sábado, 1 de marzo de 2014
HUMBERTO GARCÍA LARRALDE - SICAD II O LA AGONÍA DEL CONTROL DE CAMBIO
SICAD II O
LA AGONÍA DEL CONTROL DE CAMBIO
Humberto García Larralde
El lunes 24 el poliencamburado Rafael
Ramírez, en su calidad de Vicepresidente para el Área Económica, anunció con
bombos y platillos por cadena nacional la restitución del mercado de permuta
para la compraventa de divisas. Quiso
transmitir la idea de una flexibilización del mercado cambiario para ponerlo a
tono con las exigencias del momento, pero como dicen los gringos: “too
little, too late”. Veamos.
La única ventaja que podría aportar un nuevo
mercado controlado –como es este del SICAD II- es que atrajera nuevos oferentes
de divisas. Como se sabe, los dólares que ingresa PdVSA, netos del generoso
financiamiento otorgados a los compradores del petróleo venezolano y del pago
de la deuda con China, son bastante menos que los requeridos para pagar las
importaciones de bienes y servicios del país. Ya el propio Ramírez había
anticipado que el presupuesto de divisas para importaciones sería de sólo $42
millardos este año.
Por otro lado, el servicio de la deuda pública externa ya
ronda por los $15 millardos anuales y, según la firma Ecoanalítica, existen compromisos
acumulados por importaciones no
liquidadas, dividendos de empresas transnacionales represados, expropiaciones
no pagadas y deudas a contratistas internacionales petroleros y a empresas
mixtas en la faja del Orinoco, que alcanzan la cifra de $52 millardos. Lamentablemente,
el país, lejos de captar capitales internacionales para cubrir estas brechas,
espanta para afuera los dineros de los residentes, como queda registrado en los
saldos negativos de la cuenta financiera de la balanza de pagos.
¿Y qué haría atractivo la venta de divisas
por privados en el SICAD II? En el mejor de los casos, los exportadores no
petroleros, de ofrecérseles condiciones apropiadas, podrían aportar unos $3 o 4
millardos adicionales. Y ¿qué induciría a tenedores privados de títulos en
dólares (u en otras monedas) a venderlas por papeles en bolívares? El clima de
negocios en Venezuela es sumamente adverso, dada la precariedad de las
garantías procesales y a la propiedad, los controles de precio, la naturaleza
punitiva de muchas normas, y las regulaciones y prohibiciones diversas a la
actividad económica. Luego, a pesar de la volatilidad del pequeño mercado de
capitales puede traducirse en ganancias súbitas en momentos estelares, es éste
demasiado llano y escaso en ofertas.
Con la crisis económica del país, es más
probable que los pocos valores transados generen pérdidas. Por otro lado, los
depósitos en la banca rinden intereses muy inferiores a la inflación.
Finalmente, las marchas y contramarchas del gobierno en materia cambiaria no
ofrecen seguridad alguna de que las inversiones bien sea en empresas o en
instrumentos denominados en bolívares, de resultar favorecidos, puedan ser recuperadas,
con las ganancias obtenidas, en dólares. Por donde se le mire, no aparecen los
oferentes privados de divisas.
Siempre habrá, desde luego, quienes por
razones de emergencia –pago de deudas contingentes, necesidad de cubrir gastos
de salud de familiares en Venezuela, u otros compromisos- deseen comprar bolívares.
Pero serían muy limitados si vendieran sus dólares en los mercados controlados
cuando el negro ofrece un cambio varias veces más favorable. La esperanza de
que algunos de los pocos turistas que llegan al país ahora sean tan despistados
que vendan sus divisas a precio oficial y que ello infle su oferta es risible.
Desde luego, el Ejecutivo ya dispuso que
PdVSA y el BCV serán también oferentes en SICAD II. La deuda externa
consolidada de la empresa petrolera está registrada, para finales de 2013, en
más de $43 millardos. Ello no incluye la cuantiosa deuda con el BCV. ¿Cuánto
estaría dispuesta PdVSA a aportar divisas adicionales por esta vía sin afectar
aun más sus ingresos futuros o su ya precario flujo de caja? Quizás la apuesta
del Ejecutivo es que empresas petroleras foráneas encuentren mucho más
atractivo invertir en Venezuela, ahora que podrán obtener bastante más
bolívares por sus dólares. En el mediano plazo, redundaría en un incremento de
la producción que podría aliviar las estrecheces en las cuentas externas.
Pero no olvidemos que a las empresas
asociadas a PdVSA se les deben varios millardos y que existen demandas internacionales
por parte de empresas expropiadas y/o a las que se les impusieron cambios en
las condiciones inicialmente acordadas para su operación en Venezuela. ¿Qué
debería hacer el país para que las condiciones del negocio petrolero den más
confianza? El BCV, por su parte, salvo por los intereses devengados por
reservas internacionales colocadas en instrumentos financieros líquidos, no es
fuente primaria de divisas; oferta las que le entrega PdVSA.
Pero lo más lamentable del nuevo esquema es
que, a pesar de todas las expectativas que el gobierno quiso fomentar, en un
corto plazo apenas le hará cosquillas al mercado paralelo (negro). Las razones
son obvias. La maquinita de imprimir billetes que el BCV puso a funcionar para cubrir
las deudas de PdVSA y de otras empresas públicas con el fisco, ha hecho que la
relación entre la liquidez monetaria y las reservas internacionales supere
actualmente los 60 Bs/$.
La ausencia de instrumentos financieros en
bolívares no deja mejor opción para muchos que la compra de dólares, más cuando
no se prevé que su precio vaya a estabilizarse. Por otra parte, la tentación de
abultadas ganancias en lo inmediato al comprar dólares regulados y venderlos en
el paralelo hará que, a pesar de las penalidades, seguirá estimulando estos
negocios especulativos. De manera que el fuerte desequilibrio entre oferta y
demanda de divisas seguirá existiendo.
Por ello es que el SICAD II, lejos de liberar
la compraventa de divisas, se presenta como un mecanismo adicional de
racionamiento. El artículo 9 de la reformulada Ley de Régimen Cambiario y sus
Ilícitos sujeta las transacciones ahí a los convenios cambiarios a
establecerse entre el BCV y el Ejecutivo, así como las regulaciones que
determinen las Superintendencias de Bancos y de Valores. De los 41 artículos de
esta ley, 25 se refieren a los ilícitos. Claramente se trata de un instrumento
punitivo para intentar sostener a la fuerza el racionamiento de la divisa, que
fracasará porque su propio diseño, las políticas del gobierno y las condiciones
de la economía doméstica, lo que hacen es alentar una demanda insaciable por
dólares.
Finalmente, es obvio que la instrumentación
del nuevo mecanismo significa una nueva devaluación del bolívar. A pesar de no
conocerse cuáles operaciones se transarán en ese mercado, las alusiones de
Ramírez a que muchas deudas que tiene el Estado con empresas nacionales y
extranjeras podrían encontrar ahí solución hará que la paridad que resulte se
transforme en marcador para los precios internos de bienes y servicios en que
éstas participen. El BCV pretende que el precio del dólar fluctúe dentro de una
banda, con un techo y un piso regulado, y todo hace pensar que se situará por
encima de los Bs. 20/$. ¿Cuántas transacciones terminarán realizándose a esta
paridad, varias veces superior al 6,30, ante la manifiesta escasez de divisas
del SICAD I y de la antigua tasa CADIVI? ¿Cuántas seguirán sin encontrar más
opción que acudir al paralelo? ¿Cuál será su impacto sobre la inflación y/o
sobre el desabastecimiento?
Y así, de parche en parche, el gobierno
pretende mantener un control de cambio que ya le estalló en la cara. No ha
entendido la necesidad imperiosa de desmantelar por completo el sistema. La
ignorancia es y seguirá siendo, un precio muy alto a pagar para los
venezolanos.
Humberto
García Larralde
economista,
profesor de la UCV
Etiquetas:
Control Cambiario,
Humberto García Larralde,
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