domingo, 24 de mayo de 2015
¿ADÓNDE VA UN PAÍS QUE NO PIENSA?
Miguel Aponte
Hasta hoy los
marxistas criollos se mantienen anclados en sus creencias positivistas del
sXIX; pero, atención, los liberales criollos también. En su imaginario son más
iguales que lo que están dispuestos a reconocer. En realidad, sus
contradicciones son más aparentes que reales. Los miembros más “agudos” de
ambos lados, ya captaron que, en el fondo, buscan objetivos perversamente
conciliables: los “marxistas”, cuya obsesión por el control es patológica,
quieren el poder para siempre; mientras los “liberales”, siempre tan
economicistas, lo que quieren es ver respetada su tasa de ganancias para
siempre. Además, para ambos la política y la democracia son en realidad algo
molesto y de segundo orden, que cuando importa es porque sirve a sus
propósitos. ¿Nos equivocamos?
Entonces, ¿qué pasaría
si hallaran un modelo en el cual la coexistencia entre autoritarismo y
propiedad privada fuese posible? Pues bien, si usted guarda algún afecto por la
libertad, preocúpese, porque ese esquema, mezcla de capitalismo salvaje y
despotismo comunista, existe; y si usted no cree, fíjese en China. El partido
hegemoniza la sociedad mientras el capitalismo está muy feliz, siempre que
comulgue con las pautas que le imponen y olvide la democracia. ¿Y la Cuba de
Raúl, adónde cree usted que va?
Entonces, una economía
en crecimiento, sin inflación, sin devaluación y sin escasez, no será eterna,
pero tampoco es nada nuevo y puede coexistir con el autoritarismo. Y, cabe
preguntar, ¿no sería esta mezcla lo que satisfaría a ambos bandos criollos? Así
pues, nuevamente estamos ante el peligro de copiar esquemas extranjeros pues el
matrimonio entre dictadura comunista y capitalismo ya lo inventaron en otra
parte. Dicho más claramente: el peor peligro que enfrenta la libertad y la
democracia en el sXXI consiste en que los comunistas al fin se dieron cuenta de
que su antigua enemiga, la propiedad privada, puede perfectamente ser su
doncella sometida y satisfecha. Sólo la política democrática puede salvarnos de
esta desgracia.
Lastimosamente la
constante positivista parece haber contaminado a los “nuevos” partidos
venezolanos que lucen como mixturas degradadas de socialdemocracia,
socialcristianismo y marxismo, ahora con renovada pintura populista y
autoritaria; y es que hay una fascinación por estas tendencias que se expresa
en el régimen, pero también en los partidos, viejos y nuevos. ¿Dónde hay algo
nuevo? ¿El Psuv? Nada que ver: con él se ¿cierra? el ciclo
populista-autoritario-caudillista que inició Guzmán Blanco y prosiguieron todos
en el sXX: fracaso total. En cuanto a PJ, VP y el resto de los partidos,
¿traerán algo distinto? ¿Reivindicarán la democracia y la libertad o se
conformarán con el productivismo autoritario del “nuevo” capitalismo comunista?
Veremos.
Etiquetas:
Democracia,
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Socialismo Siglo XXI,
Venezuela
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