miércoles, 11 de diciembre de 2013

HUMBERTO GARCÍA LARRALDE - REFLEXIONES SOBRE EL RESULTADO ELECTORAL



REFLEXIONES SOBRE EL RESULTADO ELECTORAL


1.   En primer lugar, es menester abordar los alegatos de triunfo, tanto del oficialismo como de la oposición. Las cifras que anuncia la prensa hoy, martes 10, señalan un total de votos del PSUV y de sus aliados de 5.213.190, equivalente al 48,69% del total de votos válidos. Los que no votaron por el oficialismo fueron 5.494.356, o sea un 51,31%, de los cuales poco más de un 42% (del total de votos válidos) fueron para la Mesa de Unidad Democrática (MUD) y 8% para “otros partidos”. Entre estos últimos estuvo el MAS, que se lanzó por su cuenta y obtuvo 2 alcaldías, así como los candidatos no oficialistas que proliferaron distintos a los de la MUD en municipios como El Hatillo, donde ganó David Smolanski. Si bien no se puede achacar ese 51,31% de los votos no oficialistas a la “MUD y sus aliados” porque 8% correspondió a candidatos fuera de esa plataforma, es evidente que, en un ambiente político tan polarizado como el venezolano y ante el ventajismo desvergonzado desde el Ejecutivo, el acoso y persecución de candidatos opositores y su “invisibilización” mediática, esos votos tampoco fueron “neutrales” o indiferentes.

En realidad el oficialismo fue derrotado en su empeño por imponerse como mayoría, ya que está en la base de su prédica de confrontación aquello de que “quien no está conmigo (y cierre filas en torno al líder), está contra mí”. Triunfó numéricamente, entonces, la pluralidad, la divergencia, la construcción de espacios para la democracia, y salieron perdiendo quienes esgrimen un proyecto totalitario de pensamiento único y no admiten, ni están dispuestos a entenderse con, aquellos que ven las cosas de manera diferente. Quiero pensar, en esta veta, que las fuerzas democráticas salieron airosas; no fueron vencidas.

2.   Dicho lo anterior, también está claro que la idea de un plebiscito contra Maduro fue derrotada. No puede esgrimirse como justificativo lo que el rector Vicente Díaz denominó como la campaña más ventajista de que se tenga memoria en el país, pues ese era un “dato” del contexto en que se hicieron las elecciones. Cabe destacar, sí, el esfuerzo contra todo el peso de un Estado partidizado en su contra, algunas veces de naturaleza verdaderamente heroica, que hicieron millares de defensores del voto por la democracia, de activistas pro MUD. En todo caso, cabe afirmar que el país no se dejó aplastar por el ventajismo desmedidamente abusivo del oficialismo, ni se dejó intimidar por sus manías persecutorias. Pero no se cumplieron las expectativas de desnudar a Maduro como usurpador, poniendo al descubierto la falta de apoyo del oficialismo en votos. ¿Hasta qué punto el ámbito local de estos comicios obró en contra de la idea de un plebiscito nacional contra Maduro? ¿Fue acertado contribuir deliberadamente, desde la orilla de las fuerzas democráticas, a polarizar el electorado?

3.   Si bien las fuerzas democráticas lograron importantes avances en la votación, reconquistando Valencia, Barquisimeto, San Cristóbal y conservando Maracaibo, Mérida y la Alcaldía Metropolitana de Caracas –entre otros- y arrebatándole Barinas a los chavistas, lo cierto es que Nicolás Maduro salió fortalecido de la contienda. Es al menos estéril, sino contraproducente, seguir insistiendo en su ilegitimidad y ausencia de arraigo popular ante estos resultados. ¿Cómo es que, si las encuestas de hace un mes lo retrataban en caída, logró recuperarse?

4.   Mi opinión es que, entre otros factores, resultó exitosa la maniobra, altamente mediatizada y seguramente urdida desde Cuba, de ocupar almacenes y ordenar la baja sustancial de precios de electrodomésticos y de otros artículos. No atribuyo este éxito a la idea de que se “compraron” con ello muchos votos, sino que, al fin, Maduro pudo tomar la iniciativa después de tantos meses de acorralamiento por las fuerzas democráticas, y proyectarse como un presidente dispuesto a tomar decisiones, a “mandar” enérgicamente (manu militari). Logró, ¡al fin!, ocupar el vacío que dejó la desaparición de Chávez, aunque fuese solo momentáneamente, que tanto se le eludió.

5.   Por supuesto existen muchísimos otros aspectos dignos de análisis. Uno, la altísima abstención, ¿A quién favoreció, quién salió más perjudicado? ¿Por qué? Otro, ¿Hasta qué punto privó el liderazgo local en la votación de muchos alcaldes? ¿Le falta arraigo y liderazgo a las fuerzas democráticas en los municipios medianos y pequeños? Un tercero, la aparente “ruralización” del chavismo, triunfante en casi todas las alcaldías pequeñas de provincia, y el predominio de la oposición en las grandes ciudades. ¿Podemos decir que ello es expresión de la modernidad contra el atraso, de la Venezuela de cara al progreso, abierta al mundo, contra la “Venezuela profunda” tan cara a los atavismos nacionalistas? Y un aspecto que, en lo particular, me intriga: ¿Cómo es que haya vuelto a ganar y con tanta ventaja, Jorge Rodríguez en la Alcaldía de Libertador, cuando todo indicaba que su gestión fue bastante mala? ¿Maquinaria electoral? ¿Ventajismo? Seguramente una combinación de ambos, pero también algo más. ¿Cómo es que las fuerzas democráticas no hayan podido rasguñar ese liderazgo?

¿Qué nos espera?

El oficialismo quiere proyectar la imagen de que ganó y de manera contundente, haciendo referencia, sobre todo, a la abrumadora mayoría de alcaldías conquistadas. Las fuerzas democráticas, por su parte, reivindican los avances obtenidos y su consolidación en las grandes urbes. Pero por los resultados, el juego luce trancado, la contienda política parece estancada, sin perspectivas de desenlace favorable para ninguno de los bandos. Todo depende, por tanto, de cómo evolucionarán las cosas.

Ya aparecieron Maduro y los suyos queriendo capitalizar su pretendido triunfo anunciando la continuación de sus “medidas económicas” de control y conminando al país amenazadoramente a someterse al Plan de la Patria, a cuenta que es “ley” (¡!). De ser ésta la tendencia, el futuro será de conflictos crecientes. De empeñarse con la estúpida idea de que la crisis se debe a una “Guerra económica” de los “burgueses apátridas” contra el país, no le quedará más remedio que acentuar la represión, pues por esta vía la situación no tiene solución y sólo podrá empeorar. La fuerte devaluación anticipada para enero, sin entender la necesidad de acompañarla con medidas de ajuste fiscal y monetaria, y en presencia de una política de controles severos, racionamiento y prohibiciones crecientes, hará mes conflictiva y de difícil manejo la situación. Por supuesto, saltarán mercados negros, corruptelas y especulaciones de todo tipo, reforzando el argumento por más “mano dura”. Por ahí se nos termina de ir el país por el desaguadero. La resucitación del quimérico Estado Comunal como paso siguiente de la “ofensiva revolucionaria”, sólo es pensable dentro de un estado totalitario.

Las fuerzas democráticas deben anticiparse a tal eventualidad y evitar que el Ejecutivo cope la iniciativa con base en estos lineamientos. La arena de lucha será la economía. Si en algo obedece a que la oposición no haya podido “cobrar” a su favor el desastre económico desatado por Chávez y Maduro, es por la ausencia de una alternativa clara y convincente de hacia dónde debe ir el país en materia económica. La formulación de una propuesta coherente y consensuada es un desiderátum para la confrontación exitosa con las fuerzas del atraso y el oscurantismo fascista el próximo año. Pero en este escenario, los dados están cargados fuertemente a favor de estas últimas: su hegemonía mediática, que ha “invisibilizado” a dirigentes opositores connotados, incluyendo Henrique Capriles; la repetición incesante de mentiras para proyectar una versión falsa y maniquea de la realidad que “legitime” ante los suyos la represión; su control de un sistema judicial abyecto a sus designios para perseguir e inhabilitarlos; el usufructo discrecional de la renta petrolera a través de una Ley de Presupuesto tramposa, basada en un precio proyectado del barril de crudo que apenas llega a la mitad del precio real; y –para no alargar- la destrucción de las instituciones que resguardan los derechos civiles y políticos, que impiden la participación democrática y contralora del pueblo.

De manera que es ese el desafío a enfrentar. ¿Cómo aprovechar los canales todavía existentes, y crear otros, para poner al descubierto que el fracaso económico se debe a las políticas del régimen que, por incompetencia, fanatismo, estulticia, pero sobre todo, por intereses predadores incrustados en el Estado, el Ejecutivo no quiere rectificar? Como correlato, es necesario continuar desenmascarando corruptelas y abusos de todo tipo, y no descansar en la defensa de los derechos humanos. En esto debemos continuar tendiéndole la mano al pueblo chavista.

La razón está de nuestro lado, como las ansias de libertad y justicia que anidan en el corazón de la mayoría. ¿Cómo capitalizar esto? A pesar del aparente atascamiento de la contienda política, las fuerzas democráticas están lejos de haber sido disminuidas. ¡Ahora es cuando! El futuro nos pertenece si sabemos acertar en nuestras acciones, pues el camino escogido por el madurismo es del fracaso seguro.

Humberto García Larralde, economista, profesor de la UCV, humgarl@gmail.com


1 comentario:

Mariela Angulo dijo...

La matemática es perfecta, solo que en Venezuela se arrastra una gran falla en esta materia.