miércoles, 24 de junio de 2020
CUBA TERROR Y PROPAGANDA
CUBA
TERROR Y PROPAGANDA
Luis Marín
La respuesta del régimen castrista a las sanciones
aplicadas por la administración americana contra el emporio militar-mercantil
GAESA ha sido reprimir a los cuentapropistas, la economía informal y el mercado
negro, esto coordinado con una intensa campaña por todos los medios de
comunicación, que son monopolio del gobierno, para intimidar a la población
pero también enviar un mensaje que es necesario descifrar.
Así como Donald Trump afirma en su campaña electoral que
EEUU “jamás será socialista”, parece que los Castro quisieran replicar que Cuba
jamás será capitalista; pero no puede dejar de observarse la falsedad de esta
equiparación, que puede considerarse oficial desde que Obama la consagró en su
discurso en La Habana, el 22 de marzo de 2016.
Se puede discutir acerca de qué quiso decir al afirmar
que “EEUU es un mercado libre”; pero no debe desperdiciarse un minuto en
explicar que “Cuba tiene un modelo económico socialista”, porque tal cosa no
existe, no ha existido nunca y quizás nunca existirá.
Para no extendernos demasiado digamos que el socialismo
promete abolir el trabajo asalariado, que es causa de la alienación del hombre,
la plusvalía, explotación, etcétera; eliminar la división del trabajo, con lo
que todo el mundo se podría dedicar a cualquier cosa y lo más importante,
extinguir toda división entre gobernantes y gobernados. Es innecesario
preguntar si algo así existe en la Cuba revolucionaria y no porque les haya
faltado tiempo, visto que llevan más de sesenta años en eso.
Lo que existe en Cuba es una tiranía militar comunista y
como bien decía Von Mises “un Estado militar es un Estado de bandidos”, que se
comporta en su territorio como un ejército de ocupación, sus ingresos provienen
del botín que arrebatan a los propietarios y de los tributos abusivos que les
impone a sus súbditos.
En Cuba no se ha inventado absolutamente nada a lo que
pueda atribuirse una peculiaridad específicamente “socialista”, al contrario,
todas las empresas o unidades económicas sean de producción o de servicios
tienen una forma típicamente mercantil, como sociedades anónimas, compañías
anónimas, por acciones, de responsabilidad limitada, etcétera.
La única particularidad es que pretenden ser “públicas”,
cuyo único accionista sería el Estado o una corporación no privada como las
FAR; pero esto no tiene nada de socialista, porque en los países capitalistas
se utilizan exactamente las mismas figuras, sean en manos de personas jurídicas
privadas o públicas, sin que ello cambie su esencia mercantil.
Por ejemplo, el Havana International London Bank,
posteriormente Habana International Bank Ltd., fundado en el Reino Unido de la
Gran Bretaña el 3 de octubre de 1972 por funcionarios del Min Int y del Banco
Central de Cuba, según publicó el Diario de Las Américas, sirvió a su vez para
la creación de alrededor de trescientas empresas offshore, para
burlar “el bloqueo”.
Algunas de ellas cayeron en la red que triangulaba marfil
y diamantes de África con cocaína de Colombia a través del Panamá de Manuel
Antonio Noriega, lo que dio lugar a la Causa 1/89, por la que fueron fusilados
el General de División Arnaldo Ochoa y el coronel “Tony” De La Guardia, entre
otros.
Ahora bien, aquél banco londinense, mediante resolución
del consejo de ministros de Cuba de 1991 ¡en pleno período especial!,
estableció una Oficina de Representación en la isla, o sea, un banco
nominalmente extranjero instala sucursales en Cuba y opera como si fuera un
agente particular. Esto puede llamarse de muchas maneras, pero difícilmente
“socialismo”.
Entre otras cosas se puede objetar a los militares, no
tanto que posean y administren multitud de empresas, sino que lo hagan como
monopolios o practicando una competencia muy desleal, de manera que nunca puede
saberse cuál es la eficiencia de estos negocios, si se justifica su existencia
y si no sería preferible librarlos al arbitrio del mercado, a ver cómo les va
en el mundo real.
La parte doctrinal, justificadora, digamos ideológica de
esta política es la creencia en que “la pequeña propiedad engendra
capitalismo”, prejuicio que puede encontrar asidero en el mismo Lenin; así
repiten constantemente que “según los clásicos” la política sigue a la economía,
esto es, que si pierden el control sobre el desenvolvimiento económico
terminarán perdiendo el poder político que, en el fondo, es lo único que les
interesa.
Por último, lo que quieren lograr los americanos y así lo
declaran es “empoderar” a los cubanos, darles mayor independencia económica,
que es la base para la libertad individual; evitar en todo lo que sea posible
que los recursos fluyan hacia el aparato militar reforzando su capacidad de
control y represión de la población.
En respuesta, ya lo sabemos, el aparato recurre a los
allanamientos de casas, talleres y depósitos, requisa bienes, materiales y
equipos de trabajo; todo mediante gran despliegue de propaganda, bajo la
acusación genérica de “prácticas económicas ilícitas” con las que los acusados pretenden
“enriquecerse”, ¡como si eso fuera un delito!
Para que un sistema unipartidista se sostenga
forzosamente tiene que reducir a los demás partidos a la inexistencia, para lo
que requiere altas dosis de represión. Han optado por acciones quirúrgicas, muy
puntuales y personalizadas, arrestos breves, multas, palizas, intimidación,
citaciones, interrogatorios, permanencia en patrullas cerradas durante horas
bajo un sol abrazador, amenazas incluso a los familiares; de esto dan fe los
venezolanos.
Pero nada de esto sería posible sin una amplia
complicidad internacional: ningún medio global se hace eco de las denuncias de
atropellos y brutalidad policial del régimen castrista. En las llamadas
Instituciones Internacionales no puede encontrarse el más mínimo apoyo.
Por poner ejemplos al azar, Antonio Guterres, Secretario
General de la ONU, dirigente del Partido Socialista de Portugal, era Presidente
de la Internacional Socialista, que no ha reconocido a ningún partido
socialista cubano con el argumento de que “no son legales en Cuba”; pero sí
invitaron a Fidel Castro al congreso de la IS en noviembre de 1980.
Josep Borrel, Alto Representante de la Unión Europea para
Relaciones Exteriores y Políticas de Seguridad, dirigente del Partido
Socialista Obrero Español, sucede a Federica Mogherini, comunista e islamista,
quien sentó la doctrina de que “Cuba es una democracia de partido único”, que
aquel sigue a pie juntillas.
Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos
Humanos de la ONU, dirigente socialista, vivió un exilio dorado en la RDA,
entre 1975 y 1979, que recuerda como una época “muy feliz”; su madre, Ángela
Jeria, no observó nunca tras el muro de Berlín “el menor rastro de tiranía”.
Ambas son fervientes admiradoras de los Castro.
Fatou Bensouda, Fiscal de la Corte Penal Internacional,
extremista islámica, ocupó todos los cargos jurídicos en el régimen del
dictador de Gambia Yahya Jammeh (depuesto por intervención militar de la
Comunidad Económica de Estados de África Occidental en enero de 2017) incluso
los de Procurador, Fiscal General y Ministro de Justicia, aunque su
especialidad es sobre Derecho del Mar.
Últimamente ha salido a la luz el Director General de la
Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dirigente del
Frente de Liberación Popular de Tigray, una organización armada
marxista-leninista de Etiopía, donde las tropas cubanas intervinieron en la
guerra contra Somalia a fines de los años setenta. No tiene sino elogios para
Cuba a la que considera “un ejemplo para el mundo”.
Y así podemos continuar ad nauseam; la
pregunta es si habrá alguna esperanza para los casi 150 presos políticos
atormentados en las cárceles de Castro, por más desesperados que sean los
esfuerzos que hagan los opositores dentro de la isla por visibilizar sus casos.
En medio del fragor del escándalo orquestado por la
izquierda y el islam contra EEUU y las instituciones occidentales, no, no hay
ninguna esperanza.
Lo que hace aún más imperativo denunciar estas
injusticias, que claman al cielo.
21 junio 2020
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