sábado, 17 de agosto de 2019
EL BLOQUEO DE TRUMP SOBRE VENEZUELA Y EL ENTIERRO DE LA GLOBALIZACIÓN
EL BLOQUEO DE TRUMP SOBRE VENEZUELA Y EL
ENTIERRO DE LA GLOBALIZACIÓN
Carlos Hermoso
Trump contra
Venezuela. Cabe el tema de la llamada globalización. Es más, la nueva ofensiva
forma parte de algo que siempre ha estado presente, aun en medio del
afianzamiento de esta ideología. Solo que los momentos son diferentes. La
hegemonía mundial se viene afianzando en favor del bloque liderado por China.
Las contradicciones interimperialistas siempre estuvieron presentes. Ahora se
hacen más evidentes en medio de la contradicción
globalización/desglobalización, como la llaman algunos economistas.
Hay etapas, en la
fase superior del capitalismo, en las cuales la articulación de los capitales
conduce a una aparente complementariedad. Una ficticia colaboración que parece
borrar la competencia. Otros son los tiempos en los cuales la articulación de
capitales da paso a una confrontación más clara entre los bloques
imperialistas, sin que se elimine la articulación.
Sin embargo, cuando
prevalece el subjetivismo, se llega a conclusiones según las cuales los
procesos que se derivan de las relaciones entre las potencias imperialistas, son
para complementar sus intereses y requerimientos. O pueden serlo. O que buscan
paliar las contradicciones, por lo que procuran acuerdos. Hasta se observan las
contradicciones como fruto de los deseos de alguna personalidad que incide en
tal o cual dirección.
Sucede, por el
contrario, que las contradicciones son el resultado de procesos absolutamente
objetivos. Ciertamente, a momentos, prevalece la articulación de capitales por
encima de la confrontación. Pero el belicismo siempre estará presente, siempre
ha estado presente, entre las potencias imperialistas.
La cuestión orgánica
es vital para comprender este asunto, si queremos ser rigurosos. Puede
apreciarse con claridad que la combustión interna en un motor es una potencia
energética. O bien, la energía atómica para generar electricidad o para
construir las armas de destrucción masiva ya experimentadas en Hiroshima y
Nagasaki. Para alguna gente, sin embargo, resulta difícil apreciar lo que
representa la revalorización del capital por parte del trabajo vivo. Ese fluido
humano en el proceso de trabajo es lo que brinda el nuevo valor. No resulta
nada científico para el empirista, cuyo concepto acerca de la ciencia se reduce
a lo perceptible por los sentidos. No son capaces de observar que la sociedad
es una forma de expresión de la materia. Así como el mundo vivo, los planetas,
las estrellas, los distintos elementos químicos, entre otros, la sociedad y el
pensamiento, también son formas de expresión de la materia. También están
sujetos a leyes. También en su desarrollo encontramos poderosas fuerzas que
conducen a su desarrollo, esto es, al tránsito de formas inferiores a formas
superiores, mediando procesos complejos que, a momentos, parecen estancarse.
La fuerza de trabajo
es una potencia que se objetiva en los objetos de trabajo provenientes, en
última instancia, siempre de la naturaleza, instrumentos de trabajo y materias
auxiliares mediante. De allí el perenne cambio de la sociedad que se realiza en
la dialéctica entre necesidades y los bienes que las satisfacen. O bien, la
fuerza poderosa de las masas que conducen a cambios políticos cuando se
levantan, como resultado de situaciones revolucionarias. Esa fuerza, su
reconocimiento e identificación no puede ser reconocida por el empirista, el
metafísico o cualquiera de los ideólogos en favor del orden imperante.
De igual manera
sucede con la fuerza que representan las contratendencias que se realizan
cuando cae la cuota media de la ganancia. Es una poderosa fuerza que motiva la
confrontación. Cada potencia imperialista cuenta con un mercado interno que
cede a momentos. Pero que representa en todo momento su reserva estratégica
para realizar la plusvalía de manera propia. Debe contar también con el mercado
externo. La producción encuentra en la dimensión del mercado sus límites. Debe
hacerse, cada país industrializado, sobre todo las naciones imperialistas, de
crecientes mercados para realizar y para competir.
Debe hacerse, cada
nación imperialista de materias primas baratas. Así deba ir a la guerra. Debe
hacerse, cada nación imperialista de fuerza de trabajo barata, así deba ir a la
guerra. O, en cualquier caso, la guerra es un recurso, más cuando la
competencia se hace enconada.
Así, las fricciones
que se producen como resultado de las tendencias al desarrollo desigual y a la
nivelación, conducen a la confrontación. Es un hecho objetivo. Esas fricciones
liberan una fuerza poderosa que se realiza en las guerras. Cabe una que otra
personalidad. Crea el capital su propia personalidad. Emerge de esta
circunstancia. Trump, por ejemplo, es supremacista, estimula el racismo, es
hijo de su época. De tiempos en los que EEUU busca nivelarse a China, que lo
desplazó en muchas ramas de la producción y el comercio.
GLOBALIZACIÓN
El pensamiento
económico vulgar, para hacerse dominante, es dado a acuñar dogmas similares al
de la Santísima Trinidad. Tal es el caso del llamado proceso de globalización.
Se presentó como una etapa sin retorno. La de los tiempos en los cuales los
mercados interconectados fuerzan a la integración y a la morigeración de las
contradicciones y la difuminación de las fronteras nacionales. Hasta surgieron
teorías sobre el Imperio que superaba la etapa y las tesis acerca del
imperialismo.
Fueron décadas en las
que se acuñó la idea de la morigeración de las fronteras. En las escuelas de
estudios internacionales se convirtió en principio y axioma. Idea fuera de la
cual no había, no podía haber disidencia. La negociación bastaba, según estas
tesis, para resolver los conflictos.
Sin embargo, resulta
paradójico que sean los países desde donde se fraguó teórica y prácticamente la
política de la globalización y el neoliberalismo, los que ahora buscan
sustituirla por la protección.
Y es que los procesos
objetivos se fueron imponiendo hasta hacerse dominantes las mismas tendencias y
principios que derivaron en confrontación aguda durante todo el siglo XX, con
dos grandes conflagraciones y un largo período que denominaron Guerra Fría,
contando con Estados Unidos y la Unión Soviética como protagonistas
principales. Así, hemos llegado a tiempos en los cuales la lucha por mercados y
materias primas, principalmente, tienden a derivar en guerras parciales. Lo que
explica procesos como el libio, país que encuentra al revanchismo chino en
relación con ese punto del planeta, pugnando por imponer un secuaz.
Sin embargo, son momentos
en los cuales, frente a la cuestión política, son muchos quienes les asignan
fuerzas poderosas a cuestiones ideales que supuestamente se superponen a
procesos objetivos. Se fetichizan pues. Se oye, por ejemplo, que Donald Trump,
va a determinar motu proprio la situación venezolana. Esa es la esperanza. Que
las últimas decisiones de la Casa Blanca colocan a Maduro en condiciones tales
que debe negociar su ida del país. Ciertamente es un golpe certero que crea
problemas a la dictadura.
Además, Trump tiene
difícil la reelección. Aunque, lo que está en juego, está por encima de esa
eventualidad. Así, la especulación se impone, no queda de otra. Difícil
predecir. Sin embargo, debemos ubicar que la personalidad de Trump es una
determinación subalterna, lo fundamental se halla en el proyecto que lidera a
favor de los intereses del imperialismo estadounidense en las actuales
circunstancias.
Cuando Trump se
presenta como candidato a la presidencia de Estados Unidos, independientemente
de que cuenta con características que lo hacen un tanto sui géneris, no es un
asunto personal lo que cuenta. Es la expresión de una política para estos
tiempos. Representa el revanchismo estadounidense como fase para recuperar los
espacios perdidos. En lo sucesivo, el Estado imperialista yanqui, actuará como
capitalista total ideal.
Esto es, se impondrá
a fracciones del capital que ven afectados sus intereses. Lo fundamental de esa
política es la restitución de la protección como política. Inglaterra con el
Brexit, y EEUU con Trump y su política de guerra comercial contra China, cunas
genuinas de la ideología de la globalización y el nuevo liberalismo, crean las
condiciones para la restauración del proteccionismo. Entierran la llamada
globalización.
CUBA Y VENEZUELA, CASOS DIFERENTES
La Cuba de la
revolución de 1959, se encontraba en medio de la contradicción entre el
imperialismo estadounidense y el novel socialimperialismo ruso. Para la época,
cuando se inicia y desarrolla el bloqueo estadounidense, la diversificación se
encontraba en el aparato económico de EEUU. Los rusos centraron la lucha por la
hegemonía en el desarrollo de la energía atómica y su uso para la cuestión
bélica, además del impulso aeroespacial. No contaban con una diversificación
que les permitiera cubrir las demandas cubanas. Con el derrumbe de la llamada
Unión Soviética, se da inicio al llamado período especial. Cuba va a sufrir las
más graves consecuencias que permiten, a su vez, esconder los graves errores
del revisionismo cubano que hipotecaron su futuro atados a los rusos y sus
intereses.
Son procesos
diferentes el cubano y el venezolano y su realización se da en condiciones
históricas distintas. De una parte, esta dictadura no encuentra en el pueblo el
apoyo que les brindaban aquellos a su régimen. Por su parte, China es la nación
imperialista más desarrollada en materia manufacturera, por ende, la más
diversificada del planeta. Rusia, quien más incidencia tiene en el régimen en
materia militar y de inteligencia, es la principal potencia nuclear, bélica y aeroespacial.
Aliados importantes como Turquía, brindan lo suyo. Con nada de eso contaban los
cubanos.
El bloque económico
más importante del planeta es el conformado por Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica (Brics). China está configurando un mercado interconectado con la
plataforma una ruta una franja, a la cual ya se han suscrito unos 70 países. Se
trata de un circuito abierto cuyos límites se hallan en la capacidad
competitiva de quienes lo asumen.
China es el país de
mayor diversificación del orbe. Pues bien, China es el país imperialista que
encuentra en Venezuela riquezas fundamentales de la industria moderna. Es el
principal acreedor de la deuda venezolana. Ideológicamente, Venezuela se
encuentra alineada en el pensamiento revisionista chino.
Es por ello que las
sanciones de EEUU contra el gobierno de Maduro afectan significativamente al
país. Afianza los efectos perniciosos sobre la economía venezolana, ya
devastada, causados por las sanciones anteriores. Pero, en ningún caso, son de
la misma magnitud que tuvieron las propias de Estados Unidos contra Cuba en su
oportunidad.
Con estas medidas se
crea una situación controversial y riesgosa. No solamente se trata de las
afectaciones al pueblo, sino también los recursos políticos que le brinda a la
dictadura para unificarse y crear rechazo a quienes se ven favorables a estas
medidas. Buscará la dictadura esconder la naturaleza de la política que nos
llevó a la catástrofe más infame de nuestra historia. Asimismo, se afianzan los
lazos de dependencia de Venezuela con el bloque imperialista que busca
consolidar su hegemonía.
Debilitan a la
dictadura, pero también la pueden fortalecer. Sabiduría y sentido nacional es
requisito fundamental para adelantar una política que sea capaz de aprovechar
las contradicciones interimperialistas. Mismas que resumen una reserva
estratégica que, bien aprovechadas, pueden permitir salir de la dictadura sin
que para ello tengamos que hipotecar nuestro futuro con un imperialismo u otro.
@HERMOSOCARLOSD
Economista | Doctor
en Ciencias Sociales
Profesor Asociado de
la FACES-UCV
Investigador | Dirigente
político
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