lunes, 17 de diciembre de 2012
HUMBERTO GARCÍA LARRALDE - ¿LEGITIMIDAD?
¿LEGITIMIDAD?
Humberto
García Larralde
Ayer tiñó de
rojo el país la elección de gobernadores oficialistas -en su mayoría de
extracción militar-, quienes esgrimieron como único mérito para ocupar el cargo
su lealtad al comandante-presidente. Volvió a funcionar la manipulación
emocional, esta vez exacerbada por el estado critico del enfermo, que apeló a sentimientos
de compasión que invitaban a votar por los candidatos señalados por el dedo
supremo y se cumpliera con la ¿última? voluntad de Chávez. Extremando aun más
el repugnante culto a la personalidad, se insinuaba que, junto a las plegarias,
el voto contribuiría a perpetuar entre nosotros a quien se había “sacrificado”
por el pueblo en las elecciones presidenciales, poniendo de lado sus
afecciones.
Pero, ¿cómo
quedará esta victoria neo-fascista si en el horizonte cercano se asoma el
desenlace fatal previsible? Tener en 20 estados a simples vicarios de una
voluntad centralizadora, negadora de la autonomía y de las potestades que le
confiere la Constitución a las entidades estadales, es un contrasentido si el
demiurgo abandona estas tierras. ¿Cómo sustituir la argamasa pacientemente
elaborada durante años de manipulación simbólica, mentiras y tergiversación de
la historia que legitimaban la concentración y centralización del poder en las
manos del “máximo conductor de la Revolución”?
Ninguno de los posibles
herederos aspira a evocar –siquiera cercanamente- el nivel de aquiescencia con
que se aceptan las disposiciones del caudillo. Acostumbrados a la genuflexión y
el aplauso lisonjero a todo emprendimiento del Jefe, los recién electos se
encuentran mal preparados para tomar decisiones por su cuenta. Tampoco es el
PSUV un partido leninista, con una doctrina y una disciplina férrea que obliga
a acatar y cumplir los dictámenes de los órganos directivos. Y quien haya leído
el Plan Nacional Socialista 2007-2013 se habrá dado cuenta que es todo menos
una guía para la acción. De manera que no les queda de otra que legitimarse por
sus ejecutorias ante el pueblo, por su capacidad para
responder a sus querencias y necesidades básicas. Al quedar huérfanos, ya no
servirá la consigna fácil.
Los próximos
años pintan difíciles. Las distorsiones acumuladas a nivel macroeconómico
-inflación, sobrevaluación extrema, escasa inversión- obligan a ajustes que
amenazan, junto al deterioro de la infraestructura y de los servicios, los
niveles de vida de la población. Y los abusos desde el poder en la forma de
dádivas, prácticas clientelares y corruptelas de todo orden, han dilapidado la
bonanza, a la vez que destruyeron el aparato productivo. Todo augura una
creciente conflictividad, pero ahora sin el bálsamo ideológico del caudillo.
¿Cómo habrán de comportarse estos gobernadores ante esta situación, en el tira
y encoge con el poder central por recursos durante estos próximos años de vacas
flacas? La sensatez abogaría por una apertura, una búsqueda de acuerdos con los
distintos factores de la vida regional, que abriría espacios a la democracia.
Empero, cuando se pasan tantos años militando en un movimiento que cultiva un
fanatismo fascistoide, la sensatez no es lo primero que salta a la vista. No
obstante, se me ocurren dos nombres, paradójicamente de extracción militar, que
podrían contribuir a este reacomodo del juego político.
¿Y en qué
condiciones están las fuerzas democráticas para contribuir con este reacomodo?
A juzgar por la apatía y la abstención mostradas ayer, muy pobres. ¿Qué pasará
se nos vemos envueltos en una contienda electoral a la vuelta de la esquina? Ya
Henrique Capriles, de manera valiente y clara ha hecho referencia a la
naturaleza de los desafíos que nos esperan. ¿Estaremos los venezolanos
democráticas a la altura de ellos? La necesidad de una referencia de poder
clara y discernible será imperativa en momentos de disolución de las fantasías
“revolucionarias”. La alternativa es la violencia y la anarquía. ¿O es que
vamos a sabotear de nuevo los esfuerzos unitarios alcanzados durante estos
últimos años?
Humberto
García Larralde
economista,
profesor de la UCV
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16D-12,
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