Jorge Delgado es un novel estudioso de la historia actual y un abogado que lidia permanentemente con el binomio justicia-injusticia. Es a la vez una inquietud permanente por penetrar en otros campos. De allí el deseo que muchas veces ha expresado de incursionar en el mundo de la poesía.
Es además uno de esos extraños seres que lejos de saber está empeñado en aprender. Que en vez de dictar lecciones, procura escuchar las preguntas de los otros y con ellos tratar de armar una respuesta que sirva para todos. Que lejos de ensimismarse en sus propios equipajes, se la pasa abriéndole pasajes a todo lo que mira, en ese propósito perseverante de que nada le sea ajeno.
Y con esa inclinación hacia la poesía me ha pedido amorosamente que le enseñe ese oficio. Y en cada ocasión le he respondido que ese oficio de ser quienes somos, nadie lo enseña, que sólo requiere de hurgar en sí mismo, y hacer las conexiones con todo lo que lo circunda y dejar salir pausada su propia respiración.
Y después de mucha insistencia, eso es exactamente lo que ha comenzado a hacer. Y este es el poema que me ha enviado. Un vivo y doloroso retrato de esta historia actual. Un recorrido por esos angostos senderos de la muerte que se encima sin aviso sobre la penuria que ya existe. Y en esa travesía Jorge está aprendiendo a verter sus sentimientos, su conciencia, sus angustias y esa fragilidad de que el sufrimiento del otro se le hunda en el costado, para revertirlo en testimonio, en radiografía del dolor que no encuentra cauce para expresarse, con la esperanza de que algún día cese la muerte y prevalezca la alegría.
No hubo necesidad de lecciones. El proceso fue simple, espontáneo. Y Jorge por si mismo encontró sus respuestas o multiplicó sus interrogantes, que en este caso es lo mismo.
Tengo la convicción de que de aquí en adelante, Jorge soltará las amarras de sus versos, anclados en un mástil lejano y nos entregará muchas más palabras convertidas en ese aguijón que se clava en el corazón de quien lee, para que a su vez, se haga poeta también, que no es mero oficio de palabra, sino de acción y pensamiento, de hacer y ofrendar, de entregar y recibir, y sobre todo de compartir.
Hasta que la poesía ande suelta como la brisa en la vasija de vida de cada quien y sea el exacto lenguaje de los hombres entre sí. MS
Carapita
La espera de la muerte
Jorge Delgado
I
Ella va con angustia al trabajo día a día
Esperando que la suerte les proteja todavía
Con fe en que la mala noticia no ha de llegar jamás
A los tres amores de su existencia sólo con dios deja
II
Tres capullos de esperanzas que le regalo la vida
Uno de quince, otro de diez y uno de siete todavía
De un padre hombre que no apareció jamás
Entre papagayos y trompos a la escuela van
Las tres comidas hechas ella siempre les deja
Aunque sea arroz con arvejas para los niños su alimento
Mientras les procura el sustento la vida ha de continuar
III
En su angustia diaria que se iba a imaginar
Que en medio de la balacera a la escuela intentaban llegar
Pues cual faquir de la justicia ordenó el mayor
Devolvámonos a la casa allí estarán mejor
Porque lo que soy yo no falto
A mi examen final
De él depende mi grado y mi futuro que echó a andar
IV
En medio de balas y truenos
Doscientos metros no había recorrido
Cuando le dicen en tono de alarido
Devuélvete que en tu casa hay un niño mal herido
Es mi hermano de siete grito sorprendido
Corrió con su fuerza y valiente
Al rescate socorrido
Lo cargó, lloró, gritó, auxilio había pedido
Escaleras abajo corrió ensangrentado
Con su hermano en brazos mal herido
A la voz de socorro nadie había atendido
Pues el miedo a la represalia es mayor que el desvalido
V
Ya abajo en la avenida
Nadie lo socorre
Ni un carro, ni un taxi, ni un hombre
Pues se trata de un niño abaleado
Nadie quiere tomar el riesgo de aquel angustiado
Llegó al hospital con lo que le quedaba de aliento
Para que el médico le dijera tu hermanito ya esta muerto
VI
Y en su llanto aún manchado de sangre
Desde su mirada triste su corazón se abre
Sólo alcanzo a decirle entre llantos y lamentos
Te fuiste hermano, buen viaje...
¡Ya no tienes que esperar la muerte!
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