domingo, 31 de agosto de 2014

LA GRAN SABANA - BREVE CRÓNICA DE UN VIAJE





Ramón: He leído con delicia, fruición y hasta cierta envidia la crónica que has hecho de ese maravilloso viaje. Se te sale por todas tus coordenadas el geógrafo, el poeta
y ante todo todo el observador, el que mira siempre más allá de lo que está a la vista, el que comprende, extiende, ofrenda y toma a rienda suelta todo lo que el paisaje otorga en dimensión de humanidad.

Qué refrescante lecura en medio de un tiempo desasistido de ojos para ver, de corazónes para sentir y de amistad para compartir. Sé de las magias de esos lugares, pero tú no sólo la invocas y vives sino que la entregas como un mensaje libertario, un reconocimiento de compañerismo y amistad. ¿Qué más pedir?

Brilla como un sol sobre el jade, como la lluvia sobre las caídas de agua, como amanecer entre tepuyes. ms


LA GRAN SABANA
(BREVE CRÓNICA DE UN VIAJE)


Gran Sabana, soberbia, soberana, pretenciosa como mujer hermosa, singular porque como tú ninguna, eres cual gigantesca belleza sostenida entre montañas y no sé como lo haces pero, observas en actitud desafiante a cada uno de los visitantes que a tus lares se acerca, aun a los malcriados en tu seno recibes a sabiendas que ensucian tus ríos y pozos, eres mítica, mágica y legendaria, te has acostumbrado a callar ante el tiempo de las edades y sin hablar has hecho enmudecer a los hombres con tu belleza a través de los siglos, en especial a quienes en ti moran, los pemones, de quienes estaremos eternamente agradecidos por cuidarte con amor desmedido.

PREÁMBULO:

          Un día cualquiera del mes Abril, del presente año 2014, nos dirigimos al Centro Comercial “El Global”, con la idea de visitar la peluquería de la amiga Maite Álvarez, a dicho local llegaría luego, otra amiga, Mirna Blanco, comadre de Maite; conversamos en relación a diversos temas propios de un reencuentro y Mirna entre sus cosas expresa: ¡Saben “muchachos”!, al fin cumpliré el sueño de toda la vida: visitar y conocer a La Gran Sabana (municipio pemón del estado Bolívar).

De inmediato, dirigiéndose a Maite le pide que nos muestre el programa que en fecha anterior le había entregado en relación al viaje organizado por “Amore Tours, Eco Turismo Aventura”, cuyos responsables son los amigos Esther María Verastegui y su amado  José Jacob Pérez.

Leído dicho programa y motivados por el entusiasmo de Mirna y Maite sobre lo hablado, decidimos suscribirnos para la realización de dicho viaje a llevarse a cabo entre el 2 y el 10 de agosto del presente año.

Llegó el día ansiado del evento planificado por todos los inscritos; buena parte de nosotros nos reuniríamos en la Encrucijada de Turmero (estado Aragua), particularmente, dormimos poco esa noche previa al viaje y luego, nos enteraríamos que a casi todos les había ocurrido lo mismo, incluso, en las primeras de cambio, hubo 2 pasajeras entre las tres más jóvenes del proyecto, dormidas en la “cocina” del transporte, durante casi todo el recorrido de ese primer día porque habían estado en una rumba hasta las 4am y el trasnocho no les permitía más que cerrar los ojos.

Lo cierto es que nos levantamos a las 3am y ya listos, nos dirigimos al sitio indicado de reunión, con la ayuda de un familiar, quien nos hizo el transporte.

Lentamente fueron llegando otros viajeros, recordamos que una de las primeras fue Amanda, quien permanecería al igual que nosotros, metida en el transporte en el que había llegado  como medida de precaución  ante la delincuencia desbordada que azota al país bolivariano;  sin percatarnos, el grupo crecía, ¡de pronto!, apareció “La Potranca”, distintivo alegórico del transporte de 35 puestos, guiado por su dueño Alberto (padre); del mismo surge la figura de Esther María, la gran organizadora, lista en manos y después del saludo de rigor, iniciaría el llamado de los pasajeros; uno a uno o por parejas, los fue ubicando en el lugar que mantendríamos por el resto del viaje.

Ya en camino en la autopista regional del centro, hacia Caracas, con la finalidad de viajar por la vía costera; en las cercanías de Barcelona tomaríamos hacia el Sur, rumbo a las poblaciones  de Anaco, Pariaguán, el Tigre y Soledad, antes de pasar el puente sobre el río Orinoco.

La ruta costera ha debido tomarse por tener que recoger pasajeros en Caracas, sin descartar que la vialidad de los llanos centrales se encuentra en mal estado, por padecer de una morbilidad nominada “huequitis”.

Durante ese recorrido costanero, Esther María aprovecha la oportunidad para distribuir el distintivo con la identificación personal y grupal en cada uno de los viajeros; en el envés del mismo, aparecía la indicación del “Super Poder” que ella supuso correspondería a cada quien. No sabemos como lo hizo, ni en qué se basó para lograrlo, lo cierto es que en su casi totalidad, logró acertar con el Super Poder referenciado, cuestión no solo confirmada por cada participante, sino comprobada durante los días de viaje.

Veamos como quedó organizado el grupo en “La Potranca” y el “Super Poder” correspondiente:

Choferes:
 Alberto o “Beto” (padre): El serio rochelero, “La Espontaneidad”.
 Alberto  o “Betico” (hijo): Reflejo auténtico del padre, “La Humildad”.

Ala Izquierda:
Esther María (Organizadora): la madre mágica del grupo, La Bella, “La Espiritualidad”.
José Jacob Pérez (Organizador, cuarto bate, novio de la madrina, casi dueño del equipo, la nobleza hecha hombre): Fotógrafo y Chef oficiales, “La Paciencia”.
Jesús Ramón: el hermano mayor, inspiración para el resto de la familia, ejemplo permanente de fortaleza y tenacidad, “La Bondad”.
Luís Ramón (hijo de…): empeñado en acabar con los cigarrillos del mundo, “La Alegría”.
Mirna Blanco: Ícono de atención, amistad y cordialidad, “La Verdad”.
Raúl Vásquez: Seriedad casi absoluta en casi todo el recorrido, cantor enamorado y comunicativo, todo en serio, nada en broma, “La disponibilidad”.
Yadira: Mucho corazón ante las adversidades, mucho temple, dulce e indomable, “El Propósito”.
Jacobo (Jacovich, esposo de…): Tesorero de la tranquilidad y la cordialidad, el salva vidas del grupo, “La Prosperidad”.
Maite Álvarez: Sabia por experiencia de vida, competente, flama permanente de dulce fuego, “La Comprensión”.
Amanda: Callada, profunda, todo un poder oculto, La saeta humana y silenciosa del grupo (las ganaba todas), “La flexibilidad”.
Lourdes Álvarez: Reflejo de eterna juventud, lleva orgullosa el nombre de la virgen que custodia la entrada norte a la Gran Sabana, junto a la Roca virgen en la sierra Lema, “La comunicación”.  
Olga: Seriedad ante todo, apegada a los suyos, brava y tranquila como ninguna, escondida siempre tras  una silenciosa sonrisa, “La Luz divina”.
Cándida Álvarez: Poder absoluto bajo un manto de inmensa tranquilidad, elaborado en la más fina de las sedas, “La Belleza”.
Luís: Silencioso, seriedad y calma ante la vida, seguro de sus actos, siempre responde con una leve sonrisa para ocultar cuanto piensa, “La Fe”.


Ala derecha:
Nereida: Atenta y serena como la Sabana, casi siempre esconde sus sentimientos evitando asomar debilidades,  “La Paz”.
Francisco: Atento, educado, irreverente ante el poder, “La fuerza”.
Isabel: Poder diluido junto a la rebeldía en el tiempo de las edades, indomable, firme en sus decisiones, “El Amor”.
Félix (esposo de…): Rey indiscutible de la excursión, cuyo fuerte carácter y poder de mando, se deshicieron con la coronación, la noche de la despedida, “La Armonía”.
Ofelia Morillo: Irreverente y, al final, arrepentida de su rebeldía sin causa, pidió excusas a la familia, “La Unión”.
Ramón Santaella (esposo de…): Entre la irreverencia y la armonía del grupo. Siempre, intentando hacer amigos, ¡”Así son las cosas”!, “La Compañía”.
Berta: Reina sin par del evento, por su simpatía y movimientos en la pasarela, diáfana como pocas, “El Perdón”.
Celi (Hermana de…): Gozosa y satisfecha del mejor de sus 10 viajes a la Gran Sabana, “La Sabiduría”.
Henri (Padre): Centro indiscutible del humor y la amistad, despertador de las mañanas con su canto de gallo portugués, sentimental como él solo, donador absoluto  de amistad, “La Honestidad”.
Zulay: Madre bella y sensata como pocas, administradora a todo dar, amable como sus hermanas, ejemplo de responsabilidad y poder, serena, el control está en sus manos, “El agradecimiento”.
Henri (hijo): Ser hijo de Zulay  ya es bastante, pero, en ocasiones tiende a ser amigo, honesto y rochelero como su padre, “La Confianza”.
Zuly (esposa de…): Mucho poder “escondido”, bien administrado con dosis de cariño. ¡De pronto!, “llorona” como buena parte de los viajeros, sentimental pero, con fuerte carácter y temple de acero, aun así, es la consentida de Henri (hijo), su marido,  “La Salud”.

La cocina (último asiento de “La potranca”):
Del Valle, Zabala (La mascotita del grupo): El botón de rosa blanca de un viejo jardín en espera de sus 15 primaveras, la top consentida de la familia viajera, “Las Bendiciones”.
Ipsa (Tía de…): Seriedad y rigidez en sus acciones y principios, “El Equilibrio”,
Ingrid (La otra Tía de…), Tan seria y rígida como su hermana Ipsa, diáfana como el agua cristalina del arroyo, con grandes sentimientos un tanto diluidos en el fuerte carácter que domina sus días, “El Agradecimiento”.
Johbelín: De fuerte carácter disimulado entre dulces palabras y una bella sonrisa, andar seguro y rítmico, haciéndole  honor a su “poder”, “La Libertad”.
Stefanía: La “última” de los pasajeros, casi siempre la primera,  su “poder” se equilibra entre la flexibilidad de un fuerte carácter bien administrado y  “La Ternura” emergente que la hace traviesa y consentida.


Cosas del viaje:

          Una vez distribuidos los distintivos y la descripción de los “super poderes”, mientras “La Potranca” es guiada por los Albertos, desde Cagua hacia Caracas, cada participante lee la descripción del mismo. Para sorpresa y regocijo de muchos, íbamos descubriendo afinidad con el “poder” asignado por la madre mágica del viaje, cuestión que le permitió a ésta como “La espiritualidad”, incentivar el viaje desde esas primeras horas del recorrido propuesto, entonces, nos llamaríamos: La familia de “los super poderosos”, “uno para todos y todos para uno” como los mosqueteros del Rey, de Alexandre Dumas y así actuaríamos y nos divertiríamos durante el resto de la travesía.

Esther María no podía haber dejado de autocalificarse  con el “super poder” de “La Espiritualidad” porque esa es una de sus grandes cualidades, al punto de ser reconocida por cada uno de los restantes “super poderes”; ella, no solo pone de manifiesto su experiencia de 5 viajes realizados a La Gran Sabana, sino también, un sentido especial para encantar a las personas, derivado tal vez, de su larga experiencia de vida y, sin darnos cuenta, aun sin tener el contacto directo con la Sabana, logra conectarnos con la magia de un templo territorial de dominio natural como  ancestral, donde esa magia se convierte en pemones (gente heredera directa de la estirpe caribe), tepuyes o montañas que sobresalen en la lontananza, sabanas atravesadas por ríos, selvas de galería, paraíso de saltos y pozos encantados, cuyas aguas nos envuelven en un tiempo de limpieza, tanto corporal como del alma, tiempo de recreo y gozo que induce al olvido de cosas pasadas y obliga a pensar en otras nuevas con proyección de futuro, siempre y cuando no seamos atacados por los “puri-puris”.

Otro aspecto interesante planificado por La Espiritualidad, hubo sido el intercambio diario de pequeños obsequios para un amigo secreto, fueron ocho días de intercambio que se llevaba a efecto una vez montados en La Potranca y el día sábado, 9, haríamos el último de esos intercambios, después de viajar el día anterior a Santa Elena de Uairén, donde adquirimos el último de los regalos del amigo secreto.

Fue emocionante la experiencia de revivir entre adultos mayores (abuelos casi todos), actividades como esta en una población viajera, cuyo promedio de edad podía estar en los 60 años, apartando por supuesto, a los cuatro jóvenes del grupo (Humildad, Bendiciones, Libertad y Ternura. Sin desestimar a José, la paciencia, que dice no llegar aun a los 40),



De Las Claritas en adelante:

Pasada “Las claritas” o Km 88 como también se le llama por su localización en el curso vial, se inicia el remontar de la sierra Lema; 10 Km más al Sur, encontramos  la “Roca virgen”, monumento natural, gnéisico, precámbrico que funge en la imaginación del viajero y el pemón como  guardián norteño de la Gran Sabana, roca de unos 30 o 40 metros de altura, (En la actualidad, según lo observado, es lamentable y doloroso que una de las puertas del Parque Canaima, hacia el territorio mágico de Venezuela, haya sido convertida por visitantes inescrupulosos, en botadero de basura.

Se sospecha de visitantes provenientes de una cultura extraña llamada “cerdos urbanos”, cuyos miembros, de manera inconsciente o a exprofeso, se sirven en adornar la base de monumentos como el caso de este rocoso altar, con los desperdicios que se niegan llevar al sitio adecuado, tal como debe ocurrir en cada una de sus casas. La virgen de Lourdes quedaría fuera de sospechas por ser ella, custodia del lugar).

Nos duele esa acción entre quienes se auto califican de “humanos” porque “La Espiritualidad” entre sus discursos motivacionales, nos refiere que la Sabana guayanesa recibe  solo a quienes ella quiere y nadie más. Por su bondad, amor, grandeza y el reconocimiento que brindemos a la dignidad de la naturaleza.

Nos duele porque la conexión con la Gran Sabana, aún sin conocerla, se nos hizo bella y espiritual, sintiéndonos privilegiados porque seríamos aceptados por esa mágica extensión territorial.

Nos duele porque ese sentir salido del corazón de la madre mágica, se hizo nuestro porque soñamos con arcángeles, ángeles, querubines y serafines, conduciendo a “La Potranca” por aquella hermosa y cuidada carretera, igualmente, nos veríamos guiados por ellos en la persona del guía pemón entre ríos, quebradas, saltos y pozos en constante paz y alegría, pero, al ver tanta basura esparcida en ese mundo sagrado, por momentos, aquel discurso bello y espirituoso de Esther María, parecía derrumbarse y fue necesario apelar a la fe para continuar creyendo en la magia que se nos había descrito; creo que a todos nos ocurrió lo mismo y sin decir mucho,  retomamos el pensamiento de nuestra anterior travesía, para pensar de nuevo en lo mágico y sagrado de la Gran Sabana.

Necesario fue olvidar el momento de presenciar el daño que se le está causando  al territorio, su gente (los pemones) y a las cosas bellas de su contenido.

En otro de los discursos, la “madre mágica”, para el encuentro con la Gran Sabana, nos dice: Es necesario partir del “aquí” y el “ahora” para que la magia de la Sabana se internalice en nosotros y nosotros en ella. Necesaria actitud para criticar y enjuiciar, si se nos permite, a quienes se divierten haciendo daño al territorio y a su gente; esto tiene muchísimo sentido porque, había oído decir: los pemones se creen dueños de la Gran Sabana, al punto que no hay forma de desplazarse en ella, sin la presencia de un guía aportado por la comunidad del lugar; ellos cobran por esto, por aquello, por todo, pero, luego, reflexión y confesión: de no existir intervención de los pemones en defensa de lo que consideran su territorio y espacios, el hombre “civilizado” ya habría acabado hace buen tiempo con pemones, ríos, saltos, pozos y quebradas; no se habría salvado el jaspe de la explotación y habría sido regado en trozos por toda Venezuela y parte del mundo exterior.

Durante el viaje no hubo expresión alguna, tan cargada de sentimiento y propiedad espiritual, para poder captar el significado y esencia de aquella tierra mágica que fue agrandándose en nuestro pecho en la medida en que avanzábamos al Sur, intentando caminarla y conocerla.

Cada día vivido con sus querencias, nos hubo permitido construirla e interpretar a través de sus paisajes, su gente, su relieve hecho de penillanuras, ríos, selvas de galería, saltos, quebradas y algunos labrados por la erosión sobre cauces de jaspe (kako parú o roca de fuego en lengua pemón), roca hecha de cuarzo cristalino, sílice y óxido metamorfoseados.

La carretera marca el curso de la travesía, de Norte a sur, prolongándose en cualquiera de las dos direcciones, cual gigantesca anaconda como queriendo adueñarse del inmenso territorio custodiado por la etnia pemón, mientras “La Potranca”, relinchona de alegría es jineteada con ética indiscutible y responsabilidad profesional, por cualquiera de los Albertos (“Espontaneidad” y “Humildad”);  corre al Sur devorando distancias, entonces, “Espiritualidad”, percibiendo temores y ansiedades en los participantes del tours, ante  el próximo encuentro con la Sabana,  reparte bombas o globos desinflados, preparados para tal efecto; no sabemos si por “invento” suyo o conocimiento de causa, considerando que en la medida en que cada quien inflara su globo, hasta hacerlo estallar, haría escapar en el mismo instante,  “temores” y “miedos”.

Como cosa curiosa, la “magia” se hizo realidad o comenzaba a ejercer efecto; cada viajero fue inflando su globo hasta hacerlo reventar pero, la última en hacerlo fue “Bendiciones”, el botón de rosa blanca, la miembro de la familia de tan solo 14 años, quien menos “temor” podía sentir por el encuentro con la Sabana, no solo por su corta edad porque los jóvenes viven retando al Mundo y corren cuanto riesgo pueden sin alteración alguna; es que en ella así lo percibimos, la llegada a La Gran Sabana era expresión  de libertad, no de miedos o angustias, propios de gentes de más edades y por la proximidad con la juventud, busca ayuda en “Libertad” y “Ternura”.

Bendiciones quiere deshacer supuestas cadenas que la oprimen, sin medir la visión y responsabilidades de quienes le aprecian y cuidan; cosas propias de juventudes y eso tiene que ser entendido y comprendido por los adultos. Es probable que nuestros compañeros de aventura estén de acuerdo en que ella, más temía a la supuesta restricción de sus tías que por quererla y cuidarla, la presionan en demasía. Pero, todo se resuelve buscando el equilibrio.



Llegamos a La Gran Sabana:

Atravesamos la sierra Lema, sobre La Potranca y llegamos a La Gran Sabana,  territorio abierto entre lejanos tepuyes extraviados en el horizonte, grandes hondonadas atrapadoras de morichales, grandes y pequeñas lomas que resisten los embates de la meteorización derivada de los vientos, altas y bajas temperaturas entre el día y las noches y lluvias que parecen parcelar el territorio, hasta que la erosión ahonda los cauces de ríos y quebradas, formando extensas penillanuras, donde los pemones asumen el asentamiento en pequeñas comunidades, muchas de ellas, bordeando la carretera que conduce hasta Santa Elena de Uairén y más allá, internándose en el territorio colindante de Brasil.

Dichas comunidades pemonas son guardianas del inmenso territorio, donde el chamán cura enfermos a través de canciones y oraciones, mientras el cacique o líder, waikae’purü dirige con prestancia, mediante el ejemplo y don de mando; allí, la familia como en otros tiempos, constituye el eje fundamental de la organización social, algo poderoso que se ha perdido en el resto de la sociedad venezolana y el Mundo, ante la avanzada de nuevos y distorsionantes valores y principios.



Pernoctar en la Gran Sabana:

          Los 35 miembros de la familia viajera, con todos nuestros “poderes”, fuimos hospedados en la Posada Celestina (Wöi merú), nombre de la mujer de Waikaepurü Felipe, caballero sin par, elegante en el hablar, educado, comprensivo, serio como ninguno, jefe de la familia a quien se le obedece, alegre al compartir con los amigos y por supuesto, los “super poderosos”, unos más que otros, correspondimos a esa amistad sincera para el resto de la familia, hijas e hijos, quienes asumen las tareas de limpieza y labores de cocina, sin chistar, cuando la orden viene de mamá Celestina o de papá Felipe.
         
Las habitaciones de la posada son tan sencillas como cada miembro de la familia pemón, aquellas se encuentran cubiertas por un techo de zinc que al recibir los impactos de la lluvia, armonizan las horas de sueño profundo con una sonata especial, para que buena parte de los sueños se transformen en sonrisas al despertar en busca del amanecer, cuando a las 5am, “honestidad”, convertido en “gallo” portugués, despierta con su “ki ki ri kí”, a los “bellos” durmientes, pero, nadie reclama las travesuras del amigo, por ser un “gallo” consentido, por el contrario, cada quien se apresura por alcanzar la puerta de la habitación y poder saludar al “gallo” despertador.



Cada día un paisaje diferente:

          Lo primero de cada día, ejercicios matinales de estiramiento dirigidos por la madre mágica del viaje vacacional; aplausos al concluir y servido el desayuno por los hijos de Doña Celestina, nos lanzábamos al ataque, una o dos arepas, perico, margarina, queso blanco, café y fresco de melón o cebada caliente; cuando no se servía arepas, eran sustituidas por “Don bines”, especie de tortas elaboradas con harina de trigo, propias de la zona guayanesa, casi o la misma mezcla utilizada para elaborar las “torrejas”.

          Concluido el desayuno, montábamos en “La Potranca”, rumbo a un río o quebrada, donde destellan saltos y pozos que brindan gozo a pemones y visitantes. No todos estos saltos y pozos se encuentran en la cercanía de la carretera que serpentea hacia el Sur o Norte, según punto de observación, a los que íbamos acompañados de un guía de la comunidad donde estábamos hospedados. Uno de ellos, Omar, en el segundo encuentro luce una hermosa franela negra con adornos blancos, rojos y amarillo, en cuyo pecho, el estampado es de edificios urbanos y en la parte inferior, resalta el nombre Caracas; Omar se muestra orgulloso de llevarla, mientras, buena parte de nosotros buscábamos franelas alusivas a La Gran Sabana, para lucirlas con el mismo orgullo de Omar, en Caracas y Maracay, todo un intercambio de culturas.

          Nos hablaba Omar como descendiente de los antiguos caribes de Venezuela que la etnia pemón presenta tres grupos, según dialecto o idioma: los Taurepán, ubicados desde el centro, hasta el Sur de la Gran Sabana, haciendo contacto con Brasil, los Arekuna, al Noreste, hacia la cordillera del Roraima (Al parecer, los bravos o peleones de los tres grupos), y Kamarakotos, ubicados preferentemente, hacia el Oeste del río Kanuay, región del Caroní.

          Hubo días en los que llegamos a bañarnos en cuatro pozos, uno tras otro y en verdad, confesamos no poder repetir en ningún orden sus nombres, solo sabemos que visitamos el salto Kawï Merú, después de bajar una pendiente bastante inclinada, con escalones naturales, reforzados en rocas por los nativos en los que Amanda, La Flexibilidad, convertida en saeta humana, haciendo honor a su poder, se hizo elástica y resistente para desplazarse con tal naturalidad que no la vimos fatigada, ni perder la meta en ningún momento, a pesar de la valentía y esfuerzo de Jesús Ramón, La Bondad, gran competidor, quien en todo momento fue ejemplo de constancia y gallardía.

El salto Kawi Merú forma una pequeña y rápida cascada entre rocas resbaladizas y peligrosas como las hay en casi todos los saltos de ríos y quebradas, pero, íbamos preparados para aceptar el “reto”, nos bañarnos unos, con medias, y otros, con calzados especiales para bañistas, de acuerdo a las recomendaciones de los organizadores del evento (“Espiritualidad” y “Paciencia”).

Al siguiente día visitamos el salto-pozo Kouchik Meru o La Golondrina en lengua pemón, pero fue necesario ascender de nuevo el camino, dada las dificultades para tomar el baño y no fuimos  al salto El Paraíso, inmediato al anterior, donde logramos observar un hermoso salto con un extraordinario pozo en el que pasamos unas dos horas.

La visita al río Aponwao (Río baja, río sube en lengua pemón), fue actividad de todo un día, dada su lejanía y dificultades en su travesía; acá se encuentra un salto o caída de aguas de 108 metros, al que los nativos llaman, Chinak merú (liana o bejuco; suponemos que durante la sequía, solo se observa un hilo de aguas y por eso el nombre), dicho salto  es el más “rebelde” y pretensioso de los saltos visitados; en la época de lluvias (mayo-noviembre), posee fuerte caudal; pretensioso porque deja poco espacio para el disfrute de nativos y visitantes, prefiriendo llenar el espacio con posibilidades de recreación, con rocas de filosas aristas; es tan pretensioso que para visitarlo hay que recorrer una larga carretera de tierra, donde sólo jeeps y camionetas 4x4, pueden hacer el recorrido; luego, se debe asumir un largo trecho en curiara sobre el mismo río y caminar 1 Km y ½ o más, para luego descender una pendiente capaz de fatigar a muchos (menos a Jesús Ramón, con sus 84 años y a nuestra apreciada saeta, Amanda), todo, por ver y sentir de cerca, la majestad del imponente Chinak merú.

De regreso, con la emoción del encuentro con aquel salto maravilloso, un almuerzo inolvidable en el local-restaurante de la “Catira” en el Kiosko “Torun-Kan” (Pájaro campanero en lengua pemón).

          De igual manera y sin la majestad del Chinak merú, recordamos siempre la quebrada “Pacheco”, poseedora de dos pozos excelentes, cercanos a la carretera, delicia de nativos y visitantes, especialmente el ubicado más al sur en el que aflora una “pequeña” losa de jaspe, utilizada por los bañistas de pequeño tobogán, deleite de los más y menos serios visitantes como la amiga “equilibrio” que se divirtió mucho en él.

Aunado a esto, los bañistas son estimulados a utilizar el polvo de la caliza meteorizada que bordea la parte este de ambos pozos, para descamarse o exfoliarse brazos, piernas y cara.

          El último día de nuestra aventura en aquel paraíso guayanés, Omar, el guía amigo, ofreció llevarnos a lo que él llamó  “pozo azul”, de unos 3 metros de profundidad, inmediato a la carretera, donde, una vez pagada la colaboración respectiva a los pemones custodios del mismo, buena parte de nosotros se dio el chapuzón de despedida; lamentablemente, nos encontramos de nuevo con algunos desperdicios flotando en sus aguas, problema incurable de la “civilización” que lentamente acaba con los recursos que le han permitido vivir sobre la superficie del planeta. Por lo visto, el hombre es el único animal empeñado en destruir el nido que lo alberga.

          De acá, pasamos a quebrada Jaspe,; hubo que andar cierto trecho y atravesar un pequeño espacio de la selva de galería que protege sus márgenes fluviales como ocurriría con cada uno de los saltos visitados, para encontrarnos con un hermoso salto, no muy alto, cuyas aguas resbalan sobre una “roca hecha de fuego” (Jaspe), de unos 300 metros que funciona como tobogán en la medida en que aumenta el caudal de sus aguas; haber llegado al sitio, después de las 4pm, implicó echarle manos al repelente de plagas, evitando ser “devorados” por el jején o “puri-puri” entre pemones.



La última noche:

          La cena fue ligera pero suculenta,  una sopa-hervido de gallina espectacular, servida en tazones plásticos; nos preparábamos para la elección del Rey y la Reina de los “super poderosos” y la “aventura”; el concurso para tal objetivo hubo dependido de la forma de bailar en los caballeros y un desfile de pasarela con todas las monerías posibles en las damas; ganarían los más aplausos y ellos fueron: el amigo Félix (La Armonía) como Rey y la amiga Berta (El Perdón), elegida Reina por unanimidad, con recomendaciones a la Academia.

          Las 8pm marcan la cita de la festividad, el amigo Raúl, “La Disponibilidad”, con su voz de tenor conservada, interpretó “Caballo viejo”, de nuestro recordado Simón Díaz; por su parte, la Reina hizo de las suyas con una bella canción del recuerdo y su estilo inigualable; lo mismo hizo nuestra apreciada amiga Mirna Blanco, “La Verdad”; los tres amigos motivaron largos aplausos en la concurrencia.

Pero, la gran sorpresa de la noche estuvo a cargo de los hijos de waikae´purú Felipe; hembras y varones no solo interpretaron y bailaron danzas nativas como la culebra, sino que, concluida  cada representación, seleccionaban entre los super poderosos asistentes, compañeros de baile, para la repetición de sus danzas; con cada representación, un ramillete de aplausos de la concurrencia, luego, un sinfín de fotografías con los miembros de la familia de Felipe y Celestina, para el recuerdo.

          Esa noche, la celebración continuó  hasta las 11pm y algunos permanecieron hasta las 12 o más (según nos informaron porque ya nos encontrábamos en el último de los sueños, ¡por ahora!, en aquella tierra mágica).

Comenzaba la madrugada del día de la partida, el Sábado 9 de agosto de 2014, era necesario reposar.

         


Retorno a la cotidianeidad:   

          Aquella mañana del Sábado, como era costumbre, Esther María, la madre mágica, dirigió la gimnasia de estiramiento, importante proceder porque estaríamos todo el día montados en La Potranca y era recomendable estar en forma; luego, el desayuno y antes de partir, todos los “super poderes” reunidos, dimos las graaciaaaaaaasssss, por tres veces como nos acostumbró la “madre mágica”, para agradecer a quienes nos prestaron servicio durante todo el recorrido de ida y vuelta.

          Durante el camino de regreso hacia la población San Félix, la generosidad de Alberto (padre), “La Espontaneidad”, se puso de manifiesto una vez más y ante un pedido del colectivo, logra frenar  a La Potranca, la hace recular  y parada a la mitad de un puente de guerra sobre el río Kama-merú, afluente del Aponwao, nos permitió divisar a lo lejos, La Cortina, un salto doble de unos 55 metros de altura.

          El siguiente paso del recorrido, fue la distribución de los regalos de los amigos secretos en una fiesta inolvidable de intercambios.

          Camino a San Félix, nos detuvimos en la población Tumeremo, donde hubo otro almuerzo sabroso en un comedero como dicen los vecinos colombianos, de nombre, “Sabor llanero”, más tarde, llegaríamos a la primera de las ciudades nombradas, donde pasamos la noche y muy temprano (5am), el Domingo 10, realizamos la última de las etapas del viaje. Todos emocionados y contentos, nuevos amigos, ¡crecía la familia!.

Misceláneas:

          Tal como se ha expresado en la apertura del discurso, solo hemos intentado “Una breve crónica”, pues, la grandiosidad espiritual y real de nuestra gira por la Gran Sabana, no puede resumirse en pocas palabras ni en un solo acto de verdad o autenticidad; un conjunto de manifestaciones y diversidades mágico-naturales pudieran ser explicadas y explicar lo sentido por una población de  35 personas que lograron integrarse en afecto familiar ante la mágica majestad de la Sabana.

El llanto improvisado de muchos, en especial, por las damas, puso de relieve la existencia de un profundo sentimiento que en muchos de los casos,  hubo permanecido ha tiempo, viajando entre las entrañas y el corazón, o el tiempo de la magia tocó sus corazones para hacernos volcar lágrimas como ofrenda al territorio y la gente que dejábamos.

La inspiración vino de la Sabana y el grupo se confundió en un acto de confianza suficiente para manifestar sentires y aprendizajes; los que no afloramos lágrimas, lloramos por dentro pero, ¡que se entienda!, todos unidos en un llanto de libertad, de alegría y amor.

          ¿Cuánto no se dijo en la intimidad del grupo y La Potranca, por testigo, desde el mismo instante en que invertimos el camino para regresar a nuestros lares?

          ¡Cada quien hubo expresado su sentir y todos fuimos oídos con el respeto y la admiración de siempre!, el acto fue de confesión sincera, cada boca fue capaz de desglosar verdades y sentimientos; espontaneidad se hizo presente y se dijo cuanto quisimos, hubo elogios  para la pareja organizadora del evento, para los Alberto, jinetes de La Potranca, “Disponibilidad” dijo sentirse como un toro en primavera, con ganas de continuar la pelea; “La Verdad”, manifiesta nuevas fuerzas para lo que hace muy bien, ser atenta y crear amistades; “La Bondad”, serio como siempre, hombre de poco hablar, competidor como pocos, fue tan grande su aprendizaje con el contacto de la Sabana y la familia pemón que prometió ser menos severo y asumir un nuevo proyecto de vida; “La Fuerza”, rompió los esquemas sentimentales del momento y asumió la  auto censura en una confesión pocas veces vista, dando a comprender que el despotismo envilece al hombre; y así, uno a uno se confesó ante el resto de la familia que  no enjuicia arrepentimientos, los aplaude. “Unión”, pediría disculpas al colectivo familiar por la conducta asumida durante el tiempo de viaje; pensó estar siendo marginada y respondió con una conducta anti-grupal; arrepentida, pide disculpas a la familia que la hizo efectiva.

          Cada quien fue diciendo su parte y todos fueron aplaudidos, hasta llegar el turno a “Las Bendiciones”, cuyo llanto no era por dejar la Sabana, ni lo que esta le hubiese enseñado o por sacar de sus entrañas hechos del pasado, ella lloraba por algo totalmente diferente a lo del resto de los miembros de la familia, lloraba por no poder celebrar sus primeras quince primaveras;  su llanto no solo fue aplaudido, sino oído como ningún otro: “La Paz” intervino y ofreció su posada en Cata, para la celebración; “La Paciencia”, músico con mucha seriedad e intérprete del saxofón, ofreció poner la música;, “La Verdad” en nombre de ella y de su compañero, “La Disponibilidad”, ofreció una bandeja de pasa palos; cada quien, ante el llanto del botón de rosa blanca, hizo promesas para ese cumpleaños y todos esperamos que así sea, para que la familia esté contenta.      

          Pasada la 1pm llegamos a las cercanías de la población El Guapo en Barlovento, estado Miranda, donde nos dimos otro atracón de sopas, cachapas y carne asada, para luego, continuar el retorno a Caracas, donde quedaron cuatro miembros de la familia, hasta hacer La Potranca un último esfuerzo y dejarnos en la encrucijada de Turmero.

Fin del viaje.



Reflexión final:

          Para encontrarte con la Gran Sabana debes poder construir su extensión y sus paisajes con el pensamiento y tu corazón, debes precisar su estructura  paisajística y la relación ancestral de los pemones con la magia de la tierra; bañarte en sus saltos y pozos es beber el néctar de sus lluvias que cantarinas te hacen dormir profundamente, durante las noches, bajo las notas de sus bellas serenatas; cuando no sea tiempo de lluvias, contempla el firmamento y asómbrate con el enjambre de estrellas que te cobija; penetra con tu mente  en sus dominios y descubrirás la esencia mágica de su milenaria era; róbale un poco de su aire hasta “preñar” tus pulmones; alimenta tu piel con luz de su Sol; rinde tributo al Chinak merú en el Aponwao y comprobarás la mítica dulzura de su contenido.

            Ofelia Morillo G. (La unión) y Ramón Santaella Y. (La compañía).

                    Maracay, 15 de Agosto de 2014.

  texto y fotos
ramón santaella yegre

1 comentario:

Anónimo dijo...

Profesores Morillo y Santaella, los felicito por tan edificante, humano y conmovedora crónica.

Carmen María Jiménez