miércoles, 22 de abril de 2015
LA INCONGRUENCIA COMO POLÍTICA
LA
INCONGRUENCIA COMO POLÍTICA
Luis
Marín
Lo más
sobresaliente de la Declaración de Panamá, suscrita originalmente por 25 ex
presidentes y que luego recibió adhesiones entusiastas de otros hasta alcanzar
31 firmas, es cómo puede hacerse compatible con el clamoroso recibimiento que
le han dispensado a la tiranía castrista en el sistema interamericano.
Desde el
primer párrafo en que se exalta la división de poderes, hasta el último en que
se asienta como única solución posible la celebración de elecciones auténticas,
esto es, libres, transparentes y justas, parece darse trompadas con la realidad
de Cuba.
¿Cuál de las
propuestas que tan generosamente los expresidentes aspiran para Venezuela se
cumplen en Cuba? ¿Quién inventó ese adefesio del Poder Popular y lo puso en la
Constitución? Este único poder popular, ¿no es una negación explícita de la
división de poderes que impera en todo occidente y que tanto alaban los
expresidentes?
Al mismo
tiempo que circulaba la declaración se celebraban elecciones municipales en
Cuba en las que los únicos candidatos elegibles son los previamente autorizados
por el Partido Comunista, el único que es legal en Cuba. ¿Ese es el modelo de
elecciones libres, transparentes y justas que aspiran los expresidentes para
Venezuela?
Es un mérito
de la declaración que se las arreglaran para hacer una descripción
pormenorizada de la crisis catastrófica que sufre este expaís evadiendo
mencionar a Cuba y ni por asomo advertir el hecho palmario de que lo que
critican es producto de la imposición del modelo castrista en Venezuela,
convertida en cabeza de puente para su expansión al resto del
subcontinente.
Lo
extraordinariamente selecto de la élite firmante del documento hace imperativo
hacer algún análisis de cuál pueda ser su motivación real y cuáles las
consecuencias que se persiguen con un gesto de esta naturaleza.
Desafortunadamente,
la atención se desvió de inmediato al hecho de que se trata exclusivamente de
“ex”, que algunos de ellos muy recientemente fueran presidentes en funciones y
entonces tampoco dijeron nada, como en efecto continúan sin decir nada los
presidentes de sus respectivos países que plenan la Cumbre Iberoamericana
aplaudiendo alternativamente a Castro y a Maduro.
La respuesta
para ellos es completamente obvia: los presidentes son Jefes de Estado y sus
opiniones afectan los intereses de sus respectivos países, mientras que los
“ex” parece que pueden actuar a título personal, liberados de los compromisos
oficiales y protocolares, por lo que pueden dar rienda suelta a los
sentimientos que puede sospecharse que corren subyacentes en el ánimo de todos.
Un problema
no pequeño es que todos forman parte de los mismos partidos políticos, ora en
el gobierno ora en la oposición, por lo que en realidad aquí se presenta una
escandalosa disociación de pareceres, una suerte de consagración de la
hipocresía.
Es como si
le hicieran un guiño a la galería para aprovechar prebendas políticas sin pagar
el costo electoral que esto puede significarles o en otras palabras, lavarles
la cara a los gobiernos o a los partidos que los sustentan reprochando abajo,
hacia el público, lo que están perpetrando arriba, precisamente, “en la
Cumbre”.
Uno de los
grandes aportes, sino el único, del socialismo del siglo XXI es la forma como
se han liberado de las ataduras de la lógica y del sentido común, de cómo
pretenden hacer una cosa y todo lo contrario al mismo tiempo. Este invento
conquista ahora incluso al pensamiento conservador.
Sigue siendo
dudoso que algo así pueda funcionar y dar resultado, aún con el respaldo de
firmas tan acreditadas.
ENEMIGOS FRATERNALES
Una
manifestación visible de esta política de la incongruencia es la forma como
gobiernos hostiles a los EEUU hacen al mismo tiempo profusión de declaraciones
de amistad hacia los mismos que están atacando sistemáticamente día y noche y
por todos los medios, tal cual como quien quiere dañar sin correr con las
consecuencias del daño que causa o quiere sorprender, distrayendo a quien le
prepara una celada.
Si como
dicen a diario son tan antiimperialistas y están en una verdadera “guerra
contra el imperio”, entonces deberían estar orgullosos de que los EEUU los
considere una amenaza a su seguridad nacional y a su política exterior, porque
eso significaría que su lucha se hace sentir y está dando frutos.
Pero no, a
la menor señal defensiva salen a lloriquear y a quejarse lastimosamente,
haciéndose las víctimas, a decir que los están agrediendo, a publicar
comunicados de prensa pagados en el New York Times, donde no aparece ni una vez
la palabra “imperio”, dando fe de que no son amenaza para nadie, invocando la
solidaridad de los otros miembros del Foro de Sao Paulo que están en la misma
movida, etcétera.
Si esto no
fuera suficientemente desquiciante, toman simultáneamente el otro camino y
aprovechan la controversia para nuclear “al pueblo” contra la agresión yanqui,
desatan todos los recursos de movilización y propaganda que han acumulado
deliberadamente para esta contingencia provocada; pero principalmente intentan
acorralar a la oposición en el dilema de estar con la patria o con el agresor,
ser patriotas o traidores.
Estas
triquiñuelas son vulgares, harto conocidas y no concitarían sino risa de no ser
tan agresivas y amenazantes, de algún modo institucionalizadas y respaldadas
por las FFAA y las policías, lo que lleva a los trágicos resultados a los que
siempre conducen.
Lo más
desalentador es que este batiburrillo indigerible termina intoxicando a la
política de los países serios que parecen quedar sin defensas, no saber
manejarse en el absurdo y terminan dando este espectáculo incoherente que signa
la política de EEUU y la UE.
Vistas las
cosas en perspectiva, esto tampoco es nada nuevo y es exactamente lo que hacen
frente a la emergencia del extremismo islámico, que se vuelve tanto más
agresivo y temerario cuanto más inconsistente es la actitud de occidente frente
a ellos.
Hamas y
Hezbollah, que son avanzadas armadas y financiadas por Irán, desde hace décadas
que practican esa dialéctica de agresión-victimización contra Israel y el hecho
de que estén completamente al descubierto no afecta para nada los réditos que
obtienen de ella, un éxito que impone la sospecha de que quienes son engañados
es porque quieren serlo, de haber coincidencias políticas y religiosas de
fondo.
Por ejemplo,
queda claro como el sol que Cristina Kirchner conspiró con Irán para encubrir
su participación en los atentados contra la embajada de Israel en 1992 y contra
la AMIA en 1994, así como para ejecutar al Fiscal Alberto Nisman que tramitaba
la denuncia. Pero la primera respuesta es política, de su partido que le da
apoyo irrestricto y hoy bloquea cualquier investigación en todos los organismos
oficiales que controla.
Ahora se
yergue como portaestandarte de la lucha de Castro por la dignidad, junto a Evo
Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, y todo el corro antiamericano y
antisemita del continente que arremete a favor de Maduro contra el decreto
Obama.
Pero lo
verdaderamente desalentador, repetimos, es que el decreto carece de motivación
suficiente. Sólo se refiere a las violaciones de derechos humanos y en forma
tangencial a la corrupción; pero las medidas subsiguientes ponen de manifiesto
otra amenaza, a la estabilidad y credibilidad del sistema financiero global,
por las cifras inconcebibles de dinero lavado por numerosos bancos en paraísos
fiscales.
Reaparece el
tema de los misiles S300 comprados a Rusia, de los que se sospecha que en
realidad fueron triangulados a Irán violando el embargo de la ONU, mientras
otros fueron instalados en Paraguaná, la zona más septentrional de Venezuela,
para alcanzar territorio norteamericano y provocar una nueva crisis de los cohetes
que nunca estalló.
Finalmente
se desempolvó a los iraníes que buscaban uranio desde la finca El Charcote,
confiscada a los ingleses, hasta el macizo guayanés, pero esto ya entra en el
terreno de la ciencia ficción.
En resumen,
Obama ganó la presidencia y la reelección combatiendo el unilateralismo,
promoviendo la transparencia y la negociación con el enemigo; pero ha
reinstalado la diplomacia secreta, nadie sabe qué negocia con Irán, ni con
Cuba, menos que menos los directamente amenazados, aunque sea nuestro
destino el que está en la mesa de juego.
Lo que si
sabemos, porque está a la vista, es que el enemigo celebra a tambor batiente en
proporción directa al aumento de la tribulación universal.
LO CUMBRE DE PANAMÁ
Como todo el
mundo esperaba y estaba previsto, lo cumbre de Panamá fue el anunciado
encuentro del presidente Obama con el tirano Raúl Castro que si debió
sorprenderlo con la extensa reláfica de jaladeras de bola que le dirigió.
También
sorprende que pueda decir con tanto desparpajo que la de Obama marca la
diferencia respecto de las diez administraciones que le precedieron, sin que
ninguno de estos presidentes tan democráticos y tan alternativos que estaban
allí se inmutara.
Se dice
fácil, pero Castro ha estado en el poder desde Eisenhower, héroe de la Segunda
Guerra Mundial, pasando por Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush
padre, Clinton, Bush hijo y Barack Hussein Obama. Y seis Papas: Juan XXIII,
Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
Lo cumbre
también ocurrió en la calle: Mientras los presidentes ovacionaban a Castro, sus
esbirros pateaban disidentes en el mero centro de la ciudad de Panamá; pero
estos actos violentos ponen de relieve lo que no se puede ocultar.
Un sujeto
que aparece en las pantallas de televisión pateando y golpeando a puños a los
disidentes fue rápidamente identificado como jefe de inteligencia cubana en
Venezuela.
Un supuesto
coronel Alexis Frutos Weeden, experto en inteligencia y
contrainteligencia, especializado en la formación y administración de
empresas fantasmas para trasegar bienes y recursos desde cualquier parte del
mundo hacia Cuba, misma actividad por la que fusilaron al general Arnaldo
Ochoa.
Salta a la
web su hija, Patricia Frutos Mena, quien ejerce el internacionalismo proletario
viajando incansablemente por todas las capitales del mundo para recalar en
Pequín, con su amigo de infancia, Ernesto Valdés Alonso, hijo de Ramiro Valdés,
también muy conocido en Venezuela.
Su menor
hija, Mayra Frutos Mena, está sí en Caracas, tomándose fotos en el mirador de
La Alameda, con una magnífica vista de El Ávila con la ciudad a sus pies y se
divisa claramente de fondo ¡la embajada americana!
Estos
jóvenes son conocidos con toda propiedad como “los herederos” porque son los
hijos y nietos de la gerontocracia que no saben nada de la epopeya de la Sierra
Maestra, del comunismo ni del internacionalismo, sino de pasarla estupendamente
bien con el dinero que sus padres le roban a “los ricos” de cualquier
país al que le ponen la mano.
Otro momento
cumbre fue protagonizado por la hoy famosa Sucelys Morfa, supuesta psicólogo,
segunda secretaria del buró nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba
que, sorprendentemente, estaba en Panamá representando a la “Sociedad Civil”
quien, según dijo, estaba allí por su cuenta, pagando su pasaje y estadía como
cualquier transeúnte, para hacer oír la voz de los que no tienen voz.
Quien quiera
puede disfrutar su intervención, gritando: “son lacayos, gusanos, mal pagados,
autofinanciados por el imperialismo”; en este punto surgen dudas acerca de lo
que esta licenciada pueda entender por autofinanciamiento, que es lo que ella
dice haber hecho al cubrir todos sus gastos para desarrollar su labor
humanitaria por cuenta propia.
Termina
diciendo que ellos “son ricos” y esto la enlaza con los otros jóvenes
herederos, puesto que se supone que están contra los ricos en todas partes,
menos en Cuba, donde los ricos son ellos.
No se
necesita ser un agente especial, ni manejar información privilegiada, ni espiar
a nadie, sino ver América TV o NTN 24 y escuchar el lenguaje que manejan los
actores de los “actos de repudio” para ver que ese supuesto de que la Guerra
Fría quedó en el pasado sólo lo maneja la administración Obama, pero no la de
Castro.
Mercenarios
le decían a los expedicionarios de Playa Girón, también conocida como Bahía de
Cochinos; gusanos a quienes abandonaban el país huyendo del totalitarismo;
lacayos del imperialismo, etcétera, el lenguaje ejemplar de la licenciada
Sucelys Morfa, exactamente el mismo que se inculca en Venezuela y no por
casualidad.
¿Cómo pueden
ignorarse estos hechos tan incontrovertibles? ¿Cómo puede diseñarse una
política de Estado basándose sólo en buenas intenciones? El fracaso de los EEUU
en Vietnam, según los papeles del Pentágono, fue causado por elaborar una
política basada en mentiras y ajustar la realidad a la política que se
quería seguir. Hay ciertas diferencias ahora, pero el fracaso está asegurado.
El
Departamento de Estado propone sacar al régimen de Castro de la lista de
patrocinadores del terrorismo porque no ha apoyado ninguna acción terrorista en
los últimos seis meses. La dirección de las FARC lo celebra desde La Habana
como “un paso en la dirección correcta”. El paso siguiente y en perfecta
armonía con el anterior sería sacar a las mismas FARC y a la ETA de la lista de
organizaciones terroristas.
Para dar
estos pasos trascendentales sólo hace falta un radical cambio de perspectiva.
Hace años que Chávez dijo en la Asamblea Nacional que las FARC y el ELN no son
ningunos grupos terroristas, sino verdaderos ejércitos que ocupan espacio,
etcétera.
Rafael
Correa le dio refugio a Raúl Reyes y al secretariado de las FARC, como hoy lo
hace Raúl Castro; Daniel Ortega califica a las FARC como una “organización
hermana”, miembro honorario, además, del reconocido Foro de Sao Paulo.
Como para
que no queden dudas, simultáneamente a la exclusión perpetraron la masacre del
Cauca, mientras las FARC reafirman que mantienen su “tregua unilateral”.
La
incongruencia es la política de nuestro tiempo.
Luis
Marín
22-04-15
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