Aníbal, hay golpes que sorprenden, conmueven, asustan, que alteran nuestra respiración, que nos acongojan, exaltan, nos vuelven silentes. Y hay otros, sin medida ni anticipación, a los que uno tiene que responder de frente y de inmediato. Sin tiempo para que se apaciguen, se asienten, se hagan realidad.
Y así nos ocurre hoy contigo, Anibal. Apenas ayer dejamos una conversa a medio hacer, porque no había prisa para concluirla, en su travesía permanente por las noticias de la vida compartida. Y de pronto la interrumpes, te marchas sin aviso y cuando vamos a tu encuentro, el día se oscurece. ¿De dónde y cómo se te ocurrió irte así, sin decirnos nada, como si no te importaran los pactos de permanencia que hiciéramos desde los días del liceo en aquel Maracay que tanto nos llenó?
¿Cómo se te ocurre poner de lado tu ser de pura risa y cuento, alegre como el que más, para asumir adioses que nunca te han correspondido?
Hoy, ignoramos esa ausencia que nos has impuesto, y nos vamos al recuerdo de las ilusiones que se tejen allá, a la hora de irse al río o al mar, para asumir el sabor de los días en medio de los festejos, los bullicios y las tenidas de aquella Plaza llena de sueños y debates.
Entonces eras el llanero que se detuvo risa en ristre en el liceo donde regía la espontaneidad de aquella juventud de la que nunca te desprendiste.
Después, todo un profesional, nos hablabas de tus peripecias, para dejar en descanso tanto diente roto, tantas cavidades por reparar, tanta quejadera, como solemos hacer tus amigos que más que pacientes éramos impacientes e indóciles sobre tu silla de taladrar. Y se te iluminaba el rostro para señalarnos que aún ibas al mar a hacer brindis de amistad y porvenir.
Y esto lo juntabas a tu ir y volver sobre el dominó, ese juego en el que aún no perdías, en medio del cual te sabías de memoria las noticias aún antes de que se difundieran.
Y en cada ocasión te gastabas esa sonrisa de ingenuidad, cariño y cercanía que a uno se le quedaba grabada en el alma. Y aún ante las dificultades dejabas deslizar la broma, porque mantenías que la vida es como un juego que siempre hay que ganar.
Por eso te recordamos que no tenías autorización para zafarte de nosotros, para interrumpir el diálogo que estaba entablado desde antes de que apareciéramos, y que no habrá de cesar, aunque te hayas puesto a decidir las cosas por tu cuenta.
No puede ser, Anibal, no hay manera que entendamos ni aceptemos que te fuiste en unas vacaciones más largas que todas las demás, dejándonos sin los lunes para echar los cuentos, para decirnos si el río subió y atravesó la carretera o si el mar se encaramó hasta la puerta de la casa.
No, Anibal, aquí estamos peleando con las palabras, porque a tí no se te puede llorar. Y no te lloramos, aunque un río de sinsabores se aglomere en las sístoles. Aunque reclamemos con fuerza nuestro derecho a protestar tu partida, a no aceptar que te fuiste y mucho menos a no esperarte los lunes para ponernos al día con las últimas vagabunderías de este expaís.
Dejamos montadas las piedras sobre la mesa para aguardarte, con un doble seis guardado bajo la manga, Anibal. Dejamos enfriar el brindis entre los hielo. Nos vamos a buscar el pescado más fresco que salga del mar para el sancocho.
Preparamos la masa para hacer las granjerías, los ritos para un festejo mayor y la música del arpa llanera que se mete en el golpe aragüeño para armar la celebración de la vida y el amor.
Nos pondremos entonces camisas vistosas y los mismos sueños de juventud. Y cuidaremos de recibirte en medio de las fanfarrias de tu risa en la resurrección de marzos imborrables
Te fuiste cuando la primavera anunciaba sus florerías. ¿Qué te estarás inventando, Anibal, por esos predios azules?
Sólo podemos decirte, heridos como estamos en el interior de la vida, que mejor que sea leve y corto tu viaje, porque te aguardamos en cada mesa donde falta uno para comenzar el juego.
En cada orilla en la que una barca aguarda para hacer sus correrías de peces. En cada lugar donde nace la risa.
Y que mejor será que te apersones pronto, que no te nos vayas a enamorar de alguna estrella lejana, que no se te ocurra caer en las provocaciones de la luna, ni dejarte enceguecer por los rayos luminosos de un sol en extinción.
Aún hay mucho entuerto que desandar. Muchas tareas que cumplir. Mucho oficio que realizar hasta que este expaís sea reconstruido. Los caminos recobren su verdor y los días su resplandor de amaneceres.
Pero entonces y ahora seguimos con tu compañía. De eso no te vas a salvar, aunque creas que nos puedes burlar con algunos de los juegos que se anidan en las magias de tus manos.
Anibal, las huellas de tu risa quedó estampada en cada uno de nuestros pasos, a ver si aprendemos contigo a iluminar de vida los días que nos faltan en este andar dispuesto para quitarnos la alegría y obligarnos a reinventarla en cada amanecer.
Te nombramos entonces Maestro del reír de siempre y todavía. Y olvídate, que ni hoy ni mañana ni nunca te aprobaremos despedida alguna!
Parcela 40, más que un libro de poesía, constituye todo un ceremonial; un canto celebratorio a la mama (así, sin tilde)lleno de lucidez, dolor y los mejores sentimientos del universo; el canto de una hija que no escatima sujetos ni predicados para nombrar el amor con todas las palabras de su nombre. Un libro singular, entrañable, como sólo pueden serlo aquellos que dejan huellas imborrables. Mery Sananes [Caracas, Venezuela, 1942]. Si desea adquirirlo el link parecerá cuando haga click en la imagen.
Memorias de pájaros y hombres
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La Cátedra Pío Tamayo
festeja sus treinta años y rinde
homenaje al rector fundador
Dr. Moros Ghersi
27 DE ENERO DEL 2014
SALA E / 6 PM
Cátedra Pío Tamayo / Centro de Estudios de Historia Actual / Doctorado en Ciencias Sociales / IIES / FACES / Universidad Central de Venezuela
¿Procederemos al fin a inventarlo, a crear sus humanas dimensiones, a liberarlo de los tiempos que se atrapan entre calendarios ajenos a la realización plena y colectiva del hombre?
OBJETIVOS
Crear los canales y herramientas necesarias para enfrentar los múltiples obstáculos que se le presentan a quienes hacen trabajo destinado a incidir en el mejoramiento de las condiciones de vida del colectivo venezolano y transitar por los caminos que conducen a la creación de una verdadera democracia.
Objetivos Específicos:
1.- Enfrentar la dictadura comunicacional impuesta por los grandes poderes que rigen los destinos de esta Venezuela.
2.- Impulsar el acercamiento de los grupos, frentes o individualidades que andan en el mismo trabajo al servicio del colectivo y por la construcción de una historia diferente.
3.- Crear una específica red de información indispensable para la formación de opiniones y la programación de las necesarias y correspondientes movilizaciones en defensa de la acción destinada a crear la verdadera democracia en Venezuela.
4.- Preparar y adiestrar cuadros en el manejo de la informática con miras a la realización de una cadena cada vez más amplia, profunda y sostenible.
5.- Servir de centro de información de las actividades promovidas por afiliados o no que redunden en beneficio de la organización, acción y proyección del colectivo.
6.- Servir de base y fundamento comunicacional para el estudio y discusión de temas fundamentales para la formación teórico-práctica.
Para comunicarse con la red:
reddelcolectivo@gmail.com
PRIMERO HOMBRES Y DESPUÉS CIUDADANOS
Creo que primero debemos ser hombres y después ciudadanos. No es conveniente cultivar tanto respeto por la ley como por lo correcto. La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en todo momento lo que creo correcto.
Se ha dicho con verdad que la corporación no tiene conciencia, pero una corporación de hombres conscientes es una corporación con conciencia. La ley jamás hizo a los hombres ni un ápice más justos; además, a través de su respeto por ella, hasta los bien dispuestos son convertidos día a día en agentes de injusticia, Un resultado común y neutral del indebido respeto por la ley es que podemos ver una fila de soldados: coronel, capitán, cabo, soldados,, barriles de pólvora y todo, marchar en admirable orden cerro arriba y lanzarse a las guerras, contra su voluntad, contra su propio sentido común y conciencia, lo cual transforma esto en marcha muy ardua de veras y les hace palpitar el corazón. No abrigan la menor duda de que están desempeñando una ocupación maldita: todos tienen inclinaciones pacíficas. Ahora bien, ¿qué son? ¿Son hombres? ¿O son pequeños fuertes y polvorines portátiles al servicio de algún hombre inescrupuloso en el poder?*
* Henry David Thoreau, “Desobediencia civil” (1849). Escritos selectos sobre Naturaleza y Libertad. Buenos Aires, Agora, 1960, pp. 36-37.
PALABRAS PARA UNA HISTORIA DEL COLECTIVO
Cuando el espiritual o el intelectual van en pos de la verdad, atravesando cada cual su irrepetible paisaje, su discurso expresa siempre belleza, inevitablemente, con esa melancolía que se desdibuja en el horizonte de Poniente.
Nace en uno la certeza de que la única aristocracia deseable es la del espíritu, porque es la única que escapa de todo consenso excepto de aquél que implica la unificación, la identidad, la condición del ser humano íntegro y completo.
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