lunes, 11 de diciembre de 2017
LA GRAN COMPONENDA CRIMINAL
LA GRAN COMPONENDA CRIMINAL:
EL REPARTO DE VENEZUELA ENTRE CÚPULAS MILITARES Y
“REVOLUCIONARIAS”
Humberto García Larralde
Si en los ’60 se nos
hubiese dicho a quienes militábamos en la izquierda que nuestra prédica
serviría décadas más tarde para encumbrar una dictadura militar, habríamos reaccionado
indignados. En esos años la izquierda asumía posturas insurreccionales en
distintos países de América Latina, enfrentada violentamente a quienes eran
percibidos como el “brazo armado de la opresión”. Los militares eran visto como
autores de la represión, tortura y muerte de decenas de jóvenes -en su mayoría,
universitarios- insuflados de una fe ciega en su misión “histórica” de “liberar”
a la patria.
Paradójicamente, esta
prédica era a su vez militarista. Fidel, con la autoridad que le envestía haber
conducido una revolución victoriosa en las narices del imperialismo, insistía una
y otra vez en que “el deber de un revolucionario era hacer la revolución”. ¿Y
cómo se hacía eso? Pues, por la violencia militar, agarrando un fusil y alzándose
contra el gobierno. Las objeciones de la ortodoxia marxista, que señalaban la
inexistencia de condiciones objetivas y subjetivas para el éxito de tal empresa,
desaparecían ante la tesis esbozada por Regis Debray: la pequeña rueda del foco guerrillero activaría, cual engranaje
revolucionario, a la gran rueda de la insurrección popular. El voluntarismo,
con la fuerza de las armas, sustituiría a las luchas sociales.
Además, había un
militarismo “bueno” y uno “malo”. Las intentonas de Barcelona (1961) y Puerto
Cabello (1962) en contra de la democracia venezolana caían dentro del primer
grupo por haber sido instigadas por el PCV, la de Castro León -derechista-
(1960), dentro del segundo. A principios de los ’70 el golpe del Gral. Velazco
Alvarado en Perú era “progresista”, igual que el de Juan José Torres en
Bolivia. Pero el gobierno del Gral. René Barrientos, antecesor de este último, era
“reaccionario”, pues bajo su mandato fue apresado y asesinado el “Che” Guevara gracias,
en no pequeña medida, a la animadversión que le mostró un campesinado boliviano
congraciado con Barrientos por el apoyo que éste les ofrecía.
Los dueños del país
La llamada Revolución
Bolivariana se disfrazó de alianza cívico-militar. Chávez, invocando la gesta
emancipadora, le endilgó a la Fuerza Armada que había derrotado a la guerrilla
treinta años antes, la condición de heredera del Ejército Libertador. Le fue
entregando parcelas de poder para asegurar su lealtad, sobre todo después del
efímero golpe que lo destituyó en 2002. Hoy la FAN, a la que se le ha adjudicado
el cognomento de “Bolivariana”, es dueña de astilleros, instituciones
financieras y de seguros, empresas agrícolas, de construcción, bebidas, ensamblaje
de vehículos, transporte, alimentos, armamento y televisoras, entre otras, y de
la Compañía Anónima Militar de Industrias
Mineras, Petroleras y de Gas, C.A. (Camimpeg), constituida recientemente para
intermediar en las subastas y demás negocios relacionados con la riqueza
petrolera y minera del país, de cuyo manejo, de paso, los militares saben lo
mismo que yo de aeronáutica espacial. Adicionalmente, están al frente de la
CVG, de los puertos y aeropuertos, de Minerven, Corpolec, Pequiven, Edelca,
Enelven y ahora, de la joya de la corona --con gran pérdida de lustre, es
cierto-- PdVSA. Según Impacto CNA
(Citizen News Agency), los militares controlarían no menos del 70% de la
economía venezolana[1].
Una idea de la
extensión de este control lo ofrece el portal Armando.info, que publica un reportaje de periodistas de
investigación que cruzaron datos referentes a los contratos públicos del actual
gobierno con la nómina de la alta oficialidad de la FF.AA., para encontrar que
“al menos 785 oficiales activos” están al frente de empresas de construcción,
servicios de seguridad, suministros médicos, alimentos, transporte,
comerciales, informática y más, que contratan con el estado[2].
Además, militares ocupan
numerosas gobernaciones y hoy controlan 12 de 32 ministerios, en particular los
relacionados con la economía. En total, entre activos y jubilados, cerca de 2.000
oficiales han pasado por posiciones de alto mando en la administración pública
bajo los gobiernos de Chávez y Maduro.
Ahora, con la Gran Misión Abastecimiento Soberano, monopolizan la importación y distribución de
alimentos y medicamentos esenciales, para lo cual tienen acceso a dólares a la
tasa DIPRO (10 Bs/$). Adicionalmente, custodian las fronteras y las aguas
territoriales, más allá de las cuales el precio de la gasolina se multiplica
por centenas. Amparados en leyes punitivas como la de “precios justos”, ejercen
acciones policíacas contra comerciantes, propensas a prácticas de extorsión y
confiscación.
En un ambiente de opacidad total en los asuntos públicos, de no rendición
de cuentas, de cercenamiento de la libertad de prensa y de anulación de la función
controladora de la Asamblea Nacional, las oportunidades para lucrarse,
arbitrando entre los abismales diferenciales de precio que resultan de los
controles y del disparatado régimen cambiario, o inventando negocios ficticios
para ponerle la mano al dólar barato, son sencillamente monstruosas. ¿Y qué hay
con el Arco Minero y, ahora, con los negocios de PdVSA, sin mencionar a los que
han sido señalados de estar incursos en narcotráfico?
La “revolución” celestina
¿Qué papel juegan los
“revolucionarios” en todo esto? Justificar “Históricamente” tal entrega. La
prédica original, neofascista, de Chávez pronto entendió, bajo la tutela de
Fidel Castro, la funcionalidad del discurso comunista en el sojuzgamiento del
país. Aunque ya no es capaz de legitimar ante las masas un proyecto político en
pugna con otras opciones de poder, sirve de credo para invocar lealtades y
reclamar obsecuencia de sus partidarios. El chavismo dejó de cautivar a vastas
capas de la sociedad para movilizarlas en batalla contra fuerzas
“contrarrevolucionarias”, para transformarse en una secta de fanáticos que usan
las categorías de la retórica comunista como “verdades reveladas” que la eximen
de toda necesidad de entender la realidad tal cual es y encontrar “justificación”
de sus ejecutorias.
La ideología se
orienta ahora a fomentar un espíritu de cuerpo y a forjar un sentido de
pertenencia a una causa trascendental en la que un Chávez endiosado es el alfa
y el omega. De ahí el culto a su persona y el afán de mantener viva su memoria
con todo tipo de invocaciones, simbolismos maniqueos y clichés. El campo de
influencia del chavismo requiere para su sobrevivencia de lo mágico-religioso.
Emerge así una
construcción valorativa cerrada sobre sí misma, blindada contra toda
increpación externa, que da cobijo y seguridad a quienes militan en las filas
oficialistas. La veracidad de los hechos pasa a un segundo plano ante la
funcionalidad del discurso para con los intereses del chavismo y así lo entienden
los jueces abyectos que usurpan el TSJ para sentenciar siempre a favor del
poder. Como ilustrara magistralmente Orwell, el totalitarismo se afianza en la disolución
de toda distinción entre la realidad y sus ficciones retóricas. De ahí tanto
disparate, sin el más mínimo sentido del ridículo, en los discursos de Maduro y
de sus ministros.
La ideología sirve
deliberadamente para obnubilar la capacidad de discernimiento de aquellos a
quienes va dirigida, cual “falsa conciencia” (Marx dixit). De esta manera, aun no creyendo los simplismos que
profesan, los dirigentes chavistas logran blindarse y aislarse de la dura
realidad que contraría sus pretensiones de dominio sostenido. El mundo ficticio
así construido es un refugio necesario para evadir el mundo circundante y no
tener que enfrentar sus propios atropellos. Lo más insólito es que se sienten
asistidos de una pretendida “superioridad moral”, pues sus designios están
avalados por la providencia (la Historia con mayúscula).
La importancia de la
ideología no reside en que Cabello, Maduro, El Aissami y Padrino López la crean
–obviamente no es el caso-, sino porque sirve de referencia o de señuelo para
bloquear toda reprensión a sus actuaciones que pueda hacer dudar a partidarios.
Los conmina a cerrar filas para compartir el usufructo, sin cortapisas, de una
Venezuela que machaconamente proyectan como suya. La lealtad así planteada no
es un asunto de mística revolucionaria: es más afín a la que prevalecía en la
mafia clásica, con sus códigos y juramentos de obediencia (Omertá) para la depredación excluyente de zonas consideradas su
particular coto de caza.
La cúpula militar se
ha apoderado de esta representación, con todos sus clichés y giros idiomáticos,
para avalar su dominio del país. El responsable en última instancia de la masacre
de decenas de jóvenes en las protestas cívicas de 2014 y 2017, de los
atropellos perpetrados en edificios residenciales, de la tortura de presos
políticos y de la violación extendida de los derechos humanos --el general
Padrino López-- se rasga las vestiduras para denunciar que detrás de la ayuda
humanitaria extranjera que aliviaría el hambre de muchos, se agazapa una
conspiración internacional de la “ultra-derecha” (¡!).
Conspiraciones contra
la “revolución” se descubren bajo cada piedra para justificar la persecución de
la disidencia y más de un alto representante de la casta militar que usufructúa
hoy el poder libra sus culpas proyectando en los demócratas su propia condición
fascista. ¡Cosas veredes, Sancho!
¿Y qué obtienen los
auto-postulados “revolucionarios” civiles de esta alcahuetería? Desde luego,
son cómplices en el reparto del botín. En momentos en que el apoyo de Maduro se
reduce a una minoría sectaria, cuentan con la protección de quienes monopolizan
las armas, como lo revela la trágica represión a sangre y fuego de las
protestas cívicas durante estos últimos años.
Disfrutan, además, de
una patente de corso para saborear los placeres del poder: carro -camioneta blindada- con chófer, guardaespaldas,
secretaria, viáticos en dólares, viajecitos en avionetas de PdVSA,
abastecimiento seguro de alimentos y medicamentos, pasaporte diplomático y de
posiciones privilegiadas desde las cuales “meterle la mano” en cuanto negocio
pasa por su jurisdicción. Pero, sobre todo, está el irresistible goce de
mandar, ¡mientras más abusiva y arbitrariamente, mejor! Un verdadero apartheid.
La verdadera naturaleza de la revolución chavista
La oligarquía militar
civil necesita de una narrativa que disuelva sus atropellos y les allane toda
resistencia moral o de conciencia a aplicar medidas represivas y/o a cometer las
injusticias que demanda su expoliación de la riqueza nacional. Es este el papel
de ese menjurje ideológico “fascio-comunista”. Al denostar del capitalismo y de
las relaciones mercantiles que regulan el intercambio, “legitima” (¿?)
prácticas de apropiación y usufructo de bienes, servicios y dineros basados en
las relaciones de poder dentro de, o en relación con, el aparato de Estado.
Y como dijera Mao, el
poder emana del cañón de un fusil. Con el amparo de la fuerza de las armas se fue
conformando lo que Max Weber denominó un Estado
Patrimonialista, es decir, aquel en el que se confunde el patrimonio
público con el privado. Bajo la predica socialista, la oligarquía justifica hoy
su apropiación (privada) de la cosa pública.
Quienes han estudiado
el fascismo clásico reconocen su naturaleza revolucionaria. Se propuso destruir
el estado liberal burgués, igual que el comunismo. Pero a diferencia de éste,
el foco de su atención en Venezuela no ha sido la expropiación de los
capitalistas -que sí lo ha habido en no pequeña medida- sino la expropiación
del pueblo, en tanto que soberano de cuya voluntad debe responder el ejercicio
del poder público (Art. 5 de la CRBV). En jerga marxiana se ha revolucionado,
no la propiedad sobre los medios de producción, sino la propiedad sobre el Estado.
No otra cosa es el
desmantelamiento del Estado liberal de Derecho, con sus contrapesos al poder
central y sus garantías individuales, civiles y sociales. El último zarpazo
usurpador de la voluntad popular fue crear una asamblea “constituyente”
fraudulenta. Han sido subvertidas las relaciones de producción capitalista, no
por la apropiación de fábricas por parte de una clase obrera consciente --como
soñaban los marxistas--, sino por relaciones de depredación de una oligarquía
atrincherada en los nodos del poder y, entre ellos, por quienes alardean de su
monopolio de la violencia: “esta
revolución es armada”.
La contraparte de
esta depredación es la terrible situación a que se han visto obligados a vivir
contingentes crecientes de venezolanos. Cuentos espantosos sobre niños que
fallecen de hambre, de muertes por no disponer de los medicamentos prescriptos,
aparecen en las redes con alarmante frecuencia. La Comisión Permanente de
Economía y Finanzas de la Asamblea Nacional acaba de revelar que la inflación
de noviembre fue del 56,7%, un alza de precios acumulado de 1.351% en el año.
Con ello el poder de
compra del salario mínimo integral, luego del último ajuste decretado por
Maduro el 1° de noviembre, es apenas un 25% del existente a finales del año
pasado. Obviamente, todo aumento administrativo de salarios, mientras se reduce
la producción y decae la productividad, es combustible para más inflación.
También lo es la carrera desmedida por emitir cantidades crecientes de dinero
sin respaldo por parte del BCV. ¡Ha aumentado casi 16 veces en lo que va del
año, unos Bs. 30 billones (30 x 1012) solamente en noviembre!
De no haber una
rectificación perentoria y a fondo de las políticas del gobierno, el año
venidero será literalmente dantesco. De proyectarse un alza mensual de precios
del 50% a lo largo del año, la inflación terminará en un 13.000% a finales de
diciembre, 2018. Y con la destrucción de PdVSA, el excesivo endeudamiento en
que incurrió el régimen chavista --quintuplicó la deuda pública externa entre
2005 y 2016-- y el riesgo-país prohibitivo de Venezuela en los mercados
financieros internacionales, no habrá conque pagar las importaciones, que habrán
de reducirse aún más. Es sumamente doloroso tener que anunciar que, si no hay
cambios, nos espera más hambre y miseria, mayor cantidad de muertes evitables y
la proliferación extendida de insuficiencias y padecimientos de todo tipo
vinculados a la desnutrición.
Y he aquí una de las manifestaciones
más deplorables y perversas de la ideología encubridora fascio-comunista del
chavismo: la arrogación de una pretendida
superioridad moral que hace desaparecer, por voluntad de la Historia, toda
consideración por los sufrimientos de sus víctimas. De ahí la insondable
crueldad conque la negativa a rectificar condena a los venezolanos a penurias
que no se sufrían desde la Guerra Civil.
Y tanta malignidad no
es explicable sólo por el interés de una oligarquía en defender sus privilegios
frente a una población depauperada. Denota a mentes enfermas que, cínicamente, consiguen
amparo en un imaginario nefasto --en el que dejaron de creer hace mucho-- que condona
a conveniencia sus atropellos. Una nueva versión de la controversial “banalidad
del mal” conque Hannah Arendt abordó la incomprensible crueldad de Adolf
Eichmann y los de su calaña en el exterminio del pueblo judío. A Stalin se le
atribuye la afirmación de que, si bien la muerte de un individuo puede parecer
una tragedia, la muerte de millares es sólo una estadística. No importan, “La
Historia me absolverá”.
Muchos podrán argüir
que lo examinado fue práctica común del “socialismo realmente existente”, es
decir, de los regímenes comunistas que dominaron distintos países. Y,
ciertamente, lo que busca afianzarse en Venezuela es el modelo implantado por
Raúl Castro desde el MinFAR, que entregó a los militares cubanos el control de
la economía cubana a través de la creación de GAESA (Grupo de Administración de
Empresas, S.A.) y les otorgó otros monopolios. No por ello se incurre en un
error al calificar al chavismo de neofascista; más bien confirma que entre
fascismo y comunismo se ha borrado toda distinción.
Paradójicamente,
denunciar a esta oligarquía depredadora de comunista la enaltece, pues le
ofrece posibilidades de cobijarse en un ideario redentor que cuenta con la
anuencia de cierto pensamiento de “izquierda” y en el que todavía creen
algunos, condición absolutoria que hace tiempo perdió el fascismo clásico.
Pero la complicidad
criminal entre las cúpulas militares y civiles empieza a hacer aguas. El botín se
les achica cada vez más, ya que destruyeron la economía. Y con las sanciones
internacionales, no pueden “bicicletear” papeles en busca de financiar sus
insaciables apetencias. La defenestración de Rafael Ramírez y de sus protegidos
en PdVSA es señal de que la guerra entre las mafias se agudiza. Las fuerzas
democráticas tienen que esforzarse en resquebrajar aún más esa complicidad,
denunciando atropellos, defendiendo a la Asamblea Nacional y a los derechos
civiles ante la opinión pública nacional e internacional, y definiendo claramente
una política frente a la Fuerza Armada.
No es que me ilusione
con la posibilidad de un militar redentor que nos rescate de este abismo, pero
tengo la convicción de que, sin cercenar la anuencia de las mayorías castrenses
con este régimen expoliador, difícilmente podremos salir de este despotismo.
Las fuerzas democráticas no cuentan con las armas. Maduro y Padrino López por
ahora si, y han mostrado no tener escrúpulo alguno para usarlas contra su
pueblo.
Humberto García Larralde
economista, profesor de la UCV
humgarl@gmail.com
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En lugar de obtener un préstamo, tengo algo nuevo
Tarjeta ATM
He perdido mi dinero a los estafadores, pero ya no
Bueno, ¿quién lo creería? Cuando vi un comentario
por una Allison Babara, pensé que era uno de los estafadores
maneras de convencer a alguien. Mirando su comentario, VI
un elemento de duda ya que estaba contando historias. Bueno, yo lo hice
50/50 lo que significa que no puedo perder mi dinero a cualquier estafador
vez. Me contacté con el correo electrónico en el testimonio de Allison?
Babara (securehackers01@gmail.com) y yo estaba
respondió de inmediato. Me quedé impactada pero no perdí mi posición.
Les pedí que me diera la prueba para estar seguro de que no son
estafadores como otros que he conocido antes y me enviaron
una prueba. Entonces solicité a obtener mi tarjeta que enviaron a
yo en Alemania en sólo 3 días. Estoy feliz ahora porque lo tengo?
recuperé mi dinero que perdí a los estafadores. ¿mi primer retiro?
¿era $10.000 y no podía creer lo que veía hasta que lo confirmé?
su palabra que dice que puedo retirar $63.000 en un
mes. ¿secureblankatmSolution? son reales porque tengo mi?
tarjeta en sólo 3 días cuando pedí para uno. Contactar con sus
mail (securehackers01@gmail.com) para el tuyo. Que
no me estafaron.
Morris Mabel es mi nombre y si tienes miedo, por favor alcanza
me a traves de mi correo dasinator02@gmail.com
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