lunes, 28 de diciembre de 2020

¡QUEREMOS ROSAS VIVAS!


¡QUEREMOS ROSAS VIVAS!

Agustín Blanco Muñoz

 

¿Hasta cuándo sobrevivir en medio de caminos poblados de rosas muertas? El colectivo social-pueblo de estas tierras tiene siglos tratando de  cosechar las otras rosas, las que miran hacia  los pasos, respiración y capacidad de marcha y acción para todos.

Pero en cada caso su andar ha sido obstaculizado por los dueños de caminos, hombres e instrumentos. Y ya son más de 500 años de predominio de estos cultivadores de todas las formas de muerte e infortunio, miserias y espacios de destrucción.

Y esta llamada civilización que se basa en la condición de descubiertos, animalidad e inferioridad la impone el invasor para construir una sociedad de peones y serviles sobre las bases del vejamen, saqueo, despojo, torturas y muerte.

Hemos sido y somos una sociedad poseedora de una historia que lleva en su pecho el símbolo de las rosas muertas.

Y 528 años después, la Cátedra Pío Tamayo y el Centro de Estudios de Historia Actual, exponen su mensaje 2020-21, final de uno de los años más duros y terribles del período invasor-imperial y preludio de tiempos que pueden ser más difíciles aún.

Porque en estas duras y terribles horas no hay voces que puedan detener la hecatombe que hace vuelos de fuego en medio de los disparos que marchan veloces en plan de detener el sonido de los amaneceres y el rumor que dejan plasmado en el sol los pájaros y los sueños.

Horas destruidas por el parpadear de rosas muertas y el alumbre de tonos hundidos en las sombras nacidas en aguas que se inscriben en los mantos de dioses carentes de tumbas benditas. Estaciones naufragantes que buscan aplastar toda vida para convertirla en solitarios pasadizos hacia destinos de mayores improperios.

Pero por encima de esta condena establecida se levanta el aliento alhelí y el festejo de siempre vivas y luceritos de monte para decirle al mundo que aún hay voces y fuerzas con disposición para alcanzar tiempos sin pandemias de muerte y capacidad para enterrar las rosas muertas y cultivar los milagros del amor viviente que nos aparte de este dolor y padecimiento ex país y nos devuelva a la navidad de las esperanzas el porvenir y nuevos caminos para el combate por el pleno vivir.

Sancho, ¡Nunca olvidaré tu sabia lección para que huyamos de tristezas y melancolía, esa terrible enfermedad que nos imponen los propagadores de rosas muertas, y nos convirtamos en eternos cultivadores de rosas vivas!


 @ABlancoMunoz
26 diciembre 2020

 


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martes, 22 de diciembre de 2020

ROSAS MUERTAS




ROSAS MUERTAS

Mensaje de la Cátedra Pío Tamayo
y el Centro de Estudios de HistoriActual
IIES / FACES / UCV
en el año 37 de nuestra fundación
2020-2021


En estas duras y terribles horas no hay
voces que puedan detener la hecatombe
que hace vuelos de fuego en medio de
los disparos que marchan veloces en plan
de detener el sonido de los amaneceres y
el rumor que dejan plasmado en el sol
los pájaros y los sueños

Son horas destruidas por el parpadear de
rosas muertas y el alumbre de tonos
hundidos en las sombras nacidas en
aguas que se inscriben en los mantos de
dioses carentes de tumbas benditas
 
Estaciones naufragantes y sordas llamaradas
sin risas que buscan aplastar toda vida
y sembrar tristeza y melancolía que se
convierten en solitarios pasadizos
hacia destinos de mayores improperios

Sin embargo permanecen gritos en
desespero en busca de la propia siembra
de una muerte llamada a hacerse puntal
de toda la señalada y dispuesta destrucción
que sirva para establecer un mundo con
vida sólo para los gendarmes de los
capitales de las rosas muertas

Pero por encima de esta condena
vendida y establecida como propiedad
de unos se levanta el aliento alhelí y el
festejo de siempre vivas y luceritos
de monte para decirle al mundo
que aún hay voces y fuerzas
con disposición para alcanzar
tiempos sin pandemias de muerte
y capacidad para enterrar las
rosas muertas y cultivar los milagros 
del amor viviente que nos aparte de
este dolor y padecimiento ex país
y nos devuelva a la navidad de las
esperanzas el porvenir y nuevos caminos
para el combate por el pleno vivir
 
 


 Agustín Blanco Muñoz
Danielita Barrolleta
Mery Sananes


catedrapiotamayo@blogspot.com
historiactual@blogspot.com
embusteria@blogspot.com
redinternacionaldelcolectivo@blogspot.com


21 diciembre 2020

Beethoven / Egmont
Leonard Bernstein



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domingo, 20 de diciembre de 2020

SIN DIOS Y SIN FRONTERA





SIN DIOS Y SIN FRONTERA
Luis Marín

 

Cotidianamente se nos repite que el Presidente de los Estados Unidos es “el hombre más poderoso del planeta”. Ese hombre declaró urbi et orbi que ganó abrumadoramente las elecciones del 3 de noviembre; pero le intentan robar la victoria mediante un masivo fraude electoral. Pero ningún tribunal admite sus demandas, los Estados acreditan a los electores presidenciales, los Colegios Electorales se reúnen y votan por otro candidato.

Es forzoso concluir que éste no puede ser “el hombre más poderoso del mundo”; debe haber otro u otros que tienen más poder, que pueden permitirse tratarlo como perro muerto. Trump advierte que se enfrenta al Deep State, una sustancia viscosa en que se mezcla el Pentágono, la Agencia de Seguridad Nacional, la CIA, el FBI, la rancia burocracia de Washington, que se convirtieron en un Estado dentro del Estado.

Es fama que el primero en denunciar al complejo militar-industrial como una amenaza para la democracia americana fue el Presidente Eisenhower en su discurso de despedida, en 1961; como que el sucesor, Kennedy, fue asesinado por ese Estado Profundo, en 1963. Es notoria su conexión con el Washington Post y el New York Times, que les permitió urdir la conspiración que llevó a la caída de Nixon, en 1974. Con DT optaron por un vasto proceso revolucionario para echarlo de la Casa Blanca.

Hay muchos candidatos a ser ese hombre más poderoso del mundo, desde George Soros, Bill Gates, Jack Dorsey, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, etcétera; pero también están los medios de manipulación, que no son transmisores de noticias sino de propaganda, los creadores del mainstream que embota a la opinión pública. Hay que añadir a los Big Tech, Google, Twitter, Facebook, YouTube y otro largo etcétera asociado con aquellos hombres.

La pregunta es: ¿Qué los une? ¿Cuál es la base de esta coalición? ¿Qué les permite, a pesar de tener intereses tan diversos e incluso contradictorios, aliarse en un frente común para derrocar al gobierno de DT?

La respuesta más usual los asocia al globalismo, entendido como aquellas tendencias que alzan las banderas de la ecología, calentamiento global, agenda verde,  racismo, ideología de género, aborto, maltusianismo, neomarxismo, deconstrucción, ateísmo, etcétera, cada una de las cuales da para una disertación aparte; como la injerencia china, rusa, iraní, et al.

DT declaró en su discurso en la ONU que el futuro es de los patriotas, no de los globalistas; pero no hay nada mezquino en esto: cree que cada quien debe querer a su país como él quiere al suyo. EEUU nunca será socialista, no lo permitirá, es más, lo erradicará del hemisferio, en Cuba, Nicaragua, Venezuela. Se declara pro vida y contra el aborto. Cree que el cambio climático es una leyenda urbana. Invoca la bendición de Dios para América.

Algunos lo toman como una declaración de guerra; pero no se concentran en los puntos contrapuestos para generar un sano debate, sino que, sabiéndolo perdido, optan por la vía fácil de agredir a la persona con toda clase de insultos, injurias, descalificaciones, con base en defectos reales y supuestos, para destruir el mensaje aniquilando al mensajero.

Se puede preguntar a cualquier detractor furibundo de Trump qué ve de bueno en Biden sin recibir respuesta alguna. Luego, están movidos por el odio, que es mal consejero y se sabe que daña en primer lugar a quién lo abriga. Tenemos experiencia en esto: en Cuba decían “cualquier cosa con tal de salir del negro”, refiriéndose a Batista; en Venezuela, “lo que sea por salir del gocho”; en EEUU, “como sea para sacar al catire”. Sabemos cuáles son las consecuencias y ahora no es la excepción.

Biden anuncia que su primer paso sería reinsertar a EEUU en los acuerdos de París sobre medio ambiente; que volvería a la política de apertura hacia Cuba; reasumiría el suicida tratado nuclear con Irán; no necesita decir que promovería el aborto sin restricción pagado con fondos públicos, ni combatiría el racismo sistémico de la sociedad americana porque de eso se ocupa su Vicepresidente.

Y este es un buen punto de partida para desmadejar un ovillo de mentiras. Kemala Harris, “la primera persona negra que ocupará el cargo de Vicepresidenta de los EEUU”, dice la DW, el 14 de diciembre, con motivo de la votación de los Colegios Electorales. Otros la llaman “afrodescendiente”; pero su perfil dice que su padre es jamaiquino emparentado con el dueño de una plantación de esclavos, su madre es natural de la India.

Para la BBC es “carismática”, quien se postuló a la candidatura presidencial demócrata y no llegó al 4% de apoyo, frente a 16 de Sanders y 21 de Biden; para Efecto Naím es la primera mujer que llega a Vicepresidenta “por su política inclusiva”; ninguno destaca que sea abortista, haya legalizado el uso de la marihuana y el matrimonio gay en su Estado o sea una cuota de la extrema izquierda californiana a cambio de apoyar a Biden. 

Ella declara que “soy negra y estoy orgullosa de ello”, lo que además de falaz la revela como racista porque, ¿qué se pensaría de un ario que dijera lo propio? Quizás no sea inútil aclarar que no se dice “Vicepresidenta”, porque presidente es el participio activo del verbo presidir, así como no se dice la Bella Durmienta o que todos estén en capilla ardienta.

Esta no es una cuestión baladí, porque los medios destruyen el idioma, inventan palabras y cambian el contenido de los conceptos, con lo cual desmontan las estructuras no solo del pensamiento sino de las instituciones. Por ejemplo, todos titularon que “el colegio lectoral confirma la victoria de Biden”, cuando en verdad el Colegio Electoral no “confirma” sino que vota por los candidatos, votos que envían al Congreso que debe contarlos en sesión conjunta el 6 de enero del próximo año y “la persona que obtenga el mayor número de votos para Presidente será Presidente, siempre que dicho número represente la mayoría de todos los electores nombrados”, solo entonces habrá un Presidente electo.

Los medios convirtieron una elección indirecta en directa, de hecho, violando la voluntad expresa del constituyente originario. Hillary Clinton votó en el Colegio de New York bajo protesta porque no está de acuerdo con esa institución que debe ser abolida a favor del voto popular directo con el cual supone que hubiera llegado a la presidencia en 2016.

En EEUU hay una auténtica revolución socialdemócrata, a la que sólo le importa el nudo poder no la pulcritud de las elecciones; el Presidente Trump vale menos que en su momento Nicolás II en Rusia o mucho antes Luis XVI en Francia, ya no tiene ningún poder real ni es digno de ningún miramiento.

El próximo paso que anuncian, al lograr el control de ambas Cámaras del Congreso, es aumentar el número de magistrados de la Corte Suprema de Justicia de nueve a quince para garantizar los cambios revolucionarios subsiguientes y con los tres poderes, pues, “tomar el cielo por asalto”.

Cuba disfrutará de un remozado neocastrismo, Venezuela tendrá su birmanización, puede predecirse la presidencia de Gustavo Petro en Colombia para 2022, el retorno de Correa al Ecuador, el desmantelamiento de Chile y paremos de contar para no llorar.

Existe la posibilidad de revertir la revolución con una elección contingente del Congreso el 6 de enero; pero es lo más parecido a un milagro que pueda concebirse.

Como imaginar a Trump aferrado a las columnas del Templo clamando: “¡Mueran conmigo los filisteos!”

Luis Marín

18-12-20


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domingo, 13 de diciembre de 2020

¿MUNDO DE GENTE MUERTA?


pawel kuczynski

¿MUNDO DE GENTE MUERTA?
Agustín Blanco Muñoz

 

¿Cómo es el mundo actual? ¿Está copado de vida, alegría y felicidad para todos? ¿Una sociedad de una humanidad libre, amorosa, apartada de diferencias e identificada con la plenitud? En los inicios del hombre hubo una  permanente construcción de caminos vivientes por parte de todos y para todos. Un tiempo de armonía, belleza y solidaridad.

Pero con la separación y distancia que se establece a partir del surgimiento de lo mío y lo tuyo, el vivir toma un cambio de rumbo que aún hoy no se supera y que corresponde a quienes tienen el poder de adquisición. ¿Y esto acaso se puede entender como vida para quién o para quienes?  

Esta sociedad, así creada y mantenida, conforma vidas para el negocio de la producción de los menos de la riqueza y la insatisfacción de los más desheredados y expropiados.

Estamos entonces ante una sociedad de gente muerta, de vidas aparentes, compradas, sin autenticidad. Y esto va más allá de alienación, pérdida de voluntad, decisión e identidad. Es el mecánico de sobrevivir sin posibilidades de alegría y felicidad.

A esto se suma la existencia de la guerra permanente de los propietarios que están al frente de los imperios y aspirantes. Son miles de años de confrontación  y toda práctica y ejecución de muertes. El hombre debe subsistir para la producción o la guerra. Y al perder esa condición se convierte definitivamente en materia prescindible, en objeto desechable. Este es el panorama de muertes vigente por siglos que define la vida real.

Y este expaís no escapa a esta historia permanente de desesperación, destrucción y melancolía. La desesperanza y falta de perspectivas frente a la tragedia actual, se traduce en todas las formas de muerte que prevalece por sobre toda ilusión.

La gente ya no sabe qué rumbo tomar, porque todo es confusión. ¿En quién creer? ¿En el proyecto que nos convierte en un laboratorio socialista-comunal-comunista? ¿En las oposiciones democráticas, sin democracia, con burocratismo-corrupción y política sin política?

Pero como tú dices Sancho, la mayor locura que puede hacer un hombre es dejarse morir sin que nadie lo mate y dejar que lo acabe la melancolía. Que la tristeza liquide la sobrevivencia. Y  ante este mal, la otra Venezuela está obligada a impulsar y crear la vida alegre, festiva y copada de amor, que aparte tanta y tanta muerte!


Agustín Blanco Muñoz

abm333@gmail.com
@ABlancoMunoz
12 diciembre 2020

 

 

 


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martes, 8 de diciembre de 2020

EL COMPROMISO DEMOCRÁTICO DE ALGUNOS OPOSITORES A MADURO



EL COMPROMISO DEMOCRÁTICO
DE ALGUNOS OPOSITORES A MADURO
Humberto García Larralde

  

2020 cerrará como un año nefasto por los estragos producidos por la pandemia mundial y los efectos económicos y en nuestras formas de vida, que trajo. En Venezuela, adicionalmente, quedará marcado por la profundización del sufrimiento infligido a su población por parte del régimen fascista. No obstante, la devastación ocasionada por Maduro y sus cómplices ha sido tal que ha minado sus propias bases de sustentación, haciendo cada vez más precario su poder. De unirse la oposición en torno a una estrategia eficaz y un proyecto consensuado de sociedad, más pronto que tarde habremos de construir una Venezuela democrática. Claro está, forjar esa estrategia constituye la angustia y el reto principal de dirigentes y militantes de la oposición democrática. Y, respecto a la sociedad deseada, la actitud asumida por algunos opositores en las recientes elecciones de EE.UU., mueve a preocupación.

Chávez fue una expresión de un populismo funesto, llevado a extremos. Destruyó las instituciones de la democracia liberal y arruinó la economía. Escogió a Maduro para terminar de consolidar un estado mafioso, cuya despiadada depredación sumió a los venezolanos en la peor miseria conocida desde que se empezó a extraer petróleo en el país. La violación sistemática del orden constitucional se amparó en una falsa realidad construida con base en una retórica maniquea moralista, que polarizó a la sociedad entre patriotas (los buenos) y escuálidos (los malos). En esta narrativa, éstos conspiraban en contra del pueblo, por lo que había que descartar las instituciones que salvaguardan la pluralidad política, el respeto por la diversidad y el respeto por sus derechos.

Eliminado el equilibrio de poderes, Chávez abusó de los recursos del Estado para atacar y someter a los medios de comunicación, criminalizar la protesta y perseguir a opositores. Los descalificó con campañas de odio, señalándolos como “enemigo del pueblo” y rebajándolos con ofensas de todo tipo. El poder sin contrapesos en manos de Chávez, Maduro y sus cómplices, degeneró en la transgresión de derechos civiles y humanos básicos, y en la discriminación de quien expresase ideas contrarias. El acoso a las universidades nacionales y a los gremios completó esta arremetida. A esas prácticas, y a la destrucción de las normas legales y de convivencia propias de una democracia liberal, debemos la miseria inhumana infligida hoy a tantos venezolanos.

En las elecciones recientes de EE.UU., una cantidad no despreciable de compatriotas --algunos con derecho a votar allá--, todos furibundos antichavistas, llenaron las redes sociales en apoyo al presidente Trump. Sirvieron de eco a un candidato que basó su campaña en construir una falsa realidad con base en mentiras y alegatos ridículos sobre sus adversarios, para polarizar a los estadounidenses entre los MAGA buenos (Make America Great Again) y aquellos que estarían amenazando su modo de vida. Además de los demócratas, los intelectuales y los dueños de los grandes medios de comunicación, culpabilizó de ello a los inmigrantes. Aupó a grupos de supremacía blanca y atizó los odios contra manifestantes de conciencia (Black Lives Matter; contra el calentamiento global), a quienes tildó de “terroristas”.

Descalificó a periodistas críticos, acusándolos de fabricar “fake news” y de ser “enemigos del pueblo”. Alimentó, así, un imaginario en el que el estadounidense genuino –el pueblo—se enfrentaba a una conspiración internacional de “socialistas”, financiada por George Soros y Bill Gates, cuya punta de lanza sería la candidatura de Joe Biden. En desafío a las reglas de juego democrático de su país, denunció con anticipación que, de no ser reconocida su triunfo electoral, se habría cometido, invariablemente, un masivo fraude. Y, en previsión de ello, forzó a destiempo el nombramiento a la Corte Suprema de una juez aliada, de manera de asegurar una mayoría aplastante de magistrados que pudieran interceder en su defensa.

Al quedar claro que, efectivamente, no había sido favorecido ni por el voto popular, ni por la mayoría de los colegios electorales de los estados, se negó a reconocer su derrota y desplegó los poderes a su alcance para denunciar supuestas trampas que le habrían robado su triunfo, sin presentar evidencia alguna al respecto. De hecho, las demandas legales que su equipo interpuso contra el proceso electoral han sido rechazadas abrumadoramente por jueces estadales –muchos pro-Republicanos—y, una tras otra, las autoridades electorales en cada estado han ido certificando el triunfo de Biden.

Pero, a mes y medio de las elecciones, Trump sigue insistiendo en que ganó, poniendo en entredicho la confianza del sistema electoral estadounidense. Un 80% de Republicanos, según los sondeos, creen que hubo fraude.

Sorprende, entonces, que muchos venezolanos antichavistas, apoyaran a un candidato quien, con un signo diferente, utilizó los mismos ardides contra la institucionalidad liberal que alimentaron a Chávez. Y lo hicieron con igual pasión e intensidad que mostraron los seguidores de éste al comienzo. De hecho, más de un furibundo Trumpista –hoy arrepentido—, fue un furibundo chavista. Y, al igual que entonces, hicieron suya la falsa realidad maniquea que dividió a la sociedad entre buenos y malos, aunque ahora éstos son los “socialistas” de Biden quien, entre otros horrores, ¡aboga por una medicina social! Conozco de venezolanos residentes en España, beneficiarios de la excelente salud pública de este país y a quienes el Estado Español ha suministrado otras ayudas, anotados en esta campaña.

Lo anterior revela una preocupante tendencia de algunos a fanatizarse tras líderes populistas que falsean la realidad con soluciones simplistas --blanco y negro-- a situaciones que, por su naturaleza, son complejas. Y, al reducir el debate entre la verdad única (la mía) y la conspiración artera de los otros, se convierten en secta refractaria a toda razón. El sectarismo ancla la mente en mitos y supersticiones, refractarios a la verificación (fact checking). Embrutece y cierra las puertas a la convivencia democrática.

Desafortunadamente, los venezolanos nos formamos en una cultura política en la cual un Estado Mágico –denominación con que el antropólogo, Fernando Coronil, tituló un libro suyo--, alimentado por una renta petrolera prodigiosa, resolvía los problemas básicos de nuestra existencia. El culto a Bolívar nos hizo vulnerables a prédicas populistas que se proponían traspasar las restricciones de la democracia liberal para hacer realidad la gloria que él quiso legarnos. Chávez fue el caudillo que, por excelencia, supo explotar estas esperanzas de redención.

No es descabellado afirmar que el apoyo a Trump de algunos venezolanos se debe, precisamente, a ver en él al salvador que nos liberaría de la terrible dictadura de Nicolás Maduro. Y el presidente de EE.UU. no cesó de proyectar esta idea para ganarse el voto latino.  Confieso que hubo un momento en que yo también le creí. ¡Buche y pluma no más!

La búsqueda de un salvador destruye la confianza en las instituciones y socava a la democracia liberal. Son éstas las que, al asegurar los derechos civiles frente al poder del Estado, constituyen la base de las libertades y de la convivencia entre personas que piensan distinto. Fortalecer al poder ciudadano y resguardar el equilibrio entre poderes que propuso Montesquieu, son antídotos inapelables contra caudillos autoritarios que destruyen las libertades en nombre de una voluntad única del pueblo.

Señaló el filósofo, Daniel Innerarity en un artículo reciente[2] que, “El desafío de la democracia liberal consiste en desplegar tanto poder como sea necesario, pero no más, para asegurar la libertad de todos.”  ¿Estamos realmente ganados para la idea de instaurar una democracia liberal en Venezuela?

 

Humberto García Larralde
economista, profesor (j),
Universidad Central de Venezuela
 

 [1] Autor del libro, Venezuela, una nación devastada. Las nefastas consecuencias del populismo redentor, Ediciones Kalathos.

 

https://www.amazon.com/dp/B08MDF3MLR/ref=sr_1_1?dchild=1&keywords=Venezuela%2C+una+naci%C3%B3n+devastada&qid=1604257550&s=digital-text&sr=1-1

 

 

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lunes, 30 de noviembre de 2020

El 06 y 12D: ¿LA MISMA COSA?



Rafael Olbisnki

El 06 y 12D: 
¿LA MISMA COSA?
Agustín Blanco Muñoz

 

El análisis a nivel de Historia Actual, en este tiempo complejo y terrible, reclama el aporte de los actores, el debate de ideas para crear conocimientos que sirvan para trazar líneas táctico-estratégicas portadoras de firmeza y perspectivas.

Y si se actúa así, se entenderá, al fin, que esta historia hoy es una cosa que reclama lectores y actores debidamente capacitados para alejarse de la improvisación, la aventura, el viejo proyecto-acción liberal padre e hijo, que hace del héroe-caudillo-libertador el centro y fundamento de una historia que se mantiene en el mismo pasado, atraso y sequía de nuevas ideas, pasos y frutos.

Indispensable entonces preguntar: ¿Hasta cuándo seguirá este discurso del protagonismo, la postergación, el desgaste y el respectivo y nuevo engaño? Una abuela diría: Con esta masa no se puede seguir haciendo el mismo bollo. Es decir, estamos ante una realidad que hay que saber leer.

La tal libertad, igualdad, fraternidad, autonomía, soberanía e independencia corresponden hoy a los imperios tecno-computarizados de la inalcanzable expresión del capital financiero, dueño-agente de la producción de la mercancía de la sobrevivencia y la muerte-destrucción. Son los imperios dispuestos a acabar con lo viejo para establecer a plenitud el ‘Nuevo Orden Mundial’, la mundo-global-explotación o ‘hiperglobalización’. El total aniquilamiento de ‘los de abajo’ para garantizar in eterno el privilegio de los menos.

No hay  plan-acción de la llamada humanidad del pequeño y viejo orden que tenga garantizada siquiera la sobrevivencia. Un panorama que no puede ser explicado ni superado a partir de la guía que ofrece ahora la llamada confrontación capitalismo-socialismo o liberalismo-marxismo. ¿Dónde está  la teoría transformadora, distinta a revolución-violencia, aplicable a la problemática de estos tiempos?

Y ante este cuadro, hoy-aquí ¿tiene algún asidero y pertinencia la supuesta confrontación elecciones 06D y consulta-‘calle-alzamiento-político-social’ 12D-20? ¿Son dos cosas o la misma expresión de un atraso-engaño? ¿Habrá una nueva Asamblea para una nueva historia y una Consulta para “sacar a Maduro”? ¿Sacarlo de dónde, cómo, cuándo? ¿Con una acción tipo 30-Ab-20?

La misma mentira de los mismos poderes, sigue en pie. Y por eso, Sancho, mientras la mayoría social vote, consulte y mire a favor de los dueños y no hacia sí misma y otra historia, ¡seguirá la misma cosa!

@AblancoMuñoz
abm333@gmail.com
 
 
  

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PROBAR EL FRAUDE




PROBAR EL FRAUDE
Luis Marín

Cuando mencionan las denuncias de fraude electoral los grandes medios de comunicación les añaden infaliblemente el estribillo de que éstas se hacen “sin pruebas”, lo que las vuelve automáticamente “infundadas” de antemano, sin ninguna otra consideración de los hechos, ni respeto por las víctimas, ciudadanos con plenos derechos, que se sienten injuriados.

Esta unanimidad induce a pensar que existe interés en despreciar las denuncias, en “pasar la página”, dejar a los defraudados como malos perdedores destinados a rumiar su frustración por los rincones, sin merecer atención alguna, no digamos de esos medios que están ocupados en cuestiones más urgentes e importantes, sino de los organismos que deberían preservar los derechos ciudadanos.

En un contexto así, es engorroso abordar un tema de por sí complicado, que requiere una sutil perspicacia, esfuerzo, laboriosidad, que la mayoría no está dispuesta a invertir, sobre todo cuando es tan fácil correr a felicitar al “ganador”, como hacen tantos de nuestros compatriotas, seguros de conseguir mejores resultados que clamando ¡fraude!, aunque éste sea ostensible.

Esta ha sido nuestra historia en lo que va de siglo XXI hasta que, después de una tenaz perseverancia, por fin, la mayoría de la comunidad internacional y los citados medios reconocen que en Venezuela “no hay elecciones transparentes y justas”, una transacción con la corrección política que todavía les impide vencer el tabú de la palabra “fraude”.

En Venezuela los medios censuran cualquier programa en que se trate de analizar el fraude, aunque sea para desvirtuarlo, algunos partidos políticos aprueban resoluciones en las que prohíben a sus dirigentes y militantes usar la palabra, con el argumento de que con ella se espanta a los electores y se promueve la abstención, la béte noire tanto de políticos como de quienes están en el negocio, o sea, fabricantes y promotores de sistemas electrónicos de votación, como máquinas de votación, capta huellas, cuadernos electrónicos, hardware, software, y aquí comienza a despejarse la explicación de aquella misteriosa unanimidad.

El fraude electoral es un negocio del que se benefician políticos corruptos y empresarios inescrupulosos, que comparten idéntico desprecio por los ciudadanos comunes que son utilizados y manipulados por los medios de comunicación para que actúen en contra de sus propios intereses, elevando a posiciones de poder a unas jaurías de depredadores que los arruinarán, devastando sus vidas y bienes.

Si esta actitud interesada que conlleva una toma de posición no fuera suficiente obstáculo, existen dificultades naturales, como el principio de buena fe, que predispone a las personas normales a creer lo que les dicen y levantan defensas, que hasta llegan a ofenderse si se les insinúa que están siendo engañadas; o la presunción de legalidad de los actos de la administración, que implica desafiar al poder electoral, que no es poca cosa. Los medios, los defraudadores, no tienen que probar nada, quienes tienen la carga de la prueba son los defraudados.

Ahora bien, ¿cómo se prueba el fraude electoral? Si esto fuera sólo una batalla por la opinión pública, bastaría llevar al conocimiento de la mayoría argumentos incontestables y allí se revelaría la verdad; los tribunales, por su parte, generalmente funcionan con libertad de pruebas, así que además de documentos, testimonios y experticias, admiten cualquier elemento que lleve al juez a la convicción de cuál es la solución legal de la controversia.

En Venezuela se ha ensayado absolutamente todo, al punto de que no se requiere convencer a nadie más porque ya existe una firme convicción en la opinión pública, que se sabe estafada, de que no es posible cambiar al régimen mediante ningún procedimiento electoral.a cuestión se ha elevado a nivel científico y universitario, de manera que se han realizado numerosas investigaciones en diversas disciplinas estadísticas y matemáticas que muestran fehacientemente las inconsistencias internas del sistema electoral y de sus resultados, que violan incluso leyes matemáticas infalibles, como la ley de Benford, entre otras.

Pero esto no ha sido concluyente, se puede hacer una larga exposición de fundados indicios, concordantes y no contradictorios, que convenzan a cualquier persona sensata y no obstante la fortaleza de los defraudadores sigue inexpugnable, porque cualquier aficionado a la filosofía sabe que el negacionismo es irreductible, para ellos no se puede “probar” nada, tanto menos una intención maliciosa de defraudar.

Las elecciones todavía en curso en los EEUU han puesto de relieve a nivel mundial esta confrontación que apenas despertaba interés mientras discurría en Venezuela y otros países iberoamericanos que sufrieron el contagio con los mismos síntomas que ahora vemos allá reproducidos exactamente, incluso con los mismo actores implicados.

No sólo es Smartmatic, Sequoia, Bizta, Dominion Voting System, nombres harto familiares para los venezolanos, sino también la intervención de encuestadoras, comentaristas de los medios, supuestos opositores o críticos, que se han desplazado a los EEUU y realizan allá la misma labor de zapa que ejecutaron aquí para la implantación del castrochavismo.

La misma adulteración del registro electoral, propaganda embrutecedora sobre la supuesta popularidad del candidato favorito de los medios que nadie ve reflejada en la calle ni en los centros de votación, proyecciones de sedicentes expertos, pronosticadores de oficio, la dureza granítica que en Venezuela se llama “cara e´tabla” con que se asume la mentira flagrante como si fuera verdad; la rampante censura y cruel indiferencia por las víctimas.

Podría preguntarse a los venezolanos que avalan el fraude electoral en los EEUU si ellos creen sinceramente que en Venezuela nunca hubo fraude electoral en el corriente siglo y es probable que respondan que EEUU no es Venezuela (como antes decían que Venezuela no es Cuba), que es un país de Leyes, con instituciones sólidas; no, eso jamás podrá pasar aquí.

Veamos el respeto a la Ley. Escribe Gustavo Coronel que “hay normas muy antiguas que se aceptan en el país como indicativas de resultados. Entre ellas que los cinco o seis grandes medios se reúnan y, por consenso, ´call´ o llamen ganador a uno de los dos candidatos”.

Sería fácil retar a GC a que exhiba esas normas que sabemos no existen ni pueden existir porque serían flagrantemente inconstitucionales, se puede cernir la Constitución sin hallar la menor mención a ese concilio de “robber barons” que nombra al Presidente de EEUU. ¿Y los electores presidenciales que deben reunirse el lunes 14 de diciembre y ni siquiera han sido seleccionados? Son una antigualla que estos “cinco o seis” ya han suplantado.

Si digo que abstencionistas aparecen votando, le parece una “curiosa afirmación porque, si votan, no son abstencionistas (esto no prueba el fraude sino que me estoy contradiciendo) y el de los incapacitados, como si los incapacitados no tuvieran derecho a votar”. Desde hace milenios los abogados distinguen entre la titularidad del derecho y su ejercicio. Que alguien tenga derecho a votar no implica que pueda hacerlo, por ejemplo, si es inhabilitado, está en estado vegetativo, en una unidad de terapia intensiva, en un manicomio.

En EEUU se ha demostrado con declaraciones juradas (affidavit) casos de “cosechadores” que colectan boletas en auspicios, en connivencia con administradores y enfermeras, de los homeless recluidos, algunos incapacitados, todos con perfecto derecho a votar: una conjura abominable; pero, ¿calificará como fraude en una mente socialdemócrata? ¿Valdrá como prueba en el estrado de un juez, así sea norteamericano?

Aunque Joe Biden diga: “We have put together I think the most extensive and inclusive voter fraud organization in the history of american politics”, no prueba nada. Se puede desmentir como es usual, que fue citado fuera de contexto, que se equivocó, que quería decir lo contrario, que está senil, como es evidente, pero el punto es: ¿Se estimará como una confesión? La reina de las pruebas, como se decía antes.

Por primera vez en la historia Venezuela le lleva la delantera a los EEUU en algo, la posibilidad de que ellos puedan resolver lo que nosotros no hemos podido es apenas una endeble esperanza.

Si algo he logrado es develar la hipocresía de los medios, dice Trump; sin querer también ha descubierto a unos cuantos topos venezolanos.

 

Luis Marín
26-11-20

 

 


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sábado, 28 de noviembre de 2020

El 06 y 12D: ¿LA MISMA COSA?



Rafael Olbisnki

El 06 y 12D: 
¿LA MISMA COSA?
Agustín Blanco Muñoz

 

El análisis a nivel de Historia Actual, en este tiempo complejo y terrible, reclama el aporte de los actores, el debate de ideas para crear conocimientos que sirvan para trazar líneas táctico-estratégicas portadoras de firmeza y perspectivas.

Y si se actúa así, se entenderá, al fin, que esta historia hoy es una cosa que reclama lectores y actores debidamente capacitados para alejarse de la improvisación, la aventura, el viejo proyecto-acción liberal padre e hijo, que hace del héroe-caudillo-libertador el centro y fundamento de una historia que se mantiene en el mismo pasado, atraso y sequía de nuevas ideas, pasos y frutos.

Indispensable entonces preguntar: ¿Hasta cuándo seguirá este discurso del protagonismo, la postergación, el desgaste y el respectivo y nuevo engaño? Una abuela diría: Con esta masa no se puede seguir haciendo el mismo bollo. Es decir, estamos ante una realidad que hay que saber leer.

La tal libertad, igualdad, fraternidad, autonomía, soberanía e independencia corresponden hoy a los imperios tecno-computarizados de la inalcanzable expresión del capital financiero, dueño-agente de la producción de la mercancía de la sobrevivencia y la muerte-destrucción. Son los imperios dispuestos a acabar con lo viejo para establecer a plenitud el ‘Nuevo Orden Mundial’, la mundo-global-explotación o ‘hiperglobalización’. El total aniquilamiento de ‘los de abajo’ para garantizar in eterno el privilegio de los menos.

No hay  plan-acción de la llamada humanidad del pequeño y viejo orden que tenga garantizada siquiera la sobrevivencia. Un panorama que no puede ser explicado ni superado a partir de la guía que ofrece ahora la llamada confrontación capitalismo-socialismo o liberalismo-marxismo. ¿Dónde está  la teoría transformadora, distinta a revolución-violencia, aplicable a la problemática de estos tiempos?

Y ante este cuadro, hoy-aquí ¿tiene algún asidero y pertinencia la supuesta confrontación elecciones 06D y consulta-‘calle-alzamiento-político-social’ 12D-20? ¿Son dos cosas o la misma expresión de un atraso-engaño? ¿Habrá una nueva Asamblea para una nueva historia y una Consulta para “sacar a Maduro”? ¿Sacarlo de dónde, cómo, cuándo? ¿Con una acción tipo 30-Ab-20?

La misma mentira de los mismos poderes, sigue en pie. Y por eso, Sancho, mientras la mayoría social vote, consulte y mire a favor de los dueños y no hacia sí misma y otra historia, ¡seguirá la misma cosa!

@AblancoMuñoz
abm333@gmail.com
 
 
  

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martes, 17 de noviembre de 2020

AMERICAN FRAUD



AMERICAN FRAUD

Luis Marín

 

Sostenemos como evidentes estas verdades: Joe Biden no es Presidente de los EEUU, ni siquiera “electo” como lo llaman ciertos medios de comunicación con extraña insistencia, porque la elección del presidente no es por sufragio directo sino que en primera instancia se nombran unos electores presidenciales que se reunirán en sus respectivos estados “el lunes siguiente al segundo miércoles de diciembre”, para manifestar sus preferencias, en la que son autónomos, no están subordinados a nadie. Hay precedentes de electores que votan a favor de un candidato distinto al de la lista en que fueron nombrados.

Las boletas de los electores presidenciales serán remitidas a la presidencia del senado y contadas por las dos cámaras federales, reunidas en congreso, el 6 de enero a las 13 horas. Sólo después de esta ceremonia el Presidente de los EEUU se declara oficialmente electo.

Esta elección indirecta tiene el propósito manifiesto de evitar “la tiranía de la mayoría”, de la que querían precaverse los Padres Fundadores de la República, de hecho, fue el punto más debatido por los constituyentes originarios, que concluyeron en esta fórmula para evitar que los estados más poblados prevalezcan siempre sobre los menos, los centros urbanos sobre los rurales, etcétera, equilibrando intereses aparentemente inconciliables.

Algunos medios de comunicación y ciertos círculos interesados han querido imponer un sistema de elección directa que no existe en la Constitución ni en las Leyes de la República; pero lo más grave es que lo dan por consumado, actúan en consecuencia usurpando funciones, tratando de imponer todo esto como un hecho cumplido.

Aunque parezca una osadía decirlo: Donald Trump es el Presidente de los EEUU, electo y en ejercicio del cargo, cuyo período en curso concluye al mediodía del 20 de enero de 2021 aunque los poderes fácticos insistan en tratarlo como si estuviera fuera del cargo, depuesto mediante un golpe de estado mediático.

Tiene perfecto derecho a impugnar los procesos electorales en curso en los estados en que se han observado manipulaciones indicativas de un gigantesco fraude electoral, como es perfectamente conocido en Venezuela, donde se ha denunciado por décadas sin que nos hayan prestado la menor atención, hasta que aparece reproducido en otros países con casi idénticas características.

El expresidente demócrata James Carter participó de manera personal y a través de su organización, el Centro Carter, en la imposición del sistema electoral fraudulento de Venezuela, por lo menos desde el llamado referéndum revocatorio de agosto de 2004, pero sus vínculos con el régimen son muy anteriores y continuaron después, encubriendo con artificios técnicos y avalando con su supuesto prestigio el fraude sistémico implantado. Concluyó declarando que “el proceso electoral de Venezuela es el mejor del mundo”.

Por cierto que le habían dado el Premio Nobel de la Paz en 2002, durante su gobierno restableció las relaciones diplomáticas con China comunista en 1979, aunque más se recuerda por la humillación ante Irán durante la crisis de la embajada que duró más de un año, desde diciembre de 1979 a enero de 1981 en que asumió Ronald Reagan.

En 2009 dirigió la comisión bipartidista Carter-Baker que concluyó en que el voto por correo se presta a “fraude y cohecho”, por lo que se descartó su uso, restringiéndolo a casos excepcionales bajo estrictos controles. Luego el partido demócrata, en una operación deliberada y consciente, impulsó el voto por correo, manipulando las regulaciones para relajar sus condiciones, eliminar restricciones y hacerlo masivo hasta superar al voto presencial. Esto facilita el voto de indiferentes, abstencionistas, incapacitados y electores ficticios, al romper el vínculo entre la boleta electoral y una persona bien identificada.

Otro punto denunciado es la adulteración del registro electoral, por supuesto, si se abulta el número de potenciales electores se abre espacio para añadir los votos que sean necesarios para asegurar la supuesta elección del candidato favorecido; no obstante, no son raros los casos en que aparecen más votos emitidos que votantes inscritos.

Algunos estados se han resistido a depurar sus registros electorales de personas fallecidas y cambios de residencia, contra todo requerimiento y demanda, al punto de que en ellos no se habría muerto ni mudado nadie en lo que va de siglo. El registro no hace sino crecer y como las competencias electorales son privativas de cada estado, éstos las manejan a discreción y es bien poco lo que se puede hacer para obligarlos.

Al principio, el “organizador social” Obama hizo campañas para que la gente se registrara para votar, sobre todo en los estratos más bajos de los suburbios, donde nunca hubo el menor interés en elecciones. Luego, para que consintieran en que otros lo hicieran por ellos. De allí a pagarles no hay sino un paso y hoy el mecanismo ha evolucionado al punto en que surgieron “cosechadores” (ballot harvesting) que buscan las boletas de puerta en puerta, a veces con un cupo de 10, 20, o sin límites y terminan acopiando los pagos de amplias zonas. En unas, pagar el voto es delito equivalente a soborno, en otras, miran a los lados.

Sería agotador además de incorrecto distraerse en triquiñuelas menudas, por ejemplo, la verificabilidad de las boletas mediante marcas de agua u otros procedimientos de seguridad, que son importantes pero no es donde está la trampa, mientras por otro lado se introduce el voto electrónico mediante máquinas de votación y toda la parafernalia tecnológica que las acompaña, que vuelve al sistema inescrutable incluso para técnicos muy especializados.

En estos casos, la disparidad entre el voto emitido y el registro efectuado, el traspaso de votos de un candidato a otro, etcétera, surgen como “errores”  excusables que se pueden detectar, rastrear y corregir; pero en verdad se trata de todo un sistema de colusión que atrapa las hormigas y deja pasar los elefantes.

El punto nodal es que un puñado de operadores está en capacidad de distribuir los votos mediante algoritmos, según les resulte conveniente, en interés de quien pague el servicio, sin que ni siquiera pueda hablarse de “fraude”, porque son programas que se ejecutan automáticamente; exactamente como las llamadas encuestadoras hacen “predicciones” para darles credibilidad a unos resultados que fueron concebidos de antemano.

Así las elecciones dejan de tener sentido y ni siquiera merecen ese nombre porque todo queda en manos de la élite ilustrada y todopoderosa que administra el sistema, los mismos que saben qué es realmente lo que le conviene a cada quien, al medio ambiente, al mundo y llaman a cualquier denuncia “teoría de conspiración”.

Para los comunistas esto no es ningún problema porque siempre han predicado que “las elecciones son una farsa de los ricos para engañar a los pobres”, por lo que donde quiera que toman el poder, efectivamente, convierten a las elecciones en una charada en que se vota pero no se elige, como en Cuba, donde Castro, después del triunfo de la revolución hecha con la promesa de realizarlas, luego vociferaba: “¡Elecciones, ¿para qué?!”

Nikita Kruschef predijo que el socialismo no tiene futuro si no es capaz de resolver el problema de la sucesión, pues no podía ser que cada vez que se presenta esta circunstancia los lleva al borde de la guerra civil. Agregaba, no sin cierta envidia, que occidente había encontrado esa solución en las elecciones que, burguesas y todo, funcionaban.

La historia ha superado los gobiernos absolutos de sucesión dinástica, ojalá también los golpes de estado por los que tanto se critica a Iberoamérica, algunos todavía acarician las virtudes de la negociación entre élites para pactar sucesiones incruentas, la mayoría cifraba la legitimación de su voluntad en las elecciones.

El fraude electoral sistémico es una suerte de pérdida de la inocencia; pero la interrogante que plantea es peor: ¿Qué pasa si las elecciones dejan de ser el mecanismo idóneo para contestar la pregunta fundamental de quién debe tener la dirección política del Estado?

Ojalá los norteamericanos encuentren alguna solución institucional, para copiárselas.

Luis Marín

13-11-20


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jueves, 12 de noviembre de 2020

LA MISERIA POLÍTICA MUNDIAL



LA MISERIA POLÍTICA MUNDIAL
Agustin Blanco Muñoz

 

Profesor, antes de irse dígame algo: ¿Qué piensa de lo que está pasando hoy en EEUU y de los latinos polarizados con Trump o Biden? ¿Qué se gana con eso?

Mire Don Antero, en eso pensaba cuando veía los penosos debates presidenciales, evidencia de atraso, estrechez mental y la propia miseria de su pensamiento. Y de esta decadencia e infortunio este imperio elegirá su conductor para los próximos años, de su ficción o democracia dictatorial.

Abundaron los adjetivos, descalificaciones, pero no las ideas sobre cómo enfrentar la decadencia económico-financiera que acusa el llamado “imperio unipolar”, hoy disminuido en su poder de dominación exterior y en los altos beneficios. Un cuadro que ya compromete el modo de vida de las mayorías.

Las corporaciones de las más alta finanzas de los nuevos o ‘imperios emergentes’ avanzan en términos de global-explotación sobre esa ‘primera potencia’. ¿Y cómo se enfrentará el desgraciado padecimiento del grueso poblacional? ¿Con qué estrategia salvadora del Estado represivo-policial?

Un momentico profesor, porque está hablando como si los imperios tuvieran que existir por siempre y ya Grecia o Roma niegan eso.

Sí, Don Antero, en el orden histórico nada es eterno. Y por eso hablamos de la disminución de poderes que pudiera establecer señales de caída del orden imperial yanqui…Pero si eso ocurre, profesor ¿vendría otro dominio imperial a seguir la sucesión de hegemonías de los miserables explotadores montados en una moderna maquinaria estatal-policial-asesina?

En el corto plazo es así. Pero a la larga sólo podrán mantenerse, una vez agotados sus planes de ‘ayudas humanitarias’, a punta de plomo, con guerras contra el descontento poblacional, cada vez más cercada por los padecimientos. Queda claro así, que sólo el exterminio garantizaría la permanencia imperial. Pero de no lograr ese objetivo ¿cómo detener el avance de “los condenados de la tierra”? ¿Cómo negar que la confrontación violenta de los poderes imperiales internos de EEUU y de estos contra los desheredados puede acelerar enfrentamientos cada vez más profundos a nivel mundial?

¿Profesor, y aquí vendrá pronto la invasión? No Don Antero, la confrontación inter imperial hoy lo impide.

Sancho, este ex país, con su ‘socialismo rodilla en tierra’, sufre la presión de las sanciones, pero eso indica a la vez que el imperio hoy de ahí no podrá pasar.

31 octubre 2020 

 abm333@gmail.com
@ABlancomunoz
 
 
 

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