sábado, 21 de julio de 2012
JUAN CARLOS SOSA AZPÚRUA - LA ENCRUCIJADA
La gravedad de la firma del acuerdo redactado por la mano
tiránica trasciende cualquier intento de minimizarlo u obviarlo. El Comando
Venezuela se apresuró a poner su rúbrica sobre un “documento” que el mismo candidato
opositor estaba descartando por no responder a los intereses de su estrategia.
Dejaron al candidato ante la opinión pública como una marioneta de fuerzas
superiores que hacen las cosas al margen de su voluntad. Realidad que
representa un doble motivo de preocupación para aquellos que percibimos esta
lucha como un asunto de vida o muerte.
A estas alturas del drama, las improvisaciones y
frivolidades no solamente son patéticas, sino que también pueden costar sangre.
Desde siempre hemos sostenido que el haber planteado la respuesta a la tragedia
que vivimos llevando la pelea al terreno electoral que controla el aborto
fidélico es un error que nos puede costar el país por varias generaciones.
Un inescrupuloso usurpador, que tiene años violando todos
y cada uno de los principios y valores sobre los que se fundamenta cualquier
sociedad civilizada, digna y decente, no merece un día más en el poder.
Una combinación de cobardía, corrupción y ceguera ha
hecho que buena parte de las fuerzas vivas venezolanas hayan decidido voltear
la mirada y justificar sus carencias bajo la cortina de una institucionalidad
democrática inexistente. Desde Gandhi ha quedado muy claro que ninguna
autoridad, por poderosa que sea, puede sostenerse en pie si sus víctimas asumen
una actitud retadora y optan por desconocerla. Es imposible que ningún poder
pueda existir, si las personas que lo sufren deciden obviarlo, ignorándolo como
autoridad hasta que se evapora.
Pero aquí, los petrodólares fueron una bailarina luciferina
irresistible. No se necesitaron fusiles, una petrochequera inmortal hizo las
veces de balas, corrompiendo las entrañas de la sociedad. Los militares, con
honrosas excepciones, se dejaron comprar, ante los ojos de cualquier
espectador, el rol que han tenido en esta pesadilla los condena al cuarto más
caliente del infierno. Venezuela fue entregada con desparpajo a los peores
intereses mundiales. Nunca en la historia, ni siquiera con el francés Vichy en
la ocupación Nazi, un país fue entregado de manera tan indigna y repugnante.
Pero los militares se adormecieron con los vapores verdes
del petróleo y los narcodólares. Abandonaron a la sociedad a su suerte,
pretendiendo que los civiles pusieran el pecho, arriesgaran sus vidas y lo
perdieran todo, para luego, cuando el trabajo estuviere hecho, salir ellos como
los héroes de la tragedia. Y los empresarios, los pocos que quedan, y también con
honrosas excepciones, escondieron la cabeza como los avestruces, cruzando los
dedos para que sus negocios no cayeran en la mira de los chacales rojos. Los
políticos, así mismo con honrosas excepciones, igualmente claudicaron, optando
por convivir con lo indecible, esperando sobrevivir en un cementerio de
valores, navegar en un río de sapos y culebras, transándose con el mal, porque
solamente eso puede decirse cuando deciden seguir legitimando a quien usurpa el
poder, incluidas todas sus putrefactas instituciones de trapo.
Se sabe que el organismo electoral es un robot de
hediondeces, controlado a voluntad por quien domina todo lo demás. Pero las
fuerzas políticas hacen caso omiso de esto. Distraen la atención con pinturas
que borran el foco de lo importante. Hablan de condiciones y solamente se
refieren al abuso que el tirano hace del espectro comunicacional, como si todo
lo demás estuviera en perfecto estado. Y lo que verdaderamente importa, lo
denunciado internacionalmente por los mejores técnicos electorales del país,
eso se ignora. Viajan a Washington y tienen el desparpajo de acusar de
radicales golpistas a quienes denunciamos la putrefacción de un cadáver a los que
ya ni los huesos se salvan.
Y avanzan con una campaña electoral al mejor estilo de
las democracias populistas del pretérito Tercer Mundo de los años setenta.
Insisten en tapar el sol con un dedo y para colmos rematan usando esos dedos
para estampar su rúbrica en un documento que les obliga a aceptar los
resultados cantados por los coristas del tirano; así no más, sin condiciones,
sin siquiera advertir que si esos resultados no reflejan la voluntad de la
gente, los mismos se desconocerían.
Esa bufonada repudiable, refleja la más hueca ausencia
del espíritu guerrero que es imprescindible para luchar por la Libertad….no por
espacios políticos o por estadísticas de apoyos capitalizables políticamente, sino por lo único que está en
la picota en estas elecciones: La Libertad.
Meses atrás quisimos evitar que las Primarias fueran
celebradas usando para ello todos los vicios que hemos denunciado. Llegamos al
extremo de proponer una candidatura fuera de la MUD para poner el dedo en la
llaga insistiendo en la necesidad de unas condiciones sin las cuales una
elección en Venezuela es igual que ir al cine a ver una película de los
hermanos Marx. Pero fue inútil.
El veto mediático nos arropó con una manta mágica que nos
hizo invisibles. Tras las Primarias, y con el triunfalismo apoteósico que se
produjo en los factores opositores que dominan la matriz de opinión, se nos hizo evidente que las condiciones que
consideramos esenciales, jamás se obtendrían y que inscribirnos en un CNE de utilería no sería
otra cosa que formar parte del combo que insiste en legitimarlo como si se
tratara de un ente de verdad.
Pero en aras del pragmatismo y el beneficio de la duda,
optamos por apoyar con todas nuestras fuerzas a Henrique Capriles, aún y con lo
incómodo que resulta apoyar a quien sigue una estrategia que consideramos
equivocada, por las razones ya expuestas.
La única esperanza es que Henrique se convierta en un
luchador por la Libertad. Que se desprenda de los intereses partidistas, y se
transforme en el líder que encabezará la cruzada por la Libertad, que pasa por
desconocer autoridades usurpadoras, y reivindicar los principios y valores por
los que vale la pena la vida.
Pero el acuerdo firmado, sumado a las declaraciones
reiterativas de gente del Comando Venezuela y de la MUD que insisten en obviar la putrefacción del organismo
comicial, nos provoca una gran angustia, ya que nada bueno puede esperarse de
semejantes actitudes y acciones.
Falta poco para octubre. Nunca olvidemos que Rosales
también provocaba marchas apoteósicas y triunfalismos mediáticos de
titanio. Y sabemos lo ocurrido.
La farsa aquí comienza por aceptar como contendor a un
ser que tiene 20 años (desde 1992) destruyendo al país y violando
reiteradamente las bases constitucionales de la República.
Se prolonga la farsa, aceptando medir la contienda con un
árbitro que respira con los pulmones del tirano, habla con su boca y mira con
sus ojos. Y se consolida la farsa, incentivando un carnaval electoral con
colores y serpentinas cayendo sobre un cementerio de libertades.
En lo que queda de tiempo, la sociedad venezolana deberá
confrontar la encrucijada en la que nos encontramos: ¿Delegaremos nuevamente
nuestro destino a un puñado de políticos que no dan signos de trascender sus
intereses mundanos?
Esa es la pregunta que deberemos respondernos en estos
meses.
Que Dios los bendiga a todos... y que nos agarre
confesados.
JUAN CARLOS SOSA AZPÚRUA
20 de julio del 2012
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1 comentario:
Señor Juan Carlos: su posición es muy confusa. Primero dice qque no mse inscribió como candidato para no legitimar al tipo ese que está destruyendo a Venezuela. Pero después dice que ahora apoya al legitimador Capriles Radonsky.
Y dice también es Capriles es bueno y que se debe alzar con el coroto y que los políticos son los malos.
Creo que usted tiene que pensar mejor su posición porque no queda bien parado cuando la expone. Le ruego me disculpe la sinceridad.
José Bolívar Pinto
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