domingo, 9 de octubre de 2016
¿QUÉ DISCUTEN LOS ECONOMISTAS?
¿QUÉ DISCUTEN LOS ECONOMISTAS?
Humberto García Larralde
Es sumamente
preocupante la situación por la que viene atravesando la economía venezolana
durante los últimos tres años. Numerosos economistas han venido alertando sobre
las consecuencias adversas de las políticas vigentes, planteando la necesidad
de modificarlas. El cúmulo de desaciertos ha acarreado un aumento abrupto de la
pobreza, una caída del producto, mayor desempleo, desabastecimiento,
malnutrición y muertes que podrían evitarse si se dispusiera de medicamentos y
equipos médicos apropiados. Lamentablemente, el Gobierno Nacional no ha tomado
en cuenta las observaciones de los profesionales de la economía y se niega a
rectificar sus políticas.
Concernidos por el
deterioro en las condiciones de vida de los venezolanos, la Academia Nacional
de Ciencias Económicas (ANCE), en unión de calificados economistas provenientes
de otras instituciones y áreas de trabajo profesional, ha propiciado un
interesante intercambio de ideas sobre cómo superar esta situación y generar
condiciones que redunden en un crecimiento sostenido con equidad.
Esta discusión ha
forjado consensos básicos en torno a la naturaleza de los problemas a afrontar
y respecto a los lineamientos principales de un programa para la reconstrucción
de la economía venezolana. En particular, hay coincidencia en la necesidad de
derrotar cuanto antes la inflación y reactivar el aparato productivo para poder
abastecer al mercado doméstico, sustituir importaciones y generar empleos bien
remunerados.
Los objetivos
generales de política para ello son bastante claras al respecto:
1) Sanear las cuentas fiscales, reduciendo
drásticamente los déficits y, con ello, su financiamiento monetario, para
abatir la inflación;
2) Unificar el tipo de cambio en torno a
sus valores de equilibrio real y en condiciones que permitan la libre
transacción de divisas con el fin de superar la severa restricción externa que
tiene ahogada la economía doméstica;
3) Contratar importantes magnitudes de
financiamiento externo para solventar la insuficiencia de divisas por la caída
en los precios internacionales del petróleo, y poder cubrir la brecha de
importaciones y cumplir con los compromisos externos de la nación;
4) Desmantelar el cúmulo de controles y
regulaciones que han asfixiado a la actividad económica interna, posibilitando
la liberación y aprovechamiento cabal de sus capacidades productivas,
fuertemente menoscabadas actualmente;
5) Consolidar un marco institucional que
afiance los derechos de propiedad, permita la oportuna y eficaz resolución de
controversias, promueva la competencia interna, asegure los derechos laborales
y de los consumidores e instaure un clima de confianza que haga a la economía venezolana
un ámbito favorable al emprendimiento y la inversión.
Pero al abordar tales
lineamientos, quedan interrogantes en torno a una variada gama de aspectos por
no contar con información oficial al día, en virtud de la irresponsable
decisión del Banco Central de Venezuela y de otros organismos estatales
proveedores de datos estadísticos de no publicarla. Ello mantiene a la
población en ascuas respecto a qué pueden esperar hacia el futuro, dificulta el
análisis profesional de estas perspectivas y enturbia las posibilidades del
cálculo económico acertado para la toma correcta de decisiones por parte de
actores públicos y privados.
En lo atinente a la
rectificación del conjunto actual de políticas, la falta de información oficial
dificulta conocer la magnitud de las brechas y de los problemas a superar, la
capacidad de respuesta que pueda tener la industria petrolera y otros sectores
productivos ante un programa coherente para la transición económica, y los
problemas específicos que confronta la gestión pública, que son menester
aclarar para recomendar los instrumentos de política adecuados y entender la
naturaleza de sus encadenamientos y secuencias, la estrategia para liberar y
estabilizar el tipo de cambio, y los mecanismos de compensación social más eficaces,
entre muchos otros aspectos.
En atención a lo
señalado, el grupo de economistas que nos hemos estado reuniendo se ha abocado
a recabar la mejor información disponible, evaluarla en términos de la
consistencia de los datos y con la trayectoria reciente de la economía, y
realizar los ejercicios de rigor para que puedan sustentar propuestas de
política. Dado el deterioro acelerado de la situación, tanto en lo económico
como en lo político, es imperativo tener preparados los aspectos fundamentales
de un programa de transición, una vez se viabilice políticamente su
instrumentación. Un nuevo gobierno no puede darse el lujo de improvisar
medidas para recuperar la economía: debe
tener lista una visión lo más clara posible de las políticas a aplicar y sobre cómo
mejor aplicarlas.
En particular, la
necesidad de recurrir al financiamiento internacional para aliviar la
restricción externa que hoy asfixia a la actividad económica y estabilizar un
tipo de cambio que refleje su productividad relativa, hace obligatorio disponer
de un plan creíble, basado en información precisa, que respalde tal solicitud.
La confianza de los inversionistas en las perspectivas de mejora futura del
país depende de ello, junto a la aplicación de reglas de juego claras y
atractivas. Estamos trabajando, precisamente, para contribuir con la
elaboración de un plan que cumpla con tales objetivos.
Un elemento central a
la viabilidad de un programa de transición está en la capacidad de incorporar
la participación de los actores principales en su puesta en acción. En atención
a ello, nos interesa dar a conocer a los sectores protagónicos del acontecer
económico y político nacional nuestras ideas, para someterlas a sus opiniones,
vivencias y expectativas. En particular, queremos evaluar nuestras propuestas a
la luz de las observaciones que puedan hacer las universidades, otras academias
nacionales, los gremios empresariales y sindicales, la prensa especializada,
dirigentes políticos y sociales y, progresivamente, el público en general.
En este orden de
ideas estamos comenzando a publicar en la página web de la Academia Nacional de
Ciencias Económicas (ANCE –www.ance.org.ve) –actualmente en reconstrucción-
documentos que recogen nuestras discusiones y a remitirlos a distintas
instituciones a través del correo electrónico. En nuestra agenda también está
la realización de distintos tipos de eventos, conjuntamente con otras
instituciones y actores, para la discusión de propuestas de política.
Esta interacción no
sólo permitirá una mayor precisión de muchas de nuestras propuestas sino que
arrojará información referente a la economía política del proceso de
transición, es decir, a la manera como habrán de expresarse los diferentes
intereses en juego y sus posibles impactos en la instrumentación de las políticas
en cuestión. Esto es particularmente importante si se toma en cuenta la
renuencia del Ejecutivo de atender las numerosas observaciones hechas por
economistas y otros profesionales respecto a la inviabilidad y consecuencias
negativas de sus políticas, y que hacen imperativo su rectificación perentoria.
Cómo superar los poderosos intereses coaligados en torno al sistema de
controles y regulaciones que viene destruyendo la economía, requiere sumar el
compromiso de todos.
Por último, es
menester conectar las políticas para la transición con las reformas
estructurales necesarias para impulsar un modelo económico que supere las
limitaciones del rentismo petrolero. Debe entenderse que la mejora sostenida
del bienestar de los venezolanos no puede descansar en la perspectiva de un
aumento continuado de los ingresos externos provenientes de la exportación de
petróleo. El mercado petrolero internacional está experimentando una
transformación estructural con la aparición de nuevas tecnologías de extracción
y con los compromisos asumidos para reducir hacia futuro el consumo de
combustibles fósiles por razones ambientales, lo cual hace poco previsible
precios del crudo como los evidenciados entre 2004 y 2014 para los próximos
años.
Una economía pujante
solo será posible desarrollando capacidades competitivas en otras áreas que
permitan reemplazar progresivamente al petróleo como fuente principal de
ingresos externos. Cómo utilizar la renta petrolera para facilitar esa
transición, cuáles son los instrumentos de política más apropiados, las
reformas estructurales que se deben adelantar y cómo se entrelazan con las
medidas para la transición, forman obligatoriamente parte de nuestras
reflexiones.
Vislumbrar hacia
dónde queremos que se desarrolle la economía, el proyecto de país al que
aspiramos y el marco institucional que lo hará factible, y lograr los consensos
necesarios para su viabilidad política, social y económica, es un desiderátum
de las generaciones presentes de venezolanos para con el futuro del país.
09 octubre 2016
Humberto García
Larralde
Presidente de la Academia
Nacional de Ciencias Económicas
humgarl@gmail.com
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