martes, 5 de abril de 2011

RÓMULO LARES - ¿DESVARÍOS INTELECTUALES EN EL SIGLO XXI?




Qué desvarío el de la sociedad intelectual venezolana del inicio del Siglo XXI, por lo menos, de la calificada como tal y única con acceso a la tribuna de la academia y de los medios de comunicación social. Así como interpreto las sensaciones de Manuel Millán Mestre durante la conferencia de Stéphane Hessel (93 años) en Barcelona, España, co-redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y miembro de la Resistencia francesa, que comparte en su nota: “La sombra del viejo”, en la que se pregunta frente al “entusiasmo de un auditorio de jóvenes y maduros”: “¿Por qué las generaciones de fin del s. XX se sorprenden ante los razonamientos prudentes y valientes de un anciano ilustrado?” (www.frentepatriotico.com , 3ABRIL2011).

En fecha reciente fui invitado en Caracas a una tertulia con la excusa de degustar unas botellas de vino corzo, acompañadas con quesos franceses adecuados. Tendríamos un invitado especial, un académico de proyección nacional jubilado, quien nunca habría dudado en exhibir sus diplomas obtenidos en muy distinguidas instituciones académicas y culturales del planeta.

El grupo asigna a la puntualidad un valor relevante. Como de costumbre, arribamos todos con 10 o 15 minutos de anticipación e iniciamos la agenda en compañía de las “muestras” gastronómicas europeas. Alguien recordó que faltaba “el invitado” con el propósito de impedir que desapareciera la última copa de la primera botella, cuando se cumplía la hora del encuentro.

El anfitrión le planteó al recién llegado: ¿Cómo hacer para darle utilidad al aislamiento personal en general, social, político, profesional, académico, familiar, de quienes consideramos que el rumbo que ha tomado la nación es el más grave de toda su historia? Se refería a la distancia que existe entre la realidad que percibimos y observamos, sentida por muchos como demasiado incómoda e insoportable y la mentira que se empeñan en proclamar y vivir otros tantos. En particular a la decisión absurda, a partir de 2003, de aupar la vía de las elecciones del régimen para establecer el Estado de Derecho y para impedir la violación permanente y continuada de la mayoría de los derechos humanos de la población.

El invitado especial de inmediato nos explicó e insistió que en su caso: “la verdad es que yo participo en los actos electorales porque mi hija me lo pide”. Se trata de una joven y brillante profesional que sigue el camino académico de su padre, sumando laureles en las mejores universidades del planeta. La confianza del padre por su hija es ciega, por lo tanto no se plantea la posibilidad de que su hija pudiese también estar equivocada.

Quien formulaba la pregunta, así como el resto del grupo, vivimos un debate público y familiar que nos obliga a subrayar la gravedad de cohonestar la traición de los valores de la cultura judeocristiana y la lógica de la razón, para permitir que el país y la nación se diluyan y desaparezcan en la misma pantomima, en el fraude violatorio de diversos derechos humanos, en la repetición de la misma ficción-espejismo promoviendo una salida por la vía de otra calle ciega. 



Estaría demostrado desde 2003, mediante diversos estudios de altura académica equivalente a la del invitado, debidamente publicados, que el diseño político-administrativo-electoral tiene por objeto desconocer la voluntad de los participantes así como la de quienes se abstengan en los procesos electorales. Tal sistema habría sido diseñado como pilar fundamental para sostener la usurpación de la jefatura y de la representación del Estado y la de la gestión pública del crimen organizado nacional y de sus asociados de los estados y municipios, así como la de sus cuerpos legislativos.

¿Es razonable la respuesta del académico para explicar su contribución con el crimen organizado transnacional que se apoderó de Venezuela? Cualquier padre de familia tiene la responsabilidad de protegerla. Se dice que en el humano y en el animal está presente tal instinto, que inspira incluso principios del derecho superiores a la presunción de la buena fe en la acción del individuo, elevados a la categoría del “buen padre de familia”.

El trauma de la inteligencia de la cultura occidental ante el horror del nazismo no ha sido superado. ¿Cómo podría? La sociedad alemana no habría podido explicar su colaboración con el régimen de Adolfo Hitler. Como tampoco la francesa su vergüenza y la de Henri Phillipe Benoni Omer Joseph Pétain por presidir el régimen de Vichy. Este es el mismo destino de los “intelectuales” y el de la sociedad venezolana e internacional cuando se inicien los juicios por los crímenes de lesa patria y lesa humanidad por los que tendrá que responder la amplia “corte” del régimen del crimen organizado transnacional venezolano, así como también algunos intelectuales.

Pertinentes también las citas de Milián Mestre a Walter Benjamín y Stefan Sweig, rechazando la afirmación: “La Historia es la marcha inevitable de catástrofe en catástrofe”, del primero, y aprobando la indignación póstuma de “El mundo de ayer”, del segundo, que ha sido editado con el subtítulo “Memorias de un europeo”. Pero lo que sacude y en cierta forma explicaría tanto la sorpresa por la reacción de la audiencia del conferencista Hessel como la confianza ciega en los menos expertos por parte del académico criollo sería cuando afirma: “¡Qué grande la sombra de estos viejos sabios, prudentes y sobre todo experimentados! Que vengan ellos y gobiernen. Les aplaudiremos”.

En esto último sí es necesario tomar distancia: No se trata exclusivamente de quien gobierne, sino más bien y sobre todo de la existencia de un desarrollo sólido aunque sea modesto de ciudadanía, hoy diluido e inexistente en Venezuela cuando encontramos habitantes dispuestos a aplaudir escandalosas fantasías tales como la denominada “salida electoral” y las diversas instituciones inventadas a partir de ésta, o sucumbiendo a la presión de la soledad de las convicciones éticas, de principios y de carácter práctico definidas por la razón.

Traigamos otra idea cercana a la ocasión, citada por Hannah Arendt en la introducción de “Iluminaciones. Ensayos y reflexiones” del mismo Benjamin, como antesala de “Los tiempos oscuros”: “Como quien se mantiene a flote en un naufragio subiéndose al tope del mástil ya desmoronándose. Pero por lo menos desde allí tiene la oportunidad de dar la señal que conduzca a su rescate”.

Rómulo Lares Sánchez. 3ABRIL2011

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