Este material nos llegó por la vía del amigo Luis Montes, quien lo difundió hoy en el portal de Noticias Universitarias. Hemos considerado de interés divulgarlo por la importancia de sus contenidos, por esa aproximación al sentido de la poesía que hace Adonis, pero sobre todo, al poder de la imaginación y la creación, como los verdaderos instrumentos para la transformación. Consideramos que en estos momentos de profunda distrofia, de ruidosos discursos, de vacío de ideas, convocar a las tareas que nos señala aquí el poeta, es una tarea prioritaria. Ojalá pueda servir de material para el debate, pero en lo fundamental, para hacer renacer en cada quien ese poderoso poder de creación que, genéticamente, corresponde esa condicion humana, tan vapuleada y preterida. mery sananes
ADONIS
"La
tragedia es que las muertes de los sirios no servirán de nada. Todo es una
estafa"
Luis GARCÍA
MONTERO | Publicado el 04/05/2012
El próximo lunes comienza el IX Festival Internacional de Poesía de
Granada, que cuenta en esta ocasión con un invitado muy especial: el poeta
sirio Adonis (1930), sempiterno candidato al premio Nobel y que vive exiliado
desde 1985 en París. Sus últimos días han sido todo menos tranquilos: tras
participar en reuniones poéticas en México y Sicilia, ha recalado en su casa
parisién y ahora marcha a Granada, pero antes celebró el Día del Libro con Luis
García Montero en el I Festival de Poesía de México, donde, entre bromas,
confidencias y versos, mantuvieron esta conversación para El Cultural.
Camino de La Ciudadela, lugar en el que se celebra el I Festival Internacional
de Poesía y Prosa de México, nos vemos envueltos en un atasco. Un camión de
Coca-Cola, averiado en medio de uno de los túneles de la ciudad, paraliza la
circulación.El
autobús de los poetas está detenido, pero los poetas no se detienen, no dejan
de hablar. “Una buena metáfora de la
situación actual”, me dice Adonis, cuyo verdadero nombre es Ali Ahmad Said Esbe
y que nació en Qassabin en 1930. “El mundo superficial, con tanta prisa y tanta
mecanización, no hace más que provocar su propio atasco”. Y en medio de ese
atasco, la poesía, el deseo de pensar la vida de un modo vertical, una
meditación profunda sobre la existencia y la condición humana.
La
leyenda de adonis
Da gusto hablar
con Adonis, el poeta sirio que ha transformado la lírica árabe, convirtiéndose
en una de las voces más personales y reconocidas de la literatura
contemporánea. A pesar de sus ochenta y
dos años, su piel trabajada y su cabellera blanca, conserva en los ojos una
alegría juvenil que desemboca con facilidad en sus palabras, en su manera de
leer el mundo y celebrar la vida. Es muy generoso en la conversación.
Siempre me han gustado las escenas míticas de los escritores, episodios como la
aparición del joven Zorrilla en el entierro de Larra o como la conmoción que
sintió Espronceda al mirar por una ventana y descubrir el féretro inesperado de
Teresa, su amante abandonada. Adonis tiene también una leyenda. Le pregunto si es verdad, me responde que sí y me la
cuenta de forma sonriente y minuciosa.
“Yo era hijo de un campesino. En 1943 tenía doce años. Al enterarme de que el
presidente Shukri al-Kuwait iba a pasar cerca de donde vivía mi familia, tuve
una ilusión. Voy a escribir un poema, voy a pedir permiso para leérselo al
presidente, le va a gustar, me va a llamar, va a preguntarme algo, hijo, ¿qué
puedo hacer por ti?, y yo le voy a decir que quiero ir a la escuela. Escribí
los versos. Mi padre tenía la costumbre de recitarme poemas tradicionales para
que yo los aprendiera de memoria. Cuando le conté mi idea, me advirtió que no
me acompañaría. No quería ver al presidente. Shukri al-Kuwait era un hombre
importante en la independencia Siria, un luchador. Entonces estaba buscando un
acuerdo con Inglaterra y Francia para que las tropas extranjeras saliesen
definitivamente del país. Pero mi padre tenía diferencias políticas con él, y
me advirtió que no pensaba ir a verlo.
Decidí ir solo,
tuve muchos problemas, protagonicé toda una epopeya, pero al final conseguí
leerle mi poema, le gustó y se apoyó en uno de los versos para desplegar todo
su discurso. Al terminar, me llamó y me
pregunto, hijo, ¿qué puedo hacer por ti?, yo le contesté que me
gustaría ir a la escuela. Pues irás, y fui. Eso es lo que me permitió después
estudiar filosofía en Damasco. Puedes imaginarte que esa experiencia
marcó mi vida. Creo que la realidad significa desbordamiento, valentía. Las
cosas imaginadas forman parte de la realidad, suceden”.
Here is the beginning of my post.
Poesía
contra la violencia
La Ciudadela es
un edificio de historia sangrienta que se ha transformado en un espacio
cultural activo. Los responsables del Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes están reuniendo allí las bibliotecas personales de algunos de los
intelectuales mexicanos más destacados. La sala principal se ha llenado de
gente para oír la palabra de los escritores. Adonis alaba la fuerza creativa y
cultural de México. Por eso, me dice, “los poetas no podemos ser
institucionales, creer en lo horizontal. Si yo tuviese que opinar sobre México
por sus políticos, mi impresión sería muy negativa en esta situación de extrema
violencia. Pero luego está el otro lado, la cultura. La poesía es la mejor respuesta a la violencia, y en
este país uno se identifica con su creatividad”.
Vertical, horizontal, superficie, profundidad, convencional, creatividad... son
palabras que se repiten de forma coherente en la conversación con Adonis, ya
sea para hablar de política o de poesía. Después de la lectura, compartimos una
botella de vino tinto en el Hotel Casona, un edificio antiguo de la Colonia
Roma, modernizado con talento. Un hotel de carácter familiar, que invita a las
palabras. Le pregunto por la situación de su país. Adonis entra en el tema con
tristeza, conmovido por las numerosas víctimas. Pero me aclara que “la
verdadera tragedia es que esas muertes no servirán de nada. Ya que se muere,
que sea por una gran causa, y esto es una estafa. Llevo años”, me explica, “diciendo que el régimen de
Bachar al Asad debe caer. Es una dictadura. Pero los opositores no representan
una alternativa. Sólo quieren cambiar de régimen, no de sociedad. No hay revolución ninguna, da igual
que el totalitarismo sea fascista o religioso. No puede haber alternativa
mientras la respuesta esté controlada por los intereses imperialistas, por los
Estados Unidos o por los intereses del petróleo y de Arabia Saudí. Así de
claro. La gente está dando su vida allí por una simple lucha de poder, no para
transformar la realidad”.
La
religión y la mujer
Adonis sitúa
luego el asunto en una reflexión más amplia sobre el futuro de los países
árabes. Da igual que haya cambios de regímenes, que se cumpla la vieja
tradición árabe de luchas intestinas por el control de los gobiernos, si no se
apuesta por una transformación cultural, vertical. “Para mí hay dos asuntos
clave: la religión y la mujer. No habrá cambios profundos hasta que no se forme
una concepción laica del Estado y de la política. El derecho a la fe religiosa
es irrenunciable, pero es privado. No se pueden organizar
protestas políticas que salgan de la puerta de una mezquita. Se trata, además,
de una operación manipuladora, porque no hay una verdadera intención
espiritual, sino un uso de los sentimientos religiosos con intenciones
políticas. La
hipocresía imperialista juega mucho con eso.
El otro asunto
es la mujer. ¿Cómo cambiar el mundo con una mujer esclavizada? Si no se separa
a la mujer de la ley islámica, ninguna transformación es posible. Habrá
movimientos superficiales, pero ninguna revolución profunda. Todo lo estamos
viviendo en la superficie. El compromiso político de los poetas, por ejemplo,
fracasa si se queda en la politiquería institucional. Todo es político, el amor
es político, la condición de lo femenino es política. Pero la poesía debe
afrontar los asuntos de manera vertical, llegar al fondo de las cosas. No una
consigna, no respuestas hechas, sino preguntas. El poder de la creación está en
las preguntas”.
El asunto de Siria y los países árabe da para otra botella de vino. Es la
situación tan compleja, y tan complejo buscar una revolución cultural en la
calle en vez de un cambio de régimen, que la conversación puede de-sembocar con
facilidad en el pesimismo. Pero la juventud moral de Adonis y su energía ética
tienen recursos para hacer que sean sinceros sus ojos al afirmar que le parecen
más importantes las preguntas que las respuestas, “que escribir un poema es
inventar una forma y que vivir la historia es crearla. Los temas siempre están
ahí. Nadie inventa el amor. Pero sí es posible inventar una forma distinta de
sentir el amor. También
es posible buscar una forma distinta para el mundo, saltando por encima de los
conceptos nacionalistas o imperialistas. Si se ve desde un punto de vista
cultural y desde una verdadera indagación en la identidad humana, la realidad
supera ya esos conceptos”.
Adonis se apoya en la influencia que el sufismo y la mística han tenido en su
poesía. Se puede aprovechar el pensamiento sufí, que él ha puesto en diálogo
con el surrealismo, para plantearse una posición ética de civismo moderno. “¿Qué
debo a la mística?”, se pregunta Adonis, para responder que cuatro perspectivas
importantes. “Primera: la mística ha cambiado la idea de Dios. ¿Cómo no vamos a
poder cambiar el mundo, si se puede cambiar la idea de Dios? La mística ha dicho que Dios está dentro del ser
humano, que no es un poder abstracto que gobierna desde fuera. Dios es hombre y
el hombre puede ser Dios. Un creador. Segunda: la mística cambia la idea de
la identidad. Ya no está prefabricada. Cada individuo puede crear su identidad
a partir de su experiencia. Tercera: La necesidad de ampliar el concepto de la
realidad, que no es sólo lo que se toca, sino la totalidad de la existencia. Lo
no visible convive con lo visible. Por eso es tan importante que la literatura
defienda su poder espiritual, que sea algo más que un ejercicio retórico, que
conecte con el mundo total de la existencia. Y cuarta: la certeza de que yo no
puedo existir solo. Es también una visión sobre el ser humano y la identidad. El
otro existe, y no sólo para que dialoguemos con él, sino porque es un elemento
constitutivo de la propia identidad. Para caminar hacia mí, tengo que pasar por
el otro”.
“España es mi otro”
Como nos queda cerca a los dos,
me pone como ejemplo el caso de España, con muchos siglos de historia
compartida con el mundo árabe. “El idioma nos hace y el español tiene una huella muy
numerosa de la lengua árabe, en lo cuantitativo y en lo cualitativo, en lo
horizontal y en lo vertical. España es mi otro, es el amigo otro que forma
parte de mí. Por
eso es importante negarse a las identidades prefabricadas y vivir la historia,
la identidad y la poesía como una apertura al infinito”. A Adonis le gusta
sentirse un poeta leído por los españoles.
A primeros de mayo va a participar en el Festival de Poesía de Granada. Le digo
que yo empecé a leerlo en 1987, cuando la editorial Hiperión publicó Epitafio
para Nueva York. Hablamos después de la publicación de Este es mi nombre (Alianza, 2006) y de Árbol de Oriente. Antología
poética (Visor, 2010),
preparada por Federico Arbós.
Adonis cree que la mirada del poeta puede acercarse más o menos a la realidad,
pero siempre con la intención de habitar lo desconocido. Es su forma de buscar
la verdad, de conseguir que el mundo sea menos absurdo. Me dice que ésa ha sido
su tarea como poeta árabe. “El islamismo sometió la poesía a la religión, es
decir, a lo ya escrito. Todo era volver sobre el origen, repetir las convenciones,
acomodarse a la palabra dada. Se trataba de una poesía que se humillaba al
poder, a la institución. Por eso apostó por una poesía entendida como
revelación. La poesía pierde su valor
rebelde, afirma, si renuncia al conocimiento que crea la escritura”.
“Cada cual según su estilo”, me insiste, “según su experiencia. Pero toda
poesía importante es cuestionamiento de la verdad establecida. Y cuidado con
pensar que esa es una tarea propia sólo de sociedades orientales o árabes,
porque eso mismo está pasando en las democracias occidentales con respecto a
las opiniones establecidas. No hace falta pensar en el fundamentalismo
religioso. En Europa domina cada vez con
más intensidad la devaluación del pensamiento, las modas horizontales, las
inercias populistas. Nadie tiene tiempo para pensar lo que ocurre, para mirar
con detenimiento lo que está pasando. La gente adopta una versión
institucionalizada de la realidad y la verdad. Frente a eso nos queda la
poesía. Ahora hace más falta que nunca para seguir preguntando sobre una
realidad empobrecida”.
Denuncia
de la banalidad
En el viaje hacia México, vine
leyendo en el avión el último ensayo de Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo (Alfaguara,
2012). Las palabras de Adonis coinciden en la denuncia de la banalidad. Le
asusta el rebajamiento del compromiso con la cultura, la confusión del
conocimiento con un consumo previsible de diversiones vulgares. Este maestro y amigo sirio considera que “el mayor
acto rebelde contra el adocenamiento es la poesía. ¿A que sí?” Yo, claro, le doy la razón. Y pienso
en el tráfico paralizado de esta tarde. Aquí están los escritores, con diversas
ideologías, con diferentes nacionalidades, asistiendo al atasco del mundo, y
preguntándose por esta civilización del espectáculo, mientras las verdades
oficiales y las modas se alejan cada vez más de cualquier significado humano
profundo. ¿Qué hacer? “Seguir intentándolo”, me dice Adonis. “Yo no estoy
seguro nunca de conseguir lo que pretendo, pero siempre trato de lograrlo. Es mi camino”.
Este material fue difundido por Luis
Montes, en el portal de Noticias Universitarias, el 06 de mayo del 2012__._,_.___
And here is the rest of it.
No hay comentarios:
Publicar un comentario