lunes, 28 de marzo de 2011
ABRAHAM GÓMEZ - ESA EXQUISITA PERVERSIÓN DEL CAPITALISMO (II)
“….El capitalismo es la única opción que tiene un mundo tan competitivo y globalizado, pero, también es cierto, que ante las graves crisis económica y los problemas sociales que afectan a la gente, no es posible mantener un esquema que se centre sólo en la obtención de ganancias, sino que asuma un rol protagónico en la generación de mejores condiciones de vida….”
EMETERIO GOMEZ
La responsabilidad moral de la empresa capitalista, p.83
Quienes han asumido la opción histórica de diseñar las posibilidades destinales a través de las cuales pueda discurrir la humanidad se han encontrado con un inmenso dilema que les resulta insoluble: la realidad vive llena de contradicciones. Lo que aparenta ser simple resulta que viene cargado de complejidades. Lo real, en el ámbito que se nos antoje, se vuelve escurridizo, múltiple y mutable. Cómo hacer entonces para encerrar caprichosamente la existencia humana en una sola e invariable fórmula-imagen. Poco menos que imposible. Cómo hacer para dejar a un costado las claves enunciativas de lo viviente, de la “afirmación de la existencia” según la llamaba Nietzsche. Frente a discursos contentivos de racionalidades fuertes, de posiciones verticales procuramos alzar blasones de movimientos transversales, armar suficientes entrecruzamientos de ideas, cuyas esencias vienen dadas por la pluralidad. Aunado a la disposición dialéctica para confrontar las cosas, para religar los procedimientos con otras lógicas.
Con motivo de la pretendida transformación estructural del sistema socio-económico venezolano que desde hace una década aspira erradicar las relaciones de producción y de dominación que “privilegia a un sector minoritario sobre una mayoría empobrecida” se presupuso el ya famoso ¿desarrollo endógeno? afincado en un modelo a partir del cual las comunidades despliegan sus propias iniciativas, donde las decisiones irrumpen desde adentro. ¿Será algo nuevo bajo el sol?
Veamos: Keynes propuso también en su oportunidad un modelo de desarrollo endogenista, basado en la demanda interna, específicamente en el gasto público del gobierno. Teorizó que el principio multiplicador simple de la inversión del Estado sostiene, mediante los recursos fiscales, (similar a lo que tenemos en nuestro país, hoy) los aparentes crecimientos que necesariamente no implica desarrollo. He allí una síntesis del capitalismo que no ha tenido nunca intenciones de ocultar sus propósitos. Que no esconde sus intereses para controlar las distintas esferas de la vida. Que está en todas partes. Póngale la etiqueta que desee el capitalismo siempre aflora. Revienta costuras y deja en pena a los maquilladores políticos.
Ese esquema de producción comunal y complementaria, que estructura el Estado-gobierno, como modelo alternativo socio-económico bien intencionado sería aprovechable a pesar de las evidentes contradicciones: opera con las idénticas categorías del capitalismo, como ha quedado demostrado en estos años; hace uso de los mismos instrumentos de reproducción material y simbólico que definen “la explotación del hombre por el hombre” porque, aunque la voluntad del colectivo no quisiera apelar a éstos, los definidores del capitalismo ocupan los más recónditos intersticios de la episteme que alimenta el modo de producción.
Hay que ahondar en el fondo de tales asuntos. Que no nos espanten los verdaderos desenvolvimientos de la realidad de la cual ya dijimos es mucho más grande que los conceptos reduccionistas. Aceptemos que el capitalismo y todas sus derivaciones y efectos: la elusión del plustrabajo, la competitividad, la presión de la rentabilidad sobre las conciencias o ganancia al máximo sin contemplaciones, la acumulación no son invenciones nuevas. Desde el pensamiento liberal clásico que restringe las funciones del Estado a su mínima expresión hasta lo que se está dando a conocer como Neoinstitucional cuyo asiento del éxito o fracaso de un modelo económico apunta a la eficiencia u obsolescencia institucional hay una inmensa trayectoria teñida de capitalismo. Ciertos regímenes políticos le han querido aplicar algo de cosmética para hacerlo más digerible.
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