lunes, 29 de agosto de 2016
¿QUIÉN MANDA AQUÍ?
René Magritte
¿QUIÉN MANDA AQUÍ?
Luis Marín
La imagen de once gobernadores militares, más uno,
mantendría vivo el mito de los 12 apóstoles, que más bien parecen los doce del
patíbulo; pero hay otros, una logia secreta que actúa como buró político del
comité central del partido militar que gobierna al país, por encima del PUSV y
el chiripero que lo rodea, son la encarnación del Poder Popular.
Lo novedoso no es que se hayan repartido al país como
señores feudales, un estado para cada uno, porque eso lo hacen los caudillos
desde la independencia para recompensar a sus lugartenientes; sino que ahora
por primera vez cuentan con el apoyo del comunismo internacional.
Visto que no hay división de poderes, es complicidad
reclamar a jueces accidentales el tomar decisiones que ellos no han tomado sino
de las que son meros portavoces; como seguir presionando a las “reptoras” del
CNE, como les dicen ahora, para que hagan cosas que ellas no pueden hacer y así
sucesivamente.
Pongámoslo de otro modo: imaginen que Tibisay Lucena
sale a decir que el Referendo Revocatorio es mañana, con voto manual y
transparente, observadores internacionales y todas las maravillas que quiera la
MUD. ¿No la sacarían de allí con camisa de fuerza, acusada de contrarrevolucionaria,
conspirar contra el gobierno, aliarse con la derecha, el imperialismo y todo lo
que se le ocurra al G2?
Es que no se ha llegado a las últimas consecuencias
del caso de la juez Afiuni, ¿no la sacaron esposada de su tribunal por tomar
una medida perfectamente ajustada a derecho y acorde con las atribuciones del
cargo? Pero lo importante de destacar pasados casi siete años es: ¿Quién más lo
ha hecho? ¿Qué otro funcionario se ha atrevido a tomar una decisión
contrariando las órdenes militares? Al contrario, los “jueces” obedientes son
ascendidos y exaltados a la vista del público, pero, ¿quién lo ve?
“A mí me llevaron los militares. Y allí estaba un
capitán, un coronel y un teniente coronel, pero el capitán que estaba conmigo
me dijo: mire doctora, yo le voy a decir una cosa: Si la juez le da la
libertad, yo no la voy a soltar. Yo tengo órdenes del ciudadano Ministro de la
Defensa de llevármela. Así que no esté contando con la decisión de la juez. No
se haga ilusiones, si ella decide soltarla yo no la voy a soltar. Yo me la
tengo que llevar.” (Chávez me puso presa. Caracas, UCV, 2012, págs. 153/154.)
Ante una situación tan clara, queda un asunto por
resolver: ¿Por qué razón los voceros de la Alternativa Democrática (AD)
insisten en pelear con muñecos de paja sin señalar a los dueños del fundo? Si
de algo sabe la AD es de quién manda en este país, por eso extraña que no
los identifique ni mencione y aquí no valen las respuestas fáciles.
Los dos caballos de batalla de las respuestas
jurídicas y políticas son: el interés y la voluntad. A los dirigentes de la AD
les interesa mantener una fachada de instituciones porque con ellas pretenden
gobernar en el futuro inmediato y sería muy cuesta arriba ponerse a reconstruir
todo el andamiaje institucional del país, aunque hoy esté en ruinas.
La segunda es la voluntad: si se dice y repite que
estamos en una democracia, entonces, estamos en una democracia. Pero la
voluntad tiene sus límites, que no sólo por decir que “Chávez vive, la lucha
sigue”, Chávez va a vivir y la lucha va a seguir.
Así, los comunicadores que usan el adjetivo
bolivariano para la República se justifican diciendo que así está en la
Constitución y ellos la cumplen; pero la Constitución no dice que las FFAA,
Guardia Nacional y los demás lo sean, en ese caso, la olvidan. Es una cuestión
de voluntad.
Cabe una última posibilidad, que crean realmente que
la República “es” bolivariana como las demás instituciones
públicas, lo cual implica una ignorancia simultánea de Historia y de Derecho Público,
lo que tampoco es inconcebible, como creer que se va a salir del militarismo
sin derrotar la ideología militarista.
Si la sociedad civil quiere emanciparse realmente
tiene que superar el paternalismo, como está escrito: “Dejarás a tu padre y a tu
madre”. O se libra de la tutela militarista o se resigna a una perpetua minoría
de edad, sucumbiendo al complejo de Peter Pan, el niño que nunca jamás crecerá.
El verdadero creador del socialismo no es Marx, Engels
o Lenin, como alguna gente cree, sino Walt Disney: fundador de la tierra donde
los sueños se hacen realidad.
No es culpa suya si los sueños se transforman en
monstruosas pesadillas.
LOS PASTORES DE CADIVI
Cuando un panfleto como “Las verdades de Miguel”
publica un libelo antisemita es comprensible que el Congreso Judío Mundial, la
Liga Antidifamación, la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela,
se limiten a protestar discretamente, denunciando un hecho notorio, señalando
los tópicos más vulgares, dejando asentado su rechazo por escrito, teniendo
siempre la mayor cautela en resguardar a su comunidad y hasta ahí, no se
embarcan en especulaciones audaces.
Aunque siempre pueda comprobarse que el antisemitismo
tiene un aspecto exculpatorio: alguien que quiere descargarse de una culpa la
proyecta sobre los judíos, de manera que resulta imperativo destapar cada
manifestación de antisemitismo para ver quién podría estar tratando de
esconderse tras el chivo expiatorio judío y esto pasa incluso en Venezuela, un
país que nunca había conocido manifestaciones de este tipo, ni siquiera
importadas desde España.
En cambio, un lector desprevenido puede leer bajo el
título “Los rabinos de CADIVI” (dejando a un lado la foto del judío ortodoxo
con sombrero negro que, por cierto, es casi la misma con que el diario El País
de Madrid ilustra el libelo Vargas Llosa, pero poniéndole unas gríngolas como
si fuera un burro, luego, ya se trata de un tópico universal, como la estrella
de David formada con un billete de dólar) lo siguiente:
“GANUZ. Existe un informe (¿?) sobre uso ilícito de
divisas por parte de empresas manejadas por israelitas en Venezuela. Mediante
esas firmas compraron valores a través del SITME. Los dólares correspondientes
fueron transferidos a cuentas personales en los Estados Unidos (1ST. United
Bank) y Suiza (EFG Bank). Con esos abonos queda claro que los dólares obtenidos
no fueron utilizados para la importación de bienes y servicios. Una cantidad
importante (¿?) fue transferida del Banco Mercantil (Venezuela) al Banco Provincial
Overseas NV en Curazao. Las empresas pertenecen a ciudadanos de origen
israelita.” Miguel Salazar. Viernes 12 al 18 de agosto del 2016.
Y pasar el resto del día preguntándose, ¿De qué me
informaron? Esto es una tramoya de conexiones arbitrarias y maliciosas con
“israelitas” al principio y al final. Pero, israelita no es sinónimo de judío,
alrededor del 20% de los ciudadanos de Israel son árabes. De hecho, pocos son
religiosos y tanto menos ortodoxos, como los que representan las fotos de El
País y este panfleto, muchísimo menos Rabinos: que es como tomar un sujeto de
la mafia italiana, de italiano deducir que es católico, de allí sacerdote,
luego al Vaticano: ¡La conspiración jesuita!
El lector averiguador hace lo que cualquiera, pone en
su buscador la palabra enigmática “GANUZ” que parece sugerir algo oculto y
resulta que te conecta con un articulista de “las verdades del alma” (que deben
ser las mismas de Miguel), vinculado a la Unión Juvenil Evangélica Venezolana
(UJEV).
Esto tiene más sentido, porque es fama que desde el
principio CADIVI ha estado dirigida por militares cuyo segundo distintivo es
ser evangélicos. El gran pastor es Edgar Hernández Behrens, que hizo fama por
empezar las reuniones de la directiva rezando, encomendando a Dios todo lo que
iban a hacer y ¡miren que lo necesitaban! Hasta editó un libro guía: “Dios en
la Gerencia y los Negocios”. Su consigna: “Dios va a sanar y limpiar esta
tierra”.
Pero yendo al fondo del asunto: Todo el mundo vio
y recuerda a Chávez maldiciendo a Israel en cadena de radio y televisión;
luego expulsó deshonrosamente a su embajador sin cumplir ninguna fórmula
diplomática; estableció relaciones con la ANP y hasta tiene una “embajadora
palestina”, no se sabe con qué acreditación diplomática internacional porque
ella misma dice luchar por la creación de un Estado que, ergo, no existe.
Si la nota dice que los dólares fueron transferidos a
“cuentas personales”, ¿a qué viene el subtítulo “Divisas para Israel”? ¿Cómo
puede un régimen manifiestamente antisemita trabajar con y para Israel? Esto no
cabe en cabeza sana; pero el antisemitismo es precisamente eso, una enfermedad
mental y por lo que se ve, incurable.
Esos sujetos que promueven el boicot contra Israel
bajo la consigna “territorio libre del apartheid israelí”, no toman en serio
los hechos ni las palabras. ¿Cómo puede alguien por consumir artículos
producidos en Israel caer bajo el dominio del “apartheid israelí”? ¿Cómo puede
liberarse por no comprar productos israelíes? Esto es un lenguaje mágico, muy
propio de la izquierda mundial, que convierte las cosas en palabras y de allí
de nuevo las palabras en cosas. PODEMOS acusa a Israel para exculpar a
terroristas y narcotraficantes, sus servicios son muy bien remunerados por Irán
y Venezuela.
Se pueden revisar millones de páginas de cinco mil
años de historia judía sin encontrar mencionada ni una sola vez la palabra
“apartheid”. En verdad es un término propio de Suráfrica; pero otra vez el
propósito de este libelo es exculpar a los blancos europeos de sus políticas
racistas perpetradas en África. Ahora ocurre que el apartheid es israelí.
Lo mismo puede decirse de la “limpieza étnica”,
política ejecutada por Slobodan Milosevic y el Partido Socialista de Serbia,
una fusión de la Liga de los Comunistas de Serbia y la Alianza Socialista del
Pueblo Obrero de Serbia; pero ahora es de Israel.
La segregación racial se implementó en los EEUU y es
real: cualquiera podía ver los letreros de “White Only”, como ahora se leen
esos letreros en Arabia Saudita que dicen “Muslim Only”, sin que nadie en la
izquierda proteste, aunque la violación de las leyes islámicas puede motivar
azotes, cárcel, amputaciones y hasta la muerte.
La estigmatización de las personas y productos judíos
nunca ha sido racional, ni se corresponde con hechos sino con supersticiones,
conjuros y maleficios; generalmente los que denuncian la conspiración judía
mundial son ellos mismos conspiradores.
El antisemitismo es un test muy efectivo para detectar
la maldad de un régimen y de las personas, porque así como no se puede
encontrar ningún gobierno decente que sea antisemita y menos uno antisemita que
no sea a su vez una tiranía (el modelo extremo es Hitler, pero también lo eran
desde Idi Amin, Kadaffi, Saddam Husseim, hasta Chávez), asimismo puede
inferirse que cuando un sujeto es antisemita infaliblemente también es un
canalla.
Los antisemitas dicen más de sí mismos que lo que le
imputan a los judíos, así ha sido, es y será, siempre.
Luis Marín
28-08-16
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Luis Marín - ¿Quién manda aquí?,
Veenzuela 2016
domingo, 28 de agosto de 2016
MILITARES EN EL TITANIC
MILITARES EN EL TITANIC
Humberto García Larralde
Los militares han sido centrales al
régimen bolivariano. Chávez, militar, rápidamente hizo de ellos la columna
vertebral de su gestión. Nunca confió los destinos de su proyecto en manos de
los “revolucionarios” charlatanes. Éstos apenas fueron pretexto, con su
verborrea radical, para sus desmanes. Desde el Plan Bolívar 2000, pasando por
la CAAEZ, cargos directivos en las empresas básicas, ministerios y
gobernaciones, las FAN -ahora con el epíteto de “Bolivarianas”- se han
convertido en el verdadero partido de los gobiernos chavistas. Actualmente, 11
de los 20 gobernadores oficiales son de origen militar, 12 ocupan cargos
ministeriales y un número no definido ocupan altos cargos en ministerios,
institutos y empresas públicas.
Chávez cautivó a muchos integrantes de la
FAN con sus evocaciones épicas haciéndoles creer que eran los herederos del
Ejército Libertador, llamados a “salvar” la patria de las manos de los
políticos corruptos que la habían dejado perder. Hizo obligatorio el saludo
fascista “Patria, socialismo o muerte” entre sus filas, así como la profesión
de lealtad hacia su persona, violando lo dispuesto en el artículo 328 de la
Constitución. Pero además de la persuasión ideológica, instrumentó otros
mecanismos para asegurar su lealtad. Desde el Plan Bolívar 2000 se hizo la vista
gorda ante las irregularidades denunciadas acerca de la no rendición de
cuentas, los dineros desaparecidos, las compras con sobreprecio, las
corruptelas abiertas y otras irregularidades, pero se cuidaba de tomar nota a
fin de pasar cuentas en momentos que alguno se atreviera a asumir una posición
crítica o, más grave aún, convertirse él mismo en denunciante.
Ahora que ha quedado notoriamente al
descubierto la pérdida de apoyo popular al gobierno actual por la total
incapacidad de Maduro por entender sus responsabilidades como Presidente, se ha
acentuado como nunca antes la dependencia del régimen del componente castrense.
A sabiendas que los militares no son marcianos, que sus familias son
venezolanas y padecen muchos de los sufrimientos que aquejan al resto de sus
compatriotas, que muchos muestran preocupación y hastío por lo que está pasando
y que votaron mayoritariamente a favor de los representantes democráticos en
las elecciones del 6-D, ha procurado aislarlos del mundo civil con atenciones
especiales.
Si bien no hacen cola para comprar sus
alimentos, pues se les hacen llegar por mecanismos específicos de distribución,
y disfrutan de un buen seguro médico como de de otras prebendas, la
incompetencia de este gobierno ha impedido hacer de ellos un sector
privilegiado, por la sencilla razón de que los dineros ya no alcanzan para
ello. Sus sueldos son tan miserables como los del resto de la administración
pública. El expediente a que sus jefes cubanos le aconsejaron a Maduro y
es, por ende, otro: hacerlos cómplices del proyecto que ha destruido al
país en nombre del “socialismo”, como hicieron en la isla con el GAESA (Grupo
de Administración Empresarial S.A.).
Además de las estaciones de televisión,
compañías de transporte de carga, de seguros, de importación y exportación, que
han sido puestas en sus manos, Maduro les facilitó aún más su participación en
la depredación de la riqueza social creando la Compañía Anónima Militar de
Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas (Camimpeg) -una licencia para generosas
comisiones en los contratos que celebre el Ejecutivo con empresas extranjeras
llamadas a explotar el Arco Minero y la Faja del Orinoco, siendo que, de estos
negocios, los militares no saben nada- y, ahora, poniendo al Ministro de la
Defensa al frente de una Gran Misión de Abastecimiento Seguro, con
responsabilidades omniabarcantes sobre la importación y distribución de
alimentos y medicinas.
Cualquiera entenderá que, con las
distorsiones abultadas de precio existentes, la consecuente escasez y el abismal
diferencial cambiario, las oportunidades para la corrupción son gigantescas,
más si se les encarga de “custodiar” fronteras y negocios. A esto se le suma el
amparo abierto, sin remilgos, de quienes han sido señalados de estar implicados
en delitos graves como el narcotráfico y la violación de los derechos humanos.
La reciente designación del Gral. Reverol al frente del Ministerio del Interior
es el último insulto que los venezolanos hemos recibido al respecto.
El gobierno quisiera pensar, entonces, que
se las comió, que tiene garantizado el apoyo militar y que, por tanto, puede
mandar al carajo las formalidades democráticas que Chávez sí se cuidó de
aparentar, y arremeter contra las atribuciones de la Asamblea Nacional y los
derechos civiles consagrados en la Constitución. Las FAN serían, no la última,
sino la única barrera de defensa contra las protestas de la población por el
hambre y la miseria a que ha sido condenada cruelmente y, ahora, contra las
marramucias ejecutadas por el CNE para intentar evitar la realización del
Referendo Revocatorio de Maduro este año.
El crucero de lujo que engañosamente quiso
proyectar Chávez como “socialismo del Siglo XXI” en realidad era el Titanic.
Durante su travesía, todos los objetos de lujo fueron acaparados por el grupito
que controla el barco. Ante la tragedia que divisan (y que viven) sus
pasajeros, éstos han acentuado su presión para que se les habiliten los botes
salvavidas -en esta versión del cuento disponibles en número suficiente. Se
trata del Referendo Revocatorio, garantizado en el artículo 72 de la
Constitución, el mecanismo más idóneo para evitar que los actuales tripulantes
del Titanic-Venezuela nos lleven a todos a pique.
Pero los que “conducen” el buque,
convertidos en una verdadera mafia, quieren utilizar los botes salvavidas sólo
para ellos, para salvarse llevándose los tesoros que acapararon en esta
travesía malhadada. Sabiéndose en minoría, le piden a los que los custodian
-los militares-, algunos de los cuales participaron en el saqueo, que impidan a
la población abordarlos para poder salirse con la suya. Y uno se hace la
pregunta, ¿Qué van a hacer, cómo van a responder ante el 1º de septiembre?
Nadie está pidiendo que las FAN den un Golpe de Estado. Lo que les exige la inmensa mayoría es que cumplan su deber de ser garantes de la Constitución, que no se presten a los atropellos que, desesperados y sin remordimiento alguno, quieren cometer los “revolucionarios” que han expoliado el país contra los venezolanos. ¡Que hagan cumplir la Constitución y los derechos ciudadanos ahí consagrados, impidiendo que se sabotee la realización del RR en 2016!
Aquellos que serán llamados a reprimir u
obstaculizar la marcha, que tengan en cuenta que el símil del Titanic no es
coincidencia: esto irremediablemente se acabó, no tiene futuro, ni siquiera
para los vivianes que se cogieron el país. Si se prestan a los atropellos de
Maduro, Cabello y los hermanos Rodríguez, pasarán a la historia, no como
herederos del Ejército Libertador -”maldito sea el soldado que dispare
contra su pueblo”-, sino como esbirros de la mafia fascista que nos ha
arruinado a todos. ¿Hasta cuándo correr la arruga? ¿A qué costo, para el país y
para sí mismos? ¿Para qué? Impedir que los venezolanos aborden los botes salvavidas
puede provocar confrontaciones violentas que nos llevarán a todos a pique.
Humberto García Larralde
economista, profesor de la UCV
26 agosto 2016
TODO TIENE SU FINAL
TODO TIENE SU FINAL
Miguel Aponte
El gran Héctor Lavoe lo grabó para siempre en el
corazón latinoamericano: “Todo tiene su final”. ¿Entonces? ¿Menos el chavismo?
¿Sí? ¿Qué vinieron a creerse Maduro y el grupito que vociferan haberse
propuesto el ridículo y evidentemente imposible proyecto de dominar a Venezuela
para siempre? ¿Están acaso por encima de los millones de venezolanos,
posiblemente el 100% si se atrevieran los sometidos y enchufados a hablar en
público lo que gritan en privado? ¿No saben que todas las noches, mientras
ustedes burócratas tiemblan de miedo, los venezolanos rezan, cada uno a su
modo, para que la pesadilla chavista cese de una buena vez?
¿Es que ustedes no salen ya a la calle? ¿No hablan con
nadie? ¿No les quedan amigos modestos y decentes? ¿Creen de verdad que el
basural en que han convertido a Venezuela les funcionará a su antojo para
siempre? ¿Antes hubo historia y ahora ya no? ¿En qué clase de libros leyeron
eso, si es que lo leyeron alguna vez? ¿Acaso creen que la brujería es
suficiente? ¿No caen en cuenta de que mientras engañaban a Venezuela se
engañaban a sí mismos? Pues sépanlo, el pueblo venezolano decidió no solamente
que al chavismo le llegó su final, sino que ese final será pacífico y democrático.
Hagan memoria burócratas, cada vez que el venezolano
sencillo se hartó, el gobernante de turno se fue. Punto. Así llegaron ustedes,
¿no recuerdan? Y así será como se irán, porque el colectivo anónimo, esa
“masa”, como ustedes gustan decir en su jerga mediocre, decidió una vez darles
la oportunidad, no regalarles el país para siempre como ustedes abusivamente
interpretaron; y ahora decidió que se van. Punto.
Prepárense entonces burócratas, porque así como el 6
de diciembre un verdadero tsunami democrático los sacó de la Asamblea, ahora
los sacará del gobierno, con un revocatorio democrático y pacífico y este
primero de septiembre lo demostraremos, sin que nada pueda impedirlo; millones
de venezolanos se lo diremos en la cara: ¡echa pa’lante cobarde! Porque “todo
tiene su final”.
Héctor Lavoe, Todo tiene su final:
Miguel Aponte @DoublePlusUT
Domingo, 28 de agosto del 2016
LA IDEOLOGÍA EN EL RÉGIMEN BOLIVARIANO
LA IDEOLOGÍA EN
EL RÉGIMEN BOLIVARIANO
Humberto García
Larralde
Una ideología es una representación simplificada del
mundo, cuya visión es sesgada en función de favorecer o promover el usufructo
del poder de determinado grupo o grupos social(es). Se nutre de percepciones,
creencias y valores relevantes para la población, que pueden dar pie a mitos
fundacionales acerca de la verdadera identidad de un pueblo, esbozada en unos
orígenes épicos que forjaron sus virtudes y fortalezas. Ello suele sintetizarse
en símbolos maniqueos que sirven de referentes para interpretar el acontecer
social y político.
Vale señalar que toda ideología asume de manera
explícita o encubierta un posicionamiento moralista ante los dilemas o
escogencias que enfrentan los individuos o colectivos, que sirve de guía para
distinguir opciones correctas de aquellas consideradas equivocadas, lo bueno de
lo malo. Este forjamiento ideológico reemplaza percepciones (más o menos)
objetivas del entorno social con una falsa realidad que augura seguridad en un
futuro providencial para aquellos que lo asumen. En general, las ideologías
suelen filtrar los hechos, con lo que se interponen a un discernimiento más
realista de los fenómenos sociales y políticos.
Una ideología no es un cuerpo de ideas propenso a ser
validado mediante su contrastación empírica, pero suele ser considerada por sus
partidarios como una representación verídica del mundo. El ejemplo más notorio
es el del comunismo, que alega fundamentarse en una teoría pretendidamente
científica del cambio social desarrollada por Carlos Marx. En otros casos las
ideologías se basan en verdades reveladas que son tomadas como dadas y, por
tanto, no están sujetas a cuestionamiento. En el caso de las religiones, se
trata simplemente de profesar fe en verdades atribuidas a divinidades o a las
acciones de éstas, plasmadas en alguna liturgia o texto sagrado. Si bien la
separación de Iglesia y Estado en el mundo occidental ha descargado en gran medida
su influencia sobre la conducción del poder, ello es algo recién.
El régimen bolivariano
La ideología ha sido decisiva para la entronización de
la llamada “revolución bolivariana”. Un ideario ultra nacionalista, que elevó
el culto a Bolívar -tan presente en el país- a una bandera de lucha contra
quienes supuestamente traicionaron sus postulados, contribuyó a enterrar la
legitimidad de los partidos que se habían alternado en el poder desde 1959. Se
nutrió del resentimiento generado por la incapacidad de éstos de cumplir, luego
de la década de los ’70, con sus propias promesas de justicia social. La
refundación de la Patria bajo el imaginario “Bolivariano” insufló la ilusión de
muchos de que alcanzarían anhelos largamente postergados con el desalojo de adecos
y copeyanos del poder, rescatando así el legado del héroe. Hugo Chávez se
erigió en el “profeta” de tal mandato.
Pero destruidas las bases políticas del contrato
social inspiradas en la “siembra del petróleo”, había que construir uno nuevo.
En ello fue de gran utilidad la asimilación de categorías discursivas
comunistoides que proveyeron una simbología maniquea a la medida de las
expectativas populistas prevalecientes en el país. Los culpables de la pobreza
serían ahora los capitalistas, sus protectores imperialistas y sus agentes
políticos, tildados todos como de “ultraderecha” y opuestos, por ende, al
“progreso de los pueblos”. La razón o supremacía moral descansaría por
antonomasia en la “izquierda socialista”, campeona del pueblo. Armado de esta mitología,
Chávez procedió a destruir la institucionalidad asociada a la democracia
representativa, pero cuidándose de profundizar el tutelaje del Estado sobre las
actividades económicas que heredó de sus antecesores.
El comunismo, como proyecto de sociedad inspirada en
el marxismo, es una quimera que dio lugar a los totalitarismos más crueles.
Pero su asociación con el historial de luchas de las clases trabajadoras por
conquistar derechos laborales y sociales le ha revestido con una aureola
justiciera que aun genera réditos para propuestas como las del “socialismo del
siglo XXI”. No importa que éste no tuviese nada que ver con la visión
productivista con que Marx quiso fundamentar la superación del capitalismo, lo
importante para el chavismo fue apertrecharse de categorías con las cuales
culpabilizar a quienes se interponían al reparto discrecional de la renta
petrolera, verdadero cimiento del proyecto chavista[1]. Con la prédica
“socialista” se desmanteló el marco institucional con que la economía de mercado
arbitraba transacciones entre privados, de éstos con el Estado y para
asignar recursos, para reemplazarlo con decisiones del líder indiscutido,
tomadas a discreción.
Una nueva oligarquía
Los criterios de asignación
descansarían ahora en la lealtad para con los preceptos “revolucionarios” pero,
sobre todo, con quienes pretendidamente encarnaban éstos. La fijación de
precios y el cúmulo de regulaciones y controles manejados por funcionarios
públicos, así como la “custodia” del cumplimiento de esta normativa asignada a
la Guardia Nacional, abrieron oportunidades inauditas para el lucro a través de
la extorsión, el desvío de recursos, contrataciones fantasmas, comisiones,
ventas al extranjero y sobreprecios, que fueron aprovechadas ante el
marginamiento del mercado. El abundante ingreso petrolero cobijó el costo de
tales extravíos, no obstante su impacto destructivo sobre la producción
nacional. La prédica “socialista” fue un artificio invalorable para la
centralización del poder en manos de Chávez y de sus acólitos. Sirvió para
legitimar un sistema de usufructo de la riqueza social que ha dado lugar a una
dinámica de acumulación estrechamente vinculada a la estructura de ese poder,
al margen de lo pautado en nuestra Carta Magna, y de la transparencia y rendición
de cuentas en la gestión pública. Ungido de consignas anticapitalistas, el
designio “socialista” encubrió la entronización de verdaderas mafias delictivas
en los organismos públicos o en negociados con éstos.
Con la disolución del Estado de
Derecho se instaló un Estado Patrimonialista que privatizó en manos de
los autoproclamados “revolucionarios” el patrimonio público. Entre muchísimos
ejemplos, está la afrenta que representó para los venezolanos que padecen
severamente la ausencia de divisas, el regalo “personal” de Maduro a Fidel,
llevándole una comitiva de 80 personas para celebrar sus 90 años a un costo de
unos $400.000 que, claro está, no son suyos. Pero la ideología trastoca
afrentas como ésta en apologías al socialismo y loas a sus esfuerzos por evitar
que el pueblo sucumba ante los embates de una supuesta “guerra económica”
librada contra él. Así, con el mayor desparpajo, el ministro de Planificación,
Ricardo Menéndez, afirmó hace poco que, si no fuera por la Agenda Económica
Bolivariana, la pobreza sería del 88% (¡!).
El problema para los oligarcas que
controlan actualmente el poder, es que el proyecto chavista ha perdido su
atractivo para la población. Ésta percibe de manera cada vez más diáfana la
impostura de quienes pregonan ser “socialistas” mientras abusan del poder para
expoliar la riqueza social, generando gran penuria para el resto de los
venezolanos. Pero aunque el liderazgo chavista se sabe desenmascarado, no
abandona sus poses. Desprovistos de apoyo social y político, busca recomponer
rápidamente sus bases de sustento para no ser desplazado del poder. Y para esto
sigue siendo de gran utilidad la ideología, pues su prédica extrema y reiterada
genera fanatismos.
Las posturas destempladas de Maduro,
Cabello y otros, a pesar de enajenar la voluntad mayoritaria, acentúan los
resortes de lealtad y de “compromiso revolucionario” de la reducida secta que
todavía comulga con esas ideas. Y son las instituciones del Estado, pobladas
por el chavo-madurismo de fanáticos, el único apoyo que les queda. La
obnubilación que resulta de asumir posturas ideológicas radicales permite
escamotear la realidad y sustituirla por ficciones compartidas que
“relativizan” los desafueros que se cometen, tranquilizando conciencias en nombre
de la “revolución”.
De ahí la liberalidad con que Maduro
y los suyos cometen toda suerte de delitos contra la cosa pública y contra el
ordenamiento jurídico formal, porque cuentan con la anuencia (complicidad) del
tsj y de otras instancias de poder. Apropian créditos adicionales y subastan
recursos mineros sin la aprobación de la Asamblea Nacional, violan el mandato
popular al pretender invalidar los diputados de Amazonas, atentan contra la
democracia y la Constitución obstaculizando con artimañas la realización del
Referendo Revocatorio, amparan a quienes son señalados de narcotráfico y de
otros crímenes. Su preocupación no es convencer al país –que ya saben en su
contra-, sino blindarse entre ellos asegurando que los fanáticos cierren filas
dócilmente en torno a las fechorías cometidas.
La prédica “socialista” terminó
abrigando un estado de creciente anomia, sin seguridades, normas ni derechos
humanos, para abrigar prácticas depredadoras contra la cosa pública. El Estado
de Derecho fue sustituido por el ejercicio arbitrario de la fuerza contra
quienes amenazan los privilegios de la oligarquía militar civil, como lo revela
la condena de Leopoldo López y otros inocentes. Ésta se refugia en una retórica
radical con la pretensión de activar solidaridades automáticas entre la
secta que, en diversas instancias, maneja los resortes del
poder.
De ahí la campaña desaforada de
Cabello, cual inquisidor del siglo XXI, para botar a quien no sea
“revolucionario” –incondicional- de los organismos públicos y resguardar así
los atropellos del poder contra toda vacilación. La amenaza contra la fortaleza
asediada de la “revolución” es un argumento predilecto del fasciocomunismo.
Están obligados a creer en sus disparates porque de lo contrario se les
desmorona el poder. En el centro del precario sustento de Maduro está la
disposición de sectores militares encumbrados a convalidar sus atropellos, a
quienes procura amarrar con una argamasa de complicidades y una retórica
“revolucionaria” que incita a la lealtad con el legado de Chávez. La ideología
no ha sido poca cosa en la instalación de la tragedia venezolana, pero agota
hoy sus potestades embaucadoras.
Humberto García Larralde
economista, profesor de la UCV
[1] “Este es un socialismo petrolero. No
se puede concebir el modelo económico que queremos construir en Venezuela si no
incluimos la gota petrolera. (…) Con el petróleo haremos la revolución
socialista”,
declaraciones del presidente Chávez recogidas por el diario, El Nacional,
Pág. 4 Nación, 30 07 07.
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