viernes, 3 de julio de 2020
LA SEÑORA GARCÍA
LA SEÑORA GARCÍA
Por Bernardino Herrera León
@herreraleonber
Dudaba titular estas
líneas como “La intervención perfecta”. Para hablar de las premeditadamente
destrozadas universidades venezolanas. Tema que me produce mucho dolor.
Finalmente, opté por
referirme al personaje que resume, casi por completo, la magistral operación
para deshacerse de la institución universitaria, sin recurrir a la
desprestigiante intervención directa. Esa de las autoridades nombradas por el
régimen, con apoyo de militares y policías de uniformes negros. No fue
necesario.
Me refiero a la
señora Cecilia García Arocha Márquez. Sí, tres apellidos. Convertida de facto
en rectora eterna de la UCV. Elegida por el Claustro ucevista a mediados de
2008, para un período de cuatro años, sin reelección.
La señora García aún
ejerce el cargo con período vencido desde junio de 2012. Desde entonces, no ha
habido manera de que la UCV recupere su derecho a renovar su liderazgo
académico. Ni el chavismo ni el equipo rectoral han querido destrabar esta
insostenible situación. Siempre media un puñado de sentencias, excusas y
enredos procedimentales. Las universidades se desploman, literalmente. Pero
ellos siguen allí, indefinidamente.
El régimen chavista
ha temido siempre a las universidades autónomas. Son sus potenciales enemigos
anti-ideológicos. El chavismo las detesta por resistirse a la sumisión del
poder y por mantener peligrosos focos de rebeldía.
Paradójicamente, las
universidades han aportado al régimen extravagantes e inefables profesionales.
Casi la mitad de su nomina de ministros, viceministros y directores egresaron
de la UCV. Probablemente de allí surgió la magistral idea de la intervención
indirecta.
Y en efecto. Después
del intento intervencionista con aquella disparatada ley de diciembre de 2010,
el chavismo comprendió que la mejor estrategia para destruir las universidades
es: ¡Con sus propias autoridades elegidas! Manteniendo, por supuesto, el
siniestro plan de matarlas de hambre, con presupuestos y sueldos a extremos
miserables.
Las autoridades
aceptaron, veladamente. Aprobaron por años presupuestos deficitarios “bajo
protesta”. Y continuaron la farsa. La de fingir con orgullo que las
universidades funcionaban, a pesar del déficit. Se declaraban “opositoras”.
Pero actuaban como el chavismo. Democracia cada vez más ausente, culto a la
personalidad y autoritarismo como estilo.
Las revelaciones
demoraron. Un director de seguridad resultó ser doble agente del Sebin. Un
delfín estudiantil se declaró traidor. La relación idílica y/o diplomática con
los victimarios. Ocasionalmente, llegaban algunos recursos para asfaltar,
carnetizar, etc.
El dique que quedaba
contra la intervención indirecta era la APUCV. Pero desperdició muchas
oportunidades para reaccionar. Ignoró las señales, cuando nos arrebataron la
democracia. El gremio sucumbió a esa especie de chantaje, el de no enfrentar a
la señora García para no debilitarla a ella y a la UCV ante el régimen. Era
mala sí, reconocían, pero es nuestra mala.
Además de creer en la
señora García, la defendieron. Quienes exigimos rendición de cuentas fuimos
ignorados y acusados de acusadores sin pruebas. De obsequio, le entregaron en
bandeja el Fondo de Jubilaciones. Unos 22 millones de dólares más otros tantos
en bienes inmuebles. Y cuando la señora García anunció su plan para apoderarse
del IPP, reaccionaron. Mal y tarde. Nos engañaron, reconocieron. Desde entonces
el gremio ha sido, cada vez más, segregado e ignorado. Peleando por bonos y
primas que jamás alcanzan. La UCV no es agenda.
Poco a poco, la
administración universitaria pasó a modo caja negra. No rinde cuentas. Dicen
que hay un contralor del
que nadie se acuerda.
Dicen que hay una Controlaría del Estado, que nadie menciona. Pero ocurren
cosas como la compra de una clínica con sobreprecio (APUCV, pruebas a mano).
Proceden de madrugada, como el chavismo.
La señora García ha
sido la mejor artimaña que conozca en la historia de nuestra institución. Hay
que reconocerle al chavismo el éxito de su lacónico cinismo. Nos intervinieron
con nuestra propia gente, con nuestras propias miserias.
Hoy, la señora García
insiste en proyectar una imagen impoluta de sí misma. Hace tiempo se hace
llamar “La Magnífica”. Siempre suena como candidata de algo. Nadie puede
tocarla. Estas líneas son una afrenta. Aún, muchos la creen la líder ideal.
Primera rectora y otros clichés por el estilo. Su retórica panfletaria de
consignas, himnos y protocolos contrasta con la extrema pobreza de la
institución. Es como una comedia, pero realmente es una tragedia.
Para despertar de
esta inmerecida penitencia, los universitarios tenemos que reconocer que
nuestro modelo de universidad es ingenuo y vulnerable. Incapaz de detectar e
impedir que siniestros personajes se aprovechen de ella para prevaricar y
corromperla.
Lo hizo Edmundo
Chirinos, astuto psicópata, revelado como violador en serie. Lo hizo Luis
Fuenmayor, talentoso manipulador, protector de todos los extremismos de la
izquierda del subsidio universitario. Ni hablar de los Merentes, de los
Rodríguez y otros representantes de dantesco averno. Falsos académicos.
Populistas con títulos ¿Cómo no nos dimos cuenta? ¿Cuándo las universidades
explicarán al país tan vergonzosos errores?
Quienes comenzamos a
criticar duramente a la señora García y su sistema de complicidad, fuimos
acusados de radicales. Nos reprochaban con lecciones de moderación. Muchos se
definían como el centro político venezolano. Los llamados Ni-Ni. Al final, sólo
demostraron que el prudente centro moderado no es otra cosa que la
equidistancia con el Mal, la corrupción y la delincuencia. Hoy cohabitan sin
escrúpulos. Abogan por cualquier elección chavista.
La señora García es,
cada vez, menos UCV. A medida que la institución despierte. Esa parte de la UCV
íntegra que existe. La institución aún no ha muerto. Quedan opciones, pero es
preciso reaccionar. Aún bajo el chavismo, es posible recuperar nuestras universidades.
02 julio 2020
Etiquetas:
Bernardino Herrera León - UCV
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