domingo, 27 de abril de 2014
HUMBERTO GARCÍA LARRALDE - DERECHO QUE NO SE EJERCE, SE PIERDE
DERECHO QUE NO
SE EJERCE, SE PIERDE
ALERTA A LA MUD
Los
ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a manifestar,
pacíficamente
y sin armas, sin otros requisitos que los que establezca la ley.
Se prohíbe el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas en
el control de manifestaciones pacíficas. La ley regulará la actuación de los
cuerpos policiales y de seguridad en el control del orden público.
Artículo 68, Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela
Se ha
insistido, correctamente, que la base del diálogo entre las fuerzas
democráticas y el gobierno de Nicolás Maduro tiene que ser el respeto a la
Constitución. Por los atropellos a los derechos humanos durante estos últimos tres
meses, más las arbitrariedades cometidas a lo largo de los quince años del
presente régimen, tal exigencia es inapelable. Aún así, sabemos que el gobierno
sólo reconocerá los derechos constitucionales a regañadientes, impelido por las
circunstancias, es decir, cuando se vea obligado por la presión de la calle, la
opinión pública nacional e internacional y el malestar que pueda sentirse entre
las filas oficialistas.
Pero he
aquí que, ya cumplidos los primeros escarceos entre oposición y gobierno -supuestamente
para hacer cumplir la Carta Magna-, no sólo no ha cesado la represión brutal de
las manifestaciones, sino que ahora la Sala Constitucional del TSJ pretende
supeditar el derecho a manifestar a la autorización discrecional del alcalde
respectivo, según la sentencia 276 del 24 de abril, 2014. Cabe señalar que el
único requisito que exige la ley para el ejercicio del derecho a manifestar,
consagrado en el artículo 68 de la Constitución reproducido como epígrafe, es
que se participe a la autoridad[1],
teniendo en cuenta, desde luego, que la manifestación sea pacífica y “sin
armas”. La sentencia del TSJ viola flagrantemente este derecho que, de paso,
constituye un pilar de la legislación de cualquier país democrático en el mundo
actualmente, y convierte en delito penal marchar sin la autorización respectiva.
“Dialogar” a la par que el régimen se burla de la Constitución, no tiene
sentido y resulta ser contraproducente.
Los
dirigentes de la MUD deben estar conscientes de los tres elementos básicos que
definen la actitud del gobierno frente a la actual negociación. Primero, no se puede desconocer con
quiénes se negocia, voceros de un régimen de naturaleza fascista o, si se quiere
mayor precisión, fascio-comunista. En
absoluto los anima encontrar un piso común para discernir criterios de justicia
que hagan valer lo pautado en el marco jurídico de la nación; lo que persiguen
es aplastar toda oposición, no reconocerle sus derechos. No son demócratas ni
tienen escrúpulo o freno ético alguno para salirse con la suya, sea como sea. Si
se sientan en una mesa para “dialogar” sobre estos aspectos, es porque fueron
compelidos a ello. Y esto conecta con lo segundo,
cual es el hecho de que, en los actuales momentos, ese gobierno está débil, aun
desplegando los medios represivos contra la población que hemos visto, mientras
que la oposición desarmada, sin acceso a los medios de comunicación masivos, está
en una posición de fuerza relativa, capaz de incidir en las condiciones en que
debe discurrir el diálogo, si sabe negociar inteligentemente. Porque la situación
del país no tiene compón si continúan instrumentándose las mismas políticas.
Esto
lo sienten, mejor que nadie, los estudiantes, amenazados de ver su futuro conculcado
por la ignorancia, el atraso y el fanatismo. Frente a eso, la repetición de las
mismas consignas “revolucionarias” para negar la realidad ya no tiene carga
alguna: el gobierno está acorralado
y la única opción a la que echó mano, la represión despiadada, lejos de
aplastar la protesta ha fortalecido su resolución. En estas circunstancias,
busca desesperadamente un respiro, algo que cambie la dinámica de los acontecimientos
para aliviar la presión a que se encuentra sometido. Y de ahí el tercer elemento.
El gobierno busca alterar
la dinámica a su favor, precisamente, con sentencias como la del TSJ, para desmontar
la protesta incesante que lo tiene a la defensiva. La prohibición de manifestar
es lo que resulta cuando se sujeta a la autorización discrecional de un alcalde
fanático, alineado con el poder central. Y sin la protesta pacífica, sostenida,
se desinfla la presión que obliga al gobierno a ceder.
No es
suficiente que la MUD denuncie que la sentencia del TSJ es inconstitucional. Se
sabe que el régimen no entra en razón simplemente por la vía de los argumentos.
Es menester forzar el respeto a tan básico derecho –el de manifestar- convocando
a una multitudinaria marcha para hacerle entrega a la Asamblea Nacional del
petitorio que le da sentido al proceso de negociación en ciernes: la ley de amnistía, el desarme de las
bandas fascistas, la restauración de la libertad de prensa, la restitución de
Scarano y de Ceballos a sus alcaldías y de María Corina a su curul, y la
renovación de los poderes.
Bajo la atención de la prensa internacional y con la
expectación de los cancilleres de la UNASUR, es menester poner a la vista de
todos si el gobierno tiene la voluntad de tornar al hilo constitucional. Bajo el
fascismo, si no se fuerza el cumplimiento de un derecho, una y otra vez y de
manera contundente y asertiva, éste se pierde. El fascio-comunismo manejado
desde Cuba no reconoce derechos; no les interesa. Su única preocupación es
seguir amasando poder para poder usufructuar discrecionalmente y sin
restricciones, las enormes riquezas del país. De ahí las medidas de control
social, entre otras la criminalización de la protesta y el uso de bandas
fascistas armadas, para amedrentar y asesinar.
Ya Maduro
cree que, con lo de la sentencia, lo peor pasó. Hasta se da el tupé de ponerse
cómico, señalando que, "Por ahí están amenazando ya, diciendo que o
hay resultados concretos o se paran del diálogo. No hay pacto ni negociación
con la burguesía. Quien se quiera ir del diálogo que se vaya". Es
decir, no tiene idea de dónde está parado, empezando por la estupidez de decir
que está negociando con la “burguesía” cuando más de la mitad del país le
reclama, de manera cada vez más impaciente, que rectifique.
No debe olvidarse que el fascismo siempre busca la confrontación,
aquella que adelante la solución final,
definitiva, de limpiar al país de “enemigos”. La frustración y la alarma que
pueda producir la sentencia aberrante del TSJ entre sectores opositores puede
desencadenar respuestas poco pensadas, anárquicas, que le den “razones” al
régimen para tan ansiada conflagración, sembrando el país aun más de sangre y
luto. Si lo que se quiere es encontrar una salida pacífica del actual estado de
conflicto, los dirigentes de la MUD, incluyendo a Maria Corina, Leopoldo y
Ledezma, en concertación con los estudiantes, deben asumir de manera firme y
resuelta la conducción de la protesta pacífica. El fascismo no nos va a
reconocer nuestros legítimos derechos. Es menester aprovechar las actuales
circunstancias, favorables a las fuerzas democráticas, para arrancárselos.
¡Atémosle las manos al gobierno! ¡A convocar la gran marcha! De paso, ¿qué se
prepara para el 1° de mayo?
Humberto
García Larralde
Economista, profesor de la UCV
26 de abril del 2014
Etiquetas:
Humberto García Larralde,
MUD,
Venezuela 2014
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1 comentario:
Doctor García L: ¿No le parece que la salida al peliagudo problema que plantea es muy simple? ¿Es portarse bien, pacíficamente, y prepararse para votar el 19 para que vuelva a ganar el fascismo? ¿Es eso lo que plantea o me equivoco? ojalá y me responda.
Rómulo Machuca P
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