miércoles, 25 de julio de 2012
HUMBERTO GARCÍA LARRALDE - RÉGIMEN DE EXPOLIACIÓN
Llamo
régimen de expoliación a un arreglo
orquestado desde el poder para el usufructo discrecional de la riqueza social,
en desapego a criterios de racionalidad económica y/o a indicadores de que
expresen metas planificadas. El provecho del fruto económico es determinado,
simplemente, por relaciones de fuerza cristalizadas en una jerarquía de mando
que conforma un poder político autocrático. La participación de los integrantes
de la sociedad en el disfrute de la riqueza social en un régimen de expoliación no está sujeta a normas, sino a
transacciones de naturaleza política mediante las cuales se trueca obsecuencia
y lealtad a quienes detentan el poder, por el derecho a apoderarse de una
porción de esa riqueza.
El
mercado como mecanismo autónomo para la asignación de recursos y para
determinar la remuneración de los agentes productivos, con su sistema de
precios que empalma las presiones de demanda con las posibilidades de oferta,
es sofocado con toda suerte de controles y regulaciones, dando paso a
incentivos por ponerle la mano al “billete” a través de favoritismos políticos
y toda suerte de entresijos irregulares aprovechados por los poderosos. No
obstante la prédica “socialista”, tampoco el reparto de la riqueza social obedece
a indicadores formulados en un plan nacional, contentivo de metas y
prioridades, sino a lo que permite, en cualquier momento, las relaciones de
fuerza imperantes.
Quizás
el régimen de expoliación más
conocido hoy en día es el representado por los hermanos Castro. Los
izquierdistas de antaño recordaremos aquel libro escrito por un experto
agrícola, asesor de la Revolución Cubana en sus comienzos y miembro del Partido
Comunista Francés, René Dumont, quien se preguntaba en el título, ¿Es Cuba Socialista? La consternación
del frustrado camarada galo ante la manera como el Comandante disponía de los
escasos recursos de la isla a diestra y siniestra, en desapego a todo criterio
de planificación, desestimando recomendaciones de expertos y sin medir las
consecuencias sobre actividades directa o indirectamente relacionadas –lo que
los economistas llamamos “costo de oportunidad”-, lo llevó a concluir que lo
que se construía ahí no era socialismo.
La
imposición de la voluntad omnímoda de Fidel se concretó en un régimen
personalista en el que la riqueza social pasó progresivamente a ser controlados
desde la cúpula del poder, legitimado ideológicamente como avance en la
construcción “socialista”. La expropiación de la economía privada no se
concretó en su “apropiación social” a través del Estado, sino en su usufructo
cada vez más excluyente por parte de una minoría que se arrogó ser depositaria
de los intereses históricos del pueblo cubano. Es decir, pasó paulatinamente a
ser explotada en forma privativa, ¡pero en nombre de los supremos intereses del
colectivo social! Después de más de 50 años de estar consolidando un poder
absoluto, sin contrapesos de ninguna especie y sin tener que rendirle cuentas a
nadie, ¿Quién dudaría que los recursos de la isla son manejados por los
patriarcas Castro como si fueran de su propio peculio?
Sin
tener abultadas cuentas a su nombre, la capacidad de disponer de cualquier
bien, servicio o prebenda –incluyendo las numerosas viviendas que le son
asignadas por razones de “seguridad de Estado”- ubica a Fidel como uno de los
hombres más acomodados de América Latina. Su derecho a usufructuar esa riqueza
a discreción emana de las relaciones de poder que fue cimentando gradualmente a
través del control del ejército y del G2, poder que decide incluso la vida o
muerte de sus más cercanos colaboradores, como se recordará con el caso notorio
de Arnaldo Ochoa y Tony La Guardia. ¿Qué puede esperar el cubano de a pie?
La
construcción de un régimen de expoliación requiere de la destrucción de las
instituciones. Éstas constituyen las “reglas de juego” con que se dotan las
sociedades para conducirse, fruto de las luchas y componendas entre los
distintos sectores que se disputan el poder a través del tiempo. En una
democracia auténtica, las luchas políticas y sociales plasmaron una
institucionalidad que garantiza el usufructo de los derechos civiles,
individuales, económicos y políticos, a través de la división y equilibrio de
poderes, la transparencia para el escrutinio ciudadano y la subordinación del
poder militar a autoridades civiles, resultadas del sufragio.
Un
Estado de Derecho así estructurado impide el funcionamiento de un régimen de
expoliación, por lo que debe ser abatido. Para ello sirve la prédica
“socialista”, para demoler las reglas de juego propios de la “democracia
burguesa”, no para suplantarlas con una ordenación racional recogida en metas y
prioridades de un plan nacional, sino para darle rienda suelta al usufructo
libre y discrecional de la riqueza desde el poder. El tinglado de leyes que en
Venezuela esbozan la economía y el estado
comunal como objetivo, así como la violación de los derechos de propiedad,
procesales y las detenciones arbitrarias por órdenes de Chávez, cumplen con
este propósito de demolición institucional. Se busca hacer realidad la tesis de
Norberto Ceresole de eliminar toda intermediación a la vinculación directa
entre caudillo y pueblo, procurando reducir las potestades de alcaldías y
gobernaciones –instancias de poder electas- y remplazar las organizaciones
sociales autónomas, por organizaciones que representan al Estado ante los
asociados, es decir, el propio Estado Corporativo fascista.
Comoquiera
que la economía comunal, estrechamente controlada y normada desde el poder, no
es viable económicamente, la concentración de la renta petrolera en manos del
Ejecutivo, así como la expropiación de empresas productivas, se hace
imprescindible. Para ello el presupuesto es calculado con base en un precio del
barril de petróleo muy inferior a su precio real, reservándose el excedente
para usufructo discrecional de Chávez. Junto a otros elementos, como el traspaso de
reservas “excedentarias” al Fonden, la constitución de fondos con las
utilidades de CANTV y otras empresas, ha hecho posible una formidable base
financiera para la prosecución de sus objetivos de política, de magnitudes
nunca vistas desde los años ‘70, saltándose los controles del gasto y la
rendición de cuentas sobre su destino.
Además,
ha servido para la instrumentación de diversos mecanismos para la transferencia
de recursos a sectores de bajos ingresos –las llamadas misiones-, bajo la
presunción de que constituyen su base política de apoyo por excelencia. Pero,
como se ha señalado tantas veces, estas “soluciones para los pobres” terminan
siendo pobres soluciones, conformando
un odioso apartheid que niega calidad de vida a los desposeídos. Este
“socialismo” de reparto, no de desarrollo de las fuerzas productivas –como
pregonaba Marx-, constituye un peaje populista consustancial al sostenimiento
del régimen de expoliación.
Como
último ingrediente está el culto a la personalidad. La mitificación de la
historia para evocar epopeyas pasadas contra la opresión, en particular, el
culto a Bolívar, pone en escena una épica ficticia en la cual el líder máximo
adquiere –también- estatura heroica. El amado caudillo se erige como único ser
capaz de librar al Pueblo de las acechanzas del enemigo apátrida representado
por los que no comulgan con las verdades de su “revolución”. Él determina lo
que es y debe ser la venezolanidad, y los intereses supremos que debemos
perseguir: “quien no es chavista no es venezolano”. La prédica maniquea del nosotros –los buenos- contra los otros –los malos- genera una tensión que
llama a cerrar filas en torno al líder salvador, so pena de tornar irrealizable
la utopía profesada. Él es la garantía única de que tal conquista pudiese
alcanzarse algún día: solo es menester tener fe. Se cultiva así una afiliación
afectiva, de naturaleza mesiánica, inmune a todo cuestionamiento racional.
La
confusión deliberada entre Caudillo, pueblo y Estado –“Chávez hoy no
soy yo, Chávez se hizo pueblo y un pueblo se hizo Chávez"-, allana
el camino para el usufructo sin control del régimen
de expoliación. Lo que hace el comandante-presidente, así sea regalarle
petróleo a sus “amigos” o utilizar bienes, instalaciones y dineros públicos
para promover su relección, es para “bien” del país. Chávez es su propio
programa de Gobierno, alfa y omega de la “revolución” y, por ende, dueño de
Venezuela. Y así, promoviendo la filiación fanática e
incondicional a su persona, encubre ante los suyos la descomunal impostura de
su Revolución Bolivariana para legitimar cualquier trastada contra el país, con
tal de seguir depredando su riqueza social.
Humberto
García Larralde
economista,
profesor de la UCV
sábado, 21 de julio de 2012
JUAN CARLOS SOSA AZPÚRUA - LA ENCRUCIJADA
La gravedad de la firma del acuerdo redactado por la mano
tiránica trasciende cualquier intento de minimizarlo u obviarlo. El Comando
Venezuela se apresuró a poner su rúbrica sobre un “documento” que el mismo candidato
opositor estaba descartando por no responder a los intereses de su estrategia.
Dejaron al candidato ante la opinión pública como una marioneta de fuerzas
superiores que hacen las cosas al margen de su voluntad. Realidad que
representa un doble motivo de preocupación para aquellos que percibimos esta
lucha como un asunto de vida o muerte.
A estas alturas del drama, las improvisaciones y
frivolidades no solamente son patéticas, sino que también pueden costar sangre.
Desde siempre hemos sostenido que el haber planteado la respuesta a la tragedia
que vivimos llevando la pelea al terreno electoral que controla el aborto
fidélico es un error que nos puede costar el país por varias generaciones.
Un inescrupuloso usurpador, que tiene años violando todos
y cada uno de los principios y valores sobre los que se fundamenta cualquier
sociedad civilizada, digna y decente, no merece un día más en el poder.
Una combinación de cobardía, corrupción y ceguera ha
hecho que buena parte de las fuerzas vivas venezolanas hayan decidido voltear
la mirada y justificar sus carencias bajo la cortina de una institucionalidad
democrática inexistente. Desde Gandhi ha quedado muy claro que ninguna
autoridad, por poderosa que sea, puede sostenerse en pie si sus víctimas asumen
una actitud retadora y optan por desconocerla. Es imposible que ningún poder
pueda existir, si las personas que lo sufren deciden obviarlo, ignorándolo como
autoridad hasta que se evapora.
Pero aquí, los petrodólares fueron una bailarina luciferina
irresistible. No se necesitaron fusiles, una petrochequera inmortal hizo las
veces de balas, corrompiendo las entrañas de la sociedad. Los militares, con
honrosas excepciones, se dejaron comprar, ante los ojos de cualquier
espectador, el rol que han tenido en esta pesadilla los condena al cuarto más
caliente del infierno. Venezuela fue entregada con desparpajo a los peores
intereses mundiales. Nunca en la historia, ni siquiera con el francés Vichy en
la ocupación Nazi, un país fue entregado de manera tan indigna y repugnante.
Pero los militares se adormecieron con los vapores verdes
del petróleo y los narcodólares. Abandonaron a la sociedad a su suerte,
pretendiendo que los civiles pusieran el pecho, arriesgaran sus vidas y lo
perdieran todo, para luego, cuando el trabajo estuviere hecho, salir ellos como
los héroes de la tragedia. Y los empresarios, los pocos que quedan, y también con
honrosas excepciones, escondieron la cabeza como los avestruces, cruzando los
dedos para que sus negocios no cayeran en la mira de los chacales rojos. Los
políticos, así mismo con honrosas excepciones, igualmente claudicaron, optando
por convivir con lo indecible, esperando sobrevivir en un cementerio de
valores, navegar en un río de sapos y culebras, transándose con el mal, porque
solamente eso puede decirse cuando deciden seguir legitimando a quien usurpa el
poder, incluidas todas sus putrefactas instituciones de trapo.
Se sabe que el organismo electoral es un robot de
hediondeces, controlado a voluntad por quien domina todo lo demás. Pero las
fuerzas políticas hacen caso omiso de esto. Distraen la atención con pinturas
que borran el foco de lo importante. Hablan de condiciones y solamente se
refieren al abuso que el tirano hace del espectro comunicacional, como si todo
lo demás estuviera en perfecto estado. Y lo que verdaderamente importa, lo
denunciado internacionalmente por los mejores técnicos electorales del país,
eso se ignora. Viajan a Washington y tienen el desparpajo de acusar de
radicales golpistas a quienes denunciamos la putrefacción de un cadáver a los que
ya ni los huesos se salvan.
Y avanzan con una campaña electoral al mejor estilo de
las democracias populistas del pretérito Tercer Mundo de los años setenta.
Insisten en tapar el sol con un dedo y para colmos rematan usando esos dedos
para estampar su rúbrica en un documento que les obliga a aceptar los
resultados cantados por los coristas del tirano; así no más, sin condiciones,
sin siquiera advertir que si esos resultados no reflejan la voluntad de la
gente, los mismos se desconocerían.
Esa bufonada repudiable, refleja la más hueca ausencia
del espíritu guerrero que es imprescindible para luchar por la Libertad….no por
espacios políticos o por estadísticas de apoyos capitalizables políticamente, sino por lo único que está en
la picota en estas elecciones: La Libertad.
Meses atrás quisimos evitar que las Primarias fueran
celebradas usando para ello todos los vicios que hemos denunciado. Llegamos al
extremo de proponer una candidatura fuera de la MUD para poner el dedo en la
llaga insistiendo en la necesidad de unas condiciones sin las cuales una
elección en Venezuela es igual que ir al cine a ver una película de los
hermanos Marx. Pero fue inútil.
El veto mediático nos arropó con una manta mágica que nos
hizo invisibles. Tras las Primarias, y con el triunfalismo apoteósico que se
produjo en los factores opositores que dominan la matriz de opinión, se nos hizo evidente que las condiciones que
consideramos esenciales, jamás se obtendrían y que inscribirnos en un CNE de utilería no sería
otra cosa que formar parte del combo que insiste en legitimarlo como si se
tratara de un ente de verdad.
Pero en aras del pragmatismo y el beneficio de la duda,
optamos por apoyar con todas nuestras fuerzas a Henrique Capriles, aún y con lo
incómodo que resulta apoyar a quien sigue una estrategia que consideramos
equivocada, por las razones ya expuestas.
La única esperanza es que Henrique se convierta en un
luchador por la Libertad. Que se desprenda de los intereses partidistas, y se
transforme en el líder que encabezará la cruzada por la Libertad, que pasa por
desconocer autoridades usurpadoras, y reivindicar los principios y valores por
los que vale la pena la vida.
Pero el acuerdo firmado, sumado a las declaraciones
reiterativas de gente del Comando Venezuela y de la MUD que insisten en obviar la putrefacción del organismo
comicial, nos provoca una gran angustia, ya que nada bueno puede esperarse de
semejantes actitudes y acciones.
Falta poco para octubre. Nunca olvidemos que Rosales
también provocaba marchas apoteósicas y triunfalismos mediáticos de
titanio. Y sabemos lo ocurrido.
La farsa aquí comienza por aceptar como contendor a un
ser que tiene 20 años (desde 1992) destruyendo al país y violando
reiteradamente las bases constitucionales de la República.
Se prolonga la farsa, aceptando medir la contienda con un
árbitro que respira con los pulmones del tirano, habla con su boca y mira con
sus ojos. Y se consolida la farsa, incentivando un carnaval electoral con
colores y serpentinas cayendo sobre un cementerio de libertades.
En lo que queda de tiempo, la sociedad venezolana deberá
confrontar la encrucijada en la que nos encontramos: ¿Delegaremos nuevamente
nuestro destino a un puñado de políticos que no dan signos de trascender sus
intereses mundanos?
Esa es la pregunta que deberemos respondernos en estos
meses.
Que Dios los bendiga a todos... y que nos agarre
confesados.
JUAN CARLOS SOSA AZPÚRUA
20 de julio del 2012
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Juan Carlos Sosa Azpúrua
domingo, 15 de julio de 2012
MIGUÉL ÁNGEL CAMPOS - LOS NIÑOS BORRADOS
Son muchos,
demasiados, los niños borrados en este expaís. Los que no llegan a nacer, los
que apenas nacidos son dejados sin albergue ni asistencia, los que crecen
heridos de toda suerte de muerte hasta que finalmente desaparecen en
la inútil lista de las estadísticas.Los que después se convierten en disparo
para borrar a otros niños. Los desahuciados, los suicidados por esta sociedad,
los que el lápiz se los cambiaron por un revólvero los convirtieron en
mensajeros de alguna droga ajena.Los que le boran su vida, su memoria y sus
engranajes con una fuente y una raíz inexistentes. Los que no han conocido la
risa.
Agradecemos a Miguel
Ángel este texto que refiere la tragedia y soledad de quienes un día
fueron festejados como los primeros quintillizos sobrevivientes, porque en
ellos es posiblever un fragmento de lo que somos, como sociedad,como
individuos, como gente.
Sobrevivieron el
nacimiento y no pudieron sobrevivir la vida que contenían.
Clamamos, una vez,
por la restitución de la vidasobre la muerte, la alegría sobre la tristeza,el
logro y el hacer colectivos por sobre todo atropello, abandono y
violencia.
Lo hemos difundido
en el siguiente enlace:
http://redinternacionaldelcolectivo.blogspot.com/2012/07/miguel-angel-campos-los-ninos-borrados.html
mery sananes
En los primeros
días de septiembre del año pasado falleció en el Hospital Universitario de
Maracaibo el segundo de los quíntuples Prieto Cuervo, las circunstancias
de su muerte ratifican la penuria en que han vivido estos hermanos que en su
momento conmovieron a los cinco continentes. Fueron el primer caso en el mundo
de varones sobrevivientes, el hecho ampliamente difundido de los cinco
hombrecitos hermanados en un abrazo raigal, mereció páginas destacadas de la
revista Life. Nacieron el 8 de septiembre (1963), día que se
conmemora la fundación de Maracaibo. La estampa de aquellos adolescentes en una
fotografía de periódico que conservo era la viva promesa de la salud y un
futuro conjurado.
El espectáculo
convocó a todo el país, personalidades variopintas se hacían fotos a su lado,
de la farándula y la política llovía toda clase de promesas y ofrecimientos,
desde la garantizada leche hasta lencería fina para los cinco cachorros. Hasta
hubo una providencia del presidente de la República, mediante la cual se
les amparaba en los básicos aspectos materiales, sólo hubiera bastado que uno
de esos comités se pueblo se hubiera constituido en especie de albacea para ejecutarla
en el inmediato porvenir.
Pero tras la fiesta
de los borrachos sólo quedan los estropicios y la mala conciencia. El concierto
a beneficio con donación de la taquilla del naciente grupo “Los Blonder” debió
ser sin embargo el gesto menos oportunista. Sin más cuidados que los de la
propia familia al poco tiempo estaban sumidos en el discreto abandono, pronto
acecharon las carencias. Ni educación tuvieron, menos amparo y afecto de la
comunidad que los celebró, la gratitud de los padres quedó estampada en los
nombres que eligieron para los cinco: los del equipo médico. Menos mal que
estos no se llamaban Killer, Yonalber, Kendri, insólitas aberraciones que luego
se hicieron costumbre entre el chicherío citadino.
Trate usted de dar con la historia médica del caso,
hurgue en los ruinosos archivos de la Maternidad Castillo Plaza o del
Hospital Universitario. Busque la ficha de indicaciones y anotaciones del
obstetra, ni rastros hay de lo que ha debido ser un documento invaluable de la
ginecobstetricia venezolana, de una paciente que no tuvo control desde el
comienzo del embarazo, también de conocidos antecedentes de fertilidad y otros
partos múltiples. La ciudad ufanosa de sus hitos médicos de cirugía y
transplantes, presuntuosa de su centenaria universidad, vanidosita de sus
médicos pensarosos, es incapaz de acunar a cinco perfectos ejemplares venidos
de la cuarta dimensión. Heraldos de la alegría superan todos los pronósticos de
compresión, prematuridad y nutrientes, menos el medio dispuesto sólo para la
depredación, filicida, indiferente.
Me pregunto cuales
pueden ser los blasones de una ciencia o profesión ruidosa en sus ejecutorias
de mostrador, muy sensible a la publicidad que la exalta como un saber
misterioso de sujetos menos eficientes que pretenciosos. Aunque todavía no se
hayan dado cuenta que la medicina es una ciencia social, más antropología que
fisiología, y en estas sociedades atrasadas su grandeza deberá dirimirse no
tanto en los quirófanos como en los escenarios civiles, donde los clientes
antes que pacientes debieran ser ciudadanos.
No veo de que deba
enorgullecerse un pediatra que sólo se limita a salir en los periódicos y desde
su preeminencia social no vela por el destino de cinco maravillas en un medio
devastador, o unos obstetras que no vuelven a tener más noticias de la madre, y
de unas instituciones hospitalarias que no resguardan los documentos forenses
de un suceso por varias razones excepcional. Seguramente el destino de este
país sería otro si estos cinco niños hubieran ido a la escuela, a la
universidad y amparados por una profesión llegado a ser emblema del bien y de
una Venezuela hacendosa, herencia de la responsabilidad en un tiempo de drama social.
Pero fueron pasto de la incuria, del desconcierto en medio del prevenido
desdén, pronto la pobreza los deprime y se exponen a la miseria. Deben ganarse
la vida como jornaleros, obreros de lo que caiga, cinco más en una prole ya
numerosa, el prodigio pronto se desvanece y el país muestra su nula
capacidad de asombro.
Durante años
desaparecen de la crónica periodística, para los medios ya no son noticia, sólo
miembros más de una familia pobre y sin distinción. Pero ellos seguían estando
allí, creciendo en años y uniformados por la indolencia de los olvidadizos, sin
plan para el futuro ni para el orden del día, debían sucumbir a la fatalidad
del desempleo y las carencias. Sin orientación y librados a la indiferencia los
cinco son unos encandilados en medio de la dura calle, los días del conjunto
gracioso, arrancador de miradas tiernas entre viejecitas y señoras de recao
de olla, de la pandillita llena de gracia y mohines (aunque parece que
siempre tuvieron un aspecto doliente), habían quedado atrás.
Hasta hace 24 años,
cuando vuelven a ser noticia, las páginas de los periódicos acogen nuevamente
el espectáculo, esta vez de sangre y tragedia. Uno de ellos, Fernando Ramón
queda tendido, despedazado por un disparo de escopeta, en una empresa de Ciudad
Ojeda: en un cambio de guardia, a su hermano se le escapa un disparo. Sobrevivían
como guachimanes nocturnos en alguna contratista de la Costa Oriental, lugar de
donde son y vive su familia hasta el día de hoy. La escueta nota de la noticia
de esta segunda muerte habla de un accidente. Una caída, al parecer en el lugar
de trabajo en el ya conocido oficio de vigilantes, acabó con la vida de Juan
José.
Le produjo una
hemorragia intracraneal cuyas consecuencias no pudieron ser contenidas por los
médicos que lo operaron en un segundo momento y tras permanecer dos días en el
Hospital de Ciudad Ojeda. Rindió su vida de origen prodigioso a los 47 años, el
otro lo había hecho a los 23, cortísima expectativa al parecer para los que en
este país vienen al mundo hermanados, que mima a su muchedumbre y se vanagloria
de que esta vive hasta más allá de los setenta y cinco años, uno de los
indicadores de desarrollo humano, según la fórmula de certificación de
bienestar del PNUD.
Publicado el 13 de julio de
2012
Por Miguel Ángel
Campos
Revista República
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Miguel Ángel Campos,
Quíntuples Cuervo Prieto
CHIQUI AVALOS - A GUARANIA DO ENGAÑO
Artículo de CHIQUI AVALOS, traducido
del portugués al castellano por Zaira de Andrade 04/07/2012.-
" La historia de Brasil, vista desde el
Paraguay, es otra" (Millor Fernandes)
Como un verso famoso de mi inolvidable amigo
Vinicius de Moraes, "de repente, solo de repente" algunos gobiernos
latinoamericanos están redescubriendo al viejo y sufrido Paraguay y deciden
salvar una democracia que habría sido herida de muerte con la caída de su
presidente. Se inicia así un engaño, una sucesión de engaños, mentiras y
desilusiones, en proporción e intensidad, que
sirven para componer una guaranía melodiosa pero de gusto dudoso en
extremo.
Ocurren hechos extraños en la vida de las naciones en pleno siglo XXI. Una gran cantidad de ministros de Relaciones Exteriores, salidos de la espectacular e improductiva Río+20 , el aterrizaje de otra ola de imponentes aviones oficiales en la madrugada de un invierno poco común, y ─estimulado posiblemente por la baja temperatura─ se comportan con la misma frialdad con la que la " Triple Alianza "diezmó cientos de miles de guaraníes en una guerra que devastó a la potencia industrial más desarrollada de América Latina.
¿Sorprendidos? No es para menos. Éramos ricos, muy ricos, industrializados, avanzados, educados, cultos, europeizados, amantes de las artes, de los libros, de las óperas, del desarrollo. Nuestros antepasados brillaron en la Sorbona y firmaron tratados académicos, descubrimientos científicos y refinados ensayos literarios. La mención de nuestros orígenes no provocaba burla o ironía, como es habitual en los días sombríos de hoy, sino la profunda admiración y curiosidad de los que siguieron nuestro camino como nación triunfadora.
No fuimos famosos como contrabandistas o
traficantes, sino como un pueblo emprendedor y progresista. La organización de
nuestra sociedad, la intensa vida cultural, el progreso económico irrefrenable,
la hermosa arquitectura de nuestras ciudades, nuestros museos y bibliotecas, la
formación inusual de nuestra élite cultural, la dignidad con la que vivían
nuestros hermanos más pobres (sin hambre ni miseria) impresionaban y merecen el
registro histórico.
La reina Victoria, quien no le brindó al resto del mundo la misma sabiduría con la que gobernó y marcó para siempre la historia del Reino Unido, armó a tres mercenarios quienes arrasaron, con su ambición desmedida y su eficiente espíritu pionero, tomando el mercado de la antigua potencia colonial por debajo del Ecuador; Brasil, Argentina y Uruguay nos arrasaron. Nuestros campos fueron fertilizados con los cuerpos en descomposición de nuestros hermanos, decapitados a punta de espada y con sádico refinamiento. El Conde D'Eu, esposo de quién liberaría a los negros de la esclavitud y entraría en la historia del Brasil, dirigió en persona y con donaire la masacre. Los historiadores, esa gente chismosa y necesaria, registraron su puntilloso esmero y su inocultable placer. El nefasto delegado Sergio Fleury tuvo un precursor casi con un siglo de anticipación.
Nuestras ciudades terminaron habitadas en su mayoría por mujeres y niños; pocos hombres sobrevivieron al genocidio perpetrado. Pedro II, quien marcaría la historia de Brasil por su honradez, se comportó de manera impresionante en esa página oscura de la historia del Brasil la que es inversamente conocidísima en relación con la historia de mi país y en la que, sin embargo, no se movió una paja ni se dijo una palabra sobre el sadismo de su yerno criminal. Documentos revisados por mí en el Archivo Nacional, en Río de Janeiro, muestran la firma del viejo emperador autorizando- la compra de naves, barcazas, caballos y todo lo que se necesitaba para una cacería de vida o muerte (más de muerte, por supuesto) contra López. No bastaba con derrotar al déspota esclarecido, al republicano que los humillaba, al que había desafiado a los imperios de Inglaterra, Brasil y España... Había que hacerle el epitafio y esculpirle su lápida. Y así se hizo.
Derrotados, nunca más fuimos los mismos. Pasamos a ser conocidos como una República ya bicentenaria pero atrasada, en comparación con los vecinos. Enfrentamos una cruel guerra con Bolivia, en la primera mitad del siglo pasado. Nos robaron la importante franja territorial del Chaco región paradójicamente inhóspita y riquísima. Ganamos la guerra. Nuestros soldados mostraron el valor y el patriotismo que brasileños, uruguayos y argentinos conocieron más de medio siglo atrás. Nuestra incipiente aviación militar y sus jóvenes pilotos asombraron a los expertos estadounidenses por su técnica refinada y por el éxito de sus acciones contra el agresor.
Sin embargo, en una historia llena de ironías,
ganamos la guerra y... nunca recuperamos
las tierras! Los bolivianos, que nunca miran a los ojos ni de las personas ni
de la historia, sin duda se regocijan en su andina soledad y, como los
argentinos después de la inexplicable Guerra de las Malvinas, se sienten
vice-campeones...
Salimos mal de la Guerra del Chaco y experimentamos la misma y acostumbrada crónica, tan rigurosamente común, de todos los demás países latinoamericanos. Golpes y contragolpes, instantes de democracia e hibernaciones bajo férreas dictaduras. Los presidentes se sucedieron, siempre despachando desde el hermoso Palacio de López y viviendo en la antigua mansión de Mburuvicha Roga ("La casa del gran jefe", en guaraní); algunos fueron aceptables, otros deplorables. Ninguno, sin embargo, recuperó la gloria perdida de los años de la riqueza, la opulencia y la abundancia. Un héroe de la Guerra del Chaco se convirtió en dictador y nos oprimió por más de tres décadas. Un hombre duro, pero de hábitos espartanos y por demás interesante, el multifacético Alfredo Stroessner no rechazó el papel menor de tirano, pero construyó con Brasil la estupenda planta hidroeléctrica de Itaipu, la obra de ingeniería más grande de su tiempo, salvando al Brasil de una predecible catástrofe energética. Fue socio y amigo de todos los presidentes de Brasil desde JK hasta Sarney. Con los militares post-64 se llevó de las mil maravillas, pero fue de sus manos que el exiliado Joâo Goulart recibió el pasaporte con el que viajaría para tratar su salud con cardiólogos franceses. Depuesto, el viejo dictador murió exiliado en Brasil. Aquellos que lo combatíamos (nací en Buenos Aires, donde mi padre, hombre de negocios exitoso pero opositor de la dictadura, sufría su exilio) jamás supimos de ninguna acción, ni siquiera una, del Brasil durante sus gobiernos democráticos, contra la dictadura del general que les dio Itaipu.
El turno de Fernando Lugo
Después de dos décadas del derrocamiento de Stroessner, se nos aparece Fernando Lugo. Su historia es peculiar. Fue obispo de San Pedro, simpático e izquierdista, quien predicaba a los sin tierra y que parecía no molestar a nadie, ni a los agricultores de la zona. En el año 2007 el entonces presidente Nicanor Duarte Frutos, un joven periodista elegido por los colorados, decide seguir el pésimo ejemplo de Menem, Fujimori y Fernando Henrique, dejando claro su deseo de cambiar la Constitución y permanecer en la presidencia, valiéndose del inexistente instituto de reelección. Su gobierno era más que sufrible, y —excusen la inmodestia anclada en nuestra historia— nosotros, los paraguayos, no somos dados al disfrute de cambiar nuestra Constitución para complacer la voluntad de ningún presidente.
El país se levantó contra la aventura y él, obispo bonachón, precisamente por no ser político y garantizar que no alimentaba alguna ambición de poder, fue escogido para ser el orador en un gran acto público, con decenas de miles de personas reunidas en el centro de Asunción. Pastoral, atractivo, preciso, el Obispo de San Pedro cautivó a la multitud, se encargó de la tarea y catalizó la inmensa indignación de la ciudadanía. La aventura continuista de Nicanor no tuvo éxito, pero con la sutileza de un príncipe de la Iglesia en los intrincados cónclaves que preceden la salida del humo blanco en el Vaticano, se nos presenta un fuerte candidato a la presidencia de la República: ´Habemus candidatum!´ Sin embargo, el hábito vestía más que a un pastor, escondía un hombre frío, ambicioso, ingrato y profundamente amoral.
Su primer problema fue con la Santa Madre Iglesia. La Santa Sede, sin duda sabiendo algo que nosotros desconocíamos, vetó su inclinación política. No, él nunca podría ser un candidato. La Iglesia católica combatió la dictadura del general Stroessner con inmenso coraje y acciones firmes, pero no quería ocupar la presidencia del país. "Roma locuta, causa finita" ("Roma habló, asunto concluido").
Pero no para Lugo, quien dejó su obispado, se
despojó de su hábito, y le dio la espalda a quien lo educó y lo acogió en su
seno. Pocos y valerosos colegas, obispos
y sacerdotes, se atrevieron a apoyarlo abiertamente. El pasado viernes, después
de tres años sin verlo o ser llamados por él, esos mismos amigos o partidarios
fueron hasta la residencia presidencial a pedir –en vano– que Lugo renunciase a la presidencia de Paraguay
para evitar el derramamiento de sangre. Con frialdad, el hombre seducido por el
poder, dijo no, se puso de pié y despidió a los inoportunos portadores de la palabra
divina.
Candidato sin partido, favorecido por la clara simpatía de la mayoría del electorado, se afilió al centenario y respetable PLRA de los liberales, con más de 60 años fuera del poder y con el bagaje de una valiente oposición a la dictadura de Stroessner. Como un Jânio Quadros, Lugo se unió al Partido Liberal Radical Auténtico y usó su bandera, su historia y su estructura capilarizada en toda la sociedad paraguaya. Y después le dijo adiós con el puño, frío e indiferente.
Una vez elegido, se deshizo de todos los compañeros de viaje. Uno a uno. Stalin no borró a tantos en las fotos oficiales del Kremlin como lo hizo el ex obispo. Por cierto, despidió a los más calificados. Quedaron los compinches, los facilitadores de negocios y fiestecitas íntimas, los "operadores" y algunos izquierdistas incautos para colorear con las tintas de un risible "socialismo Guaraní" el gobierno de un hombre que llegó como el Mesías y que terminaría como un Judas Iscariote.
Lugo podría prestar su nombre y su vida política (y personal, también) al maestro Borges y convertirse en uno de los impresionantes personajes de la "Historia Universal de la Infamia". Un infame, no más que eso! Apenas fue elegido y juramentado, ocurrió una sucesión de escándalos y se revela su conducta moral. Hijos inconcebibles para un obispo supuestamente casto. Varios. Ninguno reconocido o protegido; engendrados con las mujeres más pobres y sin instrucción alguna, del medio rural, humilladas después de utilizadas, una de ellas de apenas 16 años cuando la embarazó. Si traicionó a su Iglesia ¿por qué no nos traicionaría?
Durante sus tres años de gobierno, no pasó ni
siquiera un mes sin tener que viajar a algún país. Con razón o sin ella, ahí se
iba él, el alegre viajero asistente a conferencias vacías o ceremonias de toma
de posesión de mandatarios sin importancia para el Paraguay. Las trampas
del poder lo atraparían como a cualquier
déspota de una república bananera del
Caribe. Los convoyes de limusinas con escoltas estridentes, las fiestas y
besamanos, los sempiternos y blandos cortesanos del poder, las mujeres
hermosas, las mesas abundantes, los hoteles cinco estrellas, la riqueza, la
opulencia, los “negocios”.
El obispo despojado se convirtió en gran
ganadero, terrateniente, con plantaciones y ganadería. El presidente que asumió
el cargo con sus prosaicas sandalias, símbolo de humildad, se reveló como un
hombre vanidoso y fetichista. Cómo vistiéndose con la mentira en la que él
mismo se había convertido, pasó a llevar elegantes y bien cortadas túnicas encargadas a la
medida a los sastres de la celebérrima y carísima Savile Row, templo londinense
de la moda masculina. En particular, un robo (uno más): cuellos eclesiásticos.
Se aficionó a jóvenes y hermosas, llamémoslas
"modelos", que adornaron tanto su vida y la enorme bañera Jacuzzi de
hidromasaje que ordenó instalar en la austera y vieja residencia presidencial.
Muchas de ellas lo esperaban en el exterior, en fantásticos hoteles y palacios;
durante las reuniones internacionales; viajaban con documentos oficiales.
Gaddafi dio pasaportes diplomáticos a
los terroristas, Lugo, a las prostitutas.
El veto de Itaipu
Su afecto por los aviones y los jets llegó a rayar en el fetichismo: gran parte de su peculiar mandato lo pasó a bordo de ellos. Eran fletados a las compañías de taxis aéreos de otros países, enviados por amigos como Hugo Chávez y Lula, mientras otros eran prestados por misteriosos amigos. Chocó con el brasileño Jorge Samek, fundador del PT y gestor competente, cuando éste, como presidente de la parte brasileña de la compañía Itaipú, resolvió vetar el capricho juvenil del delirante ex obispo presidente: la poderosa binacional compraría un jet para su uso. Un Gulfstream tendría buen tamaño, tal vez un Falcon, o incluso un muy brasilero Legacy, pero necesitaba ardientemente tener su avión.
Luego ordenó al comandante de la Fuerza Aérea
que negociara un Fokker 100, equipado con suite y ducha. Nada que hacer, el
radio de acción sería pequeño y él necesitaba
ganar el mundo. Por último, en la agonía de su gobierno, negociaba la
compra de un Challenger usado, pero chic, a un jerarca del fútbol
paraguayo. El precio, como siempre, fue
un escándalo más de la Era Lugo, pero
menos del doble de un nuevo modelo salido de la fábrica…
¿Obras viales? Imagínese. ¿De infraestructura? Nada ¿La modernización del país? No pensaba en eso ¿El crecimiento económico? Sí, pero a través de una agricultura fuerte, de empresarios jóvenes y ambiciosos, de una industria en auge y de un ministro de Economía, Dionisio Borda, quien se desligó de la regla general del gobierno de Lugo: competente y austero, inmune a la voluntad del presidente y alejado de la escoria que lo rodeaba. Cada día, en el parlamento, en las redacciones, los sindicatos, los foros empresariales, en las reuniones con amigos, un comentario nuevo, una nueva historia sobre otra componenda de los asesores y compañeros de Lugo.
Proporcionalmente, ni en la dictadura de
Stroessner (más de tres décadas) se robó tanto como el gobierno
pseudo-izquierdista de Fernando Lugo (menos de tres años). Ya depuesto Lugo, su
secretario fuerte, Miguel López Perito, telefoneó al Consejo de Itaipu para
solicitar la bagatela de $300.000 para organizar una manifestación en defensa
del gobierno. Los quería “contantes y sonantes”, “en la maleta”, por fuera, no
contabilizados, no por "la caja 2" ¿Qué tal? El hecho, reportado por
un director de la binacional Itaipu, es revelador del modus-operandi de la
verdadera banda que gobernaba el país.
El juicio político
Su proceso de "Juicio Político" –algo así como un proceso de remoción presidencial– está previsto en la Constitución del Paraguay. No era una travesura histórica de parte de media docena de dirigentes políticos o parlamentarios, ni una reacción por los desaires de Lugo a los partidos, los empresarios, a todos los paraguayos. ¿Qué tipo de Jefe de Estado era ese que tuvo 73 diputados que votaron por su caída contra un solitario voto? ¿Qué tipo de jefe de la nación era ese, que tuvo 39 votos en contra en el Senado contra sólo cuatro senadores leales a su desgobierno?
Dicen que no tuvo tiempo, apenas dos horas para
defenderse. Pero la Constitución no determina tiempo, sólo garantiza el derecho
de defensa, ejercido a través de abogados competentísimos, quienes hicieron
exposiciones brillantes en defensa de lo indefendible. Uno de ellos, el Dr.
Adolfo Ferreiro, admitió claramente que el proceso fue legal. Por otra parte,
el Dr. Emilio Camacho, en imponente ironía de la historia, expresa que los
magistrados de la Corte Suprema sacarán de uno de sus celebrados libros los
conocimientos necesarios y la debida jurisprudencia para rechazar la argucia jurídica del ya ex presidente, contra el proceso legal,
constitucional y moral que lo
defenestró. ¡C'est la vie,
Monsieur Lugo!
En Curuguaty, en un desalojo de las tierras
ocupadas por los "carperos"
(los sin tierra de aquí), hubo decenas
de muertos en ambos lados. Lugo y su ministro del Interior, el belicoso senador
Carlos Filizzola, fueron informados de que había una emboscada rápida contra las fuerzas militares. Con la arrogancia y la
absoluta irresponsabilidad que los ha caracterizado, desde el primero hasta el
último día, y fieles a los amigos que manejan el MST de aquí y convierten en un
infierno la vida de nuestros productores rurales (entre ellos los 350.000 brasileños que aquí plantan, cultivan, cosechan y viven: nuestros
hermanos "brasiguayos"), ambos ordenaron la acción que se convirtió
en una tragedia en la historia de nuestro país.
Podría mencionar también al EPP (Ejército del
Pueblo Paraguayo), guerrilla formada por terroristas estrechamente vinculados a
Lugo en sus tiempos de Obispado en la diócesis de San Pedro. Nunca las fuerzas
de seguridad pudieron hacer nada contra ellos. ¡Ubicados, territorialmente
identificados, monitoreados y libres! Lugo se mantuvo fiel a los bandidos por
quienes mostró claro y público afecto.
Como el respetado Terry Belaúnde en Perú, quien permitió con su
"democratismo" el crecimiento del terrorismo representado por el
Sendero Luminoso de Abimael Guzmán, el nada respetable Lugo es padre y madre
del PPE.
Un hiato en
la historia
Fernando Lugo fue un accidente en nuestra historia. Necesario, pero doloroso. Sus defectos superaron sus virtudes; aquellos eran muchos, las otras pocas. Nosotros que votamos deseando un Estadista, nos tocó un sibarita. Su legado fue uno de decepción y fracaso. No llorarán por él dentro de nuestras fronteras, y quienes lo defienden fuera de ellas lo hacen pensando mucho más en lo que les podría ocurrir a ellos que por solidaridad con el agradable gobernante y el despreciable homúnculo que cae.
.
El final de su gobierno le duele más a un ya dolorido Chávez que a nosotros. La señora Kirchner, radical en la condena que nos impone, se olvida de nuestra asociación en la gigantesca e importante usina hidroeléctrica de Yaciretá, y amplía su lucrativa viudez acogiendo en su seno lloroso al decaído amigo. ¿Solidaria? No tanto, simplemente oportunista y consciente de que se abrió el precedente para que los parlamentos expulsen a los incapaces. En Bolivia, el sentimiento popular en relación con el sectario e igualmente bolivariano Evo Morales no es diferente al sentimiento de los paraguayos por Lugo en el otoño de su aventura presidencial. Es peor. El reloj de la historia repicará las campanadas del final de una aventura improductiva, iracunda, racista y liberticida.
El final de su gobierno le duele más a un ya dolorido Chávez que a nosotros. La señora Kirchner, radical en la condena que nos impone, se olvida de nuestra asociación en la gigantesca e importante usina hidroeléctrica de Yaciretá, y amplía su lucrativa viudez acogiendo en su seno lloroso al decaído amigo. ¿Solidaria? No tanto, simplemente oportunista y consciente de que se abrió el precedente para que los parlamentos expulsen a los incapaces. En Bolivia, el sentimiento popular en relación con el sectario e igualmente bolivariano Evo Morales no es diferente al sentimiento de los paraguayos por Lugo en el otoño de su aventura presidencial. Es peor. El reloj de la historia repicará las campanadas del final de una aventura improductiva, iracunda, racista y liberticida.
La posición
brasileña
No entendemos la posición de Brasil. O no queremos entender por lo mucho que lo queremos. Brasil nos arrasó como sicario de la reina Victoria. Nosotros lo perdonamos y juntos construimos el coloso de Itaipu. Lo tratamos bien y ahora apoya la continuidad de una de las peores etapas de nuestra historia ¿En nombre de qué? Nos niega el derecho a la auto determinación, pero se olvida del papel ridículo que hace en defensa de un cretino igual a Zelaya, un corrupto ligado a grupos de exterminio somocistas y que era tan izquierdista como Stroessner y tan demócrata como Pinochet.
Fue deplorable el papel de la inexpresiva
canciller Patriota (que no lo engañe el nombre), mariposeando por las calles de
Asunción en precipitada carrera, presionando a los partidos Liberal y Colorado para
favorecer un presidente que caía, entrando al Parlamento junto al canciller de
Hugo Chávez, el Sr. Maduro, para formular amenazas a beneficio de un presidente
que el país rechazaba, yendo al vicepresidente Federico Franco para amenazarlo
con gran desfachatez, desconociendo su rol constitucional y el hecho de que
nadie renunciaría a nada solo por la bastarda amenaza de la UNASUR (que no es nada)
y otra no menos bastarda del Mercosur (que no es más que una ficción). El Barón
del Rio Branco (N del T: eminente diplomático brasilero, 1845-1912) se mesó sus
bigotes peinados. desde su tumba profanada por el Ministerio de Relaciones
Exteriores (Itamaraty) de hoy.
¿Que quiere el gobierno de Dilma? ¿Pasar por el mismo vejamen de Lula en la paupérrima Honduras? Nosotros estamos totalmente dispuestos a mantener una asociación que ha resultado positiva y digna para ambos países. Pero la austera presidenta no nos inspira el mismo terror-miedo-pánico que nos infunde su personal y sus ministros. La fealdad no hace la historia, sólo erosiona las biografías. Dilma llamó a su embajador en Asunción, Cristina hizo lo mismo. Las matronas radicales simplemente ignoraban que el embajador brasileño es un ausente total que pasaba más tiempo en Pindorama que aquí.
El embajador Eduardo Santos es considerado en el
Paraguay como alguien que cree que las mejores cosas en nuestro país son el
aire acondicionado y un pasaje de regreso. Nos recuerda al ex embajador Orlando
Carbonar, quien fue tomado por sorpresa en febrero de 1989 por el movimiento
que derrocó al general Stroessner. Hasta mis hijos, niños en aquel entonces,
sabían que el golpe se acercaba y que estallaría en cualquier momento. El único
que no lo sabía era el embajador de Brasil, quien descansaba en el carnaval de
Curitiba, donde nació. Regresó a toda prisa, en un jet de la FAB, para
embarcar a Stroessner rumbo a Brasil.
Y la Argentina... bueno, Argentina no tiene
embajador en Paraguay desde hace unos meses... Ocupadísima, doña Cristina no ha
nombrado el reemplazo. País de necrófilos (aman a Gardel, al Che, a Evita y a
Maradona, entre otros difuntos), doña Cristina llamó a un embajador que no
existe, un diplomático fantasma, para consultas en la Casa Rosada.
Paraguay hizo lo que tenía que hacer. Seguirá
adelante, como siguen adelante las naciones probadas y curtidas por las crisis
que consolidan el temple de la ciudadanía, reforzando su nacionalidad. El
religioso que no honró sus votos de castidad y pobreza y que traicionó a su
iglesia, fue rechazado por ella. El presidente que no honró nuestros votos y
nos traicionó, fue depuesto por nosotros. Derrocado por incompetente, por
mentiroso, por ineficiente y por deshonesto, pero, sobre todo, por haber
traicionado las esperanzas de un país y de un pueblo que lo necesitó y que
confiaba en él. Por eso, Lugo no regresará.
(*) Chiqui Avalos es un conocido escritor y periodista en Paraguay. Luchó contra la dictadura de Stroessner y apoyó la candidatura de Fernando Lugo. Es el editor de "Prensa Confidencial", un influyente boletín digital que se edita en Asunción.
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Zaira Andrade
miércoles, 11 de julio de 2012
DANIEL CASTRO ANIYAR - MALI, AL BORDE DE UNA GUERRA TOTAL
Foto de J. Pemberton
EN
ESTE PAÍS MUSULMÁN SE CONFRONTA LA SOBERANÍA ANTIIMPERIAL CONTRA EL ISLAMISMO
RADICAL
Miles
de malianos piden armas en Bamako para iniciar una ofensiva total contra los
invasores islamistas radicales en el Norte de Mali. A esta iniciativa se están
sumando las fuerzas armadas de los países del CEDEAO (Occidente de Africa), que
se disponen a una invasión conjunta en el territorio para expulsarlos.
Los invasores,
Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), el Movimiento por la Unidad del Yijad en
África Occidental (MUJAO), el Movimiento por la Liberación de Al-Zawad y los
Defensores del Islam, tienen tres meses imponiendo la ley islámica del siglo V
en el Norte de Mali. La población femenina es sistemáticamente humillada en
público y miles de personas emigran de esta región hacia el Sur de Mali y otros
países.
"En
nombre de Dios" y porque "no cumplen la Ley islámica" los
invasores han destruido 7 de los 16 mausoleos de los santos musulmanes que
acoge la ciudad antigua de Tumbuctú, declarada Patrimonio de la Humanidad por
la Unesco. También se han abierto puertas prohibidas de una mezquita
fundamental en la historia de la que es, después de Meca y Medina, la ciudad
santa musulmana más importante del mundo.
El
nuevo gobierno francés también lleva a las Naciones Unidas, de la mano de los
países del CEDEAO, la propuesta de una intervención armada.
La
invasión se produjo cuando grupos rebeldes pro-Gadafi, debieron retirarse de
Libia después de la guerra civil e invasión contra el expresidente Libio. Estos
grupos quedaron fuertemente armados y descabezados, por lo que decidieron
atacar a los países del sur del Africa con el objetivo de crear en el desierto
del Sael una nación bajo la ley islámica del siglo V.
Las
lecturas antiimperialistas son insuficientes. El poder omnímodo de las armas no
enfrenta solo países pobres contra ricos o imperios contra colonias, también
enfrenta a los oprimidos entre sí generando poderosas y nuevas formas de
dominación y represión. El islamismo radical y los independentistas del Sael
reproducen estructuras feudales en las regiones y países donde han logrado el
poder gracias al predominio de las armas y por medio de amenazas sobre cualquier
forma de disensión. Ahora atacan a la población maliana con el objetivo de
hacerse de la ciudad santa y controlar los importantes yacimientos de petróleo
no explotados que guarda Mali en su desierto. No hay nada inocente. El pueblo
de Mali, aunque aún está solo, ya lo sabe.
El
ejemplo de Mali hace transparente los errores cometidos por la izquierda más
irreflexiva, que subsume la complejidad de la luchas de los pueblos al
monotemático tablero del antiimperialismo, olvidando las peligrosas formas de dominación
y sojuzgamiento que han privado dentro de las clases explotadas y que se han
convertido, a lo largo de la historia, en nuevos juegos y modelos de
dominación.
El
pueblo maliano, musulmán, defensor persistente de otro mundo posible, promotor
mundial de la soberanía alimentaria y ejemplo indeclinable de felicidad popular
y antiimperialismo, hoy dispuesto a tomar las armas contra los invasores, lo
hace también por los muertos y las mujeres violadas de Darfur, así como contra
toda forma de oscurantismo que amenace la liberación definitiva y plena de los
seres humanos.
Las
organizaciones malianas nos piden apoyo. Nuestra solidaridad con Mali nos
obliga pensar de manera más comprometida y plena en la transformación de la
humanidad.
Para
mayor información sobre las movilizaciones malianas contactar a Mme. Touré:
sbourgoint@gmail.com

Daniel
Castro Aniyar
danielperolito@gmail.com
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miércoles, 4 de julio de 2012
MANUEL RODRÍGUEZ MENA - HUGO CHÁVEZ : EL PEOR DE TODOS EN TODO
SUBVERSIVO CONTRADEMOCRÁTICO
DESDE 1980
El menos calificado
y más descalificado para determinar quiénes somos y quiénes no somos
venezolanos, muchísimo menos aún si lo hace en función de quién lo apoya y
quién lo adversa
Manuel Rodríguez Mena
DESCALIFICADOR DESCALIFICADO
En
uno de sus raptos de desafuero cada vez más frecuentes y cada vez más
grotescos, Hugo Chávez se ha atrevido –atrevimiento inaceptable e intolerable—
a intentar arrebatarnos la nacionalidad venezolana a quienes,
por millones, disentimos, criticamos, nos oponemos, despreciamos,
repudiamos y sentimos severo asco por su acción política y su
gestión gubernamental. ¿Quién se cree que es? ¿Cuánto cree que vale
realmente como político, como gobernante y como ciudadano? ¿Cuánto
cree que saben o ignoran los venezolanos de su acción política y de su gestión
gubernamental, de sus vicios y defectos, delitos y crímenes?
Los
vahos del poder y el lamido servil de los arrastrantes aduladores
lo han hecho elevarse del suelo (valor real) a la
estratosfera (sobrevalor megalomaníaco). Como somos parte de los millones
a quienes se nos ha pretendido arrebatar nada menos que nuestra nacionalidad
por no prosternarnos ante él y sus secuaces y no lamer sus botas de militarista
totalitario, en ejercicio del derecho a réplica –para lo cual,
afortunadamente, no necesitamos sentencia del Tribunal Superior
de…-- le decimos al poder megalómano que le queda grande,
galaxialmente grande, esa pretensión de sentirse superior a todos
los venezolanos, sobre todo superior a los venezolanos no castrochavistas,
quienes, por cierto, en su totalidad y hasta el más modesto de
merecimientos, no tienen ni los vicios ni los defectos que él ha mostrado
tener, y no han incurrido en los delitos y los crímenes en los que él ha
incurrido, tal como lo han publicado miles de veces los medios de
comunicación independientes en estos trece años y seis meses de tragedia
sociopolítica.
Son
esas numerosas publicaciones las que nos permiten no tener que limitarnos a
frases simplistas y simplonas, como es su estilo, sino poder
respaldar nuestras afirmaciones con material hemerográfico, bibliográfico y
documental muchísimo más que suficiente. Por eso, con sobrado soporte
probatorio debidamente archivado podemos afirmar que Hugo Chávez es el menos
calificado y el más descalificado para quitarle a nadie nada, mucho menos algo
tan sagrado como la nacionalidad, porque, en todo, es el peor de todos en toda
nuestra historia.
El peor, por ser el
más ignorante y el más incapaz para gobernar bien, por ser el más
irresponsable en sus acciones, por haber ejercido la presidencia a base
de solamente abusos de poder violando cotidianamente la Constitución
Nacional y leyes de la República; por haber reclutado y puesto a su servicio
incondicional a la peor escoria de la sociedad venezolana para así
conformar el peor gobierno de nuestra historia en todos los sentidos; por haber
presidido omnímodamente el gobierno más dilapidador, más malversador y
más corrupto de todos los tiempos, tanto en el número y modalidad de los casos
como en las enormes cantidades afectadas.
Por haber presidido el gobierno de menor nueva obra
realizada, de haber llevado al más bajo nivel los servicios públicos, de haber
permitido por carencia de mantenimiento el mayor deterioro de la
infraestructura del país, etc., no obstante haber dispuesto de todo el poder
institucional y de una inmensa cantidad de recursos (1) como para haber
realizado la mejor gestión gubernamental del mundo, en términos absolutos en
relación con países de igual o menor tamaño económico y en términos
relativos en relación con países de mayor dimensión económica,
incluyendo las mayores potencias económicas mundiales.
Por haber conspirado, siendo oficial militar, contra
la democracia representativa, consagrada en la Constitución Nacional,
entre 1980 y 1992; por haber destruido hasta ahora gran parte
del sistema político democrático representativo con falsos
argumentos y con el único objetivo de eliminar la posibilidad de controles y
sanciones a la ejecución de su estrategia capital destructiva y a la
prosecución de su objetivo supremo de instauración de un régimen militarista
totalitario; por haber destruido gran parte de las empresas independientes del
país para eliminar la fuente de prevención del sector privado ante el intento
de imponerle un régimen totalitario, para reducir el ámbito de relativa evasión
de la acción opresiva y represiva del gobierno, y para ampliar el campo de
dominio gubernamental a costa de la disminución del sector privado.
Por el asalto a la fuerza de los ámbitos de dominio
privado para pasarlos al “dominio del sector público”, eufemismo por lo que es
en verdad el dominio del castrochavismo; por otros delitos y crímenes que
deben quedar sin mención por razones de
espacio. (1) Según estimaciones de privado
acopio --el gobierno suele mantener reserva sobre sus ingresos--,
la revolución castrochavista ha recibido, en los trece años y seis meses que
lleva en el poder y por distintos conceptos, el equivalente a 1 billón
300 mil millones de dólares, muchísimos más que los suficientes para resolver
todos, absolutamente todos los problemas económicos de Venezuela, y para
haber puesto en marcha el plan de desarrollo económico y social de muy lejos
más importante de nuestra historia y del mundo, guardando en este último caso
las debidas proporciones. Sobre esos fondos nunca ha rendido cuenta, ni
querrá ni podrá rendirla, porque por los medios de comunicación sabemos que han
sido malversados, dilapidados y sustraídos por las más disímiles formas de
corrupción
Por
eso puede afirmarse, con el apoyo referencial de numerosos hechos recogidos y
publicados en medios de comunicación de toda índole, informes, documentos y
relatorías diversas, que Hugo Chávez es en nuestro país el peor
gobernante, el peor político, el peor oficial militar, el peor ciudadano, el
peor individuo, el peor ser social, el peor venezolano, en fin, el peor de
todos en todo. Por lo tanto es el menos calificado y el más descalificado
para determinar quiénes somos y quiénes no somos venezolanos, mucho menos si lo
hace en la forma tan torpe de utilizar como criterio de arrebato quién lo apoya
o quién lo adversa.
LA SUBVERSIÓN
CONTRADEMOCRÁTICA EN EL PODER
Durante los trece
años y seis meses que la revolución castrochavista lleva en el poder, ha
recibido, de un número creciente de venezolanos que hoy son millones,
cuestionamientos cada vez más severos a su forma autoritaria de gobernar,
y asimismo de críticas cada vez más serias a los vicios y defectos, delitos y
crímenes en los que ha incurrido para mantenerse y afianzarse en el poder y
llevar adelante su proyecto político militarista totalitario. Los
señalamientos, cada vez mayores en gravedad y número, han provenido de
dirigentes partidistas, líderes sociales o mayormente de meros ciudadanos,
desde una posición opositora, disidente o crítica, a lo largo y a lo ancho del
país.
Durante trece
años y seis meses, asimismo, la revolución castrochavista nunca ha
respondido argumentos con argumentos, ni acusaciones con defensa, ni críticas
con información o explicación. Su respuesta ha sido siempre la misma:
descalificaciones insultantes y ofensivas o agresiones de variada
índole a todo aquél que opine o actúe en contraposición o de manera
diferente al régimen, sea venezolano o extranjero, sea cual fuere su
nivel social, en fin, trátese de quien se trate: “corruptos, ladrones,
cachorros del imperio, agentes o lacayos del imperialismo y/o de la oligarquía
y/o de la burguesía, golpistas, fascistas, pitiyanquis, conspiradores para la
desestabilización o el magnicidio, enemigos del sistema democrático,
conspiradores contra la democracia y contra el pueblo, apátridas, traidores a
la Constitución Nacional y a la patria...”, etc.
Como
los poderes públicos actúan como meras marionetas electrónicas, por la
velocidad con que ejecutan sus órdenes, una acusación pública de Hugo Chávez o
de cualquiera de sus secuaces en el poder, independientemente de todo lo
infundada que ella sea, suele significar la puesta en marcha de un proceso que
ha de terminar en una sanción. Son testimonios fehacientes de ello las
decenas de venezolanos presos, condenados no obstante que nada pudo probárseles,
o los miles de compatriotas que han tenido que salir involuntaria y
precipitadamente de Venezuela huyéndole a una injusta condena.
LA LECCIÓN DEL FRACASO
GUERRILLERO
La guerrilla de
los años ’60 del siglo pasado tuvo como estrategia capital el derrocamiento del
sistema democrático representativo, en función del objetivo fundamental de
instaurar un régimen revolucionario de corte castrista, régimen del
cual venía todo su impulso.
Según
las crónicas sobre el evento guerrillero, dos de los factores fundamentales de
su derrota fueron la acción eficaz de las Fuerzas Armadas y el vacío de apoyo
popular a una acción que se proponía destruir el sistema democrático. Por
lo tanto, quedó claro que en el futuro una nueva acción subversiva
contrademocrática debería evitar enfrentamiento abierto con las Fuerzas Armadas
y tenía también que enmascararse como democrática.
QUIÉN ES EN VERDAD HUGO CHÁVEZ
Hugo Chávez entra a la
política como conspirador subversivo contrademocrático
Con posterioridad
a su derrota, ex-guerrilleros decidieron reencaminar su proyecto
subversivo fomentando una conspiración dentro de la propia
institución castrense que antes los había derrotado. Se aspiraba a que,
por emerger el golpe del seno de las FFAA, se podría eludir el riesgo de
que fuera derrotada nuevamente por ella misma. Se decidió así mismo
que la bandera del golpe no sería la destrucción de la democracia –aunque en
verdad era eso y no otra cosa lo que en realidad se buscaba--, sino, muy por el
contrario, el derrocamiento del gobierno para “limpiar a la democracia”
de sus vicios y defectos, delitos y crímenes.
A comienzos del
año 1980, ex-guerrilleros en plan de activismo subversivo entraron en
contacto con el entonces teniente Hugo Chávez, por mediación de su
hermano mayor Adán, y lo captaron como uno de los operadores de su plan
conspirativo. Se acordó que la insurrección se daría “cuando
existieran las condiciones subjetivas y objetivas propicias”. No sería,
pues, un golpe sedicioso contra un gobierno ni contra un presidente
determinados, sino contra el sistema democrático como tal, el mismo que estaba
consagrado en la Constitución Nacional entonces vigente, a la cual debía
lealtad por juramento todo integrante de las FF.AA.
Al aceptar
incorporarse a la conspiración golpista subversiva contrademocrática, el
teniente Hugo Chávez aceptó tácitamente quebrantar el juramento de lealtad a
las Fuerzas Armadas de las cuales formaba parte; y al comprometerse a insurgir
contra el sistema político consagrado en la Constitución Nacional, asumía
asimismo abjurar de su lealtad constitucional. Convino por lo tanto en
echarse a andar como traidor a las Fuerzas Armadas, a la Constitución
Nacional, a la Patria y en suma al pueblo venezolano. Iniciaba así una larga
tarea de subversión del sistema democrático representativo que aún hoy mantiene
desde el poder constituido. Todo ello a los 25 años de edad y apenas con el
grado de teniente. Comenzó así una carrera política sucia y tenebrosa,
que lo ha llevado a constituir, conjuntamente con los hermanos Castro, el
trío de peores gorilas del continente americano.
UNA CARRERA DE
DOBLECES QUE AÚN PERDURA
Así se inició
Hugo Chávez en una carrera política que ha estado signada por mentiras y
engaños, simulación y farsa, trampas y fraudes, demagogia y cinismo, siempre
haciendo ocultamente lo contrario de lo que públicamente dice estar haciendo.
Desde su incorporación a la conjura golpista a comienzos de 1980 hasta el
4 de febrero de 1992, tuvo que mentir y fingir por imperativo de su
propia supervivencia dentro de las Fuerzas Armadas. En esos doce años
desarrolló un regusto creciente por la mentira y el engaño, Al día de
hoy, su vida política no ha sido sino una gran mentira continuada, en la
que dice y se desdice con descarada facilidad, proclamándose el mayor
demócrata mientras él y sus secuaces han desatado la mayor ferocidad
destructiva contra la democracia venezolana.
El carácter
inherente de tales vicios y defectos se ha acentuado tanto, que ha
terminado por ser condición natural de su forma de ser como político y como
persona. Cuarenta años de dobleces han determinado que el Hugo Chávez de
hoy haya llegado a ser, por naturaleza, intrínsecamente mentiroso y engañoso, simulador
y farsante, tramposo y fraudulento, demagogo y cínico.
En febrero de
1992 el golpe contrademocrático producto de la conspiración emerge con la
máscara de “rebelión cívico-militar”, criticando ferozmente los vicios,
defectos, delitos y crímenes de los gobiernos democráticos y enarbolando falsas
banderas de auténtica democracia, honestidad administrativa, justicia,
libertad y progreso social. Todo mentira.
Purgó prisión por
golpista y al salir de la cárcel por inexplicable indulto presidencial, se echó
a las calles del país con un discurso de enardecido doliente de la
democracia agraviada por los gobiernos civiles. Discurso que subió de tono
agresivo y de contundencia crítica contra los “malos demócratas” y
se explayó en oferta democrática durante su campaña electoral presidencial de
1998.
Trece años y tres
meses en el poder han demostrado, de manera contundente y fehaciente, que sus
críticas a los regímenes anteriores y sus ofertas políticas y sociales no
fueron otra cosa que un largo rosario de mentiras y engaños. En esos largos
años el gobierno castrochavista ha incurrido en un número muchísimo mayor de
vicios, defectos, delitos y crímenes que aquéllos que ferozmente les
criticó a los ocho gobiernos civiles anteriores, y no solamente no ha cumplido
la mayor parte de sus promesas de auténtico desarrollo político y social, sino
que ha dedicado toda la potencia de su acción política y de su gestión
gubernamental a ejecutar su estrategia capital de destrucción de la democracia
y a lograr su objetivo supremo de instaurar un régimen militarista
totalitario de hegemonía total sobre la sociedad venezolana.
MANUEL
RODRÍGUEZ MENA
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