sábado, 25 de octubre de 2014
UCV ¿OTRO CREMATORIO PARA LA DESMEMORIA?
UCV
¿OTRO
CREMATORIO PARA LA
DESMEMORIA ?
Eduardo
Anzola
Los
venezolanos sufrimos hoy tal grado de desmemoria que no dejo de
sorprenderme. El año pasado se me informó que podría encontrar el origen
de un documento en la sede de la Fundación Rómulo Betancourt. Indagando en
Altamira el lugar donde se localizaba, interrogué en la calle a
varias personas de distintas edades, incluso taxistas de la zona. No
solamente ignoraban donde se hallaba, sino que ni siquiera sabían que alguna vez
hubo un presidente de Venezuela con ese nombre durante la remota época de mi
niñez. Los más informados se confundían y me remitían al Centro Rómulo
Gallegos, CELARG.
Mi
asombro e incredulidad dieron lugar al pesar, pues cobré mayor
conciencia de que vivimos en tiempos de oscuridad.
Ya
no solo se trata de que la historia pasada de Venezuela esté
siendo sustituida cada vez más por una mitología épica de alto contenido
ideológico, sino que también eso está ocurriendo con la historia actual. Como
si el propósito del poder del oficialismo fuera que incluso los hechos
históricos recientes de esta nación, se conviertan pronto en polvo de
cenizas en el crematorio para la desmemoria.
Hace
poco me entero que en la UCV, la casa que vence las sombras, están apagando las
luces de las Cátedra Pío Tamayo y de Historia Actual, un lugar para
la reflexión que funciona desde hace más de 30 años.
¿Acaso
no sigue siendo la Universidad, el espacio natural donde convive la unidad en
la diversidad, para que se exprese con plena libertad y se confronte las
distintas corrientes del pensamiento humano sin temor a ser objeto de
represalias?
En
esto que está ocurriendo en la UCV, no entendemos el propósito de esta
medida de la Gerencia de Información, Conocimiento y Talento del Vicerrectorado
Académico. Una unidad de información que no informa, una unidad para el
conocimiento que desconoce el significado de la labor de la Cátedra Pío
Tamayo, es una unidad que nos hace dudar de su talento gerencial o
académico.
El modus
operandi, cerrando accesos y servicios sin una explicación coherente y
argumentada, me recuerda tanto a los embates de la arbitrariedad sin
explicación que ejercen impunemente tantos funcionarios de este gobierno
actual. Medidas que conocemos bien por haberlas sufrido en carne propia en
nuestra familia.
En
este caso de la UCV, está ausente una declaración oficial, y se deja a un
funcionario del servicio de vigilancia, cargar el peso de explicar una decisión
sin mediar palabra escrita siquiera. Sin posibilidad de concertar una solución
alternativa.
Quien
ejecuta la medida de sumir en las tinieblas a la Cátedra Pío Tamayo con
argumentos peregrinos e inconsistentes, quizás ignore que esta institución
desde hace más de 30 años viene iluminando en la búsqueda de ideas, donde se
debaten y se confrontan opiniones de orden político, económico y social
mientras se va reflexionando y publicando sobre la historia actual.
Quizás
tampoco sepa que quien inspira el nombre de la cátedra, Pío Tamayo, fue un
combativo poeta que inspiró con su poema de libertad precisamente a los
estudiantes de la UCV en 1928. Eran jóvenes opuestos a la dictadura que
padecía esa Venezuela y con su condena en las mazmorras gomecistas, Pío
Tamayo ofrendó prematuramente su propia vida en la lucha por ideales que hoy
tampoco se alcanzan.
Probablemente
tampoco tenga idea de la comprometida labor sostenida por el tesón del Dr.
Agustín Blanco Muñoz, de la Dra. Mery Sananes y de la Licenciada Daniela
Barrolleta para que esa cátedra se haya mantenido tanto tiempo.
En
medio del aparente caos gerencial, quienes ejecutan las medidas de cierre,
quienes ordenan las medidas y quienes toman las decisiones definitivas quizás
no se percaten que detrás de ellos también haya otros que manipulan los hilos.
De
concretarse definitivamente este desatino, las autoridades de la UCV le
estarían haciendo un servicio a ese oscuro propósito del poder oficialista,
cuyo interés es bien evidente.
Si
en verdad se cierra a la Cátedra Pío Tamayo, se estará condenando una parte de
la labor de registro de la historia actual a otro crematorio para la
desmemoria. ¿Es eso lo que quieren las autoridades de la UCV? ¿Quién se
beneficiará con semejante exabrupto?
¿El
propósito es silenciar este centro de ideas, crítica y rebeldía? ¿Se quiere
acabar con este espacio y no dejar huella alguna del mismo? ¿Es por eso el
denodado esfuerzo por impedir que la Sala “E” donde ha trabajado la Cátedra por
31 años se le bautice con el nombre de
Pío Tamayo?
¿Prefieren
tener dos Salas con el nombre de Francisco de Miranda antes que acceder a la
petición que muchos han realizado, incluso sus familiares, para que una de
ellas lleve el epónimo del tocuyano y combatiente Pío Tamayo? ¿Se seguirá guardando silencio ante las
solicitudes de los piotamayistas para mantener el dominio de la situación por
las vías de la aplicación de las fuerzas del poder? ¿No es ese el criticado
proceder del régimen?
Ese
sería precisamente el triunfo definitivo de las sombras sobre las luces.
Ing. Eduardo J. Anzola
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CPT cierre julio 2014,
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Pío Tamayo
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