HUMBERTO GARCÍA LARRALDE
domingo, 15 de septiembre de 2019
EL IRREPRIMIBLE AFÁN POR DESTRUIR
EL IRREPRIMIBLE AFÁN POR DESTRUIR
La Sentencia del RSJ sobre las Universidades
María de Queipo, sostenía que
“la sabiduría popular sobrepasa los saberes académicos”. Diario El
Nacional, Pág. 5 Nación, 16/08/09
HUMBERTO GARCÍA LARRALDE
Economista. Profesor de la UCV
“Una política del
resentimiento, el miedo y la ira. Ése es el esqueleto fascista: incitación a la
violencia, un vulgar materialismo, un nacionalismo asfixiante, xenofobia, la necesidad
de señalar chivos expiatorios, la banalización del arte, el odio por la vida
intelectual y una feroz resistencia al cosmopolitismo.”
Rob Rieman[1]
Nada mejor que el
epígrafe para entender el absurdo fallo de la sala constitucional del tsj (en minúscula
todo, por lo írrito de su constitución y acción) ordenando elecciones en las
universidades autónomas (públicas) en los próximos seis meses. Es menester
señalar, en primer lugar, que en las universidades o prospectos de
universidades que controla directamente, el fascismo nunca ha realizado
elecciones: designa ejecutivamente al equipo rectoral por su lealtad política.
El artículo 34.3 de la Ley Orgánica de Educación chavista
(base del fallo mencionado), alega que una “democracia participativa, protagónica”
significa igual peso al voto de cada empleado, estudiante, egresado y profesor.
Además de
pervertir de forma absoluta el carácter académico que debe tener la designación
de sus autoridades, constituye un pretexto increíblemente cínico, cuya
invocación debería avergonzar a la ponente[2]. El avance del conocimiento
científico, tecnológico y humanístico no obedece a procedimientos democráticos.
La cura del cáncer, la derrota de la inflación o la composición de una
cautivante obra literaria no se deciden por mayoría. Resultan de algo que el
oscurantismo chavo-madurista aborrece: el talento y la creatividad.
Basta una mirada a
algunos elementos de la LOE, aprobada en 2009, para apreciar la inquina del
fascismo gobernante en contra de la educación. La “fuerza productiva” por
excelencia hoy es el talento humano. Su aplicación generalizada es la base de
la llamada Sociedad del Conocimiento de hoy. Pero en esta
ley no hay referencia alguna a la necesidad de capacitar al país para afrontar
exitosamente los desafíos de esta sociedad globalizada, ni a formar una
ciudadanía universal, insertada ventajosamente en la generación y
aprovechamiento de los avances científicos y tecnológicos de la humanidad.
Por el contrario,
la LOE prioriza los valores nacionales y los “saberes populares, artesanales y
ancestrales”, elementos de una “venezolanidad” primitiva y restringida, aislada
del mundo.[3] En las casi 10.000 palabras de
la ley, la palabra “aprendizaje” (o “aprendizajes”) sólo aparece cuatro veces;
la “escuela”, nueve veces y la palabra “enseñanza”, apenas cuatro veces. La
insistencia en valores propios de un nacionalismo atávico, la ausencia de
referencia a los desafíos de la sociedad del conocimiento moderna, los atisbos
racistas que se asoman aquí y allá en esa ley, permite argüir el carácter
retrógrado y oscurantista de la concepción “educativa” chavista.
Pero, además, con
el absurdo esquema electoral del mencionado artículo 34.3 de la LOE, el
fascismo saldría todavía más aplastado que en las elecciones universitarias
realizadas conforme a la Ley de Universidades vigente: en ninguno de los cinco
padrones electorales especificados ganaría (estudiantes, profesores, empleados,
obreros, egresados). A pesar de la cantada intención de trampear cualquier
elección que pudiese presentarse bajo esta pachotada, en absoluto pudiera
legitimar su eventual “triunfo” en las circunstancias de hoy. No es ganar la
universidad a través de un sistema electoral insensato lo que se pretende. Es
simple y llanamente su destrucción.
El disparate
jurídico del fallo --viola el art. 109 de la Constitución que consagra la
autonomía universitaria; es extra petita, al sentenciar fuera de lo
solicitado[4]; anula preceptos
de la Ley de Universidades; y otros desatinos más, ampara la intención de
destruir a nuestras más prestigiosas Casas de Estudio que siempre exhibió el
chavismo. Poco a poco, cual “tragavenado” constrictora, fue estrechando ámbitos
de gestión autónoma, reduciéndoles el presupuesto, atacándolas con bandas
violentas que destruían equipos y enseres e intimidaban sus estudiantes, para
finalmente, condenar a sus profesores con sueldos de hambre, obligando a muchos
a buscar horizontes foráneos que podrían proporcionarle una vida digna.
El fascismo se
alimenta del resentimiento, la envidia, la sed de venganza y los temores que
resultan de la inseguridad que provocan los cambios asociados al progreso de la
humanidad. No hay nada que lo amenace más que la búsqueda de la verdad, la
contraposición de ideas, la asimilación crítica de los avances del pensamiento
universal, el cultivo de la belleza, del respeto, la convivencia y la libertad.
Son éstos, precisamente, los valores y fines que, precisamente, corresponde
cultivar una verdadera universidad. El primitivismo, la ignorancia y la visión
de secta que alimenta el oscurantismo –bases del imaginario castro-comunista y chavista--
son su antítesis.
El único y
verdadero sentido del fallo es terminar por destruir a la universidad
venezolana de calidad, con todo lo que significa. De un régimen que se
atrinchera invocando la violencia, el atraso y su divorcio de todo lo que huele
a progreso y a libertad, no podía esperarse nada distinto.
Lo irracional del
fascismo se pone de manifiesto, por demás, cuando en momentos en que está
claramente de salida en Venezuela, en sus estertores finales y cada vez más
arrinconado, decide abrirse un nuevo frente con este estúpido fallo, en vez de
procurar acuerdos que les ofrezcan ciertas garantías a sus integrantes una vez
se produzca la liberación del país. Invocando de nuevo la fábula de la rana y
el escorpión: está en su naturaleza destruir.
humgarl@gmail.com
[1] Para combatir esta era.
Consideraciones urgentes sobre el fascismo y el humanismo. Penguin Random
House, Grupo Editorial, 2017.
[3] La presidenta de la Comisión
de Educación, Cultura y Deportes de la AN de entonces, María de
Queipo, sostenía que “la sabiduría popular sobrepasa los saberes académicos”.
Diario El Nacional, Pág. 5 Nación, 16/08/09
[4] Recurso de nulidad introducido
por rectores de las universidades nacionales sobre el artículo 34.3 de la LOE.
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