domingo, 31 de agosto de 2014
LA GRAN SABANA - BREVE CRÓNICA DE UN VIAJE
Ramón: He leído con delicia, fruición y hasta cierta envidia la crónica que has hecho de ese maravilloso viaje. Se te sale por todas tus coordenadas el geógrafo, el poeta
y ante todo todo el observador, el que mira siempre más allá de lo que está a la vista, el que comprende, extiende, ofrenda y toma a rienda suelta todo lo que el paisaje otorga en dimensión de humanidad.
Qué refrescante lecura en medio de un tiempo desasistido de ojos para ver, de corazónes para sentir y de amistad para compartir. Sé de las magias de esos lugares, pero tú no sólo la invocas y vives sino que la entregas como un mensaje libertario, un reconocimiento de compañerismo y amistad. ¿Qué más pedir?
Brilla como un sol sobre el jade, como la lluvia sobre las caídas de agua, como amanecer entre tepuyes. ms
LA GRAN SABANA
(BREVE CRÓNICA DE UN VIAJE)
Gran Sabana,
soberbia, soberana, pretenciosa como mujer hermosa, singular porque como tú
ninguna, eres cual gigantesca belleza sostenida entre montañas y no sé como lo
haces pero, observas en actitud desafiante a cada uno de los visitantes que a
tus lares se acerca, aun a los malcriados en tu seno recibes a sabiendas que
ensucian tus ríos y pozos, eres mítica, mágica y legendaria, te has acostumbrado
a callar ante el tiempo de las edades y sin hablar has hecho enmudecer a los hombres
con tu belleza a través de los siglos, en especial a quienes en ti moran, los
pemones, de quienes estaremos eternamente agradecidos por cuidarte con amor
desmedido.
PREÁMBULO:
Un día cualquiera del mes Abril, del
presente año 2014, nos dirigimos al Centro Comercial “El Global”, con la idea
de visitar la peluquería de la amiga Maite Álvarez, a dicho local llegaría
luego, otra amiga, Mirna Blanco, comadre de Maite; conversamos en relación a
diversos temas propios de un reencuentro y Mirna entre sus cosas expresa: ¡Saben
“muchachos”!, al fin cumpliré el sueño de toda la vida: visitar y conocer a La
Gran Sabana (municipio pemón del estado Bolívar).
De inmediato,
dirigiéndose a Maite le pide que nos muestre el programa que en fecha anterior
le había entregado en relación al viaje organizado por “Amore Tours, Eco Turismo
Aventura”, cuyos responsables son los amigos Esther María Verastegui y su amado
José Jacob Pérez.
Leído dicho programa
y motivados por el entusiasmo de Mirna y Maite sobre lo hablado, decidimos
suscribirnos para la realización de dicho viaje a llevarse a cabo entre el 2 y
el 10 de agosto del presente año.
Llegó el día
ansiado del evento planificado por todos los inscritos; buena parte de nosotros
nos reuniríamos en la Encrucijada de Turmero (estado Aragua), particularmente, dormimos
poco esa noche previa al viaje y luego, nos enteraríamos que a casi todos les
había ocurrido lo mismo, incluso, en las primeras de cambio, hubo 2 pasajeras
entre las tres más jóvenes del proyecto, dormidas en la “cocina” del
transporte, durante casi todo el recorrido de ese primer día porque habían
estado en una rumba hasta las 4am y el trasnocho no les permitía más que cerrar
los ojos.
Lo cierto es
que nos levantamos a las 3am y ya listos, nos dirigimos al sitio indicado de
reunión, con la ayuda de un familiar, quien nos hizo el transporte.
Lentamente
fueron llegando otros viajeros, recordamos que una de las primeras fue Amanda, quien
permanecería al igual que nosotros, metida en el transporte en el que había
llegado como medida de precaución ante la delincuencia desbordada que azota al
país bolivariano; sin percatarnos, el
grupo crecía, ¡de pronto!, apareció “La Potranca”, distintivo alegórico del
transporte de 35 puestos, guiado por su dueño Alberto (padre); del mismo surge
la figura de Esther María, la gran organizadora, lista en manos y después del saludo
de rigor, iniciaría el llamado de los pasajeros; uno a uno o por parejas, los
fue ubicando en el lugar que mantendríamos por el resto del viaje.
Ya en camino en
la autopista regional del centro, hacia Caracas, con la finalidad de viajar por
la vía costera; en las cercanías de Barcelona tomaríamos hacia el Sur, rumbo a
las poblaciones de Anaco, Pariaguán, el
Tigre y Soledad, antes de pasar el puente sobre el río Orinoco.
La ruta
costera ha debido tomarse por tener que recoger pasajeros en Caracas, sin
descartar que la vialidad de los llanos centrales se encuentra en mal estado, por
padecer de una morbilidad nominada “huequitis”.
Durante ese
recorrido costanero, Esther María aprovecha la oportunidad para distribuir el
distintivo con la identificación personal y grupal en cada uno de los viajeros;
en el envés del mismo, aparecía la indicación del “Super Poder” que ella supuso
correspondería a cada quien. No sabemos como lo hizo, ni en qué se basó para lograrlo,
lo cierto es que en su casi totalidad, logró acertar con el Super Poder referenciado,
cuestión no solo confirmada por cada participante, sino comprobada durante los
días de viaje.
Veamos como
quedó organizado el grupo en “La Potranca” y el “Super Poder” correspondiente:
Choferes:
Alberto o “Beto” (padre): El serio rochelero, “La Espontaneidad”.
Alberto
o “Betico” (hijo): Reflejo auténtico del padre, “La Humildad”.
Ala Izquierda:
Esther María
(Organizadora): la madre mágica del grupo, La Bella, “La Espiritualidad”.
José Jacob Pérez
(Organizador, cuarto bate, novio de la madrina, casi dueño del equipo, la
nobleza hecha hombre): Fotógrafo y Chef oficiales, “La Paciencia”.
Jesús Ramón: el
hermano mayor, inspiración para el resto de la familia, ejemplo permanente de
fortaleza y tenacidad, “La Bondad”.
Luís Ramón (hijo de…):
empeñado en acabar con los cigarrillos del mundo, “La Alegría”.
Mirna Blanco: Ícono
de atención, amistad y cordialidad, “La
Verdad”.
Raúl Vásquez: Seriedad
casi absoluta en casi todo el recorrido, cantor enamorado y comunicativo, todo
en serio, nada en broma, “La
disponibilidad”.
Yadira: Mucho corazón
ante las adversidades, mucho temple, dulce e indomable, “El Propósito”.
Jacobo (Jacovich,
esposo de…): Tesorero de la tranquilidad y la cordialidad, el salva vidas del
grupo, “La Prosperidad”.
Maite Álvarez: Sabia
por experiencia de vida, competente, flama permanente de dulce fuego, “La Comprensión”.
Amanda: Callada,
profunda, todo un poder oculto, La saeta humana y silenciosa del grupo (las
ganaba todas), “La flexibilidad”.
Lourdes Álvarez: Reflejo
de eterna juventud, lleva orgullosa el nombre de la virgen que custodia la
entrada norte a la Gran Sabana, junto a la Roca virgen en la sierra Lema, “La comunicación”.
Olga: Seriedad ante
todo, apegada a los suyos, brava y tranquila como ninguna, escondida siempre tras una silenciosa sonrisa, “La Luz divina”.
Cándida Álvarez:
Poder absoluto bajo un manto de inmensa tranquilidad, elaborado en la más fina
de las sedas, “La Belleza”.
Luís: Silencioso,
seriedad y calma ante la vida, seguro de sus actos, siempre responde con una
leve sonrisa para ocultar cuanto piensa,
“La Fe”.
Ala derecha:
Nereida: Atenta y serena
como la Sabana, casi siempre esconde sus sentimientos evitando asomar debilidades,
“La
Paz”.
Francisco: Atento,
educado, irreverente ante el poder, “La
fuerza”.
Isabel: Poder diluido
junto a la rebeldía en el tiempo de las edades, indomable, firme en sus decisiones,
“El Amor”.
Félix (esposo de…): Rey
indiscutible de la excursión, cuyo fuerte carácter y poder de mando, se deshicieron
con la coronación, la noche de la despedida, “La Armonía”.
Ofelia Morillo: Irreverente
y, al final, arrepentida de su rebeldía sin causa, pidió excusas a la familia, “La Unión”.
Ramón Santaella
(esposo de…): Entre la irreverencia y la armonía del grupo. Siempre, intentando
hacer amigos, ¡”Así son las cosas”!, “La
Compañía”.
Berta: Reina sin par del
evento, por su simpatía y movimientos en la pasarela, diáfana como pocas, “El Perdón”.
Celi (Hermana de…): Gozosa
y satisfecha del mejor de sus 10 viajes a la Gran Sabana, “La Sabiduría”.
Henri (Padre): Centro
indiscutible del humor y la amistad, despertador de las mañanas con su canto de
gallo portugués, sentimental como él solo, donador absoluto de amistad, “La Honestidad”.
Zulay: Madre bella y
sensata como pocas, administradora a todo dar, amable como sus hermanas,
ejemplo de responsabilidad y poder, serena, el control está en sus manos, “El agradecimiento”.
Henri (hijo): Ser hijo
de Zulay ya es bastante, pero, en
ocasiones tiende a ser amigo, honesto y rochelero como su padre, “La Confianza”.
Zuly (esposa de…): Mucho
poder “escondido”, bien administrado con dosis de cariño. ¡De pronto!, “llorona”
como buena parte de los viajeros, sentimental pero, con fuerte carácter y
temple de acero, aun así, es la consentida de Henri (hijo), su marido, “La Salud”.
La cocina (último
asiento de “La potranca”):
Del Valle, Zabala (La
mascotita del grupo): El botón de rosa blanca de un viejo jardín en espera de
sus 15 primaveras, la top consentida de la familia viajera, “Las Bendiciones”.
Ipsa (Tía de…):
Seriedad y rigidez en sus acciones y principios, “El Equilibrio”,
Ingrid (La otra Tía
de…), Tan seria y rígida como su hermana Ipsa, diáfana como el agua cristalina
del arroyo, con grandes sentimientos un tanto diluidos en el fuerte carácter
que domina sus días, “El Agradecimiento”.
Johbelín: De fuerte
carácter disimulado entre dulces palabras y una bella sonrisa, andar seguro y
rítmico, haciéndole honor a su “poder”, “La Libertad”.
Stefanía: La “última”
de los pasajeros, casi siempre la primera,
su “poder” se equilibra entre la flexibilidad de un fuerte carácter bien
administrado y “La Ternura” emergente que
la hace traviesa y consentida.
Cosas del viaje:
Una vez distribuidos los distintivos y
la descripción de los “super poderes”, mientras “La Potranca” es guiada por los
Albertos, desde Cagua hacia Caracas, cada participante lee la descripción del
mismo. Para sorpresa y regocijo de muchos, íbamos descubriendo afinidad con el
“poder” asignado por la madre mágica del viaje, cuestión que le permitió a ésta
como “La espiritualidad”, incentivar el viaje desde esas primeras horas del
recorrido propuesto, entonces, nos llamaríamos: La familia de “los super
poderosos”, “uno para todos y todos para uno” como los mosqueteros del Rey, de Alexandre Dumas y así actuaríamos
y nos divertiríamos durante el resto de la travesía.
Esther María
no podía haber dejado de autocalificarse con el “super poder” de “La Espiritualidad” porque
esa es una de sus grandes cualidades, al punto de ser reconocida por cada uno
de los restantes “super poderes”; ella, no solo pone de manifiesto su experiencia
de 5 viajes realizados a La Gran Sabana, sino también, un sentido especial para
encantar a las personas, derivado tal vez, de su larga experiencia de vida y,
sin darnos cuenta, aun sin tener el contacto directo con la Sabana, logra
conectarnos con la magia de un templo territorial de dominio natural como ancestral, donde esa magia se convierte en
pemones (gente heredera directa de la estirpe caribe), tepuyes o montañas que
sobresalen en la lontananza, sabanas atravesadas por ríos, selvas de galería,
paraíso de saltos y pozos encantados, cuyas aguas nos envuelven en un tiempo de
limpieza, tanto corporal como del alma, tiempo de recreo y gozo que induce al
olvido de cosas pasadas y obliga a pensar en otras nuevas con proyección de
futuro, siempre y cuando no seamos atacados por los “puri-puris”.
Otro aspecto
interesante planificado por La Espiritualidad, hubo sido el intercambio diario
de pequeños obsequios para un amigo secreto, fueron ocho días de intercambio
que se llevaba a efecto una vez montados en La Potranca y el día sábado, 9,
haríamos el último de esos intercambios, después de viajar el día anterior a Santa
Elena de Uairén, donde adquirimos el último de los regalos del amigo secreto.
Fue
emocionante la experiencia de revivir entre adultos mayores (abuelos casi todos),
actividades como esta en una población viajera, cuyo promedio de edad podía
estar en los 60 años, apartando por supuesto, a los cuatro jóvenes del grupo
(Humildad, Bendiciones, Libertad y Ternura. Sin desestimar a José, la paciencia,
que dice no llegar aun a los 40),
De Las Claritas en
adelante:
Pasada “Las
claritas” o Km 88 como también se le llama por su localización en el curso vial,
se inicia el remontar de la sierra Lema; 10 Km más al Sur, encontramos la “Roca virgen”, monumento natural, gnéisico,
precámbrico que funge en la imaginación del viajero y el pemón como guardián norteño de la Gran Sabana, roca de
unos 30 o 40 metros de altura, (En la actualidad, según lo observado, es
lamentable y doloroso que una de las puertas del Parque Canaima, hacia el
territorio mágico de Venezuela, haya sido convertida por visitantes
inescrupulosos, en botadero de basura.
Se sospecha
de visitantes provenientes de una cultura extraña llamada “cerdos urbanos”,
cuyos miembros, de manera inconsciente o a exprofeso, se sirven en adornar la
base de monumentos como el caso de este rocoso altar, con los desperdicios que
se niegan llevar al sitio adecuado, tal como debe ocurrir en cada una de sus
casas. La virgen de Lourdes quedaría fuera de sospechas por ser ella, custodia del
lugar).
Nos duele esa
acción entre quienes se auto califican de “humanos” porque “La Espiritualidad”
entre sus discursos motivacionales, nos refiere que la Sabana guayanesa recibe solo a quienes ella quiere y nadie más. Por su
bondad, amor, grandeza y el reconocimiento que brindemos a la dignidad de la
naturaleza.
Nos duele
porque la conexión con la Gran Sabana, aún sin conocerla, se nos hizo bella y
espiritual, sintiéndonos privilegiados porque seríamos aceptados por esa mágica
extensión territorial.
Nos duele
porque ese sentir salido del corazón de la madre mágica, se hizo nuestro porque
soñamos con arcángeles, ángeles, querubines y serafines, conduciendo a “La Potranca”
por aquella hermosa y cuidada carretera, igualmente, nos veríamos guiados por
ellos en la persona del guía pemón entre ríos, quebradas, saltos y pozos en
constante paz y alegría, pero, al ver tanta basura esparcida en ese mundo
sagrado, por momentos, aquel discurso bello y espirituoso de Esther María,
parecía derrumbarse y fue necesario apelar a la fe para continuar creyendo en
la magia que se nos había descrito; creo que a todos nos ocurrió lo mismo y sin
decir mucho, retomamos el pensamiento de
nuestra anterior travesía, para pensar de nuevo en lo mágico y sagrado de la
Gran Sabana.
Necesario fue
olvidar el momento de presenciar el daño que se le está causando al territorio, su gente (los pemones) y a las
cosas bellas de su contenido.
En otro de
los discursos, la “madre mágica”, para el encuentro con la Gran Sabana, nos dice:
Es necesario partir del “aquí” y el “ahora” para que la magia de la Sabana se
internalice en nosotros y nosotros en ella. Necesaria actitud para criticar y
enjuiciar, si se nos permite, a quienes se divierten haciendo daño al
territorio y a su gente; esto tiene muchísimo sentido porque, había oído decir:
los pemones se creen dueños de la Gran Sabana, al punto que no hay forma de
desplazarse en ella, sin la presencia de un guía aportado por la comunidad del
lugar; ellos cobran por esto, por aquello, por todo, pero, luego, reflexión y
confesión: de no existir intervención de los pemones en defensa de lo que
consideran su territorio y espacios, el hombre “civilizado” ya habría acabado
hace buen tiempo con pemones, ríos, saltos, pozos y quebradas; no se habría
salvado el jaspe de la explotación y habría sido regado en trozos por toda
Venezuela y parte del mundo exterior.
Durante el
viaje no hubo expresión alguna, tan cargada de sentimiento y propiedad
espiritual, para poder captar el significado y esencia de aquella tierra mágica
que fue agrandándose en nuestro pecho en la medida en que avanzábamos al Sur,
intentando caminarla y conocerla.
Cada día
vivido con sus querencias, nos hubo permitido construirla e interpretar a
través de sus paisajes, su gente, su relieve hecho de penillanuras, ríos,
selvas de galería, saltos, quebradas y algunos labrados por la erosión sobre
cauces de jaspe (kako parú o roca de fuego en lengua pemón), roca hecha de cuarzo
cristalino, sílice y óxido metamorfoseados.
La carretera
marca el curso de la travesía, de Norte a sur, prolongándose en cualquiera de
las dos direcciones, cual gigantesca anaconda como queriendo adueñarse del
inmenso territorio custodiado por la etnia pemón, mientras “La Potranca”,
relinchona de alegría es jineteada con ética indiscutible y responsabilidad
profesional, por cualquiera de los Albertos (“Espontaneidad” y “Humildad”); corre al Sur devorando distancias, entonces, “Espiritualidad”,
percibiendo temores y ansiedades en los participantes del tours, ante el próximo encuentro con la Sabana, reparte bombas o globos desinflados, preparados
para tal efecto; no sabemos si por “invento” suyo o conocimiento de causa,
considerando que en la medida en que cada quien inflara su globo, hasta hacerlo
estallar, haría escapar en el mismo instante,
“temores” y “miedos”.
Como cosa
curiosa, la “magia” se hizo realidad o comenzaba a ejercer efecto; cada viajero
fue inflando su globo hasta hacerlo reventar pero, la última en hacerlo fue
“Bendiciones”, el botón de rosa blanca, la miembro de la familia de tan solo 14
años, quien menos “temor” podía sentir por el encuentro con la Sabana, no solo
por su corta edad porque los jóvenes viven retando al Mundo y corren cuanto
riesgo pueden sin alteración alguna; es que en ella así lo percibimos, la
llegada a La Gran Sabana era expresión
de libertad, no de miedos o angustias, propios de gentes de más edades y
por la proximidad con la juventud, busca ayuda en “Libertad” y “Ternura”.
Bendiciones quiere
deshacer supuestas cadenas que la oprimen, sin medir la visión y
responsabilidades de quienes le aprecian y cuidan; cosas propias de juventudes
y eso tiene que ser entendido y comprendido por los adultos. Es probable que nuestros
compañeros de aventura estén de acuerdo en que ella, más temía a la supuesta restricción
de sus tías que por quererla y cuidarla, la presionan en demasía. Pero, todo se
resuelve buscando el equilibrio.
Llegamos a La Gran
Sabana:
Atravesamos
la sierra Lema, sobre La Potranca y llegamos a La Gran Sabana, territorio abierto entre lejanos tepuyes
extraviados en el horizonte, grandes hondonadas atrapadoras de morichales, grandes
y pequeñas lomas que resisten los embates de la meteorización derivada de los vientos,
altas y bajas temperaturas entre el día y las noches y lluvias que parecen
parcelar el territorio, hasta que la erosión ahonda los cauces de ríos y
quebradas, formando extensas penillanuras, donde los pemones asumen el
asentamiento en pequeñas comunidades, muchas de ellas, bordeando la carretera
que conduce hasta Santa Elena de Uairén y más allá, internándose en el
territorio colindante de Brasil.
Dichas
comunidades pemonas son guardianas del inmenso territorio, donde el chamán cura
enfermos a través de canciones y oraciones, mientras el cacique o líder, waikae’purü
dirige con prestancia, mediante el ejemplo y don de mando; allí, la familia como
en otros tiempos, constituye el eje fundamental de la organización social, algo
poderoso que se ha perdido en el resto de la sociedad venezolana y el Mundo,
ante la avanzada de nuevos y distorsionantes valores y principios.
Pernoctar en la Gran
Sabana:
Los 35 miembros de la familia viajera,
con todos nuestros “poderes”, fuimos hospedados en la Posada Celestina (Wöi
merú), nombre de la mujer de Waikaepurü Felipe, caballero sin par, elegante en
el hablar, educado, comprensivo, serio como ninguno, jefe de la familia a quien
se le obedece, alegre al compartir con los amigos y por supuesto, los “super
poderosos”, unos más que otros, correspondimos a esa amistad sincera para el resto
de la familia, hijas e hijos, quienes asumen las tareas de limpieza y labores
de cocina, sin chistar, cuando la orden viene de mamá Celestina o de papá Felipe.
Las
habitaciones de la posada son tan sencillas como cada miembro de la familia
pemón, aquellas se encuentran cubiertas por un techo de zinc que al recibir los
impactos de la lluvia, armonizan las horas de sueño profundo con una sonata
especial, para que buena parte de los sueños se transformen en sonrisas al
despertar en busca del amanecer, cuando a las 5am, “honestidad”, convertido en “gallo”
portugués, despierta con su “ki ki ri kí”, a los “bellos” durmientes, pero,
nadie reclama las travesuras del amigo, por ser un “gallo” consentido, por el
contrario, cada quien se apresura por alcanzar la puerta de la habitación y
poder saludar al “gallo” despertador.
Cada día un paisaje
diferente:
Lo primero de cada día, ejercicios
matinales de estiramiento dirigidos por la madre mágica del viaje vacacional;
aplausos al concluir y servido el desayuno por los hijos de Doña Celestina, nos
lanzábamos al ataque, una o dos arepas, perico, margarina, queso blanco, café y
fresco de melón o cebada caliente; cuando no se servía arepas, eran sustituidas
por “Don bines”, especie de tortas elaboradas con harina de trigo, propias de
la zona guayanesa, casi o la misma mezcla utilizada para elaborar las
“torrejas”.
Concluido el desayuno, montábamos en “La
Potranca”, rumbo a un río o quebrada, donde destellan saltos y pozos que
brindan gozo a pemones y visitantes. No todos estos saltos y pozos se encuentran
en la cercanía de la carretera que serpentea hacia el Sur o Norte, según punto
de observación, a los que íbamos acompañados de un guía de la comunidad donde
estábamos hospedados. Uno de ellos, Omar, en el segundo encuentro luce una
hermosa franela negra con adornos blancos, rojos y amarillo, en cuyo pecho, el
estampado es de edificios urbanos y en la parte inferior, resalta el nombre
Caracas; Omar se muestra orgulloso de llevarla, mientras, buena parte de nosotros
buscábamos franelas alusivas a La Gran Sabana, para lucirlas con el mismo
orgullo de Omar, en Caracas y Maracay, todo un intercambio de culturas.
Nos hablaba Omar como descendiente de
los antiguos caribes de Venezuela que la etnia pemón presenta tres grupos,
según dialecto o idioma: los Taurepán, ubicados desde el centro, hasta el Sur
de la Gran Sabana, haciendo contacto con Brasil, los Arekuna, al Noreste, hacia
la cordillera del Roraima (Al parecer, los bravos o peleones de los tres
grupos), y Kamarakotos, ubicados preferentemente, hacia el Oeste del río
Kanuay, región del Caroní.
Hubo días en los que llegamos a
bañarnos en cuatro pozos, uno tras otro y en verdad, confesamos no poder
repetir en ningún orden sus nombres, solo sabemos que visitamos el salto Kawï
Merú, después de bajar una pendiente bastante inclinada, con escalones
naturales, reforzados en rocas por los nativos en los que Amanda, La
Flexibilidad, convertida en saeta humana, haciendo honor a su poder, se hizo
elástica y resistente para desplazarse con tal naturalidad que no la vimos
fatigada, ni perder la meta en ningún momento, a pesar de la valentía y esfuerzo
de Jesús Ramón, La Bondad, gran competidor, quien en todo momento fue ejemplo
de constancia y gallardía.
El salto Kawi
Merú forma una pequeña y rápida cascada entre rocas resbaladizas y peligrosas
como las hay en casi todos los saltos de ríos y quebradas, pero, íbamos
preparados para aceptar el “reto”, nos bañarnos unos, con medias, y otros, con
calzados especiales para bañistas, de acuerdo a las recomendaciones de los organizadores
del evento (“Espiritualidad” y “Paciencia”).
Al siguiente
día visitamos el salto-pozo Kouchik Meru o La Golondrina en lengua pemón, pero
fue necesario ascender de nuevo el camino, dada las dificultades para tomar el
baño y no fuimos al salto El Paraíso,
inmediato al anterior, donde logramos observar un hermoso salto con un
extraordinario pozo en el que pasamos unas dos horas.
La visita al río
Aponwao (Río baja, río sube en lengua pemón), fue actividad de todo un día,
dada su lejanía y dificultades en su travesía; acá se encuentra un salto o
caída de aguas de 108 metros, al que los nativos llaman, Chinak merú (liana o
bejuco; suponemos que durante la sequía, solo se observa un hilo de aguas y por
eso el nombre), dicho salto es el más
“rebelde” y pretensioso de los saltos visitados; en la época de lluvias
(mayo-noviembre), posee fuerte caudal; pretensioso porque deja poco espacio
para el disfrute de nativos y visitantes, prefiriendo llenar el espacio con
posibilidades de recreación, con rocas de filosas aristas; es tan pretensioso
que para visitarlo hay que recorrer una larga carretera de tierra, donde sólo jeeps
y camionetas 4x4, pueden hacer el recorrido; luego, se debe asumir un largo
trecho en curiara sobre el mismo río y caminar 1 Km y ½ o más, para luego
descender una pendiente capaz de fatigar a muchos (menos a Jesús Ramón, con sus
84 años y a nuestra apreciada saeta, Amanda), todo, por ver y sentir de cerca,
la majestad del imponente Chinak merú.
De regreso,
con la emoción del encuentro con aquel salto maravilloso, un almuerzo
inolvidable en el local-restaurante de la “Catira” en el Kiosko “Torun-Kan”
(Pájaro campanero en lengua pemón).
De igual manera y sin la majestad del
Chinak merú, recordamos siempre la quebrada “Pacheco”, poseedora de dos pozos
excelentes, cercanos a la carretera, delicia de nativos y visitantes, especialmente
el ubicado más al sur en el que aflora una “pequeña” losa de jaspe, utilizada
por los bañistas de pequeño tobogán, deleite de los más y menos serios
visitantes como la amiga “equilibrio” que se divirtió mucho en él.
Aunado a
esto, los bañistas son estimulados a utilizar el polvo de la caliza meteorizada
que bordea la parte este de ambos pozos, para descamarse o exfoliarse brazos,
piernas y cara.
El último día de nuestra aventura en
aquel paraíso guayanés, Omar, el guía amigo, ofreció llevarnos a lo que él
llamó “pozo azul”, de unos 3 metros de
profundidad, inmediato a la carretera, donde, una vez pagada la colaboración
respectiva a los pemones custodios del mismo, buena parte de nosotros se dio el
chapuzón de despedida; lamentablemente, nos encontramos de nuevo con algunos desperdicios
flotando en sus aguas, problema incurable de la “civilización” que lentamente
acaba con los recursos que le han permitido vivir sobre la superficie del
planeta. Por lo visto, el hombre es el único animal empeñado en destruir el
nido que lo alberga.
De acá, pasamos a quebrada Jaspe,;
hubo que andar cierto trecho y atravesar un pequeño espacio de la selva de
galería que protege sus márgenes fluviales como ocurriría con cada uno de los
saltos visitados, para encontrarnos con un hermoso salto, no muy alto, cuyas
aguas resbalan sobre una “roca hecha de fuego” (Jaspe), de unos 300 metros que
funciona como tobogán en la medida en que aumenta el caudal de sus aguas; haber
llegado al sitio, después de las 4pm, implicó echarle manos al repelente de
plagas, evitando ser “devorados” por el jején o “puri-puri” entre pemones.
La última noche:
La cena fue ligera pero suculenta, una sopa-hervido de gallina espectacular,
servida en tazones plásticos; nos preparábamos para la elección del Rey y la
Reina de los “super poderosos” y la “aventura”; el concurso para tal objetivo hubo
dependido de la forma de bailar en los caballeros y un desfile de pasarela con
todas las monerías posibles en las damas; ganarían los más aplausos y ellos
fueron: el amigo Félix (La Armonía) como Rey y la amiga Berta (El Perdón),
elegida Reina por unanimidad, con recomendaciones a la Academia.
Las 8pm marcan la cita de la
festividad, el amigo Raúl, “La Disponibilidad”, con su voz de tenor conservada,
interpretó “Caballo viejo”, de nuestro recordado Simón Díaz; por su parte, la
Reina hizo de las suyas con una bella canción del recuerdo y su estilo inigualable;
lo mismo hizo nuestra apreciada amiga Mirna Blanco, “La Verdad”; los tres
amigos motivaron largos aplausos en la concurrencia.
Pero, la gran
sorpresa de la noche estuvo a cargo de los hijos de waikae´purú Felipe; hembras
y varones no solo interpretaron y bailaron danzas nativas como la culebra, sino
que, concluida cada representación,
seleccionaban entre los super poderosos asistentes, compañeros de baile, para
la repetición de sus danzas; con cada representación, un ramillete de aplausos
de la concurrencia, luego, un sinfín de fotografías con los miembros de la
familia de Felipe y Celestina, para el recuerdo.
Esa noche, la celebración
continuó hasta las 11pm y algunos permanecieron
hasta las 12 o más (según nos informaron porque ya nos encontrábamos en el
último de los sueños, ¡por ahora!, en aquella tierra mágica).
Comenzaba la
madrugada del día de la partida, el Sábado 9 de agosto de 2014, era necesario reposar.
Retorno a la
cotidianeidad:
Aquella mañana del Sábado, como era
costumbre, Esther María, la madre mágica, dirigió la gimnasia de estiramiento,
importante proceder porque estaríamos todo el día montados en La Potranca y era
recomendable estar en forma; luego, el desayuno y antes de partir, todos los “super
poderes” reunidos, dimos las graaciaaaaaaasssss, por tres veces como nos
acostumbró la “madre mágica”, para agradecer a quienes nos prestaron servicio
durante todo el recorrido de ida y vuelta.
Durante el camino de regreso hacia la
población San Félix, la generosidad de Alberto (padre), “La Espontaneidad”, se
puso de manifiesto una vez más y ante un pedido del colectivo, logra
frenar a La Potranca, la hace recular y parada a la mitad de un puente de guerra
sobre el río Kama-merú, afluente del Aponwao, nos permitió divisar a lo lejos,
La Cortina, un salto doble de unos 55 metros de altura.
El siguiente paso del recorrido, fue
la distribución de los regalos de los amigos secretos en una fiesta inolvidable
de intercambios.
Camino a San Félix, nos detuvimos en
la población Tumeremo, donde hubo otro almuerzo sabroso en un comedero como
dicen los vecinos colombianos, de nombre, “Sabor llanero”, más tarde,
llegaríamos a la primera de las ciudades nombradas, donde pasamos la noche y
muy temprano (5am), el Domingo 10, realizamos la última de las etapas del
viaje. Todos emocionados y contentos, nuevos amigos, ¡crecía la familia!.
Misceláneas:
Tal como se ha expresado en la
apertura del discurso, solo hemos intentado “Una breve crónica”, pues, la
grandiosidad espiritual y real de nuestra gira por la Gran Sabana, no puede
resumirse en pocas palabras ni en un solo acto de verdad o autenticidad; un
conjunto de manifestaciones y diversidades mágico-naturales pudieran ser
explicadas y explicar lo sentido por una población de 35 personas que lograron integrarse en afecto
familiar ante la mágica majestad de la Sabana.
El llanto improvisado
de muchos, en especial, por las damas, puso de relieve la existencia de un
profundo sentimiento que en muchos de los casos, hubo permanecido ha tiempo, viajando entre las
entrañas y el corazón, o el tiempo de la magia tocó sus corazones para hacernos
volcar lágrimas como ofrenda al territorio y la gente que dejábamos.
La
inspiración vino de la Sabana y el grupo se confundió en un acto de confianza
suficiente para manifestar sentires y aprendizajes; los que no afloramos lágrimas,
lloramos por dentro pero, ¡que se entienda!, todos unidos en un llanto de
libertad, de alegría y amor.
¿Cuánto no se dijo en la intimidad del
grupo y La Potranca, por testigo, desde el mismo instante en que invertimos el
camino para regresar a nuestros lares?
¡Cada quien hubo expresado su sentir y
todos fuimos oídos con el respeto y la admiración de siempre!, el acto fue de
confesión sincera, cada boca fue capaz de desglosar verdades y sentimientos; espontaneidad
se hizo presente y se dijo cuanto quisimos, hubo elogios para la pareja organizadora del evento, para
los Alberto, jinetes de La Potranca, “Disponibilidad” dijo sentirse como un
toro en primavera, con ganas de continuar la pelea; “La Verdad”, manifiesta nuevas
fuerzas para lo que hace muy bien, ser atenta y crear amistades; “La Bondad”,
serio como siempre, hombre de poco hablar, competidor como pocos, fue tan
grande su aprendizaje con el contacto de la Sabana y la familia pemón que
prometió ser menos severo y asumir un nuevo proyecto de vida; “La Fuerza”, rompió
los esquemas sentimentales del momento y asumió la auto censura en una confesión pocas veces
vista, dando a comprender que el despotismo envilece al hombre; y así, uno a
uno se confesó ante el resto de la familia que no enjuicia arrepentimientos, los aplaude. “Unión”,
pediría disculpas al colectivo familiar por la conducta asumida durante el
tiempo de viaje; pensó estar siendo marginada y respondió con una conducta
anti-grupal; arrepentida, pide disculpas a la familia que la hizo efectiva.
Cada quien fue diciendo su parte y todos
fueron aplaudidos, hasta llegar el turno a “Las Bendiciones”, cuyo llanto no
era por dejar la Sabana, ni lo que esta le hubiese enseñado o por sacar de sus
entrañas hechos del pasado, ella lloraba por algo totalmente diferente a lo del
resto de los miembros de la familia, lloraba por no poder celebrar sus primeras
quince primaveras; su llanto no solo fue
aplaudido, sino oído como ningún otro: “La Paz” intervino y ofreció su posada
en Cata, para la celebración; “La Paciencia”, músico con mucha seriedad e
intérprete del saxofón, ofreció poner la música;, “La Verdad” en nombre de ella
y de su compañero, “La Disponibilidad”, ofreció una bandeja de pasa palos; cada
quien, ante el llanto del botón de rosa blanca, hizo promesas para ese cumpleaños
y todos esperamos que así sea, para que la familia esté contenta.
Pasada la 1pm llegamos a las cercanías
de la población El Guapo en Barlovento, estado Miranda, donde nos dimos otro
atracón de sopas, cachapas y carne asada, para luego, continuar el retorno a
Caracas, donde quedaron cuatro miembros de la familia, hasta hacer La Potranca
un último esfuerzo y dejarnos en la encrucijada de Turmero.
Fin del viaje.
Reflexión final:
Para encontrarte con la Gran Sabana
debes poder construir su extensión y sus paisajes con el pensamiento y tu
corazón, debes precisar su estructura
paisajística y la relación ancestral de los pemones con la magia de la
tierra; bañarte en sus saltos y pozos es beber el néctar de sus lluvias que
cantarinas te hacen dormir profundamente, durante las noches, bajo las notas de
sus bellas serenatas; cuando no sea tiempo de lluvias, contempla el firmamento
y asómbrate con el enjambre de estrellas que te cobija; penetra con tu
mente en sus dominios y descubrirás la
esencia mágica de su milenaria era; róbale un poco de su aire hasta “preñar”
tus pulmones; alimenta tu piel con luz de su Sol; rinde tributo al Chinak merú
en el Aponwao y comprobarás la mítica dulzura de su contenido.
Ofelia
Morillo G. (La unión) y Ramón Santaella Y. (La compañía).
Maracay,
15 de Agosto de 2014.
texto y fotos
ramón santaella yegre
Etiquetas:
Ramón Santaella Yegre. La Gran Sabana
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1 comentario:
Profesores Morillo y Santaella, los felicito por tan edificante, humano y conmovedora crónica.
Carmen María Jiménez
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