¿Cómo así? Número 10
Editorial
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Es con esa forma
de alegría que nace al contemplar el resultado de una entrega simbólica que
arribamos al décimo número de este proyecto llamado revista ¿Cómo así?, convencidos de que, como
ha dicho recientemente una de nuestras directoras y la más asidua colaboradora,
la poeta argentina Mónica Volonteri, nuestra única victoria solo se
encuentra en nuestra propia continuidad.
Y en materia de continuidad, tenemos especiales motivos para celebrar el
simple hecho de ver que nuestra revista comienza ya a abrirse un espacio en el
gusto del exigente lectorado que cada mes nos otorga el privilegio de su
atención.
En vista de
esto, nos complacemos en anunciar que este número diez será el último que
presentará el actual formato, pues a partir del número once inauguraremos una
nueva serie que aspira a tener mayor empuje y arraigo en el palpitante corazón
de esta época (casi) pospandémica, aunque sin abandonar la gratuidad como única
disciplina ni la solidaridad como verdadero horizonte.
En efecto, la
revista ¿Cómo así? está llamada a existir únicamente como
bastión y refugio contra lo inauténtico y lo vano, como vermífugo contra la
usurpación y como purgante contra las diferentes formas del narcisismo. Y
aunque sus páginas puedan dar cabida ocasionalmente a ciertas manifestaciones
de lo simple, es únicamente porque, para nosotros no existe contradicción
alguna entre lo simple y lo auténtico, de la misma manera en que lo fácil siempre
termina remitiendo a lo espurio y lo falso.
Comparten
nuestra alegría en este décimo número un selecto grupo de trabajadores de la
materia sensible. En la sección de Poesía incluimos dos autores de
comprobadas dotes y tan contradictorios como pueden serlo la poeta Sally
Rodríguez, dueña de una sutileza poco usual en las letras dominicanas
contemporáneas, y el poeta Armando Almánzar Botello, auténtico espeleólogo de
las cavernosas y nihilosas oquedades de lo óntico.
Viene luego la
sección de Ensayo, donde figura el texto que leyó Manuel García
Cartagena en el acto de lanzamiento mundial de la novela Tantas razones para
odiar a Emilia que acaba de publicar uno de nuestros colaboradores en
nuestro sexto número, el cubano-dominicano José Fernández Pequeño, bajo el
sello Ediciones Furtivas. También en esta sección se encontrará la reseña que
escribió el narrador dominicano Pedro Antonio Valdez sobre la novela El
vaivén de las horas, de Jhak Valcourt.
A continuación, en la sección de Novela, el ya mencionado José
Fernández Pequeño nos entrega un fragmento de su recién estrenada novela Tantas
razones para odiar a Emilia, cuya lectura completa nos sentimos en el deber de recomendar de manera
insistente.
Finalmente, en
su sección habitual de Entrevistas, nuestro especialista en arte
contemporáneo Orlando Isaac nos entrega el texto de un diálogo que sostuvo con
la excelente artista visual dominicana residente en Suiza, Mónica Ferreras De
la Maza, quien, en su calidad de Artista del mes de ¿Cómo así?, aporta las
reproducciones de sus obras que ilustran la portada y las páginas interiores de
este número.
En lo que
terminan de evaporarse los apestosos efluvios egomaníacos que, a lo largo del
siglo XX y hasta la fecha han envenenado y cargado el espectro casi completo de
las relaciones humanas con esa forma de aura mala que todavía hoy lleva
a artistas y escritores a confundir la búsqueda de la capitalización hegemónica
del valor social con el verdadero centro de sus preocupaciones, quienes durante
la pandemia de COVID-19 aprendimos a guarecernos en esta especie de guarida o
madriguera virtual llamada ¿Cómo así?
nos preguntamos si ha valido la pena llegar hasta aquí para seguir
preguntándonos si valdrá la pena continuar.
Ciertamente,
algunas salidas parecen más entradas que la mayoría de esas que hoy se anuncian
con luces LED en la mayoría de las capitales del mundo. La salida de esta
pandemia, por ejemplo, se parece hoy, más inevitablemente que nunca, a la
puerta de retorno a la misma situación que nos condujo a detener el mundo a
mediados del año pasado, con lo cual parece quedar demostrado el componente
artificioso, retórico y provocado de una pesadilla cuyos desastrosos
efectos todavía no terminan de ser cuantificados.
¿Continuar o no continuar? Ese
no debería ser nuestro dilema, ya que, en toda lógica, sigue siendo necesario
que alguien diga todos los días, en cada barrio, en cada ciudad, en cada país y
en cada continente, que lo único que verdaderamente petrifica no es “mirar
hacia atrás”, sino la repetición, el copy-paste, el mírame-que-soy-tan bueno-como-si-de-verdad-fuera-bueno y cualquier otro mecanismo o dispositivo de falsificación y estraperlo.
También es cierto que la causa de la mayoría de los grandes sismos y
estremecimientos de la historia han sido producto de eso que podríamos llamar los
cansancios del Narrador, cualquiera que sea la idea que nos hagamos de este
último, a propósito del cual, el pueblo no sería del todo un mal
ejemplo.
A la hora de celebrar la aparición de este décimo número de ¿Cómo así?, invitamos a nuestros
lectores a sacudirle a este presente el polvo que se acumuló durante todos los
meses de confinamiento y toque de queda, y a dejar que el sol vuelva a entrar
libremente por cada ventana, con el propósito de que sus rayos carbonicen
definitivamente todo asomo de realidad para aquellos fantasmas que hoy pretenden
espantarnos con sus amenazas de ofrecernos —otra vez— más de lo mismo.
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