuyano, junto a Ramoncito París y el Cosaco, acompañados en el cuatro que toca el Taparo Linares y recordándonos (Chimiro) con su poema, que…”somos la vida y la alegría en tremenda lucha con la tristeza y la muerte”

Fabricio, manifestándote solemnemente que la toma (que no pudiste realizar) de la casa donde se firmó el Decreto de Guerra a Muerte aún vigente, será ejecutada en la misma fecha y a la misma hora en que fue firmado el decreto, por un comando de las gloriosas F.A.L.N., dando así continuación a la Guerra del Pueblo.

Kleber, con su cara de yo no fui, rememorando cuando allanaron la sede de Ruptura en Caracas y, por no estar presente, al regresar de la Cafetería preguntó a los policías lo que acontecía y estos contestaron con sorna que era un allanamiento y que si no se marchaba, también iría preso.

El viejo Millán, preparando café para todos y contando cómo salió a la manera de Kleber, en flamante patrulla, con custodia policial, del centro de la ciudad, en plena manifestación, donde era buscado por agitador, y en medio de las bombas lacrimógenas, solicitó al oficial de policía ser sacado del sitio por ser viejo y enfermo.

Al viejo Martín Marval, sonriente, llevando bajo el brazo, los veinte topochos por los cuales fue puesto preso por los sucesos del 27/Nov/92

Al viejo Márquez (la bruja) cantando su himno a la clase obrera venezolana y repitiendo constantemente:

“Campesino, soldado y obrero,
Con machete, martillo y fusil,
Asestemos el golpe certero
A quien de hambre nos hace morir”

A la bien amada Gorda Priscila, regañando a los cabecitas de repollo, porque querían tocar el tambor a destiempo y Guaribe, por estar ya borracho, no les decía nada. La Gorda repetía que si se hubiese muerto casi en el atentado, se habría llenado de granadas y se hubiese hecho inmolar en el Congreso Nacional, finalmente se comería su heladito de fresa con un Così complacido…

Al camarita Buitriago, con un brazo vendado, para justificarse ante los campesinos el no poder tocar el arpa, como lo había prometido anteriormente, siendo que no sabía tocar.

Al tenientico, con su gorra puesta, buscando aún el morral perdido por Magoya.

Al negro Choropo, que llegó corriendo, cansado, sudado y sin camisa, portando la guitarra que guardaban los hijos de Iván Pérez, para que la tocara el Gordo Páez, que quería cantar la canción de Alí:

Los que mueren por la vida,
No pueden llamarse muertos,
Y a partir de este momento,
Es prohibido llorarles.

Que se callen los redobles
En todos los campanarios,
Vamos cumpa, carajo!
Que para amanecer,
No hacen falta gallinas,
Sino cantar de gallos

Salud comandante. Un abrazo fraternal a todos los compañeros caídos…
 
Enrique Urquiola

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