lunes, 2 de abril de 2012
HUMBERTO GARCÍA LARRALDE - COMPETENCIA FASCISTA
ALFA Y OMEGA
En la medida en que se hace más patente el deterioro del Presidente Chávez, se evidencia un creciente “pescueceo” de parte de sus partidarios más radicalizados buscando figuración. Al no poder aparentar la omnipresencia que proyectaba antes, emerge una rivalidad cada vez más abierta para ver quién calza mejor los galones que han caracterizado el comportamiento “revolucionario” que distingue al Bolivarianismo en el poder. Entre los improperios que endilga Diosdado Cabello a la oposición; la represión militar en Monagas; las reacciones despreciativas de Tarek El-Aissami ante la tragedia de muertes a manos del hampa; la represión de la opinión pública por parte de la Fiscal General; y la violencia desembozada de grupúsculos fascistas en la UCV, se manifiesta la debacle de los Psuvistas.
Quizás sea la Universidad Central de Venezuela el escenario más concurrido en esta competencia, luego de que Chávez alzara la mano de Kevin Ávila -cual campeón-, premiándolo por sus ofensas a la Rectora y su amplio historial de violencia en esa Casa de Estudios. El meta-mensaje fue que ahí todo se vale. El resentimiento ante la postura digna y principista con que sus autoridades y la comunidad universitaria mayoritaria han enfrentado a las amenazas y desmanes oficialistas simplemente no tiene medida. Así, procurando el mismo protagonismo “revolucionario”, acude presto el Br. Moronta con sus fascinerosos del M-28 a ocupar, encapuchados y pertrechados con bombas lacrimógenas, el edificio de la Facultad de Economía el miércoles 28 de marzo; aparece en el acto un dirigente sindical mafioso, Guerrero, para intentar robarles cámara con unos reclamos disparatados. Días antes, un grupo todavía sin precisar incendió instalaciones de la Escuela de Derecho por motivos incomprensibles.
Por sobre todo, compite activamente el propio Chávez. Angustiado porque se le salgan las cabras del corral, no escatima esfuerzos por demostrar que sigue al mando, igualito, tan ofensivo y agresivo como el que más. ¡Que nadie se atreva a dudar de su liderazgo! ¡Él es el alfa y omega de la “revolución”! Y así, en sus dosificadas apariciones, arremete –en cadena nacional- contra Capriles con toda suerte de improperios, amenaza al sector privado y reinventa cínicamente las promesas tantas veces incumplidas.
No debe pasarse por alto el fatal embeleso del fascismo por una conflagración final, “heroica”, que “limpie” el campo de enemigos para que brote el “Hombre Nuevo”. En el caso de Chávez, la conciencia de su gravedad puede convencerlo de que no tiene nada que perder violentando el Estado de Derecho, si la ocasión lo amerita. La oportunidad de convertir ésta, su lucha final, en la gran épica que ha perseguido toda su vida, pudiese ser una tentación irresistible, ahora que se torna evidente su fracaso.
Esperemos que las fuerzas democráticas, tanto del chavismo como de la oposición, tomen previsiones ante tan peligrosos escenarios. Junto a los factores institucionales de la Fuerza Armada, no pueden permitir que delirios mesiánicos pretendan ahogar al país en sangre.
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